La noción de polaridad en los procesos de formación y realización de poder (selección)

en Revista RyR n˚ 6

Nota de los editores: Hemos seleccionado, en acuerdo con su autor, para su publicación en RyR, tres parágrafos del conjunto de este texto, «La noción de polaridad en los procesos de formación y realización de poder», que fuera editado por CICSO en 1981 como «Serie Teoría», en su Cuaderno Nº8. En la discusión acerca de las partes a seleccionar ha colaborado, de forma determinante, el Profesor Ricardo Zofío. En tanto parte de un trabajo mayor, el sentido preciso del texto seleccionado debe encontrarse en la lectura del original.

Por Juan Carlos Marín

[Aclaración del autor

Estos papeles constituyen fragmentos de un conjunto de transcripciones de un seminario «desde lejos» realizado durante LOS AÑOS 1977/8, que desarrollé para compañeros latinoamericanos (del centro y del sur) y parte de cuyas transcripciones fueron también publicadas posteriormente por CICSO y que circularon de muy diversas maneras también en otros territorios.

Si el material es presentado aclarando las condiciones y el carácter con que inicialmente fue construido, es porque a pesar de ello creo que sigue siendo válido como un material que desencadena modos de leer y reflexionar acerca de un conjunto de sugerencias del amplio campo de la teoría social, que considero que es aún contemporánea en nuestros territorios… En los que siguen desenvolviéndose los procesos sociales mediante la lucha de clases en esta formidable expansión de la formación social a la que toda la humanidad pertenecemos… pues es la única!… en medio de las más complejas, viejas y nuevas contradicciones del crecimiento de su carácter capitalista, como así fue siempre! Por supuesto que las condiciones que vivíamos en aquél momento no son mecánicamente las mismas que las de hoy día… ahora ya sabemos que el “asalto al cielo” nos permitió descubrir que se trataba de un infierno!

Juan Carlos Marín, abril de 2000]

El concepto de Fuerza Social

El primer «vínculo» entre Lenin y Clausewitz es su referencia a fuerzas sociales. Ambos se ocupan de fuerzas sociales. En el caso de Clausewitz su fuerza social es lo que él llama fuerzas armadas, pero en éste caso la existencia de esa fuerza es un presupuesto histórico que supone ciertos requisitos para su existencia. Esa fuerza armada es la referencia al carácter profesional, nacional, burgués de una fuerza social.

Pero no sólo eso, Clausewitz concede una gran importancia al resto de las fuerzas sociales que no solamente se identifican con su presupuesto de fuerzas armadas profesionales. En el caso de Lenin, está en correspondencia con la imagen que él tiene de la lucha de clases; donde las clases sociales no se enfrentan directamente, sino que quienes se enfrentan son fuerzas sociales. Estas fuerzas sociales expresan distintos momentos y forman alianzas de clases, con relación a intereses de clases, unidad de clases; etc. Así la lucha de clases, desde esta perspectiva leninista, se realizaría a través del enfrentamiento entre fuerzas sociales en pugna.

Tanto uno como otro, en dos contextos teóricos, en principio, aparentemente distintos, se están ocupando de enfrentamientos entre fuerzas sociales. Esta es la matriz «común» más rudimentaria que se puede encontrar en ambos. Uno se refiere a los problemas de conducir una fuerza social de carácter revolucionario; y el otro se plantea la tarea de conducir una fuerza profesional de carácter burgués. Se está así, en presencia de dos personas cuyos problemas teóricos y prácticos son el de conducir fuerzas sociales en pugna. Esta afirmación constituiría una aproximación a una matríz común al menos hipotéticamente entre Clausewitz y Lenin. En el caso de Lenin el presupuesto teórico es la existencia y la teoría de la lucha de clases. Es decir, las relaciones históricas entre las clases sociales desde el momento mismo de su constitución; asumiendo el proceso de constitución de las clases como una resultante del proceso de enfrentamiento entre las clases.

No se trata de encontrar qué es lo primario; si las clases o su lucha, sino de entender que el proceso mismo de formación de una estructura de clases o, el proceso mismo de su desarrollo (de existencia de una formación social) presupone no sólo la génesis y formación de clases sociales sino que, la génesis y el desarrollo mismo de las clases sociales, es una dimensión de la la forma en que se expresa el enfrentamiento entre ellas.

Estas cuestiones implican acostumbrarse a pensar el proceso mismo de formación de una clase social, remite a observar que el proceso de enfrentamiento en una sociedad, daría, por un lado, como consecuencia de la existencia misma de las clases y, por el otro lado, una nueva forma de la concepción de la lucha de clases.

Esta no es la imagen con que las personas han sido construídas para la visualización del proceso social. Por el contrario. La imagen asumida en general es otra: primero, se presupone la existencia de las clases; y segundo, se presupone su enfrentamiento como un momento de su existencia y no como el modo de su existencia . La imagen inicial de Marx de que el proceso mismo de constitución de las clases sociales es la consecuencia de un proceso de enfrentamiento ha ido desapareciendo.

 El problema es que lo que hay que presuponer realmente es el enfrentamiento, y en consecuencia la existencia, la formación de clases, y como nueva consecuencia, otra vez el enfrentamiento.

El problema tiene cierta importancia porque indica la necesidad de ser cuidadosos en el análisis de fuerzas sociales que se están enfrentando en un momento dado, observando cómo están constituídas las fuerzas sociales antagónicas en ese momento. Pero además indica que una estrategia implicada, involucrada, comprometida en el propio momento del análisis de la lucha de clases, debe analizar la lucha de clases no estrictamente en un proceso de carácter político-militar, sino como un proceso total. ¿Qué quiere decir esto? Que al estudiar un enfrentamiento concreto se tiene que ver en él la manera en que una formación social está constituyendo sus clases sociales, así como la crisis de su producción social.

El problema de “clase en sí” y “clase para sí”, es la referencia a relaciones que se establecen entre el conjunto de una clase de individuos de una parte, y por otra, a las relaciones que se establecen entre ese conjunto de individuos y el resto de los individuos pertenecientes a otras clases de conjuntos. Hay dos notas que Lenin va a desarrollar con cierta fuerza y reiteración, se refiere a cual és la relación de una clase consigo misma y cuál es la relación con las demás clases. En definitiva este tema, es el que se articula con el tema de clase en sí y clase para sí, y también como lo ya señalado, con el proceso mismo de constitución de las clases sociales. A su vez, esta cuestión tiene que ver con el proceso de análisis de los enfrentamientos a que conduce el desarrollo de la lucha de clases en un determinado momento.

Es decir, cuando se analiza el estadio específico y concreto de una determinada situación de la lucha de clases, el análisis para ser relativamente exhaustivo, debe tomar en consideración y preguntarse lo siguiente: ¿Estos enfrentamientos, qué consecuencias tienen en los procesos de constitución de las clases? Esta pregunta es la que en general no se hace, y al no hacerla, se dejan de lado las formas concretas en que se están constituyendo los momentos y estadios de un desenvolvimiento cualitativo de la acumulación capitalista.

Retornando al problema inicialmente planteado, que era el de establecer puentes primarios entre Lenin y Clausewitz. ¿cómo realizar una lectura de ambos tratando de constituir desde el inicio una matriz relativamente común? Planteamos que tanto uno como otro se ocupan del análisis de la conducción de una fuerza social en pugna. Conducir una fuerza social sólo es posible a partir de la capacidad de analizar las condiciones reales de su existencia, las leyes de su existencia. ¿Porqué esa preocupación de Lenin de señalar los tres campos o formas de enfrentamiento, que asumiría la lucha de clases?[1]. Porque lo que intenta demostrar, es la importancia que se le tiene que otorgar desde el inicio, a cuáles son las condiciones de «leyes sociales» en que se realiza la lucha de clases y cómo estas condiciones comprometen la orientación de la conducción de la fracción proletaria y de la formación de una fuerza social de carácter revolucionario en la conducción de la lucha de clases.

Es necesario precisar cuáles son esos tres campos en que se desarrolla la lucha de clases: lucha política, lucha teórica y lucha económica; y que en estos tres campos de lucha, no necesariamente las fracciones hipotéticamente revolucionarias tienen, de por sí y en sí mismas un carácter revolucionario; para lograrlo no pueden estar supeditadas al desarrollo mismo del enfrentamiento.

¿Qué es la lucha teórica? ¿Cuál es el problema que se debate y el territorio que se intenta conquistar? Consiste en el establecimiento de una orientación y conducción de carácter revolucionario sobre el proletariado, y en el desarrollo de la capacidad del proletariado de acaudillar al resto del pueblo en la lucha política.

Esta cuestión del particular enfásis en la lucha teórica, es similar al esfuerzo de Clausewitz por establecer una teoría rigurosa sobre la guerra. Cuando Clausewitz escribe De la guerra se propone eliminar por un lado, todo el tecnologicismo dominante en su época acerca de la geometrización de las fuerza, de su triangulación, etc. Es decir, eliminar toda especulación que sobre la temática de la guerra se estaba produciendo. Por otro lado, pretende crear una teoría rigurosa de la guerra, y al fundarla está creando y siendo consistente con una rigurosa teoría del poder en la concepción burguesa como nunca lo hizo por otra parte. El esfuerzo de Lenin en cambio es el de fundar una teoría rigurosa de la conducción de la lucha de clases desde la perspectiva proletaria, revolucionaria; y el de Clausewitz es el de fundar una teoría rigurosa de la lucha de clases desde la perspectiva burguesa porque la teoría de la guerra de Clausewitz es eso: una teoría consistente de la lucha de clases en la perspectiva y a partir de los intereses de la burguesía correpondiente a ese período.

En definitiva, De la guerra es el reflejo teórico de las condiciones y sus resultantes de la lucha de clases en los siglos XIX y XX desde una perspectiva que defiende los intereses territoriales de una fracción de la burguesía capitalista europea. Este es el segundo término de la matriz común entre el esfuerzo de Lenin y el de Clausewitz. Mientras el primero es el hecho de que los dos asumen los problemas derivados de la conducción de fuerzas sociales en pugna, el segundo es el establecimiento de la necesidad de reformulación de una teoría rigurosa sobre estos procesos. Tanto en un caso como en otro, las tareas son similares en este senido, aunque desde perspectivas (intereses sociales) diferentes.

En el ¿Qué hacer? se desarrrolla una concepción científica acerca del análisis de cuáles son las condiciones reales, concretas, inmediatas, en que se está produciendo la lucha de clases en Rusia. Y, algo que es tremendamente importante, cómo en esa lucha inciden no sólo las condiciones específicas de la territorialidad rusa, sino sobremanera los problemas que se refieren al proceso mundial de la revolución. Lenin nunca analizó las condiciones de la lucha de clases al márgen de las condiciones hoy en día llamadas «internacionales», y sabía que jugaban en forma directa y casi inmediata sobre el proceso de la lucha de clases, o sea que no se efectuaba una escisión entre los dos términos del problema. Cuando hace esta separación es más por un problema de distinción y de ordenamiento que por la incidencia que este ordenamiento tiene en la jerarquía del análisis.

Es importante el problema del conocimiento directo y el conocimiento indirecto en el proletariado y en la lucha de clases. Hay un tipo de conocimiento que como consecuencia de los enfrentamientos en que se ve sometido el proletariado, no le es de acceso directo: en particular la experiencia internacional. La apreciación de las condiciones totales de la lucha de clases que el proletariado puede tener como consecuencia de su experiencia directa en la misma se encuentra en gran medida retaceada. Depende de cual sea el carácter de la alianza de clases que el proletariado logre, su capacidad que tenga de adscribir e incorporar en su lucha directa, real, permanente e inmediata, una enorme caudal de experiencia que ha sido acumulada históricamente en otros enfrentamientos. Esta experiencia no la puede captar directamente ese proletariado.

Aquí hay un elemento de importancia enorme: la capacidad de cooptación que el proletariado realiza en su lucha de clases. El proletariado va incorporando mediante mecanismos sociales muy complejos, una gran cantidad de cuadros de otras clases sociales que se van sumando a la lucha. Es a través de este mecanismo que empieza a producirse la incorporación de las experiencias históricas, del conocimiento indirecto. El proletariado oye todos los días a miles de individuos que le dan alternativas, pero selecciona, no escucha a todos, elige más a unos que a otros, abandona e incorpora a otros. Este mecanismo tremendamente complejo, se encuentra en la matriz de la formulación de la tesis del centralismo democrático.

El problema al que nos referimos es el de las leyes o los procesos sociales mediante los cuáles el proletariado va estableciendo su hegemonía en el desarrollo de la lucha de clases. Y este es un mecanismo embrionario de la hegemonía proletaria: la capacidad de incorporar, cooptar, y también rechazar y abandonar, a los cuadros intelectuales y sus sugerencias y orientaciones, en las condiciones mismas del enfrentamiento.

El primer dilema a plantear, es la necesidad de que exista en el desarrollo de la lucha de clases, como realidad, como formulación y como acción, una conducción proletaria y revolucionaria. Lenin señala que espontáneamente, en el enfrentamiento entre fuerzas antagónicas de la lucha de clases, nos encontramos que una de ellas mismas tiene una conducción; los cuadros políticos, militares y tecnocráticos de la burguesía ejecutan, todos ellos, las tareas de conducción. La burguesía tiene la iniciativa en la lucha de clases en tanto las otras fuerzas no constituyan los términos de su conducción. Plantearse el problema de la conducción, es plantearse el problema de la lucha teórica. En la lucha de clases, la condición para lograr la inciativa en el desarrollo de la lucha de clases, es comenzar por asumir la responsabilidad en la lucha teórica: esta es una sugerencia metodológica tremendamente importante y actual.

Este planteamento no era asumido y entendido, a pesar de que ya había sido un fracaso de los intentos revolucionarios, en 1871. No había conciencia aún, 20 o 30 años después, de por qué se había fracasado en ese primer «asalto al cielo». En los trabajos de Lenin su respuesta a esta situación fué plantear la necesidad de asumir la lucha de clases en su totalidad, no sólo la lucha política y lucha económica, sino también como lucha teórica. Esta forma de enfrentamiento se realiza sin la participación conciente del proletariado, la suya es una participación de derrota en este campo que implica la acumulación de derrotas también en la lucha política y en la lucha económica, en consecuencia en la capacidad de enfrentamiento en la lucha de clases, el proletariado se encuentra en una situación de derrota, que no puede superar automáticamente. Lenin plantea que la razón de esta derrota consiste en no asumir la lucha de clases en su totalidad. ¿Qué es exactamente la lucha teórica? Hay un primer elemento sustantivo que hace referencia a la totalidad de la lucha de clases, y es el problema de establecer una conducción. La lucha de clases no puede ser abandonada sólo a la iniciativa de la burguesía. Debe emerger la iniciativa revolucionaria, la iniciativa social histórica, del proletariado.

La noción de enfrentamiento en su dimensión estratégica.

La lucha teórica hace referencia, en primera instancia, a un encuentro entre las distintas fracciones de la sociedad que intentan acaudillar el movimiento de masas, los movimientos sociales, o cualesquiera sectores que estén fuera del régimen. En cualquier situación política, económica, social y científica. Los sectores que están en imposibilidad objetiva de incorporarse al régimen de dominación, van a intentar ser acaudillados, conducidos, en sus formas de enfrentamiento y expresión. Esto da un espectro bastante amplio y contradictorio: hay quienes intentan ser acaudillados y conducidos tanto para incorporarse al régimen como también otros para luchar contra él y cambiarlo.

Todo régimen de dominación parte del prerrequisito de que fracciona a la sociedad en dos partes, de que margina y excluye a un sector de la sociedad. Este es un proceso dinámico y permanente que nunca se cristaliza, y es una forma que asume la lucha de clases en su carácter fundamentalmente político. En todo proceso de lucha política, en donde la lucha es por conquistar los instrumentos, las condiciones de poder, se deben distinguir dos campos: el de aquellas fracciones de la sociedad que se encuentran en condiciones objetivas favorables de incorporación a la forma específica que el régimen asume, y aquellos que carecen de estas condiciones objetivas. Nada dice esto, en ninguno de los dos casos de la subjetividad; los actores de este proceso, pueden tener conciencia subjetiva distorsionada (sentirse incorporados sin estarlo objetivamente, o viceversa) lo que va a tener consecuencias políticas. Estas situaciones contradictorias obtaculizan la posibilidad de una reflexión y un análisis rigurosos.

Es necesario comprender en qué términos reales -no teorizables especulativamente y solo verbalizables, sino en qué términos objetivos- un régimen define su dominio, o cuál es la estrategia objetiva que está actuando en la implementación de la lucha de clases, en su formulación como un régimen de dominación. Es esta base lo que nos permite tener claridad acerca de qué fracciones pueden objetivamente incorporarse, al margen de su subjetividad. Por supuesto, después habrá que tener en cuenta los niveles de la subjetividad, porque ellos harán comprensibles el hecho de que hay fracciones que objetivamente pueden incorporarse, pero que al tener la conciencia distorsionada de la situación objetiva, luchan, y sin embargo es una lucha producto de una distorsión (por supuesto, de una distorsión que no es arbitraria ni erráctica sino construída históricamente).

Por su parte las fracciones de la sociedad que objetivamente no pueden acceder a las condiciones del régimen, cuando toman conciencia de esta imposibilidad y comienzan a luchar, posiblemente se articulan en sus luchas con aquellas fracciones que objetivamente podrían acceder al régimen, pero su subjetividad les ha construido un obstáculo insalvable para hacerlo. Estas fracciones pueden aliarse entre sí y constituir importantes alianzas sociales. Pero, llegado un cierto momento de sus luchas y enfrentamientos comienza un lento proceso de disgregación de esa alianza de clases. La explicación de este fenómeno es que uno de los sectores objetivamente, en el desarrollo de su lucha, ha sufrido un desencantamiento de su conciencia distorsionada, y como consecuencia a veces de la lucha misma, acceden a las situaciones y al entorno del régimen.

¿Qué es lo que se debate en la lucha teórica?

¿Quienes son los que debaten y se enfrentan en la lucha teórica?

Para responder ambas preguntas por un lado, necesitamos aquellos elementos que nos capaciten para entender el enfrentamiento en la lucha teórica, y, por otro, aquellos elementos que nos ayuden a comprender de qué manera se produce la lucha teórica. Son dos cuestiones distintas, la una hace a la génesis en que se constituye el enfrentamiento en la lucha teórica, y la otra hace a las formas específicas en que se desarrolla la lucha teórica. Estos dos momentos -diacrónico-sincrónico- están yuxtapuestos, sólo son distinguibles para su análisis y para la determinación del conocimiento del orden de causalidad que produce dichas realidades.

En la lucha teórica se disputa la conducción de todas aquellas fracciones de la sociedad que objetivamente no pueden acceder al régimen, sean o no concientes de esta incapacidad y la conducción también -que es un elemento que se olvida permanentemente- de aquellos elementos que pudiendo acceder tienen una conciencia contradictoria, tiene una falsa conciencia de su situación objetiva. Estos elementos son tremendamente importantes porque al poder acceder, tienen un poder objetivo que no tienen los que objetivamente están marginados. Estas fracciones que tienen posibilidad de acceder pero que no lo saben, son sectores que anidan en la burguesía y que expresan ciertas formas que la propia burguesía acoge en su seno con contradicciones. Lo que está manifestando este fenómeno son indicadores de que el modelo de acumulación está sufriendo transformaciones, son indicadores indirectos que se expresan en el campo de los hechos políticos y sociales de determinada manera, por ejemplo en el campo de lo que se ha llamado las formas ideológicas, los discursos teóricos, etcétera. En realidad la raíz de todas esas distorsiones y aberraciones teóricas, es la contradicción entre las condiciones objetivas de esa fracción social de la burguesía o de la pequeña burguesía y la conciencia falsa que de esta situación se tiene.

Estas fracciones no sólo tienen un poder objetivo muy superior al resto de las fracciones que objetivamente no pueden acceder al régimen, sino que además tienen un poder de subjetividad: permanentemente están elaborando estrategias de acceso al poder, están ofreciendo alternativas ante el resto de la sociedad. Pero las alternativas que ofrecen siempre son expresión de su conciencia aberrante, de formas de «atajo» de acceso al poder. Por ello hay un proceso constante de lucha con estos sectores en el seno del movimiento de masas, del movimiento popular, de las fracciones sociales que no tienen una situación objetiva de acceso al régimen. Esta es una muestra del grado de complejidad que tiene la lucha teórica.

En general, la tendencia es a analizar a estos sectores sociales, no tanto por su discurso teórico, sino por su existencia misma social, se los enfrenta por ser fracciones de la burguesía o la pequeña buguesía, por su pertenencia objetiva -aunque ellos la desconozcan- a un régimen. Como si se afirmara: «aquí no hay lugar para la pequeña burguesía, para los campesinos propietarios, etcétera», cuando en realidad el núcleo del enfrentamiento, debiera ser las alternativas que estas fracciones ofrecen en el desarrollo de la lucha de clases, y no el carácter objetivo de su pertenencia social.

Volvamos ahora al punto de partida: la lucha teórica hace referencia a los enfrentamientos que se producen entre las distintas fracciones sociales, para el logro de una estrategia que permita la redefinición de las condiciones del régimen imperante.

 Se producen siempre, en este campo dos tendencias; aquella que lucha contra el régimen, intentando una redefinición histórica específica de éste; y aquella que lucha contra la política que el gobierno del régimen instrumentaliza, contra el uso instrumental que se hace del régimen.

El territorio en el que se produce la lucha teórica son sus espectadores, sus interlocutores. Es decir, aquellos que están fuera del régimen, por cualquiera de los dos motivos mencionados; porque objetivamente no pueden acceder a él o porque subjetivamente no acceden a él.

¿De cuantos personajes estamos hablando? 1) Estamos hablando de aquellas fracciones que por razones objetivas o subjetivas no acceden o no forman parte del régimen. 2) Estamos hablando de aquellos sectores de la sociedad que están proponiendo alternativas de enfrentamiento a la política del régimen o al régimen, o simultáneamente a los dos.

 Entender cuál es el territorio social en que se produce la lucha teórica es primordial. Hay un error usual que es creer que el instrumento fundamental de la lucha teórica es la verbalización, los materiales escritos. Esta es una reificación antojadiza. En un momento determinado, la lucha teórica puede usar como instrumento fundamental armas materiales que disparan balas. El carácter del instrumento depende de la intensidad del enfrentamiento, de la drasticidad y radicalidad del enfrentamiento de ese campo en particular (y del modo en que se desarrolla la totalidad de la lucha de clases en ese período); lo cual a su vez depende de su relación con el grado de desarrollo de la lucha de clases.

¿Cuál es el espacio social, el campo de las relaciones sociales en que se produce la lucha teórica? Aquí, una aclaración necesaria. Creer que la lucha teórica, la lucha política, la lucha económica se dan de forma escindida, es hacer un maniqueísmo, una sectorización que no existe como tal en la realidad. Lo que objetivamente existe son fracciones sociales, que en su enfrentamiento desarrollan momentos que corresponden a la lucha teórica, económica o política. No se da la lucha de clases en estos tres campos de forma escindida, lo que existe es la lucha de clases, y cada enfrentamiento debe ser analizado en el caracter de la lucha teórica, política, económica. Es posible que un enfrentamiento social objetivo tenga «poca expresión» de la lucha teórica en un momento dado, o de la lucha económica, o política, y tenga «mayor densidad» de alguno de estos tres momentos, aspectos o determinaciones, como se las quiera llamar.

¿Cómo analizaremos el momento teórico al observar el enfrentamiento social? Porque el momento teórico es aquél que hace referencia a la concepción estratégica del enfrentamiento, a la concepción táctica del enfrentamiento. Este es el territorio de la lucha teórica. Se podría sustituir esto con una reducción esquemática, y afirmar que en la lucha teórica lo que se disputa es la conducción de las masas: esta definición aparentemente muy inteligible, es poco rigurosa. Con mayor rigor diremos que la lucha teórica expresa los enfrentamientos medidos en términos estratégicos y tácticos. Hay enfrentamientos en la sociedad que tienen estrictamente una densidad teórica casi total, y que aparentemente no tienen expresión política y económica, pero esto es más aparente que real, siempre tendrán un momento, un aspecto que los ligue con la lucha económica o política.

¿Por que este aspecto o momento del enfrentamiento que se refiere a la concepción estratégica de la conducción se la denomina lucha teórica?

Hay una tradición acerca de la caracterización de los distintos aspectos o momentos de la realidad, a pesar de que estas concepciones entran en crisis a mediados del siglo XIX. Esta crisis no tiene aún hoy día expresión clara; es una tarea por realizar. La reflexión que hace Lenin sobre el conocimiento que puede tener una facción de la sociedad, como es la clase obrera, remite a dos tipos de conocimiento: aquél que esta fracción puede tener como consecuencia de la toma de conciencia de sus propias acciones. ¿Este primer tipo de conocimiento es suficiente para los problemas que tiene que resolver esta fracción de la sociedad? Si se respondiera afirmativamente se estaría suponiendo que los problemas que debe resolver son consecuencia sólo de su propia acción. Esto no es cierto. Los problemas que debe enfrentar el proletariado son consecuencia de su relación con las otras clases, los problemas que debe resolver cuyo origen se constituyen más allá de su existencia material como clase, son problemas que se plantean en la sociedad no sólo como consecuencia de la existencia proletaria sino como consecuencia de la existencia de otras fracciones de la sociedad. El proletariado debe aprender a resolver los problemas «ajenos», no creados por su propia existencia, ni por las relaciones directas que establece con otros sectores de la sociedad. Este otro conjunto de problemas -estrechamente ligados y articulados casi inescindiblemente con los problemas que el proletariado constituye por sí mismo y por su relación directa con las otras clases- el proletariado comienza a resolverlos al ir imponiendo su propio criterio de resolución. Aquí encontramos el segundo tipo de conocimiento del que habla Lenin, el conocimiento indirecto. El proletariado debe tomar conciencia de cómo estos problemas «ajenos» se constituyen históricamente, de cómo estos problemas intentan ser resueltos de determinadas maneras según otras fracciones de la sociedad.

El proletariado cobra conocimiento de estas cuestiones a traves de otros que no son obreros, que no son proletarios y al tomar conciencia a través de otros, conoce que hay distintas alternativas de plantear estos problemas; no es cierto que reciba una sola alternativa indirecta. Esta cuestión es básica, la existencia del conocimiento indirecto mismo hace referencia a muchas otras alternativas de conocimiento indirecto. Aquí aparece el porqué de la necesidad de la lucha teórica: porque el conocimiento indirecto -aquel conocimiento que no es consecuencia de la existencia material y de las relaciones directas de los obreros- debe ser puesto a prueba, debe ser criticado, es necesario establecer una distancia respecto a él. Esta prueba se produce con lucha: este es el campo de la lucha teórica. En las relaciones que el proletariado va estableciendo con otras fracciones de la sociedad anida el problema del conocimiento indirecto y de la lucha teórica.

La teoría del encuentro en el análisis de las relaciones sociales.

¿Quién es el sujeto en el caso de un enunciado de carácter estratégico, y quién en el caso de un enunciado de carácter táctico?

El sujeto es una fuerza social de carácter moral y material. Esta fuerza social sólo es inteligible en tanto se intente aprehender el conjunto de los enfrentamientos que a lo largo y a lo ancho de una sociedad se producen; proyectando estos enfrentamientos para hacerlos comprensibles en una matriz teórica, en el discurso teórico de la lucha de clases y en el que las formas orgánicas de esta lucha siguen las leyes de la guerra.

Esto exige la superación de una concepción maniquea, reificada del «arma»; logrando un modelo, un discurso teórico de la guerra que no se reduzca al fetichismo de las armas, sino que se vincule a las relaciones que se establecen entre las fuerzas sociales en pugna. Lograr un discurso teórico que unifique la tradición histórica de la lucha de clases con la teorización de las leyes de la guerra. Ello nos permitiría leer la lucha de clases asumiendo que ella hace referencia no sólo a la relación de las fuerzas sociales en pugna, sino también a la constitución de estas fuerzas y a su desplazamiento histórico espacial y temporal.

Observamos dos situaciones diferentes. En un caso nos encontramos en presencia de una conducción como conciencia histórica, conciencia estratégica de la lucha histórica, no sólo en el campo de la iniciativa burguesa, sino también en el campo de la conducción revolucionaria. En este caso la lectura de la lucha de clases ya ha sido hecha, se está en un nuevo momento histórico. Pero hay situaciones previas en que lo único que existe es una teoría revolucionaria, y se proyecta esta teoría a una realidad con el objeto de constituir un momento estratégico, una concepción estratégica de la lucha de clases. Esta actividad -articular una teoría con las condiciones reales en que se está ejecutando la lucha de clases- no es el mismo tipo de actividad que partir ya de una concepción estratégica: son dos estadios históricos diferentes.

La noción de estrategia sólo es pertinente cuando hablamos del conjunto total de una fuerza social, la noción de táctica sólo debe ser usada cuando nos referimos a una parcialidad de esa fuerza social.

La existencia de una fuerza social de carácter antagónico, no es un presupuesto, sino que es algo que se constituye históricamente, y uno de los elementos de la definición de estrategia hace precisamente referencia a la constitución de esa fuerza social. Es decir, aquello que se refiere a las leyes de constitución de una fuerza social, al conjunto del proceso constitutivo de esa fuerza, este es el campo de la estrategia.

La estrategia tiene en cuenta tres grandes procesos que no están escindidos, sino permanentemente articulados y yuxtapuestos:

a) el proceso de constitución, génesis y formación de una fuerza social

b) su desplazamiento espacio-temporal

c) su enfrentamiento, o si se quiere, la referencia a lo que clásicamente se llama la batalla decisiva.

Desde esta perspectiva la noción de estrategia hace referencia al conjunto total de la fuerza social involucrada, cualquiera sea su momento de existencia y/o constitución, o el momento de su desplazamiento espacio-temporal. La palabra estrategia denomina una trayectoria que hace referencia al conjunto total de la fuerza involucrada, en la teoría y en la práctica. Conviene señalar, además, que si bien la noción de estrategia hace referencia a lo que objetivamente es en un momento dado el conjunto de una fuerza social, siempre se la debe tomar en un proceso de desarrollo, de crecimiento histórico; es decir, al hacer enunciados estratégicos, no debe establecerse una reificación.

En cambio, la noción de táctica se refiere a las parcialidades de una fuerza social. Esta definición aparece inicialmente abstracta, porque no se ha explicitado aún el prerrequisito esencial que permite inteligir estrategia y táctica: y éste es el eje de la conceptualización de estrategia y táctica, el enfrentamiento. Sin encuentro no tienen sentido las nociones de estrategias y tácticas.

Lo que tenemos como realidad en la sociedad, en forma permanente, a lo largo y ancho del cuerpo social, son encuentros. Las leyes históricas nos advierten, además, que estos encuentros tienden a alinearse inexorablemente determinados por la lucha de clases: se alinean en una forma adversa o favorable según se mantenga la iniciativa burguesa, o se logre constituir y desarrollar la iniciativa proletaria. Nuestro punto de partida es que la concepción de estrategia y táctica sólo tiene contenido si está vinculada a los problemas del encuentro (combate).

La noción de encuentro es muy compleja. Un primer error a despejar es el de interpretar que habría que clasificar a los encuentros en dos grupos: encuentros de carácter estratégico y encuentros de carácter táctico. Esto es falso, todo encuentro tiene valor táctico y un valor estratégico todo encuentro establece relaciones tácticas y relaciones estratégicas. Mientras no se haga referencia a su carácter, a su sentido, a su contenido táctico y estratégico, ningún encuentro está claramente definido ni se le ha otorgado si sentido total y completo.

Todo encuentro es una relación entre fuerzas, esa relación debe ser evaluada en términos tácticos y estratégicos. No hay ningún encuentro que tenga, en cualquiera de los dos terrrenos, un valor cero (uso la noción de valor en su sentido más pleno: por las relaciones de fuerza que se establecen).

Esta cuestión nos remite a la noción de encuentro, cuyo sentido haría referencia a la objetivación de las relaciones de fuerza. Un encuentro es la forma que históricamente, objetivamente, se mide la fuerza, o se trata pues de una forma reflexiva, es una forma social y práctica, histórica, real. Una teoría de la lucha de clases hace referencia a que la posibilidad de comprender el dinamismo de la sociedad, reside en entender que todo lo que sucede a lo largo y ancho de la sociedad es una permanente situación de (diversos enfrentamientos) encuentros.

Esta noción de encuentro se articula y cobra sentido al visualizar que toda relación social sólo es inteligible en tanto es leída como encuentro. Es decir, la noción de encuentro nos permite otorgar un significado a las relaciones sociales. El encuentro sería el operador teórico, metodológico, que nos permitiría entender, dilucidar, las relaciones sociales reales. Es casi un cuerpo teórico de las relaciones sociales; no hay relación social sin encuentro.

El campo de la violencia, en realidad es la referencia a la visualización, al código, de lo que en una sociedad es el proceso de anulación de relaciones sociales. Lo que tenemos en la sociedad en forma permanente es que se establecen y se eliminana relaciones sociales. El encuentro se refiere a esto, al ámbito del enfrentamiento, es la posibilidad de tener un operador teórico en el marco del análisis de las relaciones sociales, de su construcción y de su destrucción.

Al leer el capítulo VI del primer tomo de El capital[2], aparece claro que el esfuerzo de Marx está orientado al señalamiento de la necesidad de distinguir dos mercancías esencialmente distintas: una es la mercancía que él llama fuerza de trabajo, y a la que opone al resto de las mercancías. Esta mercancía tiene una peculiaridad de la cual no goza el resto; al ser consumida productivamente es capaz de crear no sólo las condiciones de su producción sino también las condiciones de su reproducción (si es consumida en forma capitalista). Consumir fuerza de trabajo, nos remite al ámbito del consumo productivo de los cuerpos, que es distinto al consumo productivo de las cosas. En realidad este es el señalamiento que Marx está haciendo, y supone un cuerpo teórico muy distinto al de la lectura economicista del capital. El capítulo IV da la clave para entender las relaciones sociales. Nos indica que en toda relación social hay mediaciones, esas mediaciones son el ámbito de los cuerpos y de las cosas. Esta última distinción es indispensable hacerla, porque cierta relación social que se establece con los cuerpos, va a significar y a tener consecuencias diferentes de las mediaciones y de las relaciones sociales que se establecen con las cosas.

El ámbito de las relaciones sociales que son mediadas por los cuerpos, implica, en el capitalismo, el consumo productivo de los cuerpos que es una forma más general del proceso de explotación y expropiación del poder de los cuerpos. En el capitalismo las relaciones sociales están vinculadas al proceso expropiatorio del poder de los cuerpos, el consumo productivo de estos cuerpos es lo que se ha dado en llamar la explotación capitalista.

Habría dos sugerencias teóricas orientadas hacia el análisis de las relaciones sociales. Las primeras es que estas relaciones deben ser leídas como formas de encuentro, en su carácter táctico y estratégico. La segunda es que deben ser leídas como pertenecientes al proceso de formación de las fuerzas sociales, pero también ellas deben ser leídas en su carácter de parte del proceso expropiatorio del poder de los cuerpos. Esta última cuestión hace referencia a que el consumo productivo de los cuerpos, de forma capitalista supone un proceso expropiatorio del poder de los cuerpos. Este proceso hace referencia al proceso de formación de poder en la sociedad, que a su vez nos remite a la lucha de clases. En la sociedad presenciamos permanentemente el proceso de formación del poder de la burguesía, y el proceso de formación de poder del proletariado.

El proceso de expropiación del poder de los cuerpos estriba en el proceso mediante el cuál la burguesía va estableciendo ciertas relaciones sociales, mediante la anulación de otras. No hay posibilidad de establecer relaciones burguesas sino es al precio de anular otras relaciones sociales.

En toda relación social hay un encuentro, se puede percibir o no, pero se lo debe buscar. Este carácter de encuentro que tiene la relación social es el que hace percibir los elementos de carácter estratégico-táctico involucrados en ella.

A lo largo y ancho de una sociedad se producen encuentros, pero se los ve sólo cuando se ejecutan entre fuerzas sociales, y es sólo en forma muy relativa que los alcanzamos a ver a nivel de las fuerzas sociales.

Pero la génesis de la formación de las fuerzas sociales remite a otros encuentros que no son perceptibles. Y no son perceptibles porque se carece de un discurso teórico que permita saber qué hay que observar para tomar conciencia de esos enfrentamientos. Para reunir los pequeños avances teóricos en este terreno se necesitaría una mirada crítica que evaluara a los muchos, muy dispersos, heterogéneos y erráticos avances en el campo de las ciencias sociales y de la experiencia teórico-histórica acumulada en el proceso revolucionario. Es en estos terrenos en que se sabe poco donde se está más rodeado de pensamiento mágico y especulativo.

Lo único que puede ser consumido y en su consumo crear condiciones de existencia son los cuerpos humanos. Esta cuestión está ya reconocida aunque siga siendo negada por aquellos teóricos que afirman que lo que hace posible este proceso productivo son las máquinas y el capital. Pero con Marx se empieza a tomar conciencia de que la distancia objetiva que hay entre los cuerpos humanos y el resto de la naturaleza es ésa, que la especie humana al transformarse en relación con la naturaleza, recrea en forma ampliada la misma naturaleza. (Puede ser que descubramos en breve, que no sólo la especie humana, que en n formas de vida pasa lo mismo). A esto lo hemos llamado «poder», a esta posibilidad que tiene la especie humana en principio diferente al resto de la naturaleza. Según la vertiente histórico-intelectual a este fenómeno se darán distintas nomenclaturas y descripciones.

¿Qué espacio nuevo, original se constituye en el campo del conocimiento cuando se usa la noción de poder? En la mayoría de las orientaciones teóricas acerca de que es el poder, no se teoriza estrictamente hablando sobre el poder, sino que se formaliza cierta situación de poder. Las definiciones al estilo Trotsky, Mao Tse Tung, incluso Max Weber, indican que el poder es la fuerza. Objetivamente con ello se hace un fetichismo de la fuerza, muchas veces encarnado y personificado en las armas, como en la frase de Mao: «El poder nace de la boca de un fusil». Es muy distinto plantearse que sin enfrentamiento no hay poder, a que el territorio del poder es el enfrentamiento. Cuando se usa la noción de enfrentamiento en el sentido de la relación que se establece entre dos fuerzas armadas, como expresión de la pugna en el campo de la lucha de clases, es una noción de enfrentamiento clásica de la teoría de la guerra. Pero si se intenta hacer un uso del operador teórico de la noción de encuentro en un sentido más universal y más pleno, para intentar encontrar otros elementos útiles para el análisis, se utiliza una noción de enfrentamiento más universal, más totalmente desarrollada.

Estableceremos una analogía. Es claro que el proceso de constitución de la plusvalía y el proceso de su realización están diferenciados; y esto nos remite a un determinado ámbito de las relaciones sociales, se está produciendo la expropiación de los productos que determinadas relaciones sociales están generando, y que estos productos mientras no sean incorporados a otro ámbito de las relaciones sociales (proceso de cambio) no realizan la plusvalía. De esto se desprende que hay distintos tipos de ámbitos de relaciones sociales que hay que ir cubriendo, para que ciertos proceso sociales se constituyan.

Para que se constituya un proceso que remita al espacio, a la dimensión poder, se deben incorporar diferentes ámbitos de relaciones sociales, en que se produce no sólo el proceso de expropiación del poder de los cuerpos, sino que para realizar este proceso es necesaria la etapa del enfrentamiento «armado». Esta tarea no es muy distinta de observar el proceso de formación de la plusvalía y su realización. En definitiva se trata de construir un modelo que permita comprender qué relaciones existen entre los distintos conjuntos y formas diferentes de relaciones sociales en una sociedad.

Si se parte de un presupuesto que reifica la teoría del poder, que afirma que el poder es una cosa o ciertas personas, lo que indica es que todavía no están las condiciones para definir con rigor una teoría del poder. A mediados del siglo XIX se acumula una fuerza teórica histórica suficiente como para definir un nuevo espacio de conocimiento, el espacio del valor. La teoría del valor intentaba ser el operador teórico que hacía comprensible cierto ámbito de la relaciones sociales de la especie humana, y aportar ciertas hipótesis acerca de la génesis de la formación social, de las contradicciones de ésta, su posible desarrollo y superación, etcétera. El ámbito que corresponda a una teoría del valor en la dimensión poder, exige también el mismo esfuerzo. Para constituir un espacio en que sea inteligible la dimensión poder, se requiere demostrar objetivamente -como Marx construyó la noción de mercancía para distinguir dos tipos de mercancía- que las armas y los cuerpos son las dos instancias en el ámbito del poder.

El modelo de Marx en El Capital permite entender la distancia (las diferencias) que hay entre los cuerpos y las cosas, por primera vez existe un criterio riguroso para distinguir los cuerpos y las cosas. El consumo productivo de los cuerpos, tiene una virtud que no tiene el consumo productivo de las cosas; además el consumo productivo de las cosas está subordinado al consumo productivo de los cuerpos, de ahí que distinga entre trabajo muerto y trabajo vivo. La ley social determina que el consumo productivo de las cosas no está subordinado a las leyes naturales, sino a las leyes sociales, al consumo productivo del trabajo vivo. Está no sólo es una teoría de los cuerpos, sino de la totalidad del existir.

Lo mismo pasa en el ámbito del poder. La posibilidad de distinguir entre armas materiales y las armas corporales, permite comenzar a poner en crisis el fetichismo de las armas. Se está hoy en condiciones de formular una teoría que permita superar el fetichismo de las armas, entender por qué es importante la noción de que una fuerza armada está armada moral y materialmente. La concepción de lo que es el armamento moral permitiría entender las leyes del armamento material y no el proceso inverso.

«Cierto es que el arma de la crítica no puede suplir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que ser derrocado por el poder material, pero también la teoría se convierte en un poder material cuando prende en las masas. Y la teoría puede prender de las masas a condición de que argumente y demuestre ad hominem, para lo cual tiene que hacer una crítica radical. Ser radical es atacar el problema por la raíz. Y la raíz, para el hombre, es el hombre mismo» (Karl Marx).


Notas:

[1]Desarrollados por Engels en el análisis de Las Guerras campesinas en Alemania.

[2]Marx, Carlos: El capital, Tomo I, Cap.IV («Como se convierte el dinero en capital»), México, FCE.

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