La burguesía planera ataca de nuevo. Los planteos de la clase dominante en época de ajuste

en El Aromo n° 104

Gonzalo Sanz Cerbino
Grupo de Investigación sobre Historia de la Burguesía – CEICS


La profundización de la crisis ha traído más de un dolor de cabeza para Macri. Entre otros problemas, se ha ido desgastando su relación con las fracciones de la clase dominante que habían sido hasta ahora su principal apoyo. La relación con la burguesía agropecuaria ya venía mal y la crisis no hizo más que empeorarla. A la reimplantación de las retenciones le siguió el relanzamiento de la Mesa de Enlace, con lo que el macrismo se acerca cada vez más a su “Conflicto del Campo”. No le ha ido mejor con la burguesía industrial. Aunque nunca tuvo el apoyo de la industria más débil, los grandes hasta ahora se encontraban al pie del cañón. Pero el romance parece haber llegado a su fin: obligado a alcanzar el déficit cero, Macri osó recortar (una parte) de los subsidios a los capitales de mayor tamaño. La respuesta no se hizo esperar: el principal beneficiario de la protección estatal, Techint, amenaza con juicios, despidos y suspensiones. ¿Se quiebra la alianza macrista? 

Recuerdos del futuro

Como anticipamos hace ya tres años, la promesa que le granjeó a Macri el apoyo abierto del agro, la eliminación de las retenciones, era imposible de cumplir. Con una estructura económica como la argentina, ningún gobierno puede prescindir de las trasferencias de renta con las que financiar la maquinaria estatal y la industria ineficiente. Si no se materializan vía atraso cambiario, lo harán de la mano de las retenciones. Dicho y hecho: en la primera mitad de su mandato, mientras se mantenía el atraso cambiario, Macri fue bajando las retenciones, aunque a un ritmo menor al inicialmente prometido. Pero, tras la última devaluación, volvieron. En medio de la corrida cambiaria de mayo de 2018, el gobierno lazó un globo de ensayo: se estaría estudiando frenar la baja de retenciones a la soja, y reimplantar los impuestos a la exportación de trigo y maíz. El “campo” entendió la señal y dio una rápida respuesta: las cuatro corporaciones agrarias (CRA, SRA, FAA y CONINAGRO), firmaron una carta conjunta solicitando una reunión al presidente Macri para despejar rumores. Contra todos los pronósticos “progresistas”, volvía la Mesa de Enlace. Dirigentes de CARBAP, el sector más crítico del gobierno, señalaron que de concretarse la medida constituiría una “traición” y que las bases ya estaban presionando a la dirigencia agropecuaria para salir a las rutas. Macri, sin embargo, descartó los rumores y reafirmó su promesa de continuar con la baja de retenciones.

Sin embargo, todo eso se derrumbó en septiembre. Una nueva corrida, y la presión para que cierren las cuentas, llevaron al gobierno a reimplantar las retenciones. Se implementó un gravamen fijo a las exportaciones primarias de 4 pesos por cada dólar exportado, lo que elevaba a un 11% las retenciones a los productos que no tributaban (como trigo y maíz), y al 29% las retenciones a la soja, al sumarse la tasa fija a los impuestos vigentes para ese producto. El agro intentó evitar medidas de este tipo dando nuevas señales al gobierno. En agosto, al cumplirse 10 años del voto “no positivo” de Cobos, realizaron un acto en la Rural que reunió a los dirigentes de 2008 y a los de la nueva Mesa de Enlace. El tema excluyente fue la crítica a las retenciones. Macri ni se inmutó. 

Para CARBAP, el gobierno volvía a insistir con medidas que no funcionaron, y aunque plantearon que estaban dispuestos a hacer una contribución para que se supere la crisis, demandaron que el conjunto de la burguesía haga el mismo esfuerzo, en particular los que producían para el mercado interno y los popes de la obra pública. En su lectura, en las bases “ya no hay más paciencia”, estaban “desilusionados” con Macri e iba a ser difícil restablecer la confianza. CARBAP, la entidad más belicosa, tenía otra batalla por delante: el presupuesto bonaerense, en donde se definiría el porcentaje de aumento de un cuestionado impuesto, el inmobiliario rural. Se plantaron frente a legisladores del oficialismo y de la oposición, exigiendo un recorte en los gastos provinciales y municipales para evitar recargar al agro con más impuestos. Allí no solo amenazaron con volver con los tractores a la calle, sino con retirar su apoyo al gobierno en un año electoral. Matías de Velazco, presidente de CARBAP, apuntó que “se votó un cambio en la Argentina pero no se están viendo los cambios”, razón por la cual, el agro estaría buscando una “alternativa de poder”:

Desde octubre, la Mesa de Enlace viene reuniéndose periódicamente, y aunque no han salido de allí planteos fuertes, su sola existencia constituye una amenaza para un gobierno que buscaba diferenciarse del kirchnerismo en su trato hacia el “campo”. Seguramente, el peligro de un retorno de Cristina atempere los ánimos, pero la tensión con el gobierno es la más alta desde 2015. Si Macri se impone en las presidenciales de octubre, seguramente deberá enfrentar para su próximo mandato una oposición abierta de la burguesía rural.

De la mano de Francisco…

Aunque la UIA hace años que se encuentra dividida, desde 2015 viene siendo comandada por aquellos grandes industriales que rompieron con el kirchnerismo e impulsaron el cambio de gobierno. Sin embargo, desde mediados del año pasado comenzaron a predominar allí las voces críticas. El aumento de la tasa de interés para contener el dólar, en un contexto ya signado por la recesión, llevó a que su presidente, Miguel Acevedo, de Aceitera General Deheza, denunciara en junio de 2018 la ausencia de “una mirada industrialista” en el gobierno. Poco después se sumaron otras medidas cuestionadas: el establecimiento de retenciones para los industriales (de 3 pesos por dólar) y la reducción de los subsidios (reintegros) a las exportaciones. Para Acevedo, estas medidas atentaban contra quienes generaban valor agregado, primarizando la economía. Desde ese momento, comenzaron a ganar peso en la UIA las figuras que cuestionaban el Modelo M, como el diputado massista Ignacio de Mendiguren o el salteño que preside Celulosa Argentina, José Urtubey. Para Urtubey, la crisis es el resultado de una política económica que conjuga “altas tasas de interés”, “falta de política industrial”, una elevada “presión tributaria” y la destrucción del mercado interno. De Mendiguren denunció que Macri aplica la misma política económica que Martínez de Hoz y Cavallo, y que si no se produce un giro de 180º, se va camino a “un cementerio de empresas”.

En la Conferencia Industrial de la UIA, celebrada en septiembre de 2018, también predominó un tono opositor. Su organizador, Álvarez Saavedra de Laboratorios Gador, cuestionó los impuestos a las exportaciones y la baja de reintegros: “esta decisión desincentiva la inversión e impide tener una alta competitividad mundial”. Acevedo, por su parte, demandó “reglas de juego claras a largo plazo”, en referencia a la decisión de imponer nuevos impuestos para los industriales exportadores. El representante de Techint, Luis Betnaza, por el contrario, fue indulgente con el gobierno: “no es el momento que nos gusta vivir, pero los empresarios debemos enfrentarlo y ayudar al gobierno”. “Lo importante es que lleguen a buen puerto las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional para fortalecer las políticas monetarias y fiscales de la Argentina”, agregó.

Si los opositores ganan terreno, es porque quedan pocos industriales dispuestos a defender a Mauricio. Hasta el presidente de Fiat, Cristiano Rattazzi, el más abiertamente macrista entre los industriales, se permitió ser crítico. Quien a principios de año pedía una megadevaluación, hoy cuestiona las altas tasas como forma de anclar el dólar. Cuestionando el excesivo gradualismo, apuesta a dejar correr el dólar, aun a costa de profundizar la crisis social. Sin embargo, cuando le tocan su bolsillo pone el grito en el cielo. La industria automotriz exporta parte de su producción gracias a los subsidios a los reintegros. Por eso, Rattazzi cuestionó la reducción de los subsidios a la exportación y el establecimiento de retenciones industriales: “para atender a la emergencia, el gobierno tomó medidas a contramano de la competitividad”. Pero, aún con críticas, Rattazzi sigue al lado de Mauricio, ya que a diferencia del gobierno anterior, está “cambiando el país”: “si recordamos de dónde venimos, se avanzó mucho”. También vino asumiendo posicionamientos críticos la cámara de los agroindustriales, COPAL, otro de los apoyos del gobierno. Al ser un sector fundamentalmente exportador, no recibió bien la suba de retenciones y la quita de reintegros. También criticó las altas tasas y cuestionó la decisión oficial de imponer un bono de fin de año a los trabajadores privados. Aún así, tendía a minimizar los alcances de la crisis y a exculpar a Macri de la situación. Aunque con críticas, aún se contaba a COPAL entre los files al gobierno, junto a Fiat y Techint. 

Gracias a la resistencia de estos cruzados, el gobierno evitó que la UIA se sumara abiertamente al frente opositor que tras bambalinas estructura el papa Francisco. El presidente de la UIA, Acevedo, desde noviembre viene sosteniendo reuniones con los que montaron la marcha a San Cayetano, y hasta se permitió defender públicamente los reclamos de los “movimientos sociales”. En diciembre, con la anuencia de Urtubey y De Mendiguren, Acevedo propuso a la UIA suscribir un documento crítico del gobierno elaborado junto a la CGT, la CTA, la CTEP y la Conferencia Episcopal. Allí se llamaba a repensar el modelo económico, que con la apertura de importaciones, el aumento indiscriminado de tarifas y las altas tasas de interés, ahogaba la industria nacional, generando endeudamiento externo, “financierización” y concentración económica. La iniciativa fue resistida por Rattazzi, quien señaló que si la UIA pusiera su firma en dicho documento, se estaría prestando al juego de la oposición, “politizando” a la entidad fabril en un año electoral. Finalmente, el documento no contó con la firma de la UIA, aunque si se dio luz verde a Acevedo para mantener el diálogo con el frente papal. Además, se consiguió el aval para emitir un documento de la UIA con 35 propuestas al gobierno para proteger a las pymes en medio de la crisis.

La gota que derramó el vaso

Durante los últimos tres años, Techint ha ido ganando posiciones en la interna industrial, al punto de llegar a convertirse en el capital con mayor influencia sobre el gobierno. En 2017, logró desplazar al lobby pro-chino de la UIA y del gobierno, cuando impidió que Funes de Rioja, de la COPAL, asumiera la presidencia de la Unión Industrial y consiguió la renuncia de la Canciller Susana Malcorra. Tanto Funes de Rioja como Malcorra eran promotores de profundizar la relación comercial con China, que a cambio de aumentar las importaciones de productos agroindustriales, tendría luz verde para seguir acaparando la obra pública en la Argentina, lo que implicaba el desembarco de proveedores chinos en rubros clave como el acero. Ese mismo año, tras conseguir un acuerdo a su medida, Techint comenzó su explotación de gas no convencional en Vaca Muerta. El acuerdo firmado entre el gobierno, el sindicato y la cámara de hidrocarburos implicaba no solo la flexibilización del convenio petrolero, sino millonarios subsidios que fueron a parar a las arcas de Techint. De esta forma, la planta de Tecpetrol (de Techint) en Fortín de Piedra se convirtió, con 1.400 millones de dólares invertidos hasta 2018 y 4.500 puestos de trabajo, en la estrella del Modelo M. No es de extrañar que, en ese contexto, el gobierno haya operado (sin suerte) para evitar que el dueño de Techint, Paolo Rocca, quedara pegado en la Causa de los Cuadernos. O que apostara al Grupo Techint para, de la mano de Trump y las constructoras norteamericanas, reflotar la obra pública paralizada por la reticencia de la banca internacional a financiar proyectos de empresas complicadas en causas de corrupción. El Grupo consiguió incluso que Macri intercediera ante Trump, en marzo del 2018, para que se exceptúe al acero de la suba de aranceles en EE.UU. Por eso, como vimos, aun cuando el gobierno anunciaba medidas que afectaban a los grandes industriales, Techint lo seguía defendiendo. Sin embargo, todo eso quedó en el pasado. La disputa por los subsidios a Vaca Muerta terminó fracturando la relación entre Macri y el grupo comandado por Paolo Rocca, abriendo un conflicto que aunque parece encausado, puede traer dolores de cabeza a futuro.

Ya en noviembre comenzó a estudiarse la reducción de subsidios a Vaca Muerta. La polémica Resolución 46 para las inversiones en la región estipulaba que el Estado garantizaba, durante 2018, un precio de 7,5 u$s para el millón de BTU de gas no convencional, subsidiando la diferencia entre ese valor y el precio de mercado (que rondaba los 2,5 u$s). Los subsidios se mantendrían hasta 2021, bajando a razón de 50 centavos de dólar por año (7 u$s para 2019, 6,5 para 2020 y 6 para 2021). El problema es que el monto total de subsidios se calculó en base a la estimación de producción inicial de cada proyecto, pero Techint solo en 2018 produjo más del doble. Eso elevaba la masa de subsidios que embolsaba Techint (se estimaban 670 millones de dólares en 2019) y dejaba poco margen para sumar nuevas inversiones, cuando al menos existían ocho proyectos más en estudio. Durante 2018, el ministro de Energía Javier Iguacel, aunque ahora el gobierno lo niegue, fue pagando en función de la producción real de Techint, y no de la inicialmente proyectada para el año. Sin embargo, frente a la necesidad de reducir el déficit para sostener el acuerdo con el FMI, el gobierno comenzó a estudiar un cambio en la forma que pagaba los subsidios: en lugar de subsidiar la producción real, solo subsidiaría la producción estimada en el proyecto, lo que implica para Techint la pérdida de la mitad de los subsidios. 

Desde fin de año el entuerto viene discutiéndose tras bambalinas. Se dice que la renuncia de Iguacel a fin de año se produjo por presiones de Techint, descontenta con el cambio de posición del ministro en relación a los subsidios. Sin embargo, si Techint ganó el primer round, perdió el segundo… y el tercero. En lugar de Igualcel se colocó a Lopetegui, un hombre resistido por el sector energético por su perfil “fiscalista”: una señal de que se insistiría con la baja de subsidios. Lopetegui mantuvo reuniones con todos los empresarios del sector a lo largo del pasado mes de enero, para llegar a una propuesta que hizo pública a fin de mes. En una reunión con todos los afectados, Lopetegui informó que los subsidios se pagarían solo sobre la producción inicialmente estipulada, señalando que si antes se había pagado más, eran adelantos a cuenta de futura producción. Lopetegui además anunció que se mantenían en pie ocho proyectos ya aprobados para Vaca Muerta (Tecpetrol, YPF, CGC, Total, Pan American Energy, Wintershall, Capex, Gas y Petróleo de Neuquén), pero dio de baja otros ocho proyectos que ya contaban con el visto bueno del gobierno de Neuquén y habían comenzado las inversiones (YPF, Total, Gas y Petróleo de Neuquén, Shell, Exxon, Dow, Pluspetrol y Pampa Energía).

Obviamente, las empresas salieron con los tapones de punta. Hasta YPF, controlada por el Estado, amenazó con iniciar juicios. Durante la primera semana de febrero el conflicto fue escalando: Techint dirigió una dura carta al gobierno en la que amenaza con un juicio millonario. A la par, dio de baja tres equipos de perforación, que implicaban unos 300 despidos. La empresa sumó a su frente al gremio petrolero, que llamó a una asamblea en la que amenazó con romper los acuerdos de Vaca Muerta si no se llegaba a un acuerdo para evitar despidos. No es casual que, en medio de este conflicto, hayan reflotado a Lavagna como posible candidato de unidad del peronismo. Lavagna siempre fue un soldado de Techint.

Techint sabe muy bien cómo presionar: unas semanas antes había conseguido que el gobierno amplíe el monto acordado para la construcción de la central nuclear Carem 25, tras amenazar con paralizar las obras y dejar en la calle a 300 obreros de la construcción. En el caso de Vaca Muerta Techint también salió ganando: aunque el reclamo por los subsidios sigue por vía judicial, para compensar el recorte el gobierno benefició a Techint con la concesión de obras en la zona. Hace unos días se adjudicó a Techint e YPF la construcción y operación de un oleoducto de Vaca Muerta al lago Pellegrini en Río Negro. Techint también se adjudicaría el gasoducto de Vaca Muerta a Rosario, para el que Trump, en noviembre, ya había asegurado financiamiento. En un contexto de restricción de la obra pública, que el gobierno le entregue a Techint estas obras, con financiamiento gestionado directamente por Macri, no es menor. A su vez, se trata de obras que potencian las inversiones de Techint en Vaca Muerta, al permitir una mayor salida de la producción. Estas concesiones permitieron aplacar el conflicto por los subsidios: Techint aceptó que los equipos que daba de baja pasen a ser operados por otras empresas, lo que le permitió al gobierno garantizarle a los petroleros que no habría despidos.

Conclusiones

Las fisuras en el bloque gobernante nos muestran a las claras quién tiene la manija en la Argentina. El agro, una vez más, es el gran perdedor cuando las cuentas no cierran. Los grandes industriales, con Techint a la cabeza, apenas sufren un recorte en los millonarios subsidios que reciben. Gracias a su poder de presión no solo logran evitar recortes mayores, sino que reciben compensaciones por lo que perdieron. Sin embargo, no es un dato menor que aparezcan este tipo de conflictos a medida que la crisis se agrava. Las fracciones de la clase dominante que sostienen la experiencia macrista amenazan con desencadenar una guerra, y hasta se dan el lujo de coquetear con otros candidatos en un año electoral. Si la sangre aún no llegó al río es por el fantasma de Cristina, que hábilmente el gobierno agita para mantener a todos alineados tras Mauricio. Pero cuando ese fantasma desaparezca, si Macri no logra encauzar la situación, la burguesía empezará a mirar para otro lado. Probablemente estemos frente a un anticipo de las fracturas que se producirán en la alianza gobernante hacia el 2020.


Notas

1Sanz Cerbino, G.: “Gracias y adiós. La relación de Macri con la burguesía agropecuaria”, El Aromo Nº 93, noviembre-diciembre de 2016, https://goo.gl/iKjPq7.

2https://goo.gl/vXs97Y y https://goo.gl/oMTvd5.

3https://goo.gl/gkmLFn, https://goo.gl/SnJy7Z y https://goo.gl/RntTTT.

4https://goo.gl/BhTamQ, https://goo.gl/DBMNBV y https://goo.gl/5LHL95.

5https://goo.gl/JZpSs1.

6https://goo.gl/fyB7yo.

7https://goo.gl/UygFzE.

8https://goo.gl/eWH5cW y https://goo.gl/UJtBQk.

9https://goo.gl/kVxbbP y https://goo.gl/T4iPbx.

10Sanz Cerbino, G.: “Una nueva grieta. La interna en la UIA y el problema chino”,El Aromo Nº 97, julio-agosto de 2017, https://goo.gl/FUCG5g; Sanz Cerbino, G.; Genera, F. y J. Perrotat: “Al borde del precipicio. La política y la economía a la luz de la causa de los cuadernos”, El Aromo Nº 103, octubre-noviembre de 2018, https://goo.gl/QoV4Qb.

11https://goo.gl/bB71YL y https://goo.gl/ekRZWM.

12https://goo.gl/FXC81x, https://goo.gl/BCwqGp, https://goo.gl/QLXoX6 y https://goo.gl/MVBmkG.

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