INTERNACIONAL – Relatos del norte: Huelgas docentes en Estados Unidos

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Por Darío Martini

Las huelgas de maestros en Estados Unidos se metieron en la agenda política. Este año y medio bajo Trump, junto la ministra de educación ultra religiosa Betsy DeVos, profundizaron medidas educativas de las administraciones previas. DeVos es hija de billonarios, casada con el magnate fundador de Amway, y hermana del fundador de la agencia de seguridad privada -proveedora de mercenarios- BlackWater, opina que la separación entre iglesia y Estado en el terreno educativo es “una cosa del pasado”, declaración que la pinta de cuerpo entero. Su gestión apoya a las “Escuelas Chárter” (Charter Schools). Pero ¿Qué son las chárter? Son escuelas públicas (no requieren exámenes de ingreso, no pueden cobrar matrícula y deben participar en las pruebas estatales y en los programas federales de rendición de cuentas), que elaboran su propia “carta constitutiva”, esto es un conjunto de normas y estándares de desempeño de los que son responsables, dejando un enorme margen de maniobra para las organizaciones evangelistas. Muchas de estas imponen, por ejemplo, un currículo anti evolucionista que se corresponde con las aspiraciones reaccionarias de DeVos. Las escuelas chárter pueden contratar docentes sin título lo que deja el campo libre a la introducción, en esas escuelas, de pastores evangelistas y un variopinto grupo de, llamémosle, docentes. Entre 1986 y 2016 la inscripción a escuelas privadas decayó. Mientras para 2016 más de 50 millones de alumnos estudiaban en escuelas públicas apenas 5,6 millones lo hacen en privadas. La única alternativa para ese pequeño grupo de escuelas privadas parece ser la “escuela en casa” (homeschooling). Sí, en el “corazón del imperio” la escuela es mayoritariamente pública. Los desconfiados pueden ir a mirar los números en Center for Educational Statistics. Digest of education statistics 2016, US Department of Education, del año 2017.

En Estados Unidos la degradación educativa es la norma. En Virginia Occidental, en donde empezaron las huelgas en febrero, en lugar de aumentar los salarios para paliar el déficit de cientos de maestros que tiene el sistema, el gobierno quería reducir los estándares de acreditación. En Oklahoma la situación es tan grave, que en algunos condados los días de clase se acortaron a cuatro por falta de docentes.

Sin embargo, entre fines de febrero y principios de marzo de 2018, la huelga de docentes arrancó con todo justamente en Virginia Occidental, uno de los estados más pobres de Norteamérica, donde los docentes figuran en el puesto 48 en la grilla salarial de 50 estados, 15% debajo de lo que en Argentina llamamos la “canasta familiar”, y sin recibir un aumento desde 2014.

La masiva huelga logró torcerle el brazo a la patronal estatal, sacándole un 5% de aumento anual sobre el dos por ciento que les ofertaban. Una particularidad de la huelga fue la unidad de la base, la totalidad de los 55 condados del estado votaron sostener la huelga por tiempo indeterminado; duró nueve días y finalmente triunfó.

A principios de abril, las huelgas contagiaron a Oklahoma y Kentucky, el primer estado atravesando un “boom” petrolero ligado al fracking que hace subir los costos de vida. En Kentucky se le suman medidas de ajuste para ampliar la edad jubilatoria. La reforma previsional no es exclusiva de la Argentina y también impera en las tierras del FMI. Los docentes recrudecieron la huelga, declarándola por tiempo indefinido, haciendo “walk outs”. Así, la modalidad de lucha implica la realización de paros con movilización activa, en donde la población escolar de conjunto abandona el edificio escolar y marcha, cortando las calles circundantes a la escuela, o copando la legislatura estatal, como la enorme marcha de los docentes de Arizona del 26 de abril.  Arizona y Colorado, este último, el primer estado bajo administración demócrata, se sumaron a fines de abril a la lista de estados con huelgas masivas de docentes. Carolina del Norte completó la lista durante Mayo.

Cuando se lanzó a la huelga, la Asociación de Educación de Oklahoma, representante gremial de los docentes, declaró:

“Más de una década de negligencia por parte de la legislatura termina en sillas rotas en las aulas para nuestros estudiantes, libros de texto obsoletos pegados con cinta adhesiva, semanas escolares de cuatro días, clases súper pobladas y maestros que han sido forzados a donar plasma, tener que sostener otro trabajo, y asistir a centros de caridad a buscar alimentos para mantener a sus familias”, (…) “Estamos diciendo basta. No más falsas promesas”.

Tal como vemos, una clara postal de la degradación que bien podría responder a cualquier escuela de nuestro país y de cientos de miles de nuestros docentes. Seguro te estás preguntando ¿cuál es la situación de los docentes en Estados Unidos? La gobernadora de Oklahoma los comparó con “un adolescente que quiere un auto nuevo”. ¿Te suena? Sin embargo, una misma realidad se impone allí también: los maestros ganan poco y el sistema se cae a pedazos porque tampoco en el corazón del capitalismo importa la escuela para la clase obrera y sus fracciones sobrantes. Por eso a los maestros los atacan en todos los frentes. Por ejemplo, en Virginia Occidental, el Estado propuso poner una aplicación en los teléfonos celulares de los maestros con el pretexto de “reducir riesgos” laborales, y así monitorear los movimientos de los docentes, esto fue uno de los detonantes de que la huelga recrudezca. Una vez más, ¿les suena por ejemplo a los docentes de la provincia de Buenos Aires?

Los presupuestos educativos están por el suelo. En Oklahoma, una docente que tiene un promedio de 90 alumnos cuenta con solo 27 libros de texto para realizar actividades. La educación nunca fue tan clasista como en Estados Unidos, dependiendo el condado, las escuelas pueden tener desde su propio estadio a estar completamente cerradas y abandonadas como en el caso de Oklahoma.

Lecciones de batalla

A mediados de 2012 hubo una gran huelga docente en Chicago que obtuvo algunas demandas, entre ellas, mayor presupuesto. En esa oportunidad (la primera gran huelga en Chicago en 25 años) la discusión no era solamente salarial, por el contrario, el énfasis de los huelguistas estuvo puesto en seguridad laboral, especialización y evaluación atacando el sistema privatizado de evaluaciones anuales. De esa huelga surgieron agrupaciones de base como CORE (Caucus Of Rank and file Educators, o “Educadores de Base” en castellano) que comenzaron a movilizarse por consignas que iban más allá de lo salarial, como educación a contra turno, inversión en la escuela y de dónde podían provenir más fondos.

En 2016, en Detroit, hubo huelgas debido al abandono del sistema: escuelas sin calefacción, ratas en los patios, escuelas sin agua. Se le llamó la “huelga de los asqueados” (sick out strike). Estas marchas y protestas y las nuevas agrupaciones empezaron a hablar de “justicia educativa” (educational justice) para definir un horizonte que supere la barrera clasista que está destrozando a la educación en grandes áreas del país.

Un aspecto interesante de estas huelgas es que desde el poder se les propuso aumentar salarios a cambio de reducir pensiones o asistencia y seguridad médica. Los docentes contra propusieron que la plata provenga de las grandes compañías que en EE.UU no tienen que afrontar cargas impositivas de ningún tipo (el gobernador de West Virginia es el hombre más rico del Estado, así y todo no paga un centavo de impuestos), poniendo sobre el tablero la iniquidad capitalista inherente al sistema. Estaban pidiendo más plata para educación.

Las huelgas docentes demostraron que la movilización da resultados. Frente a las amenazas de dejarlos sin trabajo o descontarles sus sueldos, decidieron redoblar la apuesta, y en un país en donde todo parece ser retroceso político, ellos lograron lo opuesto: solidaridad y triunfos. Los docentes movilizados unieron demandas sindicales con la disputa por el contenido clasista de la educación. Tal vez por eso, en Arizona el 26 de abril los huelguistas decidieron usar remeras rojas. Como síntoma de lo que se vive una legisladora republicana declaró que “ese movimiento puede dar inicio a una revolución socialista”. Lejos está dicho objetivo de estos docentes; Red for Ed (los que impulsan a marchar con las mentadas remeras) tiene por objetivo sindicalizar docentes ya que menos de la mitad de los maestros estadounidenses está sindicalizado.

Sin embargo, y más allá de los límites programáticos y organizativos que podemos encontrar, los docentes muestran un claro reconocimiento del rol que juega el estado en el retroceso en el campo educativo, es decir, cómo gestionan la degradación. Los docentes están dando un paso al frente. Es hora de sacar las lecciones del caso.

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