Industria que no galopa va derecho al pisadero…- Por Gonzalo Folco

en El Aromo nº 80

ELadrilleros_-_Foto_BYNl caso de los ladrilleros en La Pampa

Tras la categoría de “trabajo familiar” se ocultan, por un lado, la explotación de mano de obra no registrada bajo condiciones salariales extremas y, por otro lado, el trabajo infantil.

Por Gonzalo Folco* (TES-CEICS)

El trabajo en los hornos de ladrillos es uno de los oficios que más trabajo en negro y explotación infantil registra a escala nacional. Incluso sindicalistas K reconocen el problema: “El 90% de los trabajadores ladrilleros están en negro, no tienen obra social, aportes jubilatorios, ni están registrados”.1 En los hornos de ladrillo pampeanos se emplean hombres, mujeres y niños, registrándose en la mayor parte de los casos pequeñas explotaciones que recurren –supuestamente- a mano de obra familiar. En las entrevistas a algunos dueños y arrendatarios de hornos se ha podido constatar la presencia de trabajo familiar, no obstante creemos que existe cierta tensión en esta categoría ya que muchos de los considerados “familiares directos” no eran tan cercanos o bien directamente no eran familiares. Consideramos que bajo la categoría de “trabajo familiar” se ocultan, por un lado, la explotación de mano de obra no registrada bajo condiciones salariales extremas y, por otro lado, el trabajo infantil.2 Además, frente al aumento en la demanda de ladrillos, los dueños de los hornos recurren cada vez más a la contratación de sobrepoblación latente bajo condiciones salariales paupérrimas.

La información recabada en Santa Rosa evidencia que son escasos o inexistentes los hornos de barro industrializados. Generalmente, el trabajo se realiza con poca tecnificación del proceso. Las explotaciones en actividad se asientan a unos 5-10 kilómetros de la ciudad, principalmente en el Barrio Los Hornos, el Bajo Giuliani y el Relleno Sanitario, siendo este último espacio geográfico el más peligroso para la salud, ya que los trabajadores del horno están expuestos a la respiración de gases tóxicos emanados por los piletones cloacales de la ciudad ubicados a no más de 100 – 200 metros del lugar de trabajo. Las condiciones laborales en los hornos son muy duras ya sea por el tipo de labores (en particular por el uso de la fuerza física), por las condiciones higiénicas insalubres de los hornos (emanación de gases tóxicos durante la horneada) y la exposición a la intemperie: fríos bajo cero en invierno que provocan enfermedades como la artrosis por la exposición de las manos a la humedad del barro y el frío. O bien, mareos por trabajar en temperaturas que superan los 40 grados en verano.

Las explotaciones registradas para el caso de Santa Rosa son pequeñas (1/2 hectárea), aunque en algunos casos se observa un proceso de concentración de la producción. Algunas familias han logrado ampliar la escala de producción a costa de los pequeños dueños y arrendatarios de hornos que se fueron endeudando, logrando trabajar en predios de 200 a 300 hectáreas: “de 100 hornos que funcionaban en la ciudad hoy sólo 6 funcionan regularmente”.3 En estos hornos entre 7 y 15 trabajadores realizan diferentes tareas, lo que implicó la pérdida aproximada de unos 800 puestos de trabajo sólo en la ciudad de Santa Rosa.

El proceso de trabajo

La jornada laboral es extensa, generalmente desde las 8 de la mañana hasta las 5 de la tarde, dependiendo la época. En verano el proceso para hornear 20.000 ladrillones puede tardar unos 25 días y se comienza bien temprano con la salida del sol. En invierno hornear la misma cantidad puede tardar unos 70 días. La actividad comienza con el transporte de tierra hasta un corral de forma circular, de un diámetro de 4 o 5 metros aproximadamente, aunque puede ser más grande si la demanda de ladrillones es mayor. Hasta hace muy pocos años en el corral se pisoteaba la tierra con caballos (trabajo que generalmente hacían los niños) para preparar el barro. Allí giran de 6 a 7 horas, mezclando el barro, tarea de vez en cuando interrumpida para emparejarlo con la pala. Actualmente la mayoría de los hornos de la ciudad poseen una rueda de hierro para esta preparación. La tierra se dispersa en forma pareja. Se la separa en porciones y se va agregando el agua necesaria para obtener la humedad justa. Si la tierra es arenosa, se agrega aserrín, estiércol o algún otro material que sirva de liga.

Una vez que el barro adquiere la consistencia justa, se lo transporta a la cancha (espacio reservado para la colocación de los ladrillos frescos) mediante carretillas. Si la preparación no se puede usar en forma inmediata se lo tapa con pasto para que mantenga la humedad. En una cuba de madera, que tiene adosada una tabla que sirve de mesa, se encuentra sumergido el molde para hacer dos ladrillos y la madera que servirá de bandeja para prepararlos. Se saca la bandeja del agua, se la apoya sobre la mesa y sobre ella el molde. En el molde se coloca el barro, se lo alisa. Se lleva el molde cargado hasta la cancha, se lo da vuelta. Se quita la bandeja que quedó como tapa y luego el molde. Fácilmente se desmoldan los ladrillos por la humedad que contiene la madera. Así van quedando expuestos al aire de dos en dos. El corte de ladrillos se paga a destajo: un 10% del total de ladrillos cortados en un día de trabajo. Un peón puede cortar de 1000 a 2000 ladrillos por día, con un promedio de 120 ladrillos por hora, lo cual equivale en precio actualizado a $27,6 la hora de trabajo (siendo el precio actual del ladrillo en la provincia $2,3).

La baqueteada (colocación de los ladrillos en la cancha para orearlos) se paga $70 cada 1000 ladrillos. Se preparan pilas de siete u ocho hileras de altura y del largo de la cancha, colocados sobre una superficie más alta. Se ubican de canto y de a dos. Al finalizar se protegen con pasto, haciendo una especie de techo, y se completa el secado.4

Los ladrillos se trasladan en carretilla hasta el lugar de la horneada. Se asienta el horno, se colocan hileras dobles de ladrillos, dejando espacios entre ellas, que serán las bocas de las hornallas que atraviesan el horno de lado a lado, donde se colocará la leña y otros elementos como neumáticos donde influyen posibles contaminantes para la cocción. Se colocan capas de ladrillos. Una vez que el horno está listo se le hace un encamisado (revoque de barro arrojado y alisado con la mano), cuya función es tapar todas las juntas y aberturas para que el calor se mantenga en forma pareja. El encamisado se paga aparte, unos $60. El armado del horno (apilada) se paga a precio de $30 cada 1000 ladrillones. Una comparación con los precios estipulados para provincia de Buenos Aires muestra una diferencia importante en el pago de las actividades de corte y apilado. Mientras que en La Pampa el corte y apilado cada 1000 ladrillones se paga $260, en Buenos Aire, $353.5

La horneada, que se realiza a cielo abierto, dura entre tres y cuatro días de fuego ininterrumpido. Constantemente se alimenta el horno y controla la corriente de aire, para obtener una temperatura lo más pareja posible, necesaria para lograr una buena calidad de ladrillos. Finalizada la quema se deja que se enfríe varios días, el mismo tiempo que duró la cocción.

En el caso de explotaciones más prosperas como la de Rubén F. es posible evidenciar una escala de concentración y tecnificación mayor. Este empresario del ladrillo cuenta con camiones volcadores, palas mecánicas, montacargas y una rueda de hierro traccionada con un motor trifásico para la realización del barro. Mientras que el resto de los hornos produce actualmente unos 1000 a 1500 ladrillos por día, la explotación de Rubén produce unos 6000. Frente a esta ventaja relata: «venimos de una crisis muy larga, una competencia desleal con ladrilleros de Mendoza, gente trabajando muy mal, con precios muy bajos, pero ahora creo que estamos saliendo», no obstante existen muchos «colegas ladrilleros que no están pasando un buen momento porque no pudieron salir de la crisis del 2007″.6 Otro relato es el que nos dejó Rubén A. quien puso énfasis en las condiciones laborales del sector y destacó “como el resto de los ladrilleros argentinos, estamos desapareciendo».7

Por el río vienen los ladrillos

El problema que debieron atravesar las pequeñas explotaciones asentadas en La Pampa es el mismo que registraron aquellas empresas con un bajo nivel tecnológico y un elevado costo de producción. El proceso de concentración en algunos empresarios prósperos y la proletarización del resto de las familias que poseían un horno ladrillero pueden explicarse a partir de la competencia del mercado. Si bien es cierto que la actividad de la construcción ha crecido los últimos años en la provincia, la mayor parte de la demanda de ladrillos se resuelve a partir de la oferta proveniente de Mendoza, donde las condiciones de explotación registradas son aún más extremas. El bajo costo lo alcanzan con mano de obra infantil y muchas veces con un porcentaje elevado de trabajadores provenientes de Bolivia, explotados en condiciones miserables.

Frente a esta situación, los dueños y arrendatarios de hornos pampeanos conformaron en el 2011 una cooperativa de ladrilleros con el objetivo de reducir los costos y lograr ciertas conquistas en el mercado. Se firmaron una serie de acuerdos para que el Estado provincial compre ladrillos en los hornos locales, además se otorgaron una serie de créditos para mejorar la calidad y cantidad de producción local. Se prometió la entrega de materiales para la fabricación de ladrillos y a su vez lonas, carretillas, bancos de cortes, entre otros. No obstante, cuando consultamos a algunos empresarios locales, no se ha registrado un aumento de las ganancias ni un mejoramiento en las condiciones de trabajo. Buena parte de esta pequeña burguesía se proletarizó. Aquellos que sobrevivieron en la cooperativa han logrado mantenerse en la competencia capitalista, pero a costa de la explotación de la sobrepoblación latente bajo pésimas condiciones.

Notas

* Con la colaboración de Marina Bidondo y Jessica Macias.

1 Declaraciones de Luis Cáceres, dirigente de la Unión Obrera Ladrillera Argentina. http://goo.gl/OYwDGw

2 Existen denuncias en el juzgado de Santa Rosa por trabajo infantil, ver por ejemplo: La Arena. 21/05/2014.

3Entrevista realizada a Diego, L. 24/09/2014.

4 Poduje, María Inés: El barrio Los Hornos en Santa Rosa, Departamento de Investigaciones Culturales, MCyE, Santa Rosa. La Pampa, 1993.

5 Los salarios de ladrilleros para la provincia de Buenos Aires: http://goo.gl/C8JEEv

6 Entrevista a Rubén F. Ver Diario La Arena, 19/09/2012.

7 Entrevista a Rubén A. Ver Diario La Arena, 02/02/2012.

 

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