A través de un concepto de factura propia, las «acciones estéticas de praxis política», el autor reconstruye una forma de lucha contra la impunidad. Examina la coyuntura caracterizada por la resistencia a la política radical de amnistía encubierta corporizada en las leyes de punto final y obediencia debida. Los instrumentos simbólicos creados en esas jornadas de combate forman parte del pertrecho ideológico y político del pueblo argentino. De ahí la importancia de este ejercicio de recuperación, que continúa lo desarrollado en un artículo anterior dedicado al «Siluetazo» (publicado en el número 1 de esta misma revista).
Por Roberto Amigo (Facultad de Filosofía y Letras, UBA)
A veinte años del comienzo de la lucha de las Madres de Plaza de Mayo (en adelante MPM), este ensayo tiene por objetivo recuperar las acciones estéticas de praxis política que las tuvieron como soporte social. Luego de la enorme repercusión del siluetazo, realizado durante la Tercera Marcha de la Resistencia,[1] y diversas actividades con las fotografías de los detenidos-desaparecidos como la realizada el 8 de marzo de 1984, hubo un brusco cambio en la política de imágenes de las MPM como correlato de la nueva etapa de enfrentamiento: la política del gobierno radical.
En este ensayo presento las acciones llevadas a cabo desde diciembre de 1984 hasta el mismo mes de 1985: afiches participativos contra los genocidas, siluetas de manos para reconstruir la solidaridad e impresión de puntos contra el «punto final». Hoy, cuando el discurso sobre la justicia es moneda frecuente en bocas que deberían llamarse a un silencio vergonzozo, es oportuno recordar como se fue gestando la impunidad bajo la democracia, y como unas imágenes trataron de luchar contra ella.
El 10 de diciembre de 1983, el último dictador militar Reynaldo Bignone colocó a Raúl Alfonsín, triunfante en los comicios democráticos de octubre encabezando la fórmula del partido radical, la banda presidencial. Uno de sus primeros actos de nuevo gobierno (decreto 187, 15.12.1983) fue la creación de una comisión de notables con el fin de elevar un informe sobre la violación a los derechos humanos por la dictadura militar. El funcionamiento de la CONADEP, tal el nombre con el que se conoce a dicha comisión, determinó la discusión y acción del Movimiento por los Derechos Humanos (en adelante Mov. DDHH) durante todo el año 1984 hasta la entrega en septiembre del informe denominado Nunca Más. La propuesta de las MPM y otros organismos del mov. DDHH era la conformación de una comisión bicameral parlamentaria con plenos poderes. La CONADEP, encabezada por el oportuno escritor Ernesto Sabato, presentó la «teoría de los dos demonios» como interpretación globalizadora de la década del setenta,[2] acompañada de una larga exhibición del horror con visitas a campos de detención clandestinos desactivados y exhumación de cadáveres NN con palas mecánicas.[3]
La toma de conciencia del genocidio por las masas y la presión popular obligó al gobierno radical a modificar su política inicial resumida en el sólo juzgamiento de los ex-comandantes integrantes de las tres juntas militares de gobierno, mientras que el resto de los militares y paramilitares acusados de violaciones a los derechos humanos serían eximidos de responsabilidad jurídica mediante la aplicación de la obediencia debida.[4] A principios de 1984 la sanción de la ley 23.049 de reforma del Código de Justicia Militar permitió que los militares acusados fuesen juzgados por sus pares dejando a las Cámaras Federales y a la Corte Suprema como instancias de apelación.[5] Este autojuzgamiento fue considerado por las MPM, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas y otros organismos como una amnistía encubierta, que se sumaba a la retención en las cárceles de presos políticos de la dictadura militar como piezas de canje ante una posible amnistía.[6] El 13 de septiembre, mediante el decreto 2.816, se autorizó a los juzgados a hacerse cargo de la instrucción de las denuncias. El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas había determinado que el «accionar militar contra la subversión terrorista» era inobjetable en cuanto contenido y forma al remitir las causas solicitadas por la Cámara Federal.[7]
1. Un afiche para terminar entre todos.
Los episodios sucintamente reseñados permiten contextualizar la Cuarta Marcha de la Resistencia, realizada del 20 al 21 de diciembre de 1984 convocada por MPM, Familiares y Abuelas de Plaza de Mayo. Sus consignas centrales fueron: «no la amnistía», «juicio y castigo a los culpables», «aparición con vida», «libertad a los presos políticos» y «restitución de los niños a sus legítimas familias». Por su parte, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (en adelante APDH) llamó para el mismo día 21 a una movilización «en defensa y profundización de la democracia» y el reclamo de justicia civil para los militares acusados.[8] El cierre de la Marcha de la Resistencia era un recorrido desde la Plaza de Mayo hasta la Plaza de los Dos Congresos.[9] La APDH convocó a las 18:30 en esa última plaza para marchar por Rivadavia hasta Plaza Miserere. El objetivo de citar en el mismo día y, prácticamente, en el mismo lugar fue restar impacto a la primera Marcha de la Resistencia bajo un gobierno democrático. Luego, Alfonsín declaró a La Nación que la marcha de las MPM no coincidía con los «intereses nacionales»,[10] ya que planteaban una resistencia en un momento de transición de la democracia -latiguillo aún frecuente que olvida la transición de la «etapa Bignone».
En el informe Nunca Más la CONADEP no incluyó la lista de los represores denunciados en los testimonios recogidos,[11] la misma fue publicada por el semanario El Periodista en riguroso orden alfabético. Ante esto, las MPM comenzaron una campaña de difusión de los nombres de los militares y paramilitares involucrados en el genocidio que alcanzó su máximo desarrollo durante la Cuarta Marcha de la Resistencia. Un gran cartel dividido en tres bloques, cada uno con la foto de treinta y tres represores y la leyenda «Buscados por asesinos» fue visualmente impactante en una Plaza de Mayo sin banderas partidarias por un expreso pedido de los organizadores.
En esa jornada se delimitó en la Plaza de Mayo un espacio en el que se instaló una mesa de impresión serigráfica con el objetivo de producir 3.500 afiches. En un texto escrito por los propios artistas participantes, integrantes del grupo colectivo GAS-TAR (Grupo de Artistas Socialistas para la Transformación del Arte en Revolucionario), que tuvieron a su cargo la realización del afiche, se describió así la imagen:
Los organismos dejaron a nuestro criterio la imagen […] Presentamos la consigna No a la amnistía con la que encabezamos los afiches, invirtiendo la S, con letras grandes esas de embalaje. Un segundo texto violento, afilado y en sentido vertical, contenido entre alambres de púas, alegaba Genocidas. A sus costados dos objetos metálicos parecidos a un emblema. Algo heráldico en cuyo interior habitaban una foto irreconocible de Videla con la cara arrancada y una mancha cuya imagen (un represor de perfil) sugería que podía ser alguien de gendarmería, del ejército, de un grupo de tareas con grado subalterno, en definitiva aquellos representantes de la obediencia debida. La boca abierta a manera de víboras era intervenida desde el fondo por un perro rabioso. Para mostrar entre los que dieron las órdenes y los que las cumplieron, se recortaron las figuras, dejando un aura a su alrededor, como una yilé [sic] de filo intacto. El afiche terminaba dejando en su parte inferior 15 cm de papel en blanco.[12]
El objetivo era estimular la participación de los manifestantes a partir de consignas, figuras de fácil identificación, y espacios en blanco. El perro rabioso, el perfil de militar y los alambres de púas eran herencia de la iconografía de tradición antifascista.[13] La inclusión del perro se debió a una frase de Hebe de Bonafini refiriéndose a los genocidas como «dogos asesinos».[14]
Es importante señalar que la acción estética fue el proceso de producción del afiche. El taller de la Plaza de Mayo se organizó, con la voz de un manifestante que gritaba los nombres de los genocidas por fondo, de la siguiente manera:
a) grupos de producción: 1. de producción seriada: integrado por aquellos que por conocimientos previos o por adquisición de la técnica serigráfica durante la jornada efectuaron el trabajo de impresión. 2. de producción participativa: integrado por los manifestantes que con hisopos, otros instrumentos elementales o sus dedos intervinieron sobre los afiches para escribir el nombre de los genocidas y leyendas, dibujar o tachar.
b) grupo de distribución: integrado por los manifestantes que llevaron a cabo la pegatina de los afiches en los muros y monumentos de las adyacencias, alternando afiches intervenidos y sin intervenir para activar la participación de los receptores ocasionales.
Es fundamental remarcar que los artistas participantes no conservaron para sí el capital de conocimientos adquiridos, en este caso la técnica de impresión serigráfica, sino que lo distribuyeron solidariamente, hasta las MPM imprimieron serigrafías durante la larga jornada.
Estas obras participativas tenían por base el factor psíquico del espectador para convertirlo en productor; así la reacción del receptor era el detonante de sentido del afiche político que adquiría en el proceso unicidad, y fracturaba la homogeneidad visual de la producción seriada.
La realización de estos afiches participativos y la acción en la calle no era novedosa para los integrantes de GAS-TAR. El ejemplo más interesante fue el afiche llamado «El destape», colocado en los muros de los cementerios de Chacarita y Recoleta en las horas de veda política previas al acto electoral del 30 octubre de 1983, que presentaba los rostros de los candidatos de los partidos burgueses (Alfonsín, Alende, Luder, etc.). La reacción del público era arrancarlo y al ejecutar esta acción, posiblemente el Día de los Muertos, encontraba calaveras bajo los rostros de los candidatos.[15] Otro afiche participativo, realizado por integrantes de C.A.PA.TA.CO, representó a Alfonsín bailando el tango con el FMI. En la euforia alfonsinista de 1984 el transeunte intentaba arrancarlo y activaba la sorpresa mexicana de dos calaveras bailando. Ambos afiches eran una crítica política -en tono de advertencia- y a la vez un homenaje visual a la tradición del arte revolucionario. Otro afiche participativo fue S.O.S. PRESOS POLITICOS, el juego de palabras estimulaba la intervención del manifestante sobre una impresión de rejas carcelarias; una cita de García Canclini interpretaba teóricamente, en el mismo afiche, lo que se estaba realizando en una acción deudora del arte conceptual.[16]
Además, en la Cuarta Marcha de la Resistencia se realizó una suelta de globos con un gran pañuelo blanco, símbolo de las MPM, con las leyendas «Juicio y castigo a los culpables» y «No a la amnistía». Esta utilización del pañuelo blanco es un antecedente de la apropiación del espacio aéreo de la plaza de Mayo por centenares de pañuelos anudados en tanzas.[17] El aspecto tradicionalmente festivo de la suelta de globos fue utilizado como soporte de demandas, acorde con el clima combativo marcado por los cánticos, que a los ya habituales en las marchas de derechos humanos se agregaron opositores a la política del gobierno: «siga, siga, siga el baile/ al compás del tamboril/ no hay justicia verdadera/ si no hay justicia civil».[18]
2. Una mano a los desaparecidos
En enero las Madres de Plaza de Mayo comenzaron una campaña denominada «En el año de la juventud: Déle una mano a los desaparecidos», ya que la Unesco había designado año de la juventud a 1985. La campaña consistió en la recolección de siluetas de manos en hojas de 34 x 23 cm, con el espacio central en blanco y con dos consignas impresas NO A LA AMNISTÍA y JUICIO Y CASTIGO A LOS CULPABLES. Las medidas del afiche permitían su fotoduplicación, inicialmente se imprimieron 500.000 copias. El adherente debía dibujar la silueta de su mano y escribir su nombre, a veces completaba con una frase, la edad, la profesión y el número de documento: datos que daban a la campaña no sólo un tono plebiscitario sino también el de un ejercicio para superar el terror.
La campaña fue nacional e internacional, y se editaron afiches en varios idiomas. En el país se montaron mesas en las principales arterias de las ciudades, en las plazas y en las facultades. La campaña en el exterior fue propulsada por los Grupos de Apoyo a MPM; cobrando impulso en un congreso realizado en Cuba sobre la mujer. Fimalmente, se recibieron contornos de manos de ochenta y seis países de los cinco continentes. Al finalizar la campaña se calculó un millón de manos recolectadas.
Sobre el origen del proyecto existen diversas versiones una de ellas es la siguiente:
¿Cómo surgió la idea? Desde Holanda nos mandaron como muestra de cariño y adhesión, el dibujo del contorno de unas manos femeninas delineadas sobre papel blanco y, en su interior, tenían escrito los nombres de las mujeres holandesas que adherían a la campaña de nuestras amigas del SAAM. Por ese gesto solidario a Hebe [Bonafini] se le ocurrió organizar una marcha con muchas, muchas manos solidarias, del mundo entero.[19]
La idea de realizar el dibujo de una mano se encuentra estrechamente emparentada con la acción de los manifestantes durante la Tercera Marcha de la Resistencia, al utilizar el contorno del cuerpo del manifestante para elaborar las siluetas de los detenidos-desaparecidos.
El objetivo de la campaña era establecer un nexo solidario entre los detenidos desaparecidos y los adherentes a partir del contorno de la mano como fuerte lazo simbólico. En el periódico de las MPM una editorial expresó claramente el objetivo de la campaña como reconstructora de los lazos de solidaridad destruidos durante la dictadura militar y como ejercicio de una democracia de base ante la posibilidad de una amnistía:
Cada una de las manos es un habitante que participa, es una persona que ejerce su derecho, que decide, que hace la democracia. De esa forma expresa lo que quiere y le esta diciendo a sus representantes lo que necesita: justicia. ¿Por qué? Porque sin justicia no hay garantías. Porque la justicia no es divisible. La hay o no la hay. […] este hermoso símbolo de las manos expresa el deseo de participar, la necesidad de hacerlo. Es el aprendizaje que no hicimos antes por que nos engañaron muchas veces. Hoy, con dolor enorme, estamos aprendiendo a reconstruir un pueblo.[20]
La campaña, también, tuvo otro aspecto fundamental: el apoyo a las MPM, acusadas por el gobierno radical y los medios oficiales de comunicación de desestabilizadoras. Acusación lanzada por Alfonsín por sus críticas a la CONADEP y por su oposición a la espectacularidad del juicio oral y público a las cúpulas militares, caracterizado como parte del proyecto de impunidad para la mayoría de los genocidas. La acusación de Alfonsín era parte del intento de construir un consenso para la teoría de los dos demonios, cuyo principal adversario eran las MPM.[21] La campaña tuvo un claro objetivo contrainformacional, sintetizado en el programa Madres + Manos ═ Juicio y Castigo. La masividad estuvo garantizada por la sencillez de la propuesta: el hecho estético primitivo de dibujar la propia mano, y por la relación con una frase coloquial de los argentinos al pedir una ayuda: «dame una mano».
El 7 de marzo de 1985 la Cámara en lo Criminal y Correccional Federal confirmó la prisión preventiva de cinco de los nueve ex comandantes (Videla, Massera, Agosti, Lambruschini, Viola). El 9 de marzo llegó a Argentina el presidente italiano Sandro Pertini, de paso al Uruguay para la asunción del presidente constitucional Sanguinetti. Pertini había sido el primer presidente extranjero en recibir a las MPM durante la dictadura militar y en nombre del gobierno italiano llevó a cabo el juicio por la desaparición de trescientos cincuenta italianos bajo el régimen militar. Durante su estadía se reunió en la embajada italiana en Buenos Aires con familiares de detenidos desaparecidos, entre ellos los del químico del INTI Alfredo Giorgi, detenido-desaparecido en 1978, cuyo caso tenía resonancia desde fines de 1983 cuando se abrió la causa en la Justicia Civil. El encuentro con Pertini fue ampliamente cubierto por la prensa, con la foto de las MPM sosteniendo la silueta de la mano del presidente italiano, quien escribió: «Este es mi mano izquierda, la mano del corazón, colmada de angustia pensando en la suerte cruel de los desaparecidos. Sandro Pertini. 10-3-85».[22]
Durante el año las actividades de las Madres de Plaza de Mayo se potencian en fechas significativas. La Marcha de la Resistencia es, sin duda, la actividad de mayor repercusión. Otras fechas importantes son el 30 de abril, aniversario del comienzo de la lucha de las Madres; y el 24 de marzo, aniversario del golpe militar de 1976. Los jueves próximos a estas últimas fechas las Madres convocan a marchas que han alcanzado distinto nivel de convocatoria según la coyuntura política. Entre las marchas de repudio se destaca la realizada el 21 de marzo de 1985: la «marcha de las manos».[23]
El recorrido de esta marcha, convocada a la seis de la tarde, fue desde la plaza de los dos Congresos a la plaza de Mayo. En la noche previa a la movilización los jóvenes del Frente de Apoyo montaron un taller en la primera de las plazas donde prepararon tanzas y organizaron la pegatina de los afiches con las manos en el recorrido propuesto para la marcha. Se apropiaron del espacio aéreo, mediante tanzas con los afiches colgados, y de los muros de edificios públicos y privados, de monumentos y hasta de una dependencia policial. La prensa de derecha reveló cierta impotencia ante la transformación del espacio cotidiano; el diario La Prensa, por ejemplo, llegó hasta el ridículo de publicar una entrevista a un funcionario municipal acerca del trámite que estipulaba la regulación de la publicidad en espacios aéreos. Los diarios informaron detalladamente, por ejemplo:
La avenida de Mayo, entre el tramo comprendido entre el congreso y la plaza aledaña, apareció desde ayer desde hora temprana, prácticamente cubierta por volantes alusivos a una marcha que se realizaría por la tarde […] pendientes de alambres tendidos entre los árboles que la ornamenten y las columnas del alumbrado público. Los manifestantes mayoritariamente jóvenes empapelaron y pintaron la avenida de Mayo con las siluetas de manos.[24]
Aproximadamente un centenar de jóvenes trabajaron durante toda la noche para realizar la escenografía de la marcha, se utilizaron aproximadamente 90.000 afiches. La prensa informó del esfuerzo:
Al cabo de la ardua tarea, que demando el empleo de numerosas escaleras, cientos de kilos de engrudo y miles de metro de tanza la plaza de los dos congresos y de Mayo habían quedado unidas a través de la avenida de Mayo con una ininterrumpida sucesión de manos estampadas sobre pequeños afiches de papel portadoras de distintos mensajes alusivos […] Uno de los participantes de la tarea, de gruesos bigotes y pronunciada calvicie, con evidentes signos de cansancio por el esfuerzo que estaban realizando sugería «atar las tanzas lo más arriba posible» porque «no van a faltar los que intenten cortarlas pensando que así también cortan los reclamos». A media escalera, una joven de no más de veinte años, con aire de universitaria, coincidía con la opinión pero lamentaba que de ese modo la gente no pudiera leerlos «porque hay cosas que realmente conmueven».[25]
Los manifestantes marcharon sensibilizados por un cielo de manos solidarias, cuyas frases entablaban un diálogo con los desaparecidos o acusaban a los genocidas reclamando justicia.[26] Al frente de la movilización las MPM portaron pancartas con siluetas de manos recibidas del extranjero. En el pavimento de la plaza de Mayo, artistas plásticos imprimieron manos que contenían el nombre de su grupo: GAS-TAR. De esta manera, nuevamente, se entrelazaron las acciones estéticas colectivas y la de los grupos de artistas políticos. El aspecto tradicional de la arteria fue transformado por la apropiación que alcanzó un pleno significado en el clima festivo dado por «gran cantidad de banderas rojas, bombos, maracas y tamboriles».[27] La marcha de repudio al golpe militar se vivió como una fiesta popular, a los habituales cánticos contra los militares se sumaban los destinados hacia la política radical en derechos humanos.
Las miles siluetas de manos firmadas venían a confirmar que el terror podía ser vencido mediante la acción colectiva. La marcha era la puesta escenográfica de la campaña, de la solidaridad y el reclamo de justicia. Alcanzó su momento más emotivo y simbólico cuando «hombres y mujeres unieron sus manos en alto y cantaron el pueblo unido jamas será vencido».[28]
Los manifestantes de 1985 marcharon con la esperanza de construir una justicia con bases sólidas.[29] En «ese jueves 21 de marzo, fue posible creer, por unas horas, que, en este país herido de tristezas y desencantos, la luz había llegado hasta el mismo corazón de la tinieblas».[30] Entre miles de textos escritos en esos afiches uno aún hoy logra estremecer: «Nunca quiero desaparecer», escrito en la pequeña silueta de su mano por un niño de nueve años.[31]
3. 30 mil puntos contra el punto final
Si el año 1984 fue signado por el funcionamiento de la CONADEP, 1985 fue el año del «Juicio a los ex comandantes».[32] Para el día de comienzo del juicio, 22 de abril, las entidades de derechos humanos convocaron a una marcha contra todo tipo de amnistía al Palacio de Justicia, con discurso de cierre del Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel.
El 2 de agosto de 1985 se efectuó la Marcha contra la Impunidad, la de mayor convocatoria organizada por las MPM hasta entonces.[33] Una «Quema de Monstruos» iluminó la Plaza de Mayo al comenzar la noche. El 6 de septiembre se llevó a cabo una marcha «En defensa de la vida, por la justicia, ningún culpable impune, libertad a los presos políticos», mientras el fiscal Strassera leía su alegato pidiendo la prisión perpetua a todos los imputados.
El 3 de noviembre el partido radical era triunfador de las elecciones legislativas; luego del escrutinio el diputado radical Leopoldo Moreau declaró la necesidad, luego de condenar a los excomandantes, de poner Punto Final a las investigaciones sobre el genocidio.[34] El 9 de diciembre, vísperas del segundo aniversario de la asunción alfonsinista, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal dictó la sentencia a los jefes de la dictadura.[35] En la calle unos 3.000 manifestantes repudiaron la sentencia. La movilización se inició a las 16.30 hs. en plaza Lavalle, y continuó con sentadas en el Obelisco, en Callao y Corrientes y en la Plaza de los Dos Congresos. Columnas por las calles céntricas entonaron nuevos cánticos contrarios al gobierno radical.[36]
El gobierno radical, legitimado con el consenso de la ciudadanía, presentaba el juicio a los ex comandantes como un hecho excepcional de la historia mundial. La paradoja fue que esa lección republicana fue, a la vez, parte del proceso de impunidad para los militares y civiles responsables de la represión. En la misma sentencia de penas leves y absoluciones se sancionaba el principio de la «obediencia debida» y se juzgaba por separado la responsabilidad de cada arma.
La Quinta Marcha de la Resistencia fue la continuación de la protesta originada por la sentencia, el 11 y el 12 de diciembre.[37] El afiche para esta marcha, realizado por el Colectivo de Arte Participativo Tarifa Común (C.A.PA.TA.CO), en el que participaban artistas integrantes de GAS-TAR, fue un perfil militar dentro de una señal de prohibición con la leyenda «No al punto final, cárcel a los genocidas». Durante la marcha no sólo se adhirió a los muros vecinos, monumentos y árboles sino que también se colgó mediante tanzas en el espacio aéreo de la plaza. En esta marcha se destacó la presencia de títeres: «varios manifestantes portaban muñecos de grandes dimensiones con la efigie de Alfonsín, militares, mujeres con niños, sacerdotes y otros que hacían alusión a los patrones».[38]
Durante el año de 1985 actuaron varios grupos de titiriteros, algunos de ellos conformaron el Frente de Trabajadores del Teatro de Títeres. Los grupos anarquistas solían llevar muñecos a a sus actividades contestatarias. En una de tono anticlerical, «La Marcha Pagana», representaron una bacanal con títeres y actores sobre zancos en la plaza de los Dos Congresos; actuación que fue violentamente reprimida, con el secuestro de los muñecos, por una policía ajena a las referencias clásicas.
En la Marcha de la Resistencia, las MPM discutieron con los anarquistas pues les molestaba el aspecto de «carnaval» dado por la presencia de los muñecos. Posteriormente se retractaron en su periódico aceptando el valor del mensaje: «nos mostraban a nuestra pobre Argentina, sometida e indefensa».[39] Los pequeños grupos, denominados anarquistas, estuvieron muy activos durante la marcha. A tal punto que las pintadas en los muros de la Catedral Metropolitana fueron la principal cobertura de la prensa que otorgó a este episodio una importancia desmesurada.[40] El cronista de La Nación describió así la marcha de cierre: «cantando […] como en una gigantesca comparsa, por el batir de los parches, la manifestación tardó casi una hora en llegar hasta el Parlamento».[41]
La Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires había comenzado una campaña de preservación ideológica del espacio urbano, efectuando operativos de limpieza, cercando los monumentos con rejas, y deteniendo a los graffiteros con ordenanzas en «defensa de la propiedad privada». Dentro de este contexto de «orden y limpieza» del espacio urbano un grupo de artistas plásticos propuso una acción de impresión de puntos sobre el pavimento. Consideraban que tal soporte físico determinaba una mayor perdurabilidad ante la sistemática limpieza para borrar rastros opositores en los muros de la ciudad. La actividad estuvo garantizada por los colectivos de artistas C.A.PA.TA.CO y GAS-TAR, y por el Frente de Apoyo de Derechos Humanos. La acción fue resumida de la siguiente manera:
Un grupo de jóvenes del Frente de Derechos Humanos organizó un taller en la propia plaza que construyó 27 matrices que con 60 litros de pintura servirán para pintar en todas las calles que rodean al predio 30.000 puntos que reclaman no al punto final.[42]
La participación de los manifestantes tuvo como objetivo la elaboración de un recorrido urbano visual. Utilizando plantillas marcaron puntos que conformaron figuras (por ejemplo, una señal de prohibición) o textos (No al punto final) y puntos con inscripciones. El impacto se logró por la repetición y la configuración de un entramado visual que se hacía más compacto en las cercanías de la plaza de Mayo. El texto «No al punto final» fue impreso en tres lugares estratégicos del tránsito urbano, y también sobre algunos puntos. La apropiación del pavimento como soporte físico agregó un valor especial en el enfrentamiento: la posesión efectiva del espacio público urbano anulando la efimeridad de las acciones anteriores. En este sentido se vinculaba con la silueta de Dalmiro Flores, obrero asesinado en la marcha de la Multipartidaria por paramilitares (16.12.82), que había sido impresa en el pavimento de la Plaza de Mayo en la Tercera Marcha de la Resistencia por artistas que luego integraron GAS-TAR.
Los puntos funcionaron como señales urbanas: indicaciones de tránsito hacia el texto-consigna. Las MPM en su periódico definieron el significado de estos puntos: «Algunos formando frases, otros sueltos. Pero todos con un único sentido: 30.000 puntos suspensivos para un final imposible».[43]
En la Tercera Marcha de la Resistencia las siluetas de detenidos-desaparecidos hicieron presente la ausencia de los cuerpos en una puesta escenográfica del terror de Estado.[44] También el afiche participativo y la impresión de puntos debieron suplir ausencias: el rostro y el nombre de los genocidas; y el juicio y castigo a todos los culpables. La campaña de las silutas de manos fue el intento plebiscitario de una democracia de base, una acción de defensa ante la instauración en la Argentina de una democracia restringida.
Osvaldo Soriano, ante el la Ley de Punto Final, escribió con cruda ironía:
La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley. ¿Letra muerta? Tal vez el Congreso piense de otra manera o quizás la Corte Suprema arregle el entuerto. Lo que parece seguro -y es una pena, pues el espectáculo era grandioso-, es que ya no volveremos a ver a Raúl Alfonsín recitando el famoso Preámbulo desde las tribunas de la democracia.[45]
Tuvo razón el novelista fallecido, el discurso siguiente fue un deseo de ¡Felices Pascuas!, que perdura en el recuerdo colectivo por sus amargas consecuencias.
Notas
[1] Véase mi ensayo: «Aparición con vida. Las siluetas de detenidos-desaparecidos», Razón y revolución, núm. 1, otoño 1995, págs. 61-84.
[2] La «teoría de los dos demonios» sostiene que tanto el accionar de las organizaciones armadas populares como el terrorismo de estado son equivalentes moral y políticamente, ya que azotaron, por igual, con su violencia a la sociedad.
[3] La oposición de las MPM a la exhumación de cadáveres NN se sintetiza en la siguiente declaración: «puesto que a partir de la exhumación masiva de cadáveres, su posterior presunta identificación y entrega a sus supuestos deudos, dejarán de ser desaparecidos y constituirán simples casos de homicidios, sin determinación de las circunstancias de hecho, razones, modo en que ocurrieron las muertes y sin individualizar a quienes, en forma directa o indirecta, participaron en tales aberrantes crímenes» (boletín MPM, octubre 1984).
[4] Sancionada luego de los episodios militares de Semana Santa de 1987.
[5] El artículo 11 de la Ley 23.049 establece la obediencia debida, salvo para hechos atroces o aberrantes.
[6] En manifestaciones pidiendo la inmediata liberación de presos políticos, condenados por la última dictadura militar en diversos procesos viciados de nulidad (verLibertad a los presos políticos, Bs. As., APDH, 1986), se realizan las siguientes acciones estéticas: 1) pegatina de papeles en las baldosas de la Plaza de los Dos Congresos, marcando un palote por cada minuto de huelga de hambre de unos jóvenes que reclaman por los presos políticos; y tachándolos cada cinco minutos con otro palote cruzado. Remite al código carcelario utilizado para marcar el tiempo transcurrido en prisión. (movilización por Ley Nápoli, de conmutación de penas, 5 y 6 de septiembre de 1985). 2) artistas de C.A.PA.TA.CO reparten bolsas de papel con la impresión de un rostro tras unas rejas con la leyenda «Libertad a todos los presos políticos». Se arman como máscaras y aluden a la tortura conocida como submarino seco. (marcha por Avda. Corrientes, Jornadas contra la Injusticia, del 21 al 24 de marzo de 1986). 3) marcha a la cárcel de Devoto con carteles representando el lenguaje de manos carcelario entablando una conversación con los presos asomados a las ventanas [1986?]. 4) Cien camisetas por la justicia, se reparten casacas a rayas horizontales con el texto «Estamos todos en libertad condicional» entre los manifestantes a la ronda de las MPM del 21 de enero de 1988. por la negación de la libertad condicional a Martín Paz, Rubén Emperador y Antonio Carrizo, presos políticos de la dictadura militar retenidos por el gobierno constitucional.
[7] Eduardo Rabossi, quien había integrado la CONADEP y era el titular de la subsecretaría de Derechos Humanos creada el 20 de setiembre de 1984 como continuación de dicha comisión, justificó «el carácter de «inobjetables» dado por el Consejo a las órdenes para combatir la subversión, porque «tiene el aval de dos decretos firmados por un gobierno constitucional», aunque repudió los métodos utilizados para cumplirlas». Clarín, 01.10.1984. Céasr Jaroslavsk afirmó, al mismo tiempo, que sólo una ínfima minoría de la institución militar estaba comprometida con la represión ilegal.
[8] La cantidad de manifestantes: 30.000 organizadores; 20.000 Clarín y La Prensa; 8.000 La Nación.
[9] Cifras de la marcha de cierre: organizadores 8.000, Clarín 5.000. No es posible calcular la cantidad de manifestantes que circulan por la Plaza en 24 hs. Para el inicio de la ronda, a las 15.30 el diario La Prensa, vocero de las posiciones de los militares, calcula trescientas personas.
[10] La Nación, 28.12.1984.
[11] Editado por Eudeba se convirtió rápidamente en un best-seller.
[12] Fernando Bedoya, Emei y otros: «Madres de plaza de Mayo, un espacio alternativo para los artistas plásticos» en La Bizca, Bs. As., año 1, n° 1, nov./dic., 1985, pág. 15.
[13] La hoja de afeitar era un objeto representado con reiteración en la obra de Fernando «Coco» Bedoya, uno de los artistas participantes. El escudo nacional con la gillette, y el texto «se va cavar se va cabar» (1982) es la más interesante de la serie.
[14] Entrevista con Fernando Bedoya.
[15] Realizado por Fernando Bedoya, Diego Fontanet, Fernando Luna y Emei.
[16] Movilización por «Ley Nápoli», 5 y 6 de septiembre de 1985, Plaza de los Dos Congresos.
[17] Ronda del décimo aniversario de las MPM (30.04.87) y Séptima Marcha de la Resistencia (05/06.12.87).
[18] Los cánticos más reiterados fueron: «Madres de la plaza/ el pueblo las abraza»; «ahora/ ahora/ resulta indispensable/ aparición con vida/y castigo a los culpables»; «luche, luche, luche/ no deje de luchar/ para que los milicos/ no vuelvan nunca más»; «no hubo errores/ no hubo excesos/ son todos asesinos los milicos del proceso» y «pueblo escucha/ únete a la lucha».
[19] Matilde Mellibovsky, Círculo de amor sobre la muerte, Bs. As., Pensamiento Nacional, 1990, pág. 185. Otras versión sostiene que la iniciativa pertenece a un militante de base del mov. DDHH.
[20] «Las manos son por usted» en Madres de Plaza de Mayo, N° 4, marzo, 1985.
[21] La posición ante la política radical de DDHH, y las garantías del sistema democrático, llevó a la fractura de las MPM. Un grupo de ellas, luego de perder una elección interna, se retiró y constituyó la Línea Fundadora. En el fondo la división de las MPM es clasista. El fin de la dictadura militar potenció las diferencias de clase ocultas por el problema común sufrido.
[22] Ver, por ejemplo, La Razón, 11.03.85.
[23] El mismo día de la marcha fue detenido Osvaldo Lovey, ex dirigente de las ligas agrarias, y se emitió la orden de captura internacional de dirigentes montoneros.
[24] La Prensa, 22.03.85.
[25] «Miles de Manos. Una Vigilia» en Clarín, 22.03.85. El diario de las MPM publica, entre otras, las siguientes frases: «Que nunca vuelva el horror»; «lucha y esperanza para que aparezcan los niños desaparecidos» (niño de 11 años); «No te conozco, sé que estas en algún dolor, pero allí donde estés quiero que sepas que seguiremos peleando por vos»; «Nosotros fuimos fieles testigos de cómo, desde 1976 a 1981, años de muerte, en esta cárcel, se masacró a nuestro pueblo» (Jorge Quiroga, unidad n° 1, Cárcel de Córdoba); etc.
[26] Cantidad de manifestantes: 50.000 organizadores, Clarín 20.000, policía 10.000. Otros diarios sólo mencionan «miles de manifestantes».
[27] La Prensa, 22.03.85.
[28] Clarín, 22.03.85.
[29] Se realiza una variante de esta campaña de las manos en la campaña «Cárcel a los genocidas» contra la ley de punto final, comenzada en enero de 1987. La firma de adhesión se realiza sobre pañuelos blancos que luego son enlazados unos con otros cubriendo la plaza de Mayo (marcha por el Décimo aniversario de la lucha de las MPM, 30.04.87). Esta campaña tiene gran repercusión por los episodios militares de Semana Santa. Ver, por ejemplo, Clarín, 02.05.87. y Madres de Plaza de Mayo, ns. 26 al 30, (enero-mayo, 1987)
[30] Madres de Plaza de Mayo, n° 5, abril 1985.
[32] Cantidad de manifestantes: 80.000 los organizadores, 50.000 La Razón, 40.000 Tiempo Argentino.
[33] La Ley de Prescripción de Causas Penales se sancionó el 23 de diciembre de 1986 en la Cámara de Diputados, mientras eran desalojadas las MPM y desde las bandejas del público se arrojaban capuchas negras. El 19 del mismo mes se habían congregado 60.000 manifestantes para repudiarla.
[34] Videla es condenado a «reclusión perpetua», Massera a «prisión perpetua», Agosti a 4 años y 6 meses de prisión, Viola a 17 años, Lambruschini a 8 años, Graffigna, Galtieri, Anaya y Lami Dozo, absueltos.
[35] «Dónde está la democracia/ dónde la justicia social/ con los compañeros presos/ y los milicos en libertad»; «Ay, ay, ay/ que bronca que me da/ hicieron tanto circo y les dan la libertad»; «siga, siga, siga el baile/ al compás del tamboril/los milicos siguen sueltos/ de la mano de Alfonsín». Otros cánticos ya han sido señalados en la nota 14.
[36] La cantidad de manifestantes para la hora de cierre es de 30.000 según los organizadores y La Razón, 15.000 La Nación, 12.000 Clarín, 5.000 Tiempo Argentino.
[37] La Nación, 12.12.85. Otros muñecos representan al FMI y a La República.
[38] Madres de Plaza de Mayo, n° 14, 1986, pág. 19
[39] Las MPM frenan a los activistas anarquistas «cuando queremos denunciar a la Iglesia lo hacemos, pero ustedes ahora respeten esta marcha». El clima contra la iglesia estaba exaltado desde noviembre por la censura al film Yo te saludo, María de J. L. Godard. Las pintadas se realizan también en la Pirámide de Mayo, recuperando su función histórica de ser soporte de denuncias.
[40] Los cánticos mas escuchados son: «A los asesinos la cárcel ya, a los compañeros la libertad»; «No hubo errores, no hubo excesos son todos asesinos los milicos del proceso»; «Dicen los radicales que son la vida, que son la paz, pero dejan a todos los asesinos en libertad»; «Dicen los radicales que ya es bastante, pero juzgaron sólo a los comandantes, son todos asesinos los del Proceso, por eso no hubo errores, no hubo excesos.¡Juicio y Castigo!».
[41] Clarín, 12.12.85, pág. 7.
[42] Madres de Plaza de Mayo, id.
[43] Sobre el siluetazo ver mi ensayo publicado en Razón y Revolución, núm. 1.
[44] El Porteño, enero de 1987, p. 11. Citado en José L. Díaz Colodrero y Mónica Abella. Punto Final. Amnistía o voluntad popular, Buenos Aires, Puntosur editores, 1987.