El monaguillo Juan Grabois, a quien ya presentamos en otra oportunidad, presentó el plan papal para “salir” de la crisis: el llamado Plan General San Martín o Plan Marshall criollo para “poblar y crear trabajo”. Lo presentó como una estrategia para salir de la crisis del Coronavirus, defendiendo así la idea K de que veníamos bien, pero pasaron cosas. Como ya explicamos, la crisis es previa.
¿En qué consiste? Básicamente, plantea una inversión anual de $750.000 millones, para crear cuatro millones de puestos de trabajo, urbanizar villas, crear barrios y fundar pueblos, entregar tierras a las comunidades y utilizar energías renovables. Veamos en detalle.
Primera pregunta: ¿De dónde saldría la plata? Según Grabois, de lo que se ahorre al renegociar la deuda y de impuestos progresivos. Lo primero es una mentira. El gobierno está renegociando la deuda porque no tiene plata, no porque piense usarla para otra cosa. De hecho, hoy el país no está pagando. Impuestos progresivos ya hay, el más importante, el impuesto a las ganancias, lo implementó Cristina y sigue hasta hoy. Lo pagan, sobre todo, los laburantes “privilegiados” que cobran poco más que 55 lucas. Es la solidaridad ajustadora que ya explicamos.
Segunda pregunta: ¿Qué empleos crearía? Trabajos de miseria. 4 millones de trabajadores con un salario que reemplazaría a los planes existentes como Argentina Trabaja, Hacemos Futuro o Manos a la Obra. El salario que recibirían sería de $10.000 por 60 horas de trabajo mensual certificadas. Es decir, se pretende pagar unos $166 pesos la hora, por debajo de cualquier salario de convenio y sin derechos elementales (obra social, aportes). En resumidas cuentas lo que propone Grabois es usar a los desocupados como laburantes en negro ultra barata, con un salario que no alcanza siquiera la línea de indigencia. Dicho de paso, la plata saldría de la ANSES, o sea, de los jubilados. Otra vez, solidaridad ajustadora.
En cuanto a la creación de barrios, fundación de pueblos y entrega de tierras, puesto así parecen objetivos nobles. Pero en realidad, Grabois y Francisco buscan barrer bajo la alfombra a los laburantes que al capitalismo le sobran. En este caso, lo que proponen es llevar a la gente que sobra en las ciudades, a tierras alejadas, que tienen menos infraestructura básica. Como llevarles electricidad es costoso, entonces apelan a “energías renovables”. De lo que se trata no es de resolver problemas de manera real, sino de sacárselos de encima de forma barata. La “agricultura familiar” es parte de lo mismo: como no les podemos garantizar alimentación adecuada, arréglense con sus manos y unas semillitas. En otra ocasión explicamos la inutilidad de la reforma agraria, aunque esto no llega ni a eso, que defendía el monaguillo junto a Susana Giménez.
Grabois, un chico bien que creció entre algodones en zona norte, le propone a los laburantes que están más hundidos en la miseria, que vivan como cazadores-recolectores en pleno siglo XXI. Lo que pretende es simplemente aprovechar la desesperación de los desocupados para convertirlos en fuerza de trabajo barata y superexplotada y esconder a la clase obrera más pauperizada en lugares donde abunde la miseria
Lo que ofrece la Iglesia a través de Grabois es una forma barata y miserable de contención social. El monaguillo y el Papa postulan un plan de rescate para la burguesía, no tanto en términos económicos, sino en términos políticos: vos que no sabés que hacer con los pobres que generás, escúchame que yo te soluciono con la plata de los jubilados sin que pongas un peso de más. O sea, Grabois se postula ser el barrendero que esconda la basura del capitalismo debajo de la alfombra.
Me pareció por demás de interesante, me gustaría aun mas, una mención al opus dei, sector del catolicismo, de lo mas influyente, sin discernir los distintos sectores de la iglesia el el articulo no va al hueso