Bariloche: crónica de una explosión
Por Gerardo Wilgenhoff*
Los saqueos en Bariloche se enmarcan dentro de un proceso de profunda crisis social que atraviesa a la sociedad desde hace décadas. Contradicciones que no han sido resueltas por la vía política.
El puntapié inicial de la jornada que conmovió al país tiene como antecedente la ayuda alimentaria que distintas organizaciones de los barrios del Alto habían pedido al intendente del Frente para la Victoria, Omar Goye. Ante el incumplimiento de la municipalidad de entregar los tickets alimentarios prometidos, comenzaron las movilizaciones. Al primer saqueo, ocurrido en el supermercado Chango Más del Alto, protagonizado por cincuenta individuos que buscaban alimentos, le siguió un corte sobre la Ruta 40. Pero la situación se desbordó con la irrupción de las fuerzas de seguridad, produciéndose una batalla campal que contó con la utilización de balas de goma, gases lacrimógenos y hasta piedrazos por parte de los uniformados. El enfrentamiento terminó por descontrolarse cuando se sumaron alrededor de cien individuos a la batalla, que saquearon y destruyeron las instalaciones del supermercado.
Al mismo tiempo, grupos dispersos de obreros saquearon paralelamente varios supermercados de la ciudad y alrededor de treinta comercios menores: en el Alto, el mayorista Diarco; en el barrio San Francisco III, el Centro de Distribución de Supermercados La Anónima y dos sucursales del TODO quedaron prácticamente destruidas. Mientras tanto, se produjo el avance de otros grupos hacia el centro de la ciudad, donde intentaron, sin lograrlo, saquear los supermercados La Anónima y Carrefour. La presencia policial en la zona provocó batallas en todos los frentes, produciéndose el primer detenido en el saqueo del frigorífico Soria.
Otro grupo, por su parte, saqueaba la distribuidora mayorista Mapri, mientras se producen disturbios ante el saqueo de la casa de electrodomésticos Elvira. A esta situación se suma un conflicto de otras características, como lo fue el saqueo de la subcomisaría 77 y del puesto caminero. Frente a semejante situación, se cerraron los comercios y el gremio de empleados de comercio anunció un paro total de actividades. El saldo final de la jornada arrojó tres detenidos (de los cuales dos son menores), 18 policías heridos y un manifestante herido de bala.
Desde el Gobierno nacional, provincial y municipal, antes que evaluar y comprender la situación social que determinó el movimiento, se prefirió culpar a los propios obreros, sin hacer ninguna mención a las paupérrimas condiciones de vida tanto de los trabajadores desocupados como subocupados de la zona. Y es justamente allí, donde pocos quieren mirar, donde se encuentra la explicación de los hechos.
La estructura social de Bariloche se caracteriza por contener, en su interior, a dos ciudades, diametralmente opuestas, y hasta antagónicas. Una, ubicada hacia el oeste, que incluye a la población del centro y de los “Kilómetros”, con un alto contenido de sectores burgueses, pequeño burgueses y algunas fracciones de la clase obrera. Este “sector” se asigna el carácter de impulsores del desarrollo económico de la ciudad, orientado hacia el turismo. La otra, ubicada hacia el sur-sureste, conocida como el Alto, cuya composición social predominante es de clase obrera, estigmatizada como la culpable del atraso económico y los disturbios sociales. El Alto es la zona que debe ocultarse ante la presencia de los turistas, por lo que sus habitantes son habitualmente hostilizados para que no sean visibilizados en el centro turístico. Esta situación de exclusión no es nueva. Más bien se trata de un esquema que se viene repitiendo a los largo de la historia, y que el kirchnerismo, lejos de solucionar, ha agravado en los últimos años.
Es decir que la exclusión social a la que son sometidos los obreros de los barrios más sumergidos provocó una crisis social que tuvo en los saqueos su expresión más notoria. El Gobierno, en lugar de analizar la situación y tomar cartas en el asunto, responsabilizó a los trabajadores y respondió con una brutal represión. Evidentemente, esta actitud por parte del partido gobernante, más que resolver la situación, profundizará los antagonismos sociales que recorren a la ciudad de Bariloche.
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*Investigador del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales (Ceics), docente en Bariloche.