Hace un año atrás, en estas mismas páginas, dábamos cuenta del estallido de la crisis en la producción de arándanos, luego del auge experimentado a partir del año 2002.1 Crisis que, al término de la campaña 2009-2010, lejos de revertirse, se ha profundizado.
Según informes del Departamento de Agricultura de EE.UU., en las primeras semanas de octubre de 2009 llegaron desde Argentina a ese país (el principal comprador) menos de la mitad de los arribos que en el 2007 y un tercio comparados con los de 2008.2 A su vez, desde la Asociación de Productores de Arándanos de la Mesopotamia Argentina (APAMA) informan que, al cierre de la última cosecha en esta región que concentra alrededor de la mitad de las hectáreas dedicadas a este cultivo, en ninguna explotación se había cosechado el 100% del producto y en muchos casos sólo se pudo levantar el 30%. Este descenso del volumen producido se explica, en parte, por las malas condiciones climáticas (bajas temperaturas y abundantes lluvias) que retardaron la maduración del arándano y, por consiguiente, el comienzo de la cosecha.3 Pero más importante aún resulta la quiebra de varias empresas, que implicó el abandono de 400 hectáreas en la provincia de Entre Ríos.4 Es decir, en la última temporada se invierte la tendencia que caracterizaba hasta el 2008 al sector: si hasta ese momento, cada año aumentaba tanto el volumen de producción como la superficie implantada, en la última campaña sucede lo contrario y, sin embargo, lo que no se revirtió fue la tendencia a la baja de los precios. A ello se suma el incremento de los costos para el mantenimiento del cultivo y para el transporte a los mercados externos (el arándano tiene una vida poscosecha de apenas 15 a 20 días por lo que se impone la exportación vía aérea).
En este marco, el negocio del arándano está dejando de ser viable para muchos de los “productores” más chicos e ineficientes, que, ante la caída de los precios, no logran mantener los niveles de ganancias que necesitan para sobrevivir. Nuevamente, las asociaciones empresarias del sector intentan gestionar ante el gobierno un subsidio para los productores similar al que recibieron en la campaña anterior, que alcanzó 1 millón de pesos.
Al mismo tiempo, comienza a observarse un proceso de concentración y centralización del capital. Este proceso nos muestra que aquellas empresas que lograron integrar los diferentes eslabones de la cadena productiva (producción primaria, empaque y comercialización) se mantienen en la rama con el objetivo de alcanzar escalas más amplias de producción. Estos capitales buscan incrementar la composición orgánica del capital incorporando máquinas que reduzcan el costo de la fuerza de trabajo y el aumento de la productividad, acompañado de la introducción de nuevas variedades de plantas más resistentes a las inclemencias del clima. En la actualidad existen en el país 37 equipos de podadoras y cosechadoras neumáticas. Los productores que ya utilizan estas máquinas, aseguran que lograron reducir sus costos de poda entre un 50 y 80%. A su vez, en pruebas realizadas en Concordia para la cosecha, los rendimientos con la máquina han sido ampliamente superiores a los de la cosecha manual, llegando en el pico de la cosecha a rendir 1 persona con la máquina lo mismo que 10 cosecheros manuales.5
La lucha de los obreros por la inclusión en el interzafra
En este contexto de crisis que atraviesa el sector, en la provincia de Entre Ríos, al finalizar la última campaña, se implementó por primera vez el programa interzafra. El programa consiste en un subsidio, financiado por el tesoro nacional, de apenas 225 pesos mensuales para los cosecheros del citrus y el arándano, a cobrar durante los meses de diciembre y enero. Los requisitos exigidos para acceder al mismo fueron haber trabajado en las cosechas de citrus y/o arándano con salarios registrados superiores a 400 pesos de dos a nueve meses, entre septiembre de 2008 y agosto de 2009; ser mayor de 18 años; encontrarse desocupado y residir en la provincia de Entre Ríos. Este es un mercado de fuerza de trabajo fuertemente intermediado a través de la figura del contratista de mano de obra. Actualmente, se estima que existen en Concordia alrededor de 100 empresas que brindan servicios de zafra.6 A su vez, se caracteriza por un elevadísimo porcentaje de trabajo en negro, y por diversos tipos de fraudes laborales (además del trabajo no registrado, abundan las denuncias por los incumplimientos en las fechas de pago y la emisión de recibos de sueldos por salarios inferiores a los legales).
De esta manera, esos requisitos exigidos implicaron dejar fuera del programa a la gran mayoría de los trabajadores cosecheros. En efecto, el padrón inicial de beneficiarios incluía a sólo 5.400 trabajadores, mientras que, según estimaciones de APAMA, son 20 mil las personas que trabajan en la cosecha. Pero no terminan aquí las restricciones para el acceso a este subsidio miserable. A los requisitos señalados, se suma un elemento más: en el acuerdo instaurado entre el gobierno provincial y el nacional se estableció que el programa interzafra y el de asignación universal por hijo, son incompatibles, debiendo optar el trabajador por uno u otro.
Frente a esto, tanto UATRE (Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores, representante legal de los cosecheros) como el Sindicato Obrero de la Fruta (en disputa con aquélla por la representación), mostraron una total pasividad e indiferencia. No obstante, ello no impidió la movilización de los obreros del arándano. A lo largo del mes de diciembre se sucedieron las protestas en Concordia. La más importante se realizó el 21 de diciembre, cuando alrededor de 200 trabajadores se concentraron en la plaza principal de esta ciudad, realizando piquetes en las calles adyacentes. Reclamaban su inclusión al programa interzafra y exigían la presencia del secretario general del Sindicato de la fruta, Alcides Camejo, a quien responsabilizaban de su exclusión del subsidio. La respuesta del gobierno “nacional y popular” entrerriano no se hizo esperar. Entrada la noche, la policía (con un autobomba, 6 motos, un cuatriciclo, por lo menos 10 policías más con itakas y varios agentes de civil) pasó al ataque reprimiendo brutalmente la manifestación. Ante el desbande de los trabajadores, se los persiguió por las calles céntricas. El saldo fue de varios heridos y 7 detenidos, entre ellos Juan Martín Laffitte, delegado de los cosecheros “autoconvocados”. Al ser liberados recién al día siguiente, todos “acusaban graves golpes sobre sus rostros y espaldas. En algunos casos se registran quemaduras” y tres de ellos debieron ser hospitalizados ante la gravedad de las torturas a las que fueron sometidos.7
Lejos de apoyar los reclamos de los cosecheros, a los pocos días de la represión, el secretario general del Sindicato de la Fruta, declaraba a la prensa que: “la policía es obvio que tiene que actuar para cuidar a la comunidad (…) no estoy de acuerdo con reprimir, pero no se le puede cortar la calle a los ciudadanos de Concordia, que están trabajando, que están comprando, y por gente que quiere vivir de la dádiva no puede circular con tranquilidad”.8
Ante este panorama, se plantea la necesidad de fortalecer la organización independiente de los trabajadores del arándano, que les permita afrontar la doble lucha que tienen por delante: contra la patronal y el estado burgués, pero también contra los representantes de los intereses burgueses en el interior de la clase obrera, la burocracia sindical, personificada en este caso por la UATRE y el Sindicato Obrero de la Fruta.
NOTAS
1 Audisio, Nahuel: “La crisis y su impacto en los trabajadores del arándano”, en El Aromo n°49, 2009.
2 Ver www.capab.org.ar, Newsletter Febrero 2010.
3 “Los productores arandaneros aseguran que nuevamente tuvieron un mal año”, en Río Uruguay 28/12/2009.
4 “Nuevos pedidos de quiebra de empresas aranderas argentinas”, en www.latinberries.net, marzo de 2010.
5 Ver www.latinberries.net, abril de 2010.
6 Diario Junio de Concordia, 5/10/2009.
7 Diario Uno, Entre Ríos, 22/12/2009.
8 Diario Río Uruguay, Entre Ríos, 24/12/2009.