Por esta razón, es clave lo que suceda el 17 de diciembre en las elecciones internas del PJ bonaerense. Si la línea de Espinoza pierde, lo cual es altamente probable, Cristina ya no podrá imponer muchas condiciones. Pero en la vereda de enfrente se encuentra el macrismo, que la necesita viva para alimentar el antagonismo que le permitió imponerse en las últimas elecciones, porque divide al peronismo en el terreno legislativo y en el electoral
Federico Genera
Laboratorio de Análisis Político
El pasado 22 de octubre, Cristina Kirchner subió al escenario cerca de la medianoche a reconocer su primera derrota electoral. No obstante, se animó a ubicarse como la única alternativa política frente a Cambiemos, mientras sus militantes gritaban eufóricos contra Massa. Pocos días después, De Vido era despojado de sus fueros sin ningún kirchnerista que saliera en su defensa, para terminar preso en Ezeiza. Gobernadores, que otrora habían apoyado a la Dama, salieron a decretar públicamente el fin de la “era kirchnerista” y la principal espada de Cristina en el conurbano, Fernando Espinoza, perdía la manija del PJ bonaerense a manos de intendentes apurados por despegarse de los derrotados. Todo este gran circo no hace más que poner en evidencia una crisis que se inició en 2013 y hoy está en su momento más álgido.
Ya nadie va a votar tu remera
Como dijimos, el kirchnerismo se encuentra en uno de los momentos más profundos de una crisis política que arrancó hace ya varios años. El sello de Frente Para la Victoria (FPV) cumplió durante los doce años de gobierno el rol de articulador entre los justicialismos provinciales, organizaciones territoriales y agrupamientos más chicos afines al kirchnerismo. Una vez afuera del poder, esta alianza se vino abajo. El FPV nunca fue más que una alianza fundada en el poder económico del Ejecutivo nacional. El kirchnerismo nunca pudo construir una fuerza política propia a nivel nacional, y eso se evidencia en algo tan sencillo como las denominaciones que adquirió el PJ en cada provincia. De todos los gobernadores que compitieron con el sello del FPV en 2015, ocho lograron ganar, pero solo tres mantuvieron esa denominación para estas elecciones: Chubut, Santa Cruz y Rio Negro. Solo en la última provincia el FPV obtuvo una victoria, aunque la lealtad a la “Jefa” de su candidata es más que dudosa. Tres días después de renovar su banca en las elecciones, María Emilia Soria bajó a la sesión de Diputados y votó contra De Vido, aun cuando los kirchneristas, sabiéndose derrotados, habían decidido ausentarse. Si así se comporta la propia tropa…
El resto de los gobernadores decidió sacarse la sigla de encima para diferenciarse del kirchnerismo. El caso de San Luis resulta paradigmático. Los hermanos Rodríguez Saá, aliados de Cristina en las PASO, salieron 30 puntos debajo de Cambiemos. A punto de perder el control de una provincia que manejan a su antojo desde el 83, tuvieron que realizar serios cambios en la estrategia de cara a las generales. Además de repartir becas y electrodomésticos por doquier, tomaron distancia de la figura de la ex presidenta. Así, lograron remontar en las elecciones y terminaron por encima del candidato macrista. Hasta la propia Cristina necesitó renovar su imagen para aspirar al triunfo. Paradójicamente, tuvo que “deskirchnerizarse”…
La pérdida de esa estructura nacional es lo que explica que el kirchnerismo haya pasado del ya mítico 54% a escasos 20 puntos, concentrados casi exclusivamente en un solo territorio, la provincia de Buenos Aires. Allí no hubo mayor sorpresa. Cristina obtuvo apenas lo que el aparato del PJ bonaerense le garantizó en cada contienda. En el año 2005, cuando Néstor le disputó (con éxito) el aparato de los intendentes a Duhalde, logró un 45,77% de votos, consolidando éste número para las presidenciales 2007 donde llegó al 48,24%. La crisis política que generó el conflicto con el campo hizo que buena parte de los intendentes se aparten de Néstor. Así fue como cayó a un 32,11% de votos frente al 34,58% que obtuvo De Narváez. Esa elección le costó la presidencia del PJ a Néstor, que quedó en manos de Scioli. Una situación parecida es la que vivió en 2013, cuando Sergio Massa se llevó a buena parte los intendentes, obteniendo casi 44% de los votos propiciándole una de las peores derrotas al FPV. Hoy Cristina, con el aparato de su lado, obtuvo un 36,25% de los votos. Pero, como veremos, son votos que no le pertenecen a ella sino a los intendentes.
Buenos Aires Karma
Como ya explicamos anteriormente, Cristina se presentó en Buenos Aires por dos sencillas razones: en Santa Cruz era imposible obtener una victoria por la profunda crisis social en la provincia y contaba con el apoyo de Fernando Espinoza, con el que se alineaba el grueso de los intendentes peronistas. El apoyo de los intendentes le permitió imponerse en las PASO, pero estos no quedaron conformes con la performance, así que tras las primarias comenzaron los realineamientos.
En principio, Cristina arrancó la campaña para las generales con el pie derecho: logró arrebatarle dos intendentes a Randazzo. El caso más resonante es el de Juan Zabaleta, de Hurlingham. Con una pésima performance en las PASO, fue a buscar el milagro con Unidad Ciudadana, pero no le alcanzó: no pudo meter ni un consejal. El segundo caso es Echarren, de Castelli, aunque no parece haber ayudado mucho. El corte de boleta allí favoreció al PRO, que se impuso en los cargos nacionales. En las elecciones locales, la lista del intendente se ubicó primera, superando por 15 puntos a Cambiemos que obtuvo el segundo lugar.
Entre las PASO y las generales, Cristina perdió distritos, en muchos casos por los propios intendentes, que alentaron el corte de boleta para asegurarse posiciones a nivel local. En varios municipios que había ganado en las PASO perdió la general: Patagones, Laprida, Tres Lomas, Las Heras, Cañuelas, Berisso, Pilar y Lanús. Y en otros distritos, el PRO le achicó muchísimo la diferencia. Además, como señalamos, también hubo distritos en los que campeó el corte de boleta: Tres Lomas, Laprida, Adolfo González Chávez, Tapalqué, Pilar, Tordillo, General Paz y Leandro Alem. Allí, los jefes comunales de UC ganaron y Cristina no. Una muestra más de que esos votos no son de Cristina. A esto se agregan los intendentes que apoyaron la lista de UC y perdieron en ambas contiendas, como Tres de Febrero, Ituzaingó, Cañuelas, Mercedes y Navarro, entre los más importantes. Y otros que contaron los porotos hasta el final, como Walter Festa en Moreno. Para colmo, los pocos intendentes estrictamente camporistas perdieron por paliza en sus distritos. En Mercedes, donde gobierna Juan Ignacio Ustarroz, hermano de Eduardo “Wado” de Pedro, Cambiemos sacó el 51,58% contra el 29,48% del candidato de Unidad Ciudadana. En San Antonio de Areco, donde gobierna Francisco “Paco” Durañona, La Cámpora perdió por 23 puntos. Cambiemos sacó el 54,28% contra los 31,38% de Unidad Ciudadana. En tanto que en 25 de Mayo, distrito gobernado por Hernán Ralinqueo, Cambiemos sacó el 48,54% contra el 35,04% del candidato camporista.
Los intendentes le soltaron la mano a Cristina antes del domingo 22 de octubre. La magra diferencia de 0,21% en las PASO, por la cual se consagraba “ganadora”, solo podía ser festejada por un ejército de ciegos rumbo a un precipicio. Los intendentes en estas elecciones se jugaban mucho: presupuesto 2018, obras públicas y el fantasma que tanto temen: que Vidal les arranque el Fondo de Infraestructura Municipal. Hoy sus condiciones de negociaciones son peores que hace dos años, y lo saben, por esta razón el PJ bonaerense también está en crisis. Temiendo la derrota, entre agosto y octubre los intendentes comenzaron a buscar refugio ante la inminente debacle. Por eso algunos apostaron al corte de boleta y otros a buscar salvavidas antes del naufragio. Tres intendentes de los más importantes de UC se reunieron con Pichetto antes de las generales: Gustavo Menéndez de Merlo, Leonardo Nardini de Malvinas Argentinas y Santiago Maggiotti de Navarro. No trascendió mucho de esa reunión, pero juntarse con quien más improperios le dio a CFK dentro del peronismo es, por lo menos, extraño. Es muy probable que la presencia de Menéndez coincida con su posible candidatura a conquistar el PJ bonaerense a fines de este año.
A días de la derrota, al reunirse el PJ bonaerense, se confirmó lo que se anticipaba. Se debía fijar fecha de elecciones y su presidente, Espinoza, pretendía que le extendieran el mandato hasta marzo. Aspiraba a desensillar hasta que aclare, y recomponer el aparato pensando en su reelección. Pero los intendentes le pasaron factura a quien los arrastró detrás de CFK y lo obligaron a convocar a elecciones en diciembre. Se encuentra en marcha un operativo para sacarse de encima a los mariscales de la derrota. El único sueño de Cristina para 2019 es no pasar las fiestas en la cárcel.
Entre la candidatura y Ezeiza
Las elecciones, sin embargo, no fueron mejores para el resto de los presidenciables peronistas. Urtubey, como buena parte de los gobernadores, perdió en su distrito. Massa hizo un papelón y ya anticipó su retorno al PJ. Hoy, a pesar de la derrota, el kirchnerismo puede darse el lujo de disputarle el peronismo a cualquiera de sus rivales. Ninguno obtuvo una performance mucho mejor que la de Cristina. El problema es que si los intendentes bonaerenses terminan de darle la espalda, el kirchnerismo quedará como lo que realmente es, una cáscara vacía. Por esta razón, es clave lo suceda el 17 de diciembre en las elecciones internas del PJ bonaerense. Si la línea de Espinoza pierde, lo cual es altamente probable, Cristina ya no podrá imponer muchas condiciones.
Pero en la vereda de enfrente se encuentra el macrismo, que la necesita viva para alimentar el antagonismo que le permitió imponerse en las últimas elecciones, porque divide al peronismo en el terreno legislativo y en el electoral. Es la llave de la “gobernabilidad” y de la reelección en 2019. El macrismo aquí camina al fil: un avance de las causas por corrupción puede llevar a Cristina a la cárcel y retirarla anticipadamente de la política. Una Carrió envalentonada por su aplastante triunfo, operando sobre la Justicia, lleva por ese camino. Pero retirada Cristina, nada impediría la unificación del PJ a nivel nacional y la emergencia de un antagonista de peso para 2019. Lo que le conviene a Mauricio es una Cristina asediada por la Justicia, pero libre. Seguramente lo consiga, Carrió no es la única capaz de operar sobre los tribunales…