La dinámica de acumulación de capital en la rama de indumentaria china, exacerbada tras su ingreso a la OMC en diciembre de 2001 y el fin de las cuotas a la importación de textiles, comienza a manifestar los primeros síntomas de estancamiento como principal proveedor mundial. Dadas las características de la rama, nuevas economías con mano de obra relativamente más barata disputan cuotas de mercado. Para entender las causas de esta decadencia, recorreremos el ascenso de la rama en el dragón asiático. Vemos que los factores que permitieron su crecimiento son los mismos, producto de la competencia entre capitales y de la crisis mundial, que minan su reinado.
Vestidos en cuotas
El mercado mundial de textiles e indumentarias contó, casi por 40 años, con ciertas medidas regulatorias. Estas fueron acordadas por las principales potencias económicas con el propósito de proteger a sus industrias locales frente a la avalancha de importaciones desde economías más competitivas como Japón y el sudeste asiático.1
En 1974, alrededor de 40 naciones firmaron el Acuerdo Multifibras (AMF), el cual reemplazó al Acuerdo de Largo Plazo del Comercio Internacional de la Industria Algodonera firmado bajo el GATT en 1962. El AMF había sido concebido como un acuerdo de transición para la eliminación de las cuotas de importación. Sin embargo, se terminó renegociando por 20 años más. Recién en 1995, fue reemplazado por el Acuerdo de Textiles e Indumentarias (ATI), el cual acordaba la eliminación, en el término de 10 años, de las cuotas de importación. Durante todo este tiempo, las cuotas permitieron la inserción de economías que no estaban en condiciones de competir frente a los países asiáticos, como México. Sin embargo, a medida que se fueron liberando las cuotas amparadas en ese acuerdo, comenzaron a sucumbir frente a las economías con bajos costos laborales.2
En la actualidad, EE.UU., Japón y 15 países de la Unión Europea (EU15) importan el 70% del comercio mundial de indumentaria. En 2008, el 41% fue a EU15, seguido por EE.UU. con el 22% y por Japón con el 6,9%.3 Tras la eliminación de las cuotas, en 2005, las importaciones de indumentaria de EE.UU. casi se duplicaron en relación a 1995, alcanzando los 80 mil millones de dólares.4 Hasta 2002, México con el 14% era el principal proveedor de indumentaria de EE.UU. A partir de 2003, las exportaciones chinas hacia EE.UU. experimentaron un notable crecimiento. En el primer año luego de cumplida la eliminación de las cuotas, las ventas de indumentaria china hacia EE.UU. alcanzaron los 15 mil millones de dólares. Esto es, 6 mil millones más que 2004. Desde entonces, la participación de China en el total importado por EE.UU. pasó del 13% al 37% en sólo 4 años. Vietnam, cuya participación en 2000 se encontraba por debajo del 1%, pasó al 4% en 2005 y al 8% en 2009. En la vereda de enfrente, nos encontramos con Hong Kong: su participación en el total importado por EE.UU. en 1995 era del 12%, mientras que cayó a menos del 0,5% en 2009. Corea del Sur y Taiwán mostraron una tendencia similar.5 Al igual que ocurrió con las empresas radicadas en México, estos capitales sucumbieron frente a los países con menores costos laborales.
Cortados con la misma tijera
La clave de la localización de la producción de indumentaria, y de los cambios en la misma, es el valor de la fuerza de trabajo. Ligada a los cambios en las modas, al surgimiento de nuevas telas, colores, modelos y al cambio de estaciones del año, su naturaleza crea un obstáculo para que la rama pueda estandarizar su producción y facilitar la producción en gran escala. Además, presenta límites a la mecanización del proceso de trabajo, que permita objetivarlo y arrancar su dependencia de la pericia y habilidad del obrero. Después de la máquina de coser, la cual provocó una revolución en términos de productividad por obrero, los cambios técnicos ocurridos en este sector se limitaron a la especialización de esa máquina para la realización de ciertas tareas constitutivas.6
Todas estas características hacen que la rama tenga una baja composición orgánica del capital (la relación entre la maquinaria utilizada y la fuerza de trabajo). Eso provoca que tienda a transferir plusvalía a sectores de mayor composición orgánica. Para atenuar esto, los capitalistas recurren a la sobreexplotación de la fuerza de trabajo, ya sea con salarios muy bajos o extensas jornadas laborales.7 La rama es permeable al ingreso de capitales pequeños, en gran parte debido a que el desembolso inicial es relativamente bajo y la mano de obra para valorizar el capital no requiere de grandes calificaciones. Por ende, el sector se caracteriza por una gran concurrencia, que obliga a los capitalistas a bajar el principal costo, el laboral, para no ser barridos por la competencia.
Debido al techo en su desarrollo técnico, la rama puede absorber parte de la sobrepoblación relativa, pagando salarios por debajo del valor de reproducción. Cuando la mano de obra local empieza a encarecerse, los capitales consideran nuevas economías hacia donde trasladar su producción. Primero fue Japón, luego el sudeste asiático. Por último, llegó el turno de China.
Pero desde los últimos años, el menor costo laboral de otras economías jaquea a la indumentaria china. Según un reporte de 2008, el costo laboral de un obrero chino era de entre 0,86 y 1,08 centavos de dólar por hora, según se tratara de empresas situadas en la zona costera o el interior del territorio chino, y de entre 0,55 y 0,80 para zonas alejadas de los grandes puertos.8 Por ello, si tomamos la zona costera china, los costos laborales han experimentado un incremento de entre un 50% y un 89% en relación a los 0,57 dólares por hora de 2002. A la luz de estos incrementos, y de los costos relacionados con la infraestructura y la localización de la producción al interior del país, los capitales radicados allí comenzaron a analizar otras economías. Entre ellas Bangladesh, con costos laborales en dicha rama de 0,22 dólares la hora, Camboya con 0,33, Pakistán con 0,37, Vietnam con 0,38, Sri Lanka con 0,43, Indonesia con 0,44 e India con 0,51 dólares la hora. Fuera de Asia, Haití cuenta con costos similares a estos últimos ejemplos, con oscilaciones entre 0,49 y 0,55 dólares la hora. Hasta en Egipto, donde los costos laborales alcanzaron los 0,83 dólares promedio, se instalaron talleres de indumentaria.9 De esta forma, la indumentaria china ha perdido competitividad frente a otras economías con costos laborales relativamente más bajos, a pesar de que las exportaciones chinas representaron un tercio del comercio durante 2007.10
¿Mucha tela para cortar?
Tal como hemos desarrollado en artículos anteriores, el crecimiento del déficit externo norteamericano estuvo basado en la creación de deuda que era acumulada principalmente por Japón y China, que utilizaban su creciente superávit comercial para alimentar este circuito vicioso. Esto provocó la expansión del capital ficticio a escala mundial.11 El estallido de la crisis capitalista, durante 2008, puso al desnudo la fragilidad de este crecimiento. En el caso de China, las exportaciones de indumentaria cayeron un 11% interanual durante los primeros diez meses de 2009.12 En el caso de Vietnam, la caída fue más moderada, en torno al 4% en igual período de referencia, aunque en 2009 sus exportaciones de indumentaria experimentaron un modesto crecimiento del 1%,13 gracias a las compras del mercado japonés.
El aumento de los costos laborales en China, producto de la acumulación de capital, comenzó a erosionar la competitividad en una rama donde el peso del componente asalariado es muy importante.14 A ello, se le agrega el hecho que los trabajadores chinos se encuentran más organizados que en el resto de las economías de mano de obra barata. Entre 2007 y 2008, se vivieron importantes protestas colectivas debido a violaciones en las leyes laborales, lo cual llevó al gobierno a implementar una nueva ley de trabajo que obliga a las empresas a pagar un salario mínimo, inscribir a los trabajadores y alargar los plazos de los contratos.15 Para finales de 2008, la Federación China que nuclea a todos los sindicatos (ACFTU) contaba con 212 millones de miembros, incluyendo 70 millones de trabajadores migrantes.16 En síntesis, la crisis mundial deja entrever la sobrecapacidad productiva existente en la rama a nivel mundial, con particular énfasis en China. Otra vez, la situación nos muestra que China, incluso por la vía de la competitividad en base a bajos salarios, no ha logrado evadir la crisis.
NOTAS
1 Martin, M.: “Us clothing and textile trade with China and the World: Trends since the end of Quotas”, CRS Report for Congress, Julio de 2007.
2 Adhikari, R. y Yamamoto, Y.: “The textile and clothing industry: Adjusting to the post-quota world”, en Desarrollo industrial para el siglo XXI, ONU, 2007.
3 Datos de la OMC.
4 Adhikari y Yamamoto: op cit
5 Secretaría de Comercio de EE.UU. – Departamento de Textiles e Indumentaria: http://otexa.ita.doc.gov/scripts/tqads2.exe/catdata.
6 Pascucci, S.: Costureras, monjas y anarquistas. Ediciones ryr, Bs. As., 2007; McGuckin, R y Spiegelman, M: “Restructuring China´s Industrial Sector: Productivity and Jobs in China”. WPS Vol 2004-13, 2004.
7 Pascucci, S: “Modas Kirchner. La producción de indumentaria y las Pymes”, El Aromo nº 19, 2005.
8 Apparel Manufacturing Labor Costs in 2008: Statistical Report of Emerging Textile.
9 Ídem.
10 Bi, W.: “China’s textile industry becoming less competitive”, Bloomberg.com, 8/1/2008.
11 Magro, B.: “China y sus dólares”, El Aromo nº49, 2009.
12 Magro, B.: “Nada nuevo bajo el sol”, El Aromo nº 51, 2009.
13 “Vietnam´s apparel export to the US and EU drop”, en www.sourcinginvietnam.com/blog/vietnams-apparel-export-to-the-us-and-eu-drop.htm.
14 China Export: Chinese apparel exports expected “ice-braking”, en www.firstbtob.com/news/990.
15 Media Eghbal: “China´s rising labour costs”. Euromonitor (Junio 2008), enwww.euromonitor.com/Special_Report_Chinas_rising_labour_costs
16 China Labour Bulletin: “Going it alone. The workers movements in China (2007-2008)”, julio 2009, en www.china-labour.org.hk/en/files/share/File/research_reports/workers_movement_07-08_print_final.pdf.