En busca de la deuda perdida. Las razones del cepo al dólar y la posible reapertura del canje – Emiliano Mussi

en El Aromo nº 70
En busca de la deuda perdida
Las razones del cepo al dólar y la posible reapertura del canje 
 
Emiliano Mussi
OME-CEICS
 
¿Usted pensaba que el gobierno había roto el ciclo de endeudamiento de los noventa? Vea como el kirchnerismo no hace otra cosa que tratar de imitar lo que bien supo hacer el menemismo: pedir prestado afuera. Pero para lograrlo, necesita primero tomar todos los dólares que se pueda. De ahí se desprende el cepo cambiario que afecta las ganancias de la empresas extranjeras, pero también los ahorros de la clase obrera.
 
El kirchnerismo necesita plata. Por la vía de la recaudación, como muestra la nota de Damián Bil en este número, no consigue más.  Las retenciones y el doble tipo de cambio le otorgan una porción de la renta de la tierra, pero no alcanza. YPF, más que caja, hasta ahora le dio problemas. La ANSES ya fue estatizada y no da para todo. Emitir genera inflación, y aunque puede posponer los problemas, no es una solución. Como veremos, la alternativa que le queda sin avanzar sobre la propiedad capitalista es endeudarse. El gobierno dice no querer seguir esta alternativa. Como tantas otras veces, apela al doble discurso. Todo el affaire Griesa y la desesperación por no caer en default muestran lo contrario: desea endeudarse más que nunca. Pero no es un camino fácil. En gran medida, el cepo cambiario que afectó la capacidad de ahorro de una fracción de la clase obrera y de la pequeña burguesía, y que resquebrajó su hasta ahora sólida alianza con el capital extranjero al impedir la remisión de utilidades fuera del país, tiene por objetivo permitir el acceso al endeudamiento. 
Aunque suene contradictorio, el gobierno acapara dólares para no caer en default y poder re-endeudarse. Se pelea con las multinacionales y, de esa forma, aspira a ser confiable ante el mundo financiero. Ajusta en forma parcial para poder volver a expandir su gasto en un año electoral y sostener las alianzas que construyó con el capital y la clase obrera.
En este sentido, la oferta monetaria global a tasas bajas, expresión de la crisis mundial, como las que recibieron Uruguay y Bolivia en estos días, al 4% de interés, es tentadora como fuente de riqueza extraordinaria. Aunque, en general, la izquierda considera que la deuda es una sangría para el capitalismo local, en realidad es una fuente de riqueza que entra al país. La dictadura y Menem pudieron financiar, gracias a ella, transferencias a la burguesía en crisis y cierta expansión del consumo interno. Por supuesto, en algún momento hay que pagarlo, pero en general el mecanismo es que la plata fluya hacia el capital privado, este pueda valorizarse y luego el Estado asuma la deuda, como en 1981, ‘89 y 2001. El problema no es la deuda sino la incapacidad del capital local, por su baja competitividad internacional, para pagarla. En este sentido, la presión por endeudarse no es sólo del gobierno para cubrir el déficit fiscal, sino del conjunto del capital radicado en el país. 
 
Más deuda “para todos”
 
Ante la dificultad para tomar créditos afuera, el gobierno apeló al endeudamiento interno. Mientras que en los ‘90 el grueso del endeudamiento era externo, hoy día es al revés: el 66% del total es interno. ¿Quién es el acreedor? Aunque usted no lo crea, el 55% está en manos del propio Estado. El BCRA, el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES y el Banco Nación son los que más bonos compraron al gobierno. Esto habla de la quiebra fiscal a la que se enfrenta el kirchnerismo en lo profundo de las apariencias. De ahí, la fragilidad del endeudamiento público y la búsqueda desesperada de volver al financiamiento externo. 
No sólo el Estado desea deuda para tapar sus problemas. El capital privado necesita del financiamiento como del agua. A junio de este año, el endeudamiento del sector privado no financiero, contando las deudas con empresas vinculadas, ascendió a 66.000 millones de dólares. El rubro que más creció fue el de “proveedores”, que desde el 2003 a diciembre de 2011 lo hizo en un 128%. Pero a las empresas no les alcanza. El cierre al mercado externo los afecta incluso más que al Estado. Ellos no pueden generar su propia deuda (interna). Pese al crecimiento descripto, las cifras del Ministerio de Economía muestran que el endeudamiento privado es muy bajo en términos históricos. Las transferencias a través de subsidios permiten en parte compensar esta carencia. Pero con una tasa de interés a nivel mundial tan baja, el no poder endeudarse es un negocio perdido. Por eso, el capital privado más concentrado también puja para que la Argentina salga del default, y así, acceder a crédito barato.
Este deseo compartido entre Estado y empresarios todavía no pudo cumplirse durante la era K. El problema al que se enfrenta el gobierno es que al tener una parte de la deuda todavía sin negociar, no se presenta como un deudor confiable, capaz de devolver lo que le prestan. 
 
Pagar para ver
 
La Argentina aún tiene en default 34.285 millones de dólares. Por eso, hasta el momento, sólo tiene posibilidades de endeudarse a tasas de interés altas, de alrededor del 13%. De ahí la urgencia de terminar de pagar todo lo que debe para que le vuelvan a prestar con menor interés. Para poder endeudarse, primero hay que saldar estas deudas. Como en el póker, nada garantiza que una vez hecho el depósito el fondo quedará para uno. Pero si no se cumple ese paso fundamental, las chances son nulas. 
Esta tensión entre pagar y volver a endeudarse se ve en la evolución del endeudamiento. En estos años los pagos crecen a la par que la nueva deuda. Del 2003 al 2012 se pagaron en total casi 44.000 millones de dólares de intereses., El endeudamiento total (externo e interno) creció 50.000 millones de dólares desde comienzos del 2007 hasta junio del 2012. Es casi el mismo monto de la quita que había negociado Néstor en el 2005, cuando se pasaron de 190.000 millones a 130.000. Por esa razón, el endeudamiento total hoy en día está en aquellos mismos valores, la magnitud más grande desde 1994. 
Para seguir este ritmo de pagos y salir del default hacen falta dólares. Las retenciones y la compra de divisas en el mercado no alcanzan. La balanza comercial es deficitaria (se importa más de lo que se exporta). En gran medida, por la necesidad de comprar energía en el exterior. A eso se suma la dependencia de la industria local de insumos importados. De ahí, en parte, la decisión de controlar el mercado de cambios. Con el cepo cambiario, el gobierno logró después de unos años que las reservas volvieran a crecer. Por un lado, cortó la remisión de utilidades y dividendos al exterior, y restringió las importaciones. Las remesas al exterior habían crecido en forma constante desde el 2003, alcanzando 4.500 millones de dólares en 2011, lo cual explica la excelente relación con el capital extranjero radicado en el país. Con el control cambiario esto se detuvo: en los nueve meses del 2012 se remitieron al exterior sólo 110 millones a diferencia de los 3.300 millones del año pasado en el mismo período, casi un 97% menos [1]. Los mismos datos se encuentran en la formación de activos externos. En los nueve meses del 2012 se fugó menos cantidad que en los primeros tres del año pasado. De los 34.000 millones de dólares que salieron el año pasado (segundo año de importancia luego del 2008, con 38.000 millones dólares), en estos tres trimestres sólo fueron 6.500 millones.
Los dólares que retuvo le servirán para afrontar los nuevos pagos de deuda. Este año tuvieron que afrontar 21.000 millones de dólares de vencimientos (17.000 millones en concepto de capital y 3.000 millones de interés). El año que viene la suma será más alta: 17.000 millones de capital y 6.000 millones de interés. En el 2014 y 2015 la suma total será de 32.000 millones de dólares. Con todo, no está claro si alcanzará para satisfacer a los acreedores internacionales del Club de París y si la Justicia de los EEUU le otorgará la posibilidad de reabrir el canje con los Fondos Buitres, como propuso el Ministerio de Economía Hernán  Lorenzino, luego de jurar que no negociaría con ellos.
La aspiración del gobierno para volver a endeudarse, como vemos, pone en riesgo las alianzas sociales que había tejido y sobre las que sostiene. De conseguir el objetivo, un flujo de riqueza permitirá reproducir en forma parcial el sostenimiento de una burguesía nacional y extranjera incapaz de sustentarse por sí misma, dada su baja competitividad internacional. Pero aun si lo lograse, no está claro en que magnitud ni por cuánto tiempo. Además, al haberse roto relaciones básicas de armado de poder, habrá que ver si podrá evitar el estallido de la crisis política en ciernes. 
El problema del endeudamiento muestra los límites concretos del gobierno. Al tratar de administrar un capitalismo fundido, no hace más que retroceder, donde cada vez tiene menos margen de maniobra, con la pared detrás de su espalda. El problema para la clase obrera es que las alternativas patronales no le implican una mejora. Como vemos, la necesidad de endeudarse no es un problema del kirchnerismo sino de la debilidad de un sistema social que la oposición también defiende. 
egresos

NOTAS:
[1] El 25% lo explicaba el sector petrolero, uno de los elementos a la hora de tener en cuenta para evaluar la privatización de YPF.  

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