Los problemas se hacen reales sólo cuando la realidad los plantea. Nunca antes. Podemos pasarnos horas discutiendo sobre cualquier cosa. Nunca pasará de charla de café si se trata de un problema no planteado por la realidad. A la inversa, un problema planteado por la realidad impide la divagación excesiva, en tanto la acción no puede esperar. No significa que no se deba estudiar, debatir y hacer propuestas. Todo lo contrario. Pero ninguna de esas nobles actividades puede realizarse en abstracción de las exigencias de la acción necesaria. En algún momento el debate debe concluir y la discusión cesar porque lo pactado debe realizarse. La pregunta, entonces, es: ¿cuál es el problema planteado por la realidad argentina hoy? Y nos aventuramos a dar una respuesta que no puede hacer otra cosa que generar nuevas preguntas: la crisis orgánica del capitalismo argentino. Ahora bien, la nueva pregunta es: ¿qué alternativas hay? En principio, sólo dos: la crisis actual resulta en una confirmación de las presentes relaciones sociales, con su secuela de miseria, hambre y muerte para millones, o culmina en una salida revolucionaria y definitiva de esos problemas. Casi todos los textos de este número buscan demostrar que no hay «terceras» vías: la Argentina es un país cuyos senderos se bifurcan. No se puede avanzar sin tomar una decisión en uno u otro sentido.
Pero quienes vayan a decidirse por la segunda opción, se encontrarán con otra serie de preguntas. Por empezar: ¿cómo se transforma la realidad? La respuesta ya ha sido puesta sobre la mesa durante las jornadas del 19 y 20 de diciembre del año pasado: mediante la acción colectiva. Pero también la realidad ha demostrado que no cualquier acción colectiva es válida. Entonces, la pregunta obvia resulta ser cuál es esa acción colectiva. Las masas han avanzado en la Argentina al punto de ser capaces de derrocar gobiernos anti-obreros. Pero esto, también se ha visto, no alcanza: no basta con decir ¡Que se vayan todos! Es necesario que las masas no se limiten a decir quién no debe gobernar, sino que gobiernen ellas mismas. Pero quienes hayan ya protagonizado el fenómeno de las asambleas populares saben que no basta con juntarse en una esquina, en el lugar de trabajo, en las facultades. Es necesario que esas asambleas se constituyan en poder. Pero el poder social está en manos de otros, ¿cómo arrancárselo? Es necesario un instrumento que pueda soldar la fuerza dispersa de los explotados y oprimidos. Ese instrumento es el partido revolucionario. Si las masas no oponen al poder organizado de la burguesía su propio poder organizado, el resultado será la derrota. Ya lo hemos visto en los años ´70.
RyR se ha dedicado a documentar el desarrollo del capitalismo argentino, con la esperanza de colaborar en la construcción de una alternativa revolucionaria. Espera aportar a ello con su producción científica. Desde un comienzo, quisimos una revista de productores, un frente de científicos que se preocuparan por colaborar en la resolución de los problemas que plantea la realidad. Es por eso que este número está dedicado a proveer materiales para pensar el problema crucial del momento, la organización del poder concentrado de los oprimidos y explotados dispuestos a terminar con la opresión y la explotación, el partido de la revolución. No escapará a los lectores que el colectivo de RyR opina que ese partido ya ha dado sus primeros pasos, que está naciendo en el seno del movimiento piquetero, más específicamente, en el conjunto que compone el Bloque Piquetero Nacional y sus aliados. Demás está decir que hacemos nuestra su política. Frente a las encrucijadas, elegimos transitar por ese sendero que lleva a otro país, a otra sociedad.
