Las elecciones del domingo en Venezuela han dejado un resultado y un dato contundente. Es la primera vez durante todos estos años, que la clase obrera le da la espalda y rechaza, masivamente, al chavismo. Según el propio oficialismo, sus listas obtuvieron un 67% de votos. Sin embargo, según terminó reconociendo el propio CNE afín al régimen, solo el 30% de la población concurrió a votar. Es decir, cerca 7 de cada 10 venezolanos se abstuvieron de participar, constituyendo una abstención de alrededor del 70%. Esto significa que, en realidad, sobre cerca de 20 millones de votos empadronados, el oficialismo solo obtuvo entre un 15 y un 20%, en unas elecciones que el propio Maduro había vendido como un referéndum de su presidencia. Esto según datos oficiales, los cuales obviamente son muy poco confiables, y al mismo tiempo que no se han difundido aún los datos de los votos blancos o nulos. Todo esto indica que muy probablemente el apoyo cosechado por el chavismo haya sido mucho menor que el formalmente anunciado. De esta forma, lo que se ha conseguido con las elecciones es medir el descontento de la clase obrera con el chavismo, algo que hasta el momento solo veíamos a través de movilizaciones aisladas, de luchas por reclamos muy puntuales. Ahora, podemos ponerle un número más o menos preciso al nivel de rechazo por parte de la clase obrera y las posibilidades de apelar a ella.
Si bien las elecciones en Venezuela no son obligatorias, se trata de un índice de abstención muy alto, comparable con el conseguido por Hugo Chávez en las elecciones parlamentarias del 2005, cuando la abstención fue del 65%, o la abstención del referendo consultivo y la Asamblea Constituyente 1999, donde fue del 62% y 53%, respectivamente. Incluso, el aumento de la abstención se ve en relación al propio Maduro, que en las elecciones presidenciales del 2018 había sido del 54%, cuando él obtuvo poco más de 6 millones de votos, en comparación con los cerca de 4 millones de votos que obtuvo en estas elecciones. Si comparamos con las elecciones parlamentarias del 2015, la participación había sido de cerca del 70%, y la oposición había obtenido 7.7 millones de votos y el chavismo obtuvo 5.6 millones de votos. Es decir, por donde se lo mire, el retroceso político del chavismo es descomunal.
Lo que vemos entonces es una profundización de la descomposición del chavismo, que ha venido perdiendo votos de manera sistemática, por lo menos desde el 2013. A esto, hay que sumarle que para estas elecciones el chavismo recurrió a toda una serie recursos de amenazas a intimidación. El propio Diosdado Cabello amenazó públicamente a la clase obrera con su frase de “el que no vota, no come”. El día de la elección, se instalaron los llamados “puntos rojos” donde los colectivos escaneaban los “carnet de la patria” para saber si se registraba o no la participación en las elecciones, y en el caso de que no, lo amenazaban para que vote. En los barrios, comandos de militantes chavistas recorrieron departamento por departamento para “convencer” del voto, ofreciendo la entrega de garrafas a cambio de que vayan a votar. Es decir, que ese 20% real del voto obtenido por el oficialismo también debe ser cuestionado ya que una parte del mismo responde más a las amenazas y el clientelismo político que a un apoyo a la dictadura.
Detrás del chavismo, quedó la Alianza Democrática (con los partidos intervenidos AD y COPEI, Movimiento Ciudadano, Avanzada Progresista y Cambio) con 17,5%, Venezuela Unida (con los partidos intervenidos de PJ y Voluntad Popular) con 4,1%, y el PCV (apoyado por la militancia real de los intervenidos TUPAMAROS y el PPT) con 2,7%. Si bien el chavismo obtuvo una clara mayoría, no ha alcanzado los dos tercios de la Asamblea Nacional, lo que lo obligara negociar ciertas leyes con la “oposición”. Teniendo en cuenta que el gobierno no ha mostrado el menor empacho en intervenir partidos opositores, o anular cargos electos, los acuerdos en legislativos no serán un obstáculo para gobierno. Por eso el listado de partidos que aparecen detrás del Gran Polo Patriótico es algo anecdótico. Lo único que necesitaba el gobierno realmente era una parodia de democracia para tratar de venderse en el extranjero.
Como hemos dicho, Maduro apostó a recomponer la situación institucional como forma de reconstruir la situación económica. Con estas elecciones, el gobierno controla la Asamblea Nacional, el Poder Judicial, la mayoría de las gobernaciones y alcaldías, así como también las fuerzas militares, que han permanecido ligadas al régimen a pesar de los intentos de Guaidó por quebrar la cadena de mando. Con todo esto, buscará normalizar las instituciones jurídicas y políticas, para así poder atraer inversiones, aprovechando la existencia de una mano de obra barata y fuertemente reprimida, y poder acceder a endeudamiento externo.
Por eso, el chavismo ahora intentará avanzar en los lineamientos que ha propuesto en la llamada “Ley Antibloqueo” que no es otra cosa que una apertura económica a las inversiones extranjeras a partir de reprivatizaciones y devoluciones de expropiaciones. Por eso, el triunfo de Maduro fue reconocido por Rusia, China, Irán, Cuba, y Turquía, todos países que son aliados históricos del chavismo, y muchos de ellos con suculentos negocios e intereses económicos en Venezuela.
En el plano internacional, hasta el momento no se ha pronunciado el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner que, si bien envío veedores, no ha emitido un comunicado sentando una posición oficial. Es sabido que, dentro del Frente de Todos, conviven sectores afines al chavismo con otros que no lo son, tal es el caso de Sergio Massa. Tampoco se ha pronunciado el presidente de Bolivia, lo que muestra que la “brisa bolivariana” que pronosticó Maduro, ha sido, como mucho, un leve soplido. Esto muestra que el chavismo ha fracasado junto con todas las experiencias bonapartistas del siglo XXI. Los “remakes” de los gobiernos burgueses que antiguamente eran sus aliados, hoy lo rechazan o no se pronuncian para no quedar pegados a semejante descalabro.
Pero también ha habido un fracaso de la política trotskista respecto a Venezuela, principalmente de partidos como el PTS o el PO, tanto el oficial como la Tendencia. Tanto por el silencio, como hizo el PO oficial y la Tendencia frente a estas elecciones, o bien por el apoyo tácito, como las sistemáticas denuncias de invasiones, injerencias, y agresiones, ante cada levantamiento de la clase obrera, se han colocado dentro del campo del chavismo. Algunos, como el PTS, buscan despegarse ahora, cuando la clase obrera masivamente le da la espalda de manera, cuando en realidad se negaron a levantar el “Fuera Maduro”. No hay lugar político para ningún “apoyo crítico” ni ningún “mal menor” frente a estos gobiernos, algo que se torna de vital para romper con el seguidismo al kirchnerismo en plano local.
Respecto al devenir de Venezuela y a lo que será la política internacional, también es una incógnita la política que llevara adelante Joe Biden al frente de la Casa Blanca, que hasta ahora se mostró ambiguo con el tema. Por ejemplo, no se pronunció a favor ni en contra de las elecciones del 6 de diciembre, mientras que miembros de su campaña dieron a entender que retomará algún tipo de diálogo con el gobierno chavista, pero que también mantendrá el vínculo con la oposición. La posición que adopte EE.UU. frente al gobierno de Nicolás Maduro, será clave para el apoyo internacional que pueda cosechar la desgastada figura de Maduro, terreno en el que será clave el apoyo que recibe de parte de Rodríguez Zapatero.
El triunfo de la abstención podría ser leído como una victoria de la oposición, principalmente de Guaidó, que llamó a no votar en las elecciones. Sin embargo, Guaidó afronta esta semana su propia consulta popular on line, pero que las encuestas previas ya anunciaban que por lo menos el 60% de la población no iba a participar ni en las elecciones ni en la consulta popular. Incluso, ya se han filtrado denuncias por redes que mostraban que se podía participar de la consulta, aún con la identificación de personas fallecidas, lo que da cuenta que esa consulta también tendrá toda una serie de irregularidades y es más un manotazo de ahogado que una apuesta política en serio. Si realmente tuviese representatividad y anclaje en las masas, hubiese convocado a movilizaciones y cabildos abiertos, como la ha hecho anteriormente.
Lo que ha mostrado esta situación, es que la clase obrera venezolana no está ligada a ninguna de las alternativas burguesas. Expresa un profundo rechazo al chavismo, que se ve reflejado en que este último no puede organizar ni siquiera una elección, sin realizar una puesta en escena bizarra, con partidos intervenidos, amenazas y clientelismo político de la forma más excéntrica. El propio Maduro debió modificar su lugar de votación, que tradicionalmente se ubicaba en la barriada de Catia, por la votación en el cuartel militar de Fuerte Tiuna, debido al rechazo que iba a terminar recibiendo. Sin embargo, lo mismo sucede con la oposición que, a pesar de haber triunfado en las elecciones parlamentarias del 2015, no ha podido llevar adelante su promesa de quitar a Maduro del gobierno.
Más allá de lo que intente vender Maduro al mundo, ha sido claramente derrotado. La clase obrera le dio la espalda, mostrando que ya no le tiene miedo a sus amenazas y su séquito de burócratas. Seguramente, esta semana la oposición sufra también una derrota en la consulta popular. Por el momento, ese rechazo ha sido pasivo, es decir, la clase obrera ha rechazado ir a participar de una acción política del chavismo. Es necesario que ese rechazo se vuelva activo y se haga presente, de manera independiente, en las calles. Es el momento ideal para apostar nuevamente por la construcción de un polo independiente de ambas fracciones de la burguesía. Es el momento de construir una Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados, detrás de la consigna “Fuera Maduro”, mostrando que son los propios trabajadores quienes realmente rechazan al chavismo y que son los que efectivamente pueden quitarse de encima a la dictadura. Detrás de esa consigna, deben convocarse a todos los sectores obreros, ocupados y desocupados, al movimiento de mujeres, a los estudiantes a discutir un plan de lucha por la restitución plena de los derechos democráticos y sindicales, la liberación de todos los trabajadores presos, el desarme del aparato represivo del chavismo, salario equivalente a 2 canastas básicas, expropiación de toda la industria, la banca, y el comercio bajo control de sus trabajadores, plan nacional de obras públicas para el restablecimiento de todos los servicios públicos, y la legalización del aborto. La voluntad de luchar de la clase obrera ya existe, es necesario darle un horizonte.
Libertad a todos los trabajadores
Libertad para la asociación sindical y política de la clase obrera
Por una asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados que organice la lucha contra el régimen
Fuero Maduro
Razón y Revolución