El gobierno de los Fernández da la apariencia de estar preocupado por el proceso educativo, sobre todo ahora, en tiempos de Coronavirus y cuarentena. Por eso insiste en la modalidad “virtual”. Pero en realidad, como explicábamos en la nota anterior, esa preocupación no es más que humo. Vimos que hoy no hay recursos reales para que nuestros chicos y nuestros docentes puedan sostener esa modalidad. Y el gobierno no piensa tampoco ponerlos. En esta nota vamos a apuntar un elemento más: la familia.
La idea de seguir aprendiendo durante la cuarentena presupone que la familia va a acompañar y varias provincias así lo hicieron saber. Ejemplos sobran: parte de las plataformas requieren acceso de los padres y/o su ayuda para “descolgar y colgar” la información, las actividades se envían por email con copia a los padres para evitar contactos de “adultos” docentes por redes a menores o, en una no menor cantidad de situaciones, se contacta directamente a los adultos para que gestionen las actividades con ellos. Veamos entonces las condiciones de esos padres.
Las pruebas Aprender 2016, esas que usamos como insumo en la nota anterior, pusieron sobre la mesa que casi el 15% de madres/padres de niños de primaria tenían únicamente la escuela primaria completa. Para el nivel secundario, en promedio, más del 7% de las madres/padres tiene primaria incompleta y otro 11% la primaria completa. Con secundario incompleto se ubican el 22% de madres y padres de primaria y el 19% de la secundaria. No se trata de “buena voluntad”, en estas condiciones a los propios adultos se les hará difícil ayudar, acompañar, guiar a sus hijos en el proceso escolar.
Estudios indican que el hacinamiento en las escuelas nunca es bienvenido pedagógicamente hablando y que es indicador de las habilidades con las que van a partir los alumnos para desarrollar su tarea ahora solos en sus casas. Bien, mientras están en clases, más del 30% de los alumnos de primaria se encuentran en aulas con más de 35 alumnos y en secundaria la cifra es similar: 29%.
Es decir, mientras están en la escuela un tercio de los alumnos están hacinados, lo que dificulta per se la tarea pedagógica. No podrán suplir esa carencia con ayuda familiar: entre el 15% y el 18% de las familias tienen el mismo nivel educativo que sus hijos. Difícilmente puedan ayudarlos. Por si hiciera falta, solo un tercio de los directivos de escuelas creen, según distintas encuestas, que la tecnología puede ayudar mucho aún si no hubiera acompañamiento familiar.
Transcurridas casi dos semanas de suspensión de las clases, las pruebas se acumulan. Los planes de contingencia no se cumplen. Las metas puestas por miles de docentes para la entrega de actividades evidencian que una porción muy chica de los alumnos está pudiendo entregar sus tareas en tiempo y forma. Testimonios de muchos padres grafican la situación: mi hijo solo tiene celular y no computadora y no puede entregar, no comprende la tarea o no puede resolverla. Estos relatos se acumulan en blogs de las escuelas y nos golpean en la cara. Esa misma frustración aparece en decenas de miles de estudiantes de escuelas para adultos quienes requieren un alto acompañamiento docente en su cotidianeidad escolar y se enfrentan a los mismos dilemas azuzados por años de desescolarización.
Una vez más, queremos ser claros: a los que nos gobiernan, la educación de nuestros chicos nos les importa en lo absoluto. Todo se reduce a hacer “como si”. En el medio de esta farsa, lo que se rifa es la formación de los hijos de la clase obrera.
Es tal cual , yo soy docente en varias escuelas y solo un 20 por ciento de los alumnos me devuelven las actividades. En una de las escuelas el director decidio suspender las actividades de contingencia a distancia…