Bouazizi. Ese es el nombre, y el hombre, que el 17 de diciembre de 2010 desató una convulsión social de magnitudes mundiales. Vendedor ambulante, tras la confiscación de su puesto, y privado de su medio de vida, tradujo sus crisis en una reacción dramática quemándose a lo bonzo. A partir de este hecho, comenzó un ciclo de rebeliones que cambió el mapa político internacional. El 14 de enero, huía de Túnez su presidente Ben Alí. Después de Túnez vino Egipto. El 25 de enero, la clase obrera egipcia se manifestó contra el régimen de Mubarak. El 12 de febrero renunció. Apareció Yemen, miles de personas se manifestaron en la última semana de enero para pedir cambios después de 32 años de Gobierno de Ali Abdalá Saleh. Luego, Libia inició una guerra civil que sigue abierta. Estos gobiernos, caracterizados por dictaduras de décadas, muestran en ellas su debilidad. La imposibilidad de sus burguesías de obtener una hegemonía mediante una democracia burguesa, evidencia su flaqueza. Países caracterizados por la pobreza y el desempleo, surgen ahora como el punto de partida del proceso revolucionario que vive el mundo. Estas convulsiones políticas son un escalón más en el desarrollo de la crisis mundial, como venimos señalando desde estas páginas. Para ser breves, remitimos a usted a leer en el Laboratorio de Análisis Político la historia política de estas naciones y en qué situación se encuentra el proceso revolucionario árabe, que fuerzas de izquierda operan allí y como se conforman las fuerzas sociales que pugnan por el poder. Por su parte, el Observatorio Marxista de Economía, va a estudiar las características de la base económica de estos países y la influencia del petróleo en la zona y el papel de EE.UU como sostén de esas burguesías. A su vez, estos hechos tienen una relación con las manifestaciones que sucedieron en Wisconsin y el ajuste que viene preparando la burguesía estadounidense para descargar la crisis sobre el conjunto de la clase obrera. El Gabinete de Educación Socialista toma este tema para su observación.
Argentina 2011: un médico a la derecha y una patota a la izquierda
El 22 de febrero, José Pedraza fue procesado, junto con Juan Carlos Fernández y Gustavo Alcorcel, por orden de la jueza de Instrucción Wilma López. Este hecho hizo pensar a más de uno que, otra vez, asistimos a un “nuevo” triunfo de la política gubernamental K que no encubre a nadie y que deja a la justicia actuar libremente. Hace poco, Página/12 publicó una reivindicación de la reunión de Cristina con los familiares, a cargo de un periodista del oficialismo. Nada se dice que nunca quiso recibir a los miembros del partido que recibió la agresión, porque (¿hay que explicarlo?) a Ferreyra lo mataron por su actividad militante.
Todavía no sabemos si Pedraza va a recibir una condena o saldrá en libertad. Sería infinita la lista de acciones que llevó adelante el Gobierno para entorpecer el desarrollo de la causa. A nadie se le escapa que el dirigente sindical no actuó sólo. No haría falta escarbar mucho para llegar a las responsabilidades políticas del Estado. Sin embargo, lo que no dicen estos progresistas es que Pedraza no está preso por la voluntad de Cristina, sino por la presión social, en la que se incluye las movilizaciones por el esclarecimiento del caso, contra el gobierno. Con todo, el problema no termina sino que empieza con el susodicho: toda la estructura sobre la que se montó (tercerizados, concesiones y subsidios) permanece, al día de hoy, intacta.
Dentro de un marco de crisis mundial, el kirchnerismo pudo sortear, soja mediante, parte de la crisis y aguantar todo lo que pudo. Estaba claro, lo señalamos, que tenía en la agenda la tarea de empezar a “solucionar” dicho problema mediante el ajuste y represión. Por el lado del ajuste, la inflación va haciendo su trabajo y queda pendiente el tema subsidios. Remitimos al lector/a a nuestro artículo, en el OME, sobre los subsidios al transporte. Por el lado represivo, ya está puesta en marcha la “nueva política de seguridad”, con Nilda Garré a la cabeza.
En el plano sindical, un destacamento de esa fuerza política debe hacer el trabajo sucio: la burocracia. En general, ésta puede argüir la representación de las capas más altas del proletariado. Pero, a medida que la crisis avanza, debe enfrentarse a toda una fracción de la clase obrera que se ha venido organizando: los tercerizados. Es por ello que unos y otros han pasado al centro de la escena.
Hace algunos años lo jóvenes oficialistas y progresistas de toda laya se la pasaban asustando a cualquier luchador con el peligro de “hacerle el juego a la derecha”. Cualquier reclamo, cualquier protesta, cualquier huelga era candidata a dicha frase. De acuerdo a lo que relatamos, y de cara a las elecciones, lo que se evidencia hoy es que el kirchnerismo está cumpliendo todo lo que la “derecha” quiere. Incluso, mandando a callar a quienes esbozan alguna tímida expresión de asco. Resulta, a esta altura, algo risible ver la forma en la que los mismos que nos corrían con el espectro del “neoliberalismo” hoy nos invitan a rendir pleitesías a Vargas Llosa.