En los próximos meses, los docentes de la provincia podemos dar una batalla decisiva. El gobierno provincial no hace más que confirmar en todas sus medidas la predisposición al ajuste del conjunto de los trabajadores de la educación. Solo por ceñirnos al 2017, el techo a la paritaria fue uno de los primeros episodios de un cuadro ya permanente: un salario que, con suerte, cubre la mitad de lo que necesitamos para sobrevivir. El 23,5% sabemos no cubrirá la inflación ni permitirá recuperar la capacidad perdida paritaria tras paritaria, aunque parezca mejor que ese 18% ofrecido inicialmente. Si hace cien años, el salario del que recién iniciaba era casi del triple, hoy nos dicen, resulta utópico. El control facial de la asistencia, el último de los “inventos” para quebrar y pulverizar aún más nuestro salario y, junto a él, posibles nuevos presentismos y “revisiones” de las licencias. Entre un episodio y el otro, una realidad más o menos permanente: escuelas que aguardan edificios nuevos y refacciones urgentes, que se llueven y electrifican sus paredes, recortes en los servicios de mantenimiento, ausencia de material. Como si el combo no fuera suficiente, se viene una nueva reforma de la escuela secundaria. Sí, otra más. Tres reformas, en menos de treinta años, todas fracasaron y solo consolidaron la degradación de la escuela, esa que sufrimos todos los días, al enfrentarnos a nuestra tarea desprovistos de todo, sin tizas, sin aulas suficientes, sin tecnología. En suma, nos falta todo.
Pero, el gobierno no se encuentra solo y cuenta con un aliado imprescindible: la burocracia sindical enquistada en AGMER. Esos que fueron cómplices de todo el proceso, esos que en lugar de organizarnos nos desmovilizan, esos que firmaron las paritarias que degradaron nuestro salario, achicaron la escala de antigüedad, entregaron el salario en blanco y aceptaron sumas en negro. Esos son los personajes que nos llevaron a la miseria salarial y laboral actual, aplaudieron todas las reformas que destruyeron a la educación y volvieron un sinsentido nuestra tarea. Ellos difícilmente puedan sacarnos del atolladero. Por eso, tenemos que sacárnoslos de encima nosotros. Debemos quitarles la conducción de AGMER. Nuestra provincia está viviendo un fenómeno que otras conocieron hace unos años atrás: los militantes de base con mayor convicción política y sindical encuentran apoyo en sus compañeros de escuela pero su tarea tiene por techo la burocracia sindical. Dicho de otro modo, la base los empuja para arriba y a la izquierda, pero se topan con las estructuras burocráticas del sindicato. En diferentes departamentos van naciendo organizaciones, atomizadas por ahora, que se reivindican clasistas y combativas: Paraná, Concepción del Uruguay, Colón, Concordia. En muchas seccionales, esta fuerza ascendente tiene posibilidades de ganar secretarías y disputar congresales. No es poco. Pero con eso no alcanza para enfrentar el conjunto de la política educativa provincial. No alcanza para hacer saltar a la burocracia. Tenemos que seguir el ejemplo de nuestros compañeros en otras provincias y construir la herramienta política para ganar: un frente clasista con representatividad de todos aquellos que tenemos intervención práctica real para fijar los acuerdos programáticos para desarrollar una política de clase de cara a nuestros compañeros. En otras provincias, esa fuerza se llama frente multicolor y debemos construir el nuestro. Las elecciones de AGMER son una oportunidad para debatir, movilizar y construir otra política gremial para los trabajadores. Necesitamos otra conducción.
Tenemos una oportunidad y hay que aprovecharla. Vamos por un sindicato para los trabajadores. Todas las escuelas, todos los docentes, todas las organizaciones combativas de la provincia tenemos una tarea por delante: en las próximas elecciones hay que recuperar el sindicato para nosotros. Por eso, este número se dedica casi exclusivamente a plantear esta problemática. Distintas organizaciones ya se han posicionado y compartimos, entonces, esos documentos. Sí. Vos compañero, que estás cansado que no te alcance el salario, de viajar de departamento en departamento por un paquete de horas, que sufrís la política educativa día a día, vez como, pese a tu esfuerzo, la degradación de la escuela es palpable, que se te va la vida en las aulas. Vos, tenés la oportunidad de construir un sindicato con otra política gremial, un sindicato para los trabajadores.