Las últimas elecciones presidenciales marcaron el comienzo del fin para la alianza política que gobernó el país por más de una década. El kirchnerismo se encamina a ser parte del pasado: su personal político comenzó la huida y las rupturas no tardaron en llegar. En esta nota examinamos los pormenores de este proceso.
Federico Genera (Laboratorio de Análisis Político – CEICS)
Nada es para siempre…
El Frente para la Victoria (FPV) se creó en el año 2003 para sostener la carrera presidencial de Néstor Kirchner, gobernador de Santa Cruz por el Partido Justicialista (PJ). La crisis política que atravesó el país en el año 2001, impuso la necesidad de abrir un frente más amplio. Fue así como se convocó a distintos sectores, incluidos el Partido Comunista, el Partido Humanista y organizaciones piqueteras, para asumir la tarea de reconstruir la hegemonía burguesa. En esa alianza había una cuota importante del PJ, que aportó buena parte de su estructura partidaria y territorial a nivel nacional.
Doce años después, esta alianza llega a su fin y el FPV se encuentra en un proceso de descomposición. El kirchnerismo “puro”–léase todo el arco de organizaciones que componían “Unidos y Organizados”, bajo el comando de La Cámpora– se encuentra paralizado. Tal como ya lo señalamos,1 La Cámpora nunca pasó de ser una agrupación de funcionarios del Estado. Toda su vocación “militante” estaba atada a la caja del ANSES. El nuevo gobierno no solo barrió con sus fondos –un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación ordenó la devolución a las provincias de los fondos coparticipables que se destinaban a ANSES- sino que se deshizo de buena parte de su personal. Para colmo, el principal referente camporista en ese ámbito –Diego Bossio–, ya rompió filas. Esa pérdida del Estado no los encontró tampoco “resistiendo con aguante” en las calles. Las marchas por Milagro Sala mostraron que la capacidad de movilización de Unidos y Organizados es muy escasa (para varias organizaciones que lo componen, directamente nula) y se vio superada por la izquierda, incluso cuando esta no se movilizó en pleno. En definitiva, ni en el Estado ni en las calles.
Si esto sucedió con el “nucleo duro” del kirchnerismo, qué se puede esperar de los sectores históricos del PJ que lo apoyaron, sino la huida absoluta. En efecto, esa alianza siempre fue endeble. Su viabilidad recaía en la capacidad que tenían Néstor o Cristina de mantenerse delante del poder ejecutivo. Esto les permitió tener en línea a los gobernadores utilizando la caja del Estado para crear obra pública y sostener sus lazos territoriales. Hoy sin esos fondos, los gobernadores se ven en el apuro de apoyar a Macri o perderlo todo. Veamos entonces, más en detalle, cómo se está alineando el personal político del FPV en relación al PJ y éste en torno al macrismo.
El estallido
Para las elecciones 2015, La Cámpora propuso candidatos propios para diputados nacionales, mientras que el PJ mantuvo las gobernaciones y algunos senadores. Hasta ese momento, el partido cedió ante ellos, pues eran los “dueños” del Estado y las provincias viven de los giros de dinero que les da la Nación para mantener la obra pública, el empleo público y la política de subsidios. Una crisis en época electoral les podría implicar una derrota en las gobernaciones, tal como sucedió en Jujuy -históricamente gobernada por el PJ- donde se dio una división de fuerzas en el interior del FPV. El gobierno decidió no beneficiar al PJ, sino a la organización afín Tupac Amaru, conducida por Milagro Sala.
Pero a poco se sufrir la derrota electoral nacional, comenzó el proceso de desgranamiento. El primer quiebre de la conducción de CFK se dio durante la asunción de Mauricio Macri en el Congreso. La orden fue no asistir a la ceremonia. El PJ, sin embargo, desobedeció a la ex mandataria y se hizo presente con Scioli, Urtubey, Alperovich, Manzur, Insfrán, Beder Herrera y Rosana Bertone, entre otros. Una tibia muestra de lo que se venía.
Luego, el PJ en el ámbito bonaerense rompió el bloque de senadores. Los 17 miembros se dividieron en dos bloques. Nueve se alistaron detrás de Daniel Barrera, un hombre vinculado a los intendentes del PJ bonaerense, cercano a Fernando Espinoza de La Matanza. El otro grupo de ocho senadores, entre ellos Sergio Berni, quedó bajo la conducción de Magdalena Sierra, miembro de La Cámpora. Esta división implicó para el bloque de Cambiemos la primera minoría en el senado provincial.
Pero la ruptura más fuerte se dio a fines de enero, en el epicentro del legislativo nacional. Del bloque del FPV se escindió el Bloque Justicialista. Doce diputados decidieron salir de las sombras de Cristina, liderados por Diego Bossio. Con él se fueron Oscar Romero (dirigente del SMATA), Carlos Rubín (Corrientes), Evita Isa (Salta), Pablo Kosiner (Salta), Javier David (Salta), Guillermo Snopek (Jujuy), Héctor Tentor (Jujuy) Néstor Tomassi (Catamarca), Rubén Miranda (Mendoza), Gustavo Martinez Campos (Chaco), Teresita Madera (La Rioja). No se trata de personajes marginales para el kirchnerismo, sino que colaboraron con lo suyo mientras éste fue gobierno. Romero asistió con voto afirmativo al 82,46% de las votaciones en el recinto, Madera y Tomassi con el 91,23%, Isa con el 98,25% y Rubín con 100%. Con sus votos pasaron importantes leyes como la Reforma al Código Penal de la Nación, el Convenio de cooperación en materia económica y de inversiones entre la Argentina y China o la reforma de la Ley de Inteligencia.
Este bloque, ahora dirigido por Oscar Romero sumó pronto a otros miembros: Sergio Ziliotto (La Pampa), Alberto Roberti (ex massista, Buenos Aires), Oscar Macías (Buenos Aires), Gustavo Fernández Mendía (La Pampa) y Luis Beder Herrera (La Rioja). Es decir, finalmente quedó conformado por 17 Diputados Nacionales, que contaron con el apoyo de los gobernadores Juan Manuel Urtubey (Salta), Domingo Peppo (Chaco), Sergio Casas (La Rioja) y Rosana Bertone (Tierra del Fuego) como también Carlos Verna (La Pampa), que ya había roto el vínculo con el kirchnerismo anteriormente.
Los “rupturistas” tienen en su mayoría un pasado relacionado directamente con el PJ. En este sentido, los disidentes argumentaron que en el bloque kirchnerista no había lugar para las diferencias y que, por órdenes de CFK, la conducción de la bancada había tomado decisiones inconsultas, como la de realizar una denuncia penal contra funcionarios del gobierno por los decretos que dictó Macri en los primeros días de su presidencia. Bossio, en el medio de la catarata de críticas que el kirchnerismo despechado le propició, recibió una llamada de Sergio Massa. Ese acercamiento, también tendrá repercusión en la Cámara de Diputados, donde la nueva bancada apostará a trabajar “en muchos temas” de manera coordinada con el massismo. No por nada, Massa afirmó que “a medida que Macri necesite aprobar leyes en el Congreso, nosotros pediremos el apoyo de la Casa Rosada para los reclamos de los gobernadores y sindicatos y, a la vez, el respaldo de los diputados de esos gobernadores y sindicatos para nuestros proyectos”.2 Toda una declaración de intenciones de su estrategia política. Otro apoyo clave que gestiona el nuevo bloque, con Bossio y Uturbey a la cabeza, es el de los sindicatos. Da cuenta de ello las reuniones que mantuvieron en la sede del SMATA con la presencia de Ricardo Pignanelli, titular del gremio, y con Omar Viviani, en la sede del sindicato de taxistas. Ello se condice con la agenda que elaboran los diputados que dejaron el FPV en la que estará presente la cuestión gremial. A la cabeza de los reclamos se ubica el incremento del piso de impuesto a las ganancias y la devolución del IVA.
En este sentido, el alineamiento de los rupturistas parece ser claro. Con el barco del kirchnerismo hundiéndose, el nuevo bloque pretende convertirse en la voz de los gobernadores, quienes necesitan estar cercanos a Macri –como fuente de recursos- y a quienes Macri necesita para gobernar. En efecto, la ruptura alteró el panorama del Congreso. El kirchnerismo pasó de contar con 95 diputados a quedarse en 78. Así dejó de ser la primera minoría, que ahora quedó para Cambiemos con 92 diputados. Lo interesante del asunto es que para llegar al quórum (129 diputados) el macrismo ya no necesita sentarse a negociar con el kirchnerismo, puede hacerlo con el Bloque Justicialista, el frente massista “Una nueva Argentina” (35 diputados) y con la alianza entre diputados que responden a los Rodriguez Saa y al exmassista Giustozzi, “Compromiso Parlamentario por la Argentina” (9 diputados), alianza que ya garantizó públicamente que daría quórum.
El rearme
Parte del rearme y reacomodamiento del PJ, supone que necesita recursos para gobernar y el gobierno nacional –tal como lo adelantó- va a colaborar con ello, pues quiere mantener a ese personal de su lado. De otro modo, peligraba esa relación por los reclamos de los gobernadores y la posibilidad de una derrota política en el Congreso.
De allí que el gobierno, a partir del fallo de la Corte Suprema, aceptó que el Estado nacional devolviera a las provincias en un plazo de 5 años, el 15% de la coparticipación federal retenida por la Nación desde 1992. Para ello, Mauricio Macri creó el Consejo Argentino para el Nuevo Federalismo –integrado por el Ministro del Interior, los gobernadores de cada provincia y el jefe del gobierno porteño- que establece el 1 de enero de 2021 como fecha límite para la eliminación de la deuda con las provincias. Ello se realizará escalonada y anualmente hasta el 2021.3
En esa decisión, fue Sergio Massa quien logró que sus condicionamientos se impusieran en la Casa Rosada y se acuerde tal devolución. Ello incluso, abre la ronda de negociaciones entre el gobierno nacional y la liga de gobernadores. Son estos y los intendentes, es decir, quienes poseen cargos ejecutivos, los que aparecen como más comprometidos a acordar con el gobierno nacional.
En este sentido, otra fuente de recursos es la obra pública. El Plan Belgrano propuesto por Mauricio Macri es un ejemplo de ello. Proyecta una inversión en infraestructura de 16 mil millones de dólares en 10 años, un fondo de reparación histórica de 50 mil millones de pesos en 4 años, subsidios habitacionales para 250.000 familias, entre otras medidas. No parece casual que la propuesta apunte a beneficiar a las provincias del norte del país, a saber: Salta, Jujuy, Tucumán, La Rioja, Catamarca, Misiones, Corrientes, Chaco, Formosa y Santiago del Estero, algunas de las cuales habían sido ganadas por el FPV. Habrá que ver allí cuánto duran las “convicciones” a estos kirchneristas.
Esta operación de reacomodamiento de fuerzas, aparece clara en el Congreso del PJ celebrado el pasado 24 de febrero. Lo sucedido allí, no solo confirma la desaparición de La Cámpora y el reacomodamiento de algunos kirchneristas de manera individual en el PJ, sino también el posicionamiento del grueso del PJ en torno al macrismo.
Las cuestiones principales que allí se discutieron fueron: 1) La votación por la anulación de la ley cerrojo, lo que dividió a quienes siguen apoyando a lo que queda del FPV del resto del PJ; 2) La eliminación de la alícuota a los autos de alta gama; 3) La votación del pliego de 14 embajadores del macrismo; 4) La conformación de las listas de candidatos.
A partir del Congreso, aparece una interna que conforma dos posiciones dentro del PJ. Una se expresa por los sectores llamados “dialoguistas” que priorizan la “gobernabilidad” y acompañan algunas políticas impulsadas por el gobierno nacional. Otra, más identificada con los lineamientos de los gobiernos kirchneristas.
En torno a la derogación de la ley cerrojo que propone el macrismo, el ala kirchnerista del peronismo, pidió que se prohíba a los legisladores acompañar a Macri en ese tema. La ley cerrojo es una norma dictada bajo el kirchnerismo y que hoy impide al país ofrecer a los fondos buitre y a los holdouts mejores condiciones de pago que las aceptadas por los bonistas que entraron en los canjes de 2005 y 2010. Por eso el macrismo quiere derogarla y enviará tres proyectos de ley al Congreso a esos fines. Una semana antes del Congreso, en la reunión del PJ bonaerense, la diputada Teresa García, una de las más enojadas con Bossio, elevó la idea de una cláusula prohibitiva para que el partido impida a sus diputados/afiliados tratar iniciativas que contemplen un endeudamiento por parte del Ejecutivo. En relación a esto, se dijo que Cristina envió parte del personal que le queda para que se movieran en esa línea. Ello tiene que ver con la oposición del ala kirchnerista a la posibilidad de que Macri consiga empréstitos del extranjero y así pueda financiar su programa político. En el Congreso partidario, uno de sus defensores fue Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda y presidente del PJ local. Dijo que la consigna seguía siendo “fondos buitres o Argentina” y que lo que esperaban era que del Congreso saliera una posición bien clara en contra del endeudamiento de la Argentina y que los legisladores se sometieran a la voluntad del PJ y no se vote la derogación de la ley cerrojo4.
Paradójicamente, la oposición a esta propuesta vino de Miguel Pichetto, presidente de la bancada del FPV en el Senado y más relacionado con los sectores llamados “dialoguistas”, quien rechazó de plano la posibilidad y dijo que se decidirá en el Congreso lo que se considere correcto, demostrando que no hay pertenencia alguna al bloque kirchnerista. Aparentemente, este tema fue un parte aguas y no hubo acuerdo al respecto, lo que significa una derrota de los sectores K, toda vez que no lograron imponer la cláusula prohibitiva.
En cuanto a la derogación de la alícuota a los vehículos de alta gama, tres senadores más identificados con el peronismo tradicional se aliaron para avalar el decreto de Macri. Lo sorprendente fue que Juan Manuel Abal Medina también se alió al presidente y fue acompañado por sus pares Juan Irrazabal, Juan País y Graciela de la Rosa. Incluso nuevamente Pichetto confesó que su bancada nunca estuvo de acuerdo en aumentar los impuestos a los autos de lujo. Y con la cuestión del pliego de embajadores, el kirchnerismo se anotó otra derrota: intentó vetar a Ramón Puerta (quien recientemente celebró: “el kirchnerismo se está desarmando, gracias a Dios”) como candidato a embajador de España y a Miguel Del Sel para Panamá. Sin embargo, se decidió aprobar el pliego en su totalidad.
En cuanto a la conformación de las listas, los camporistas quisieron resistir la idea de la lista única liderada por José Luis Gioja, pero otra vez perdieron esa pulseada. Gioja fue un hombre que acompañó ambos gobierno kirchneristas sin matices, pero hoy parece tener algo de llegada al gobierno nacional. En el desalojo de los despachos, por ejemplo, no fue uno de los damnificados, sino que estuvo en la selecta lista de los que conservaron el suyo5. Incluso sus manifestaciones encierran una crítica al kirchnerismo –que por cierto coincide con la de los rupturistas– y un acercamiento al gobierno nacional. Concretamente, finalizado el Congreso del PJ, Gioja expresó que “hoy no hay más una conducción vertical como había en la época que éramos oficialismo, hoy las cosas se discuten de otra manera”6 y profundizó sosteniendo que “había una forma de conducir cuando éramos gobierno: ser oficialista alinea, genera disciplinas partidarias importantes, cosas que se relajan cuando pasa lo que nos pasó y somos oposición. Ahora hay que hacer esfuerzos para poder coincidir”7. En cuanto a su acercamiento con Macri lo hizo directamente, cuando expresó su primer acuerdo respecto a las eliminaciones de las retenciones a la minería. Pero también de manera indirecta, cuando comunicó que los peronistas que están en el Frente Renovador, liderado por Sergio Massa, tienen “las puertas abiertas” en el PJ.
El kirchnerismo no parece poder poner en pie una alternativa electoral propia. Quienes tomaron la posta para resistir al kirchnerismo –entre los que se encuentran el gobernador de La Pampa, Carlos Verna y su vicegobernador, Mariano Fernández- sostuvieron que la ex presidente no tiene peso dentro de la interna justicialista. Frente a este escenario y abriendo el paraguas, Mariano Recalde terminó sosteniendo en el Congreso del PJ que ellos también hablaban de unidad y que no querían hablar de nombres propios o de personas en particular, sino que su idea era hacer una autocrítica. Agustín Rossi, ex ministro de defensa, sostuvo que debían seguir siendo los afiliados los que eligieran las autoridades del partido y no los congresistas, demostrando una vez más que el ala kirchnerista ha perdido todo dentro del Congreso –y difícilmente pueda aglutinar algo por fuera con su eterna “campaña” de afiliaciones. Intentando campear el temporal, Juan Cabandié8 opinó que no era importante si se iba a apoyar la lista de Unidad encabezada por Gioja, que había que preocuparse por las paritarias que venían, el ajuste y el tarifazo, que lo demás “se resolverá oportunamente”, lo que indica que probablemente apoyarán la lista silenciosamente en abril. No es casual que la Junta Electoral haya quedado conformada mayoritariamente por el peronismo tradicional. De los 14 lugares se le ofreció a La Cámpora ocupar solo uno, propuesta que la agrupación rechazó con el pretexto de “cedérselo a un gobernador o un intendente”, quizá para conservar algo de dignidad y no reconocer oficialmente la posición de minoridad a la que quedó condenada.
El descascaramiento
Como ya lo veníamos señalando hace algún tiempo,9 en sus doce años de gobierno el kirchnerismo no logró armar una estructura política propia y duradera. Su fortaleza radicaba en tener la caja del Estado y con ella poder disciplinar a los gobernadores e intendentes y sostener a la “militancia”. Hoy, sin ese factor clave, todo el armado se esfuma. Los “militantes” solo pueden llenar plazas con figurones, pero tienen escasa capacidad de movilización y ninguna relación con sindicatos. Conservan bancadas en el Congreso, pero con su última ruptura el macrismo tiene vía libre para actuar sin siquiera negociar con ellos. No parece que vaya a haber muchas oportunidades para que el “estadista” Máximo muestre sus dotes de oratoria y conducción…
Por su parte, el PJ se reacomoda a los nuevos tiempos. Juega a hacer buenas migas con el macrismo y cumplir un papel de oposición light (“responsable”), intentando de ese modo conservar el poder que tiene y poder barajar y dar de nuevo en cuatro años.
Tanto el PJ como el kirchnerismo apuntan a “resistir con aguante”. Pero lo que buscan conservar son sus estructuras y sus espacios de poder. Hace rato que el peronismo ya no es un fermento vivo en la clase obrera, más allá del vínculo punteril. Mientras ellos se reparten los porotos y muestran la identidad de su programa con el del macrismo, de este lado del mundo sigue el ajuste, el tarifazo, los despidos masivos y demás desastres. Parece una perogrullada, pero en tiempos de desorientación de la izquierda, conviene recordar que con estos representantes de la burguesía, no puede haber ningún frente único.
Notas
1Genera, Federico: “Una sombra ya pronto serás…”, en El Aromo, nº 84, mayo/junio de 2015.
9Ver Genera, Federico: “Tal como lo dejamos”, en El Aromo, n° 80, septiembre/octubre de 2014.