Los convenios colectivos de trabajo se discuten aisladamente en cada rama de actividad. Así, algunos gremios consiguen beneficios de los que otros carecen. Para entender cómo lo puede perjudicar esta situación, analizamos el caso de la firma Merisant.
Hace unas semanas, la empresa Merisant anunció que cerraría su planta de Zarate, donde produce edulcorantes dietéticos como Chuker, Equalsweet y Semblé. Sin embargo, esto no significa que pretende abandonar sus negocios en el país. La intención de la empresa es hacer más rentable sus operaciones. ¿Cómo? Muy simple: ajustando los costos laborales. Para lograrlo, no debe batallar contra el sindicato y violentar los derechos que les corresponden a los obreros por convenio. Simplemente, los despide para contratar tercerizadas de un gremio que acepta peores condiciones salariales y de trabajo.
La maniobra por la cual lograría este objetivo consiste en presentar un proceso administrativo ante el Ministerio de Trabajo para cerrar la empresa, despedir a la mayor parte de su personal y mantener sólo 25 empleados administrativos. Este procedimiento ya fue presentado en el mes de octubre. De los 80 trabajadores despedidos, 33 ya acordaron su retito y otros 21 se encuentran en un proceso de conciliación obligatoria.1 El siguiente paso sería la tercerización de sus operaciones. Con ello, evitaría que sus obreros se encuadren convenio químico y petroquímico para pasar al de alimentación. El argumento de la empresa es que sus competidoras, al incluir a su personal en el convenio de alimentación, tienen costos laborales menores. Ello le dificultaría seguir en competencia y retener el 30% del mercado que abarca actualmente.
Dime cuánto ganas y te diré a qué gremio perteneces
La empresa argumenta que el salario que se paga en el gremio químico es tres veces mayor al que rige en alimentación. Si se comparan los acuerdos firmados este año, la Federación de Trabajadores de Industrias de la Alimentación consiguió para comienzos de 2012 una escala salarial que va de 19,22 pesos la hora a 28,78 pesos, según la categoría, para el básico. En cambio, la Federación de Sindicatos de Trabajadores de Industrias Químicas y Petroquímicas de la República Argentina acordó para inicios de 2012 un salario básico de 17,48 pesos para la categoría mínima de un operario la hora y de 24,07 pesos para la mayor categoría. Si sólo viéramos el salario básico, parecería que a nivel salarial, los operarios de alimentación se ubican por encima de los químicos.
Sin embargo, al básico de los químicos se suman varios adicionales. El más importante consiste en un 20% extra por el título secundario. Sólo con esto ya estamos en un sueldo para la categoría inicial de 20,97 pesos y de 28,88 pesos para la más alta. A ello, se le debe sumar las asignaciones no remunerativas, a pagarse por única vez. Los químicos acordaron una suma que va de 492 pesos, para la categoría más baja, a 677 pesos para la más alta en el mes de mayo pasado. A esto se agrega otro adicional para fin de año que oscila entre los 1276 pesos y los 1757 pesos. Si dividimos este adicional por las horas trabajadas en el año y lo sumamos al básico, obtenemos unas cifras de 21,89 pesos y 30,14 pesos para las categorías más baja y alta, respectivamente. En alimentación, en cambio se obtuvo una asignación no remunerativa menor. En este sector, en mayo, las empresas debían pagar un extra no remunerativo de 180 pesos.
Si bien el resultado final arroja un salario superior para los químicos –tomando sólo los adicionales que abarcan a la mayor parte de los trabajadores- estas cifras no llegan a ser tan altas como declara la patronal. De hecho, según datos del INDEC, el salario promedio en el sector químico y petroquímico es de 7.341 pesos, mientras en alimentación es de 4.967 pesos.2 La diferencia salarial entre los químicos y los alimenticios es importante pero no llega a ser el triple, como argumenta Merisant. Entonces, deben existir otros elementos que estén encareciendo la fuerza de trabajo de la empresa y que le impiden bajar sus costos.
Dos convenios en competencia
Además de los salarios básicos, ciertas condiciones de trabajo pueden encarecer el costo laboral de una empresa. En este sentido, es necesario analizar los convenios que rigen en ambas ramas.
Un punto central que perjudica a las empresas químicas aparece a la hora de la tercerización. El convenio establece que deberán velar porque las firmas que contraten encuadren a sus trabajadores bajo el Convenio Colectivo de Trabajo (CCT) de química y petroquímica y, además, son responsables por el cumplimiento del convenio en ellas. En cambio, el CCT de alimentación no especifica nada al respecto. En ese sentido, rige sólo la Ley de Contratos de Trabajo, donde a la empresa que contrata a otra sólo le cabe la responsabilidad de que los trabajadores estén en blanco. Esto habilita a los empresarios a subcontratar compañías que utilicen otros convenios y, con ello, otras condiciones laborales que pueden implicar menores costos.
Otro elemento en el que se observan diferencias es en relación a la polivalencia funcional. Este concepto remite al derecho de la empresa a rotar de puestos y tareas a sus operarios. En el convenio alimenticio del ’94 hay un artículo dedicado a ello. Allí se especifica que:
“las categorías profesionales que resulten por la aplicación del presente acuerdo marco […] no deberán interpretarse como estrictamente restringidas, en lo funcional, a las definiciones que en cada caso se expresen. Las mismas deberán complementarse con los principios de polivalencia y flexibilidad funcional para el logro de una mejor productividad”.3
En el convenio alimenticio, la ejecución de una tarea correspondiente a una categoría superior no otorga al obrero el derecho a la obtención de la misma. A lo sumo, si realiza el trabajo de la categoría por más de dos horas, la empresa debe pagarle la diferencia. Sólo si la realiza por un mes corrido, podrá acceder a la nueva categoría.
En cambio, en el convenio químico las horas en que se ejecutan tareas de una categoría superior son acumulativas. Es decir, no deben ser corridas. Cuando el operario ejerza una función de una categoría mayor, además de pagarle la diferencia, si supera las 360 horas acumulativas, la empresa debe otorgarle la categoría, y el sueldo correspondiente, aunque vuelva a su puesto habitual. Además, si un operario de la categoría más baja debiera reemplazar a otro dentro de su misma categoría en una tarea que no le es habitual, se le debe abonar un adicional del 1% por hora. Es decir, la rotación de tareas –o polivalencia- se ve dificultada.
El convenio químico, además, otorga a los obreros algunos beneficios extras por sobre el alimenticio. Por ejemplo, allí se especifica que los salarios deben abonarse por 8 horas de trabajo, aunque el obrero, contractualmente, cumpla una jornada menor. Otro elemento favorable a los químicos está relacionado con el horario rotativo. Las empresas deben abonar un 25% extra por el trabajo realizado en forma rotativa y continua, con horarios diurnos y nocturnos, que incluya los sábados y domingos; 18% por los trabajos realizados en forma rotativa en horario diurno y nocturno, que no incluya el día domingo; 11% si el trabajo es en turnos rotativos entre mañana y tarde que incluye los sábados y domingos; y 9% si se trabaja en turno rotativo de mañana y tarde que no incluya el domingo. Es decir, la aplicación de turnos rotativos se ve limitada.
Otro beneficio para los trabajadores es que deben recibir anualmente tres mudas de ropa de trabajo, contra las dos que reciben sus compañeros de alimentación. Además, en las empresas de la rama química, la patronal debiera proporcionar un servicio médico, que incluye ambulancia. En cambio, en alimentación sólo se exige un botiquín de primeros auxilios.
¿Central de trabajadores? ¿Para qué?
Frente a la maniobra patronal, el Sindicato de los Químicos se limitó a declararse en estado de alerta y movilización, lo cual no pasa de una declamación porque no existió ninguna movilización, paro ni nada que se le parezca. Por su parte, el gremio de la alimentación guardó estricto silencio, seguramente a la espera de sumar unos porotos. Por su parte, ni la CGT ni la CTA tomaron nota del asunto.
Las centrales sindicales debieran velar porque el conjunto de la clase goce de las mejores condiciones que puedan conseguirse en el marco de estas relaciones sociales. Sin embargo, cuando estas permiten que cada gremio negocie en soledad sus convenios colectivos, dejan libradas las condiciones salariales y de trabajo a la fuerza que pueda tener cada sindicato particular. De allí que las patronales vayan en búsqueda de los convenios que más las favorezcan y los sindicatos aprovechen esto para juntar afiliados. En un contexto de alza de la lucha de clases, las bases pueden presionar por enmarcarse en un convenio más favorable. Pero en momento de reflujo, la tendencia será al crecimiento de los sindicatos con peores convenios. Es necesario, entonces, reclamar por una lucha conjunta que iguale para arriba las conquistas laborales y salariales. Los ocho años de gobierno progre alcanzaron para mostrar que este objetivo no va a ser perseguido por ninguna de las actuales conducciones sindicales.
Notas
1 Lanoticia1.com, 30/11/2011.
2 Véase www.mecon.gov.ar/peconomica/basehome/infoeco.html.
3 CCT 244/1994, Art. 6º.