Deuda: Lanata nos culpa a todos.

en El Aromo n° 16

 

Por Fernando Dachevsky

 

En el documental  Deuda. Quién le debe a quién, Jorge Lanata se propone explicar por qué el endeudamiento externo genera miseria y desolación. Las primeras imágenes muestran en una computadora cifras sobre la desigualdad mundial: el número de pobres y cómo los más ricos se quedan con la mayor parte de la riqueza. De los datos, pasa a la Argentina. Más específicamente, a un caso de desnutrición en pueblo de Tucumán que se hizo famoso gracias a la cobertura periodística del programa Día D que él conducía. Busca así sensibilizarnos, enfrentándonos con la inmediatez del dolor de una nena desnutrida.

El resto del documental consiste en la búsqueda del por qué de tanto dolor. Respuesta  que  llegará a partir de entrevistas a los distintos “actores” de la economía: funcionarios del FMI, funcionarios menemistas, pobres de Tucumán y ricos que veranean en Punta del Este. En todas ellas, Lanata busca resaltar la indiferencia y el egoísmo tanto de unos como de otros, incluyendo a los pobres que conviven con la niña desnutrida y están celosos porque fue fotografiada y recibió donaciones. Es ahí donde aparece la clave para Lanata: el problema, como editorializa en un monólogo cerca del final, es que “siempre habrá pobreza porque los hombres son egoístas”. En definitiva todos somos culpables.

 

Economía de café

 

El primer problema para Lanata son los malos gobiernos argentinos. Guiados por la codicia, militares y demócratas, habrían favorecido la concentración de riquezas y la desindustrialización. Cuando analiza el caso concreto de la pobreza en Tucumán,  Lanata afirma que la producción de azúcar en manos de pequeños productores generaba empleo hasta que a finales de la década de 1960, impulsados por la mezquindad de políticos y empresarios, un ingenio reemplazó a los pequeños productores generando desempleo y los primeros casos de desnutrición. Este desarrollo es para él una desviación que surge de la acción individual de políticos y empresarios. Deja así implícito que podría haber sido diferente, porque no está en la matriz misma del capitalismo producir estos resultados.

El ejemplo tomado por Lanata de lo sucedido en este pueblito tucumano es una buena muestra de lo sucedido a nivel nacional, pero justamente demuestra lo contrario de lo que él termina concluyendo. El hecho de que un conjunto de empresas chicas sean remplazadas por un solo capital no nos muestra un proceso de desindustrialización,  sino la concentración y centralización de capitales. Al igual que sucedió en el resto de las ramas industriales, la producción de azúcar continuó mientras era rentable y por la propia dinámica de la acumulación de capital se fue concentrando en cada vez menos manos. Se trata, efectivamente, de una conducta egoísta de los capitalistas y los gobiernos que son su expresión política, pero esas conductas no son más que manifestaciones necesarias del propio desarrollo del capital y no la causa.

Este análisis, que parte de los comportamientos individuales para explicar los males del capitalismo, se reitera al analizar la deuda. Lanata no es muy profundo: su planteo se reduce a que los políticos y los empresarios argentinos son culpables por haber malversado los fondos que les prestaron y, a su vez, los funcionarios del FMI son desalmados por querer cobrar sin importarles qué se haya hecho con la plata. Para ratificar esta idea, Lanata no recurre a ningún análisis estadístico, sino a entrevistas. ¿Y qué comprueba en esas entrevistas? Lo que fue a buscar. Por ejemplo, le pregunta a Anne Krueger, la ex gerente general del FMI, si siente culpa por lo pobres en la Argentina. A lo cual ella responde, obviamente, que  no.

Lanata así da por supuesto que la limitación de la economía argentina es la malversación de la deuda por políticos y empresarios “egoístas”. Nuevamente, se abstrae de la verdadera determinación: la acumulación de capital. Cuando uno revisa la historia de la deuda se encuentra, como se mencionó en El Aromo n° 9, que hasta la crisis del 2001, era más lo que entraba al país  (en forma de créditos) que lo que salía por pagos netos. En este sentido, si tenemos en cuenta que era más lo que entraba que lo que salía, la causa de la decadencia del proceso nacional de acumulación de capital no debemos buscarla en la deuda, sino en la propia dinámica del proceso mundial de acumulación. No es la deuda la que impide el desarrollo de la Argentina, es el propio proceso de concentración de capitales a nivel mundial el que le va dejando a la Argentina un lugar cada vez más marginal en la economía mundial.

 

Si todos fuéramos como Lanata…

 

Lanata plantea el problema en términos individuales: los funcionarios que prestan sin importarles a quién, los políticos que malversan los fondos y los pobres que se pelean por el reparto de la miseria. Y como no podía ser de otra forma, plantea la solución en los mismos términos, restándole importancia a cualquier intento de salida colectiva. El Argentinazo no es mencionado nunca a lo largo de toda la película, tampoco se hace mención al movimiento piquetero ni a las fábricas recuperadas por sus obreros. ¿Cual es la salida que propone Lanata entonces? Que todos reflexionemos y en forma individual generemos una nueva conciencia que se oponga al egoísmo actual. Más precisamente, el modelo que propone es que  todos seamos como Alejandro Olmos, de quien se resalta haber emprendido una investigación y un juicio sobre la deuda sin prácticamente ayuda de nadie. O como la señora estadounidense que se muestra en la película haciendo donaciones a los  pobres de Argentina. En definitiva, resalta la empresa individual como motor de la transformación. Lo que no da cuenta Lanata es que la salida individual está condenada al fracaso. A Olmos le cajonearon la causa, las donaciones de la señora no solo no frenaron el hambre sino que ni siquiera salieron de la aduana. Y como salida individual, la película de Lanata no logra generar ningún cambio significativo en la conciencia de la gente. Por el contrario logra que la indignación por la desnutrición se traduzca en impotencia y en reproducción del sistema que dice combatir.

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