Del peronismo a la izquierda. Entrevista a Víctor Grossi, Secretario General del SITRAIC.
“Desde hace ya bastantes años, entiendo que Perón vino a garantizar el régimen. La moneda de cambio fuimos los trabajadores. En ese momento, estaba convencido de que tomábamos el poder. Pero Perón vino a abortar todo eso”. Victor Grossi
Fabián Harari
LAP-CEICS
Víctor Grossi supo ser un militante peronista clásico, pero en los últimos años ha llegado a encabezar una de los procesos más importantes en la construcción de un sindicalismo clasista. Ha levantado un sindicato clasista en una de las ramas más importantes en cantidad de obreros y más difícil de organizar. Además, ha ligado su organización con la izquierda, ya que se vinculó con el PO. Para comprender ese proceso, para recorrer su historia y conocer sus posiciones, fuimos hasta la sede del SITRAIC. Luego de una larga charla, aquí rescatamos lo más importante.
Víctor, contanos cómo fue tu formación política y sindical.
Yo nací en Punta Alta. Fui a la escuela pública Nº4, Leopoldo Lugones. Ahí estuve hasta 4to grado. Ahí ingreso al Seminario Metropolitano La Asunción, que era un bachiller humanista moderno que tomaba 7 años. Esto es de la época en que todavía se usaban los seminarios menores. En el año ‘68-‘69 empiezo a tener mi primer contacto con la política.
Cuando comenzás a estudiar Medicina, en Buenos Aires, ¿con qué organizaciones te vinculás?
Ahí me vinculo con el FEN.1 Digamos, pudo haber sido el FEN o FAUDI (los chinos). Doy el examen de ingreso a medicina, entro y dejo. Yo tenía como un doble adoctrinamiento. Por un lado, Marcela Durrieu, madre de Malena Galmarini (FAL). Ella era más peronista que el FEN. El FEN no era peronista, hablaba de peronismo sin Perón. Muchos venían del marxismo. Estaba [Roberto] Grabois. La jefa era la mujer, “Bibi” Grabois (luego Matilde Menendez). Ella era la responsable en Medicina.
¿Qué hacés cuando dejás la facultad?
Ahí empezamos una experiencia barrial, ahí es donde me sumerjo. En ese momento no laburaba ni estudiaba. Yo me acuerdo, el factor que a mí me hizo peronista fue emocional. En esa época el trabajo barrial se hacía con timbreo.
Nosotros sosteníamos el retorno incondicional del líder y del pueblo al poder. Pasó esto, por eso digo que el toque fue emocional. Eso fue un elemento emocional: pasás de cuestionar racionalmente la figura de Perón a sentirte parte de la clase obrera. Si la clase obrera tiene esa conciencia… Después te sumás a “el pueblo no se equivoca” y seguís sumando, seguís sumando, hasta que después te recontra cagan…
Claro, pero hasta que te diste cuenta de eso… Ahora bien, ¿ese clic emocional tuvo una repercusión política particular?
No, ahí había una diáspora en la juventud. El 9 de junio de 1972 se realiza en la Federación de Box un acto que se llamaba acto de unidad de la juventud, donde se termina partiendo. Viene Galimberti con la cinta de Perón y pone una edad como límite para la juventud y caga a todas las organizaciones. Galimberti cazaba la manija de la JP. Ahí se pudre y se arma, por un lado, la JP tradicional y, por otro lado, la Mesa de Trasvasamiento Generacional, que era el FEN, Guardia de Hierro, Dardo Cabo, Julián Licastro(que era un milico) y los Demetrios.2 En el caso mío, ahí comienza la crisis.
Ese proceso fue muy controversial. Vuelve Perón en el ‘72. Yo empiezo a tomar una posición más anárquica, con dos o tres compañeros, luego de Trelew. En ese momento, cuatro cuerpos son velados en Av. La Plata. Toda la Mesa de Trasvasamiento no va al velorio. Nosotros fuimos y quedamos adentro de la casa. Éramos 50 como mucho. Ahí viene Villar y conocimos, ese día, a las tanquetas. Entran con una de esas adentro de la casa.
El 17 de noviembre del ‘72, con 19 años, dirigí una columna de 4.500 compañeros. Marchamos por la primera vuelta, llovía mucho, pasamos la rotonda de La Tablada. Ahí nos cerraron y nos dieron para que tengamos.
A la noche me fui a lo de mi vieja. Hacía tres días que no dormía y me acosté un rato. Cuando me desperté, Perón ya estaba en Gaspar Campos. En ese momento no había celulares, yo atendía once barrios. No llegué a Ezeiza. Pero tuve la primera experiencia personal con Perón, porque fui uno de los quince jóvenes que lo cuidamos esa noche.
¿Qué evaluación hiciste de Ezeiza en ese momento y qué evaluación hacés ahora?
Hoy digo que fue una fotografía de lo que va a pasar después. Pero, en ese momento, yo conocí la sensación de que la calle era tuya, todo era posible. Te hablo del 25 de mayo del ’73, cuando asume Cámpora. Si hay una sensación irrepetible para mí fue esa.
Para Ezeiza, se sabía que en la UOM había un polígono abajo, se sabía que todo el mundo iba a llevar armas, que de una manera u otra algo iba a pasar.
Cuando te abrís de la Mesa de Trasvasamiento, ¿dónde vas?
A ningún lado. Yo había entrado a laburar en INTA y ahí estaban todas las expresiones políticas. Yo salgo como subdelegado de una sección del INTA: el bioterio. Era pendejo. No tenía la más puta idea de lo que era la experiencia sindical. Aparte era mi primer laburo formal. Eso fue a fines de octubre del ’74. Y asumí. Me agarró el ’75, que no me podía ir porque nació mi hijo en el medio. Ahí hago una experiencia sindical en ATE. El golpe me agarra ahí. Zafé de pedo.
¿Cómo fue tu actividad sindical en la construcción?
Mi actividad sindical comienza en el ‘83, cuando vuelvo de la Patagonia. Yo vuelvo el 15 de diciembre del ’82. Al día siguiente fue la marcha de la multipartidaria, que fue un quilombazo. Ahí nos encontramos con los compañeros. Los primeros días de enero del ‘83, consigo laburo en Induvial (una empresa que hace caminos), que quedaba en Camino de Cintura, al lado de Firestone.
Yo no cazaba un centro del tema de la UOCRA. Era militante de Intransigencia y Movilización, un invento de Montoneros, el viejo Sadi, Salmoni, etc. En ese momento, se estaba haciendo la electrificación del Roca. Había 1.600 trabajadores. El alambre de Induvial daba a las vías y yo hablaba con los muchachos. Esto estaba intervenido, porque venía de la época de los milicos. Nosotros cuando paramos Induvial, que lo tuvimos parado unos 20 días, apretamos al tipo que estaba en la UOCRA, nos vinimos todos y le hicimos mandar el telegrama para que no me eche. Yo te digo la posta: no quería ser delegado.
Ahí empieza a realizarse la electrificación. Junto con el Don Orione, Claypole, donde estaba el MAS, eran las dos grandes obras de toda la sección. La electrificación tenía tres obradores. Temperley era el más importante y todos los demás dependían de ese. Cuando empieza el proceso de normalización de delegados (antes de la normalización de la UOCRA) los muchachos me rompen los huevos a mí para armar una agrupación. La normalización de delegados fue a fines del ‘83 y la normalización de la UOCRA en el ‘84.
Para las elecciones, estaba la Naranja del MAS, la Azul de Palma, la Marrón de Papaño y la Blanca de Farías. Acá yo armo una lista y hago una alianza con Farías. Vamos a Capital (recordemos que la UOCRA estaba intervenida por los radicales). Eso era en Rawson 42.
Acá (Escalada) perdemos, por 5 puntos. Gana el MAS. Pero en esa lista, yo iba como segundo vocal titular. El primer vocal era Gerardo Martínez. Yo digo que no iba a dejar mi lugar de laburo. Seguía siendo delegado y elegido. Y empiezo a ganar posiciones en el cuerpo de delegados.
Ya a esta altura, el poder de movilización que nosotros teníamos empezaba a asimilarse con seccional Capital, que era el más poderoso. Nosotros teníamos 150/160 obras normalizadas, con una gimnasia democrática interna diferente al resto. Ahí empieza un reflujo de ellos y muchos se quedan conmigo. En ese momento me mandan a Estados Unidos dos meses, para cagarme. Ahí tengo contacto con Ubaldini, que en ese momento jugaba con Farías. Cuando vuelvo, empiezan los chispazos. Igual yo apoyaba a Ubaldini. Fui jefe de seguridad del palco del acto de la 9 de Julio [Acto del 25 de marzo de 1986, N. del E.].
¿Cómo comienza tu ruptura y, luego, tu expulsión de la UOCRA?
En la interna Menem-Cafiero, la UOCRA juega con Cafiero. El único que juega con Menem, de la UOCRA Nacional, soy yo. Esto fue el inicio de la ruptura. El plan de ellos era voltearme al día siguiente que gane Cafiero y yo me les cagaba de risa. Yo tenía 30/40 compañeros metidos adentro de la UOCRA Central.
Son tres cosas las que traen mi expulsión. La primera es que armo un campeonato de futbol interobra y caigo en el campo de deportes. Estaban todas las canchas ocupadas. Digo “dame una cancha” y terminé desalojando una cancha [del grupo de Martínez]. Eso fue un sábado.
El lunes estoy en Rawson (Sede Central), en el piso 10. Un tipo me avisa desde un teléfono público: “Víctor, te van a dar esta noche, cuando salgas”. Nosotros éramos cinco. Teníamos un solo revolver, un 38. Por suerte se lo di al más capacitado.
La UOCRA -esto con el diario del lunes- era toda 601. Nos esperaban el hermano de Alejandro (el hombre que estaba con el fusil levantado en Ezeiza, que lo matan en la esquina de Paraná y Corrientes) y el tío de Gerardo Martínez que nunca pudimos averiguar cómo se llama (le dicen “Chicho”). Nosotros llamamos los ascensores y bajamos como para irnos. Estaba todo oscuro. Ahí se armó la trifulca. En eso, justo estaciona un auto, el de mi cuñado. Los tipos pensaron que eran apoyo. Y era mi cuñado, que venía a verme…
Yo me vine acá [a Lomas de Zamora] y a las 7 de la mañana les metí 30 tipos. A las 9 de la mañana se desató la tormenta en la reunión de Secretariado. Ahí yo le digo por primera vez a Martínez: “Vos sos 601”. Toda esa semana duró el conflicto. Lomas en el 10º piso y seccional capital en Planta Baja. Se cortaba el aire, porque Farías tuvo que dejar entrar a todos mis muchachos que estaban en la puerta. Todo esto culminó el viernes con una mesa negociando el fixture entre Gerardo Martínez, Farías y yo. El sábado se produjo el cese de hostilidades, pero quedo todo muy lastimado.
Acá viene el hecho desencadenante: cortan los servicios de la obra social. Estaba intervenida la obra social por la coordinadora. Ahí llamo una conferencia de prensa: huelga de hambre a Alfonsín. Eso sale a la mañana en Crónica. A las 10 de la mañana viene un auto a hablar conmigo. “El Coti quiere hablar con vos”, me dicen. Él estaba en el Consejo de Consolidación de la Democracia. Fui, me siento y me dice “¿Como es esto que le vas a hacer una huelga de hambre al presidente?”. “Pero si me cortaron los servicios…”, le respondo. Me dice: “Nosotros tenemos un acuerdo con ustedes”. Yo le digo, “pero si está intervenida”. Y ahí me muestra el listado de la comisión normalizadora. El de arriba era de ellos y todos los demás los había puesto Farías y Gerardo Martínez. Yo los conocía a todos, pero no sabía que eso estaba armado así. Yo le dije que si esto era verdad, yo iba contra Farías. Me dijo: “Si vos vas contra Farías, nosotros te vamos a ayudar”. Ahí nomás arreglé que me levantaran los servicios y me mandaran una ambulancia.
Ahí empieza la etapa más jodida. Se hace un congreso en Mar del Plata con 46 seccionales. Eso fue octubre del ‘88. Yo, a esta altura, era el delegado de todas las seccionales del Conurbano, menos una. Entonces, pedimos el congreso nosotros para pegar el escobazo.
El congreso estaba lleno de milicos y de fierros. Con el paso de las horas empezaron a voltearme todas las seccionales con plata. De afuera habían mandado guita. Yo no tenía la experiencia. Yo pierdo ese congreso. Ese congreso la UOCRA no lo puede mostrar, porque quién lo presidió fue Raúl Leiva, que figura en el listado del 601. En ese congreso me expulsan.
¿Cómo siguió tu actividad?
Entre el ‘88 y el 2001 yo no existí. Me dediqué a laburar y a no hacer ninguna actividad política o sindical. En 2001, los que yo había dejado en la UOCRA de Lomas, me voltean. Entre diciembre de 2001 y enero del 2002 quedaron 75 mil trabajadores despedidos. Yo le pregunté a Martínez si iba a hacer algo, porque iban a volar a la mierda a todos. Yo pensaba que a la UOCRA había que salvarla. Yo le proponía organizar a los desocupados del gremio. Martinez me dijo: “Hacelo”. Le aclaré que tenía que darme dos terminales de comida. Eso fue una organización de los desocupados de la construcción que tenía entre 25 y 30 mil personas. Eso fue independiente de la UOCRA, porque puso los alimentos un tiempo y después los cortó. Yo hice una movilización al Ministerio de Desarrollo Social y al Ministerio de Trabajo y garanticé el morfi. De ahí, comencé la recuperación de los puestos de laburo. Íbamos metiendo gente en las obras.
La UOCRA es un sindicato muy particular. Sus patotas se destacan. ¿Cómo se arman? ¿Con qué apoyos?
El tema de la patota siempre existió. En la UOM, los 601 en la UOCRA. Eso también sufrió un proceso de descomposición. La UOCRA, en el proceso de flexibilización laboral que achica los convenios, lleva adelante un plan de aniquilamiento del activismo. Hasta del activismo patronal. Históricamente, hasta las empresas tenían sus activistas (Sideco, Techint). Les pagaban unos mangos más para romper una asamblea y ser buenos oradores. Eso existió. Con la caída del activismo vino el predominio de los mulos. Un mulo es un barra brava, es una salida laboral. Esos tipos vieron cómo se manejaba la guita y terminaron volteando a la burocracia.
¿Vienen del ámbito del futbol?
No, del choreo. De gente que pasó por un penal. Nosotros acá sabemos que, si un compañero se queda sin laburo, a los dos o tres días sale de caño. Acá hay muchos compañeros que han conocido la tumba. Eso tiene un factor para mí positivo y negativo. Puesto de cara para adelante, en la construcción, un compañero que estuvo preso, choreó, sale y quiere volver a laburar, es un aporte de conocimiento y manejo de la calle.
Ahora, también, el nivel de degradación y de decadencia hizo a muchos de ellos meterse en el narcotráfico e involucrarse con la policía. Por ejemplo, los que vendían droga en Atucha eran ellos.
¿Por qué la UOCRA no puede mantener una disciplina a nivel nacional?
Bueno, él [Gerardo Martínez] se dio una política. La UOCRA recauda 500 mil dólares por mes, más o menos. La caja mayor es para Martínez. Por ejemplo: Mar del Plata. Mar del Plata tiene 20 millones para pagar y él le manda el presupuesto de 100 mil pesos. Con esa plata, ellos ponen nafta a todos los autos y salen a robar. Eso se llamaba “La Orgánica”. Con el tiempo,o a eso se lo fue comiendo la descomposición y no existe más. Ahora él levanta el tubo y él dice “no lo apretes a Techint en tal lugar” y del otro lado le contestan “si no la pone, vamos a apretar igual”. Entonces él va a Techint y dice “mirá no puedo hacer nada”. Entonces, cada seccional se maneja así. Después, los que están con él van a la intervención de la seccional. La intervención es una caja.
¿Cómo evolucionó tu relación con el peronismo?
Yo estoy en el peronismo hasta el 2009. Hice una parte de experiencia con el kirchnerismo. Yo tenía reuniones con Kirchner cuando estaba con la organización con el viejo Duhalde. No había nadie en la casa de Santa Cruz. Estaba Kirchner solo y dos sindicatos.
Vos me contaste una escena en la que te diste cuenta que eras peronista. ¿Hay una escena que te haya hecho crisis el peronismo?
Sí, cuando yo empiezo a participar de las marchas de la izquierda. El 24 de marzo, por ejemplo. Son marchas que se hacían y que nosotros empezamos a ir. Era cuando todavía estaban los compañeros en la UOCRA con la Violeta. Viene Caire a verme. Viene con otro compañero, Carlos Yacob, que ya murió. Él inicia un proceso de discusión política conmigo de horas y horas. Entonces me empieza a pedir que meta trabajadores del partido de él, (ya ni sé de qué partido venía, él había sido del MAS, muy amigo de Nahuel Moreno). Hay un cambio de óptica que también se fue dando con otros compañeros. Él se muere un mes antes de que muera mi vieja. Quedan sus compañeros. José Tejeda, que está en la comisión, de Convergencia Socialista. Se arman grandes debates con compañeros que eran peronistas. Yo dije que había que abrir a todos los sectores que quieran ayudar a pelear y se da una relación fluida, hasta que él muere.
Yo nunca tuve ningún prejuicio, eso es una cosa a favor. Empiezo a ir a las marchas. Cuando nace el SITRAIC, ellos están de acuerdo, participan de la primera comisión [se refiere a Convergencia Socialista]. Bueno, ahí hubo una cuestión y ahí entro en contacto con Pitrola y me invita a la conferencia sindical del Partido Obrero. A mí me hizo un clic en la cabeza.
¿Cuál es tu balance del programa peronista?
Desde hace ya bastantes años, entiendo que Perón vino a garantizar el régimen. La moneda de cambio fuimos los trabajadores. Eso es así. Vino a abortar cualquier posibilidad revolucionaria. Hoy puedo decirlo, porque soy un lector voraz, pero en ese momento estaba convencido de que tomábamos el poder. Pero Perón vino a abortar todo eso. Por supuesto, eso culminó en el terror. Hoy pienso, tengo una imagen: dicen que cuando a alguien le cortan un brazo, sigue teniendo la sensación de que lo tiene. Bueno eso es la estructura de poder del peronismo hoy. Para mí el peronismo está en un proceso de disgregación final. Ellos creen que todavía lo tienen al brazo, lo cual acelera el proceso de disgregación. El nivel de descomposición del peronismo es muy alto.
¿Cómo trabajás la relación entre la actividad sindical y la política?
Es una relación difícil, en el sentido que la construcción de un partido revolucionario es una construcción de a uno. La construcción de un sindicato, en el caso nuestro, es una construcción de a cientos y de a miles. Eso es una cuestión que a veces puede generar contradicciones. La otra cuestión son los elementos que tiene un dirigente sindical para entender que el sindicato puede ser un instrumento para la construcción de un partido revolucionario de los trabajadores. Esto no es una enseñanza para mí desde la izquierda. Desde el peronismo, sindicalismo sin orientación política es sindicalismo amarillo, es nada.
Es interesante, porque el sindicalismo peronista le tiene menos miedo de pronunciarse políticamente. Es decir, uno ve a los burócratas sindicales reorganizando el PJ y ocupando lugares. En cambio, uno siente que la izquierda tiene un prurito muy importante en ese sentido.
Sí, yo entiendo que sí. A veces falta una mirada integradora de la clase. Primero porque es comprensible que no haya una confianza total en la clase. Vos tenés una confianza total en la clase cuando sos. Si vos sos parte, no dudás. Entonces, si no sos parte, no estás incluido. Al contrario, podés dudar. Es lo que nos pasa a nosotros. Si yo voy a la obra y le digo “compañeros a nosotros que nos persigue la UOCRA…”, no ofrecemos ningún tipo de seguridad de construcción de poder.
Cuando nosotros decimos lo del clasismo, es un concepto que trata de imponer y meter en la cabeza de los compañeros. Nosotros estamos peleando con la UOCRA y nunca cedimos. Luchamos con la Cámara Argentina de la Construcción, que nunca les habían hecho nada, nosotros ahora los denunciamos tres veces. Nos peleamos con el Gobierno también. El otro día que movilizamos y fuimos al Ministerio de Trabajo, nos quisieron comprar con planes. Les dí vuelta la mesa. Nosotros no estamos armando una organización de desocupados. Estamos armando un sindicato. Si vos querés dar un subsidio, vos te estás haciendo un favor, no yo. Yo no tengo nada contra las organizaciones populares, pero un sindicato es otra cosa. La cuestión política es de asumir un método. Para las experiencias políticas de los compañeros, no es sencillo.
¿La izquierda, en general, hace bien ese trabajo?
Hay falencias. No falencias que puedan ir en contra de la clase, sino falencias de caracterización y conocimiento.
¿Cómo ves el futuro del FIT?
Si mantiene la estética de Atlanta, bien. La estética está bien.
NOTAS
1Frente Estudiantil Nacional (FEN), era una organización universitaria que se reivindicaba marxista y nacionalista, planteando la necesidad de adherir al peronismo para llegar a su “base popular”. Tenía presencia en Rosario, Córdoba, Tucumán, Mendoza y Mar del Plata desde fianles de los 60 [N del E.].
2La Mesa de Trasvasamiento Generacional fue un agrupamiento de organizaciones peronistas que buscaban disputar la rama juvenil del peronismo. La integran Juan Licastro (Consejo Superior del Peronismo), Grabois (FEN), Alejandro “Gallego” Álvarez (Guardia de Hierro), Dardo Cabo (Descamisados). Con ellos estaban los “Demetrios”, un grupo de Descamisados de la zona oeste encabezados por Norberto Habegger y Oscar De Gregorio. La “Mesa” se formó a partir de una serie de reuniones en la segunda mitad de 1971, y en 1972 se constituyeron en Organización Única del Trasvasamiento Generacional (OUTG), que se terminó disolviendo en 1974, con la muerte de Perón [N. del E.].
Impresionante….tal cual.
este salame es un burócrata de primera hora y ustedes le lavaron la carita hace un par de años. vergüenza les tiene que dar esta nota, manga de gatos