Del Norte al Este – Nadia Bustos y Nicolás Grimaldi

en El Aromo nº 95/La estrategia PRO

brujula-origenes-historia-quien-la-invento2Del Norte al Este. Macri y la política exterior argentina

 

Europa parece, por el momento, el gran objetivo de las alianzas macristas. En medio de la crisis política brasileña, Mauricio se puede mostrar como el interlocutor más importante de las grandes potencias, ya sea para desarmar los bonapartismos o para alinear a los estados de la región en las aventuras imperialistas.

Nadia Bustos y Nicolás Grimaldi

Grupo de Análisis Internacional-CEICS


La política exterior del macrismo está signada por dos condicionantes. El primero es puramente económico: la necesidad de restablecer el endeudamiento y la atracción de inversiones externas. El segundo es político y se relaciona con el lugar que quiere ocupar Macri como líder regional en el giro político para desarmar los bonapartismos y situar a Latinoamérica en el eje de la ofensiva norteamericana. En realidad, por ahora no logró ninguna de esos objetivos.

De Obama a Trump

Al asumir, Macri lideró el retorno al Foro de Davos. Luego realizó una gira europea en julio del 2016, con el objetivo de lograr acuerdos libre comercio con la UE. Otro de los intentos del macrismo para conseguir inversiones fue la organización de un “Mini Davos” local, en el mes de septiembre, aunque no obtuvo mejores resultados. A pesar de que el macrismo hizo buena letra para volver a los mercados, aún no logró lo suficiente para paliar el déficit interno.

La asunción del Pro fue bien recibida en la gestión norteamericana y enseguida pautaron la visita de Obama a la Argentina. La presencia del mandatario implicó la firma de una serie de acuerdos. Los más importantes implicaban cooperación para prevenir el terrorismo, comercio, inversión, fortalecimiento de fronteras, comunicación y cooperación técnica a través del INADI. Además, el Gobierno firmó acuerdos de cooperación con la ONU para el Proyecto de Comunicaciones Aeroportuarias (AIRCOP), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Programa País 2016-2020. Dentro de la Asamblea General, la delegación argentina votó todas las propuestas del gobierno norteamericano. Uno de los principales objetivos de Macri era la incorporación del país al ALCA y al TTP.

Sin embargo, el resultado de las elecciones de noviembre fue un gran revés para el macrismo. El apoyo explícito del Gobierno a la candidatura de Hilary Clinton dejó mal parada a la gestión frente a la nueva administración norteamericana. De esta manera, las relaciones entraron en un ciclo de enfriamiento. A pesar de las distintas gestiones lideradas por la actual Ministra de Relaciones Exteriores, Susana Malcorra, Trump mantuvo una actitud hostil. El punto más álgido de esta situación ocurrió hacia fines de enero, cuando la nueva gestión canceló los acuerdos para la compra de limones argentinos. A la vez, hubo críticas desde la gestión macrista al establecimiento del muro con México.

Esta situación llevó a Macri a un rediseño de la política exterior con el objetivo de buscar nuevos aliados que lo provean de inversiones. El plan fue conocido como “Estrategia de Inserción Económica Inteligente al Mundo” y consiste en establecer contacto con nuevos destinos para los productos agropecuarios argentinos. Figuran en esa lista: Colombia, Perú, Sudáfrica, Angola, Nigeria, México, Corea del Sur, Indonesia, Filipinas, la India, Emiratos Árabes, Arabia Saudita, Kuwait, Egipto, Canadá y Ecuador.

A pesar de todo, Macri no perdía las esperanzas y evitó críticas explícitas al magnate. En su perspectiva, la nueva gestión del norte “necesitaba tiempo” para definir su política exterior. Así, Macri logró hablar con Trump a mediados de febrero. Acordaron una visita, pero, ante la falta de fechas concretas, Macri puso un ultimátum: la reunión tendría lugar antes de su viaje a China. La llegada de Trump al gobierno norteamericano estuvo acompañada de un posible aumento de las tasas de interés. Esto pone Macri entre la espada y la pared, porque lo obliga a negociar los acuerdos lo antes posible.

¿El socio asiático?

A lo largo de 2016, la relación con China fue de mal en peor. En el mes de septiembre se firmó un protocolo adicional sobre la estación espacial que China está construyendo en la provincia de Neuquén. El protocolo busca dejar en claro que la estación será utilizada para fines civiles y no militares. El segundo acuerdo apareció en el mes de noviembre respecto a la cooperación en materia de actividades delictivas. Ese mismo mes, Macri envió a Félix Martín Soto, el Subsecretario de Relaciones Financieras Internacionales, a negociar un préstamo con el Eximbank para poder poner en marcha los proyectos energéticos de la Central Hidroeléctrica El Tambolar, la ampliación del parque eólico Arauco en La Rioja, la instalación de un parque solar en Jujuy y la represa neuquina Chihuido. Los dirigentes de la entidad se negaron a brindar ningún crédito hasta tanto el macrismo no reactive el proyecto de construcción de la central térmica Manuel Belgrano II. Se trata de un plan iniciado durante la gestión kirchnerista, que luego fue congelado por el macrismo. El macrismo respondió con el inicio de una serie de investigaciones antidumping sobre placas de polimetilmetacrilato, máquinas procesadoras de alimentos multifuncionales, pantallas protectoras de metal, lavatrastos caseros y tubos de acero provenientes del país asiático. Además, se negó a reconocer a China el status de economía de mercado. Lo que parecía ser el fin de las relaciones diplomáticas, dio un vuelco con la llegada de Trump al gobierno. En el marco de una hostilidad creciente del magnate, el gobierno de Pekín se acercó al macrismo y coordinó una visita para mayo de este año. El principal objetivo es la negociación de los acuerdos de inversión.

Macri apostó a la alianza norteamericana, pero la llegada de Trump parece dificultar esta tarea. En este sentido, el macrismo ya empezó a cubrirse y generar un acercamiento a China.

Europa, Europa

En su campaña, Macri había amenazado con la expulsión de Venezuela del MERCOSUR. Sin embargo, en la sesión de la OEA donde se iba a votar la aplicación o no a Venezuela de la Carta Democrática, la Argentina decidió no aplicarla, e impulsó una postura a favor del “diálogo” y de las “instituciones y la democracia” en Venezuela. Susana Malcorra fue el gran artífice de esa postura, considerando que la posición de Almagro no lograría los votos necesarios, por lo que se habría convertido en un triunfo para Maduro. Esta situación se retomaría en la reunión del MERCOSUR celebrada a fines del 2016, donde, primeramente, Venezuela fue suspendida de su condición de miembro. La resolución llegó al cumplirse luego del plazo de tres meses de que los países fundadores del grupo le habían puesto a Venezuela para que incorporara a su legislación una serie de disposiciones comerciales y políticas, incluidas las vinculadas con el respeto a los derechos humanos. A partir de ahí, Argentina comenzaría a ejercer la presidencia del bloque y, en la primera reunión celebrada en Mar del Plata, se le prohibió el ingreso a la canciller venezolana Delcy Rodríguez.1

La salida de Venezuela del MERCOSUR, se liga con el otro plan de Macri, que es el de darle un impulso al bloque para alcanzar acuerdos de comercio con la UE y con la Alianza del Pacífico, a lo que se oponía Venezuela. Este fue un punto de coincidencia entre Macri y Temer, que llevó a la formación de la Comisión Bilateral de Producción y Comercio, integrada por representantes de ambos países. A partir de enero, comenzó un proceso de reuniones entre las comitivas de Brasil y Argentina, con el fin de alcanzar una agenda bilateral de comercio y producción con el eje puesto en acelerar el proceso de integración con los bloques mencionados.2 En relación a esta orientación, en julio pasado, Macri participó como miembro observador de la cumbre de la Alianza del Pacífico. Allí propuso “avanzar hacia una convergencia” con los cuatro países que la integran –Chile, Perú, México y Colombia–. Antes había viajado a Chile, donde disertó frente a unos 500 empresarios en el III Encuentro de Empresarios de la Alianza del Pacífico.

Con Chile también se acordó avanzar en las obras del túnel de Agua Negra en San Juan, para acelerar las obras de conectividad del corredor bioceánico. Con México, además de expresarle su apoyo a Peña Nieto por el muro de Trump, firmó 17 acuerdos de comercio y cooperación en materia de turismo, educación y cuestiones sociales, y se comprometieron a profundizar el libre comercio entre ambos países.3 Algo similar sucedió con Santos de Colombia.

Con la intención de alcanzar los objetivos respecto a la UE, el año pasado Macri realizó una gira por Europa que incluyó reuniones con los mandatarios de Francia, Alemania, y los altos dirigentes de la UE. Su primera escala fue París, donde se reunió con François Hollande. Vale recordar que las políticas agrarias proteccionistas de Francia y Polonia son una de las trabas para los acuerdos entre el MERCOSUR y la UE. Luego vino la reunión en Bruselas con los mandatarios de la UE, la canciller Federica Mongherini, y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Allí consiguió el compromiso de que el Banco Europeo de Inversiones apoye diferentes proyectos, principalmente de infraestructura. La siguiente escala fue Alemania, donde se entrevistó con Ángela Merkel y el presidente Joacuim Gauck, quienes le reconocieron a Macri los acuerdos alcanzados con el Club de Paris y con los bonistas, aunque sostuvieron que Alemania también vela por sus intereses agrícolas, en relación a los acuerdos con el MERCOSUR.4 Este año, arrancó con un viaje a España, donde Juan Rosell, Presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), se reunió en forma privada con el Ministro de Producción, Francisco Cabrera, y con el Ministro de Trabajo, Jorge Triaca, y les señaló la falta de competitividad del costo laboral y la alta inflación.5 O sea, le reclamaron un mayor ajuste.

La frontera de clase

Cristina había priorizado la relación con el eje China-Rusia, basada en la exportación de soja y la importación de productos industriales. La necesidad de préstamos y el proyecto desarrollista lleva al Pro a cambiar de aliados. Por eso, lo primero que se pensó es en EE.UU. como nexo con los organismos de créditos y como factor de inversión industrial. Esa prioridad hizo naufragar la candidatura de Malcorra, vetada por Rusia y China.

La llegada de Trump y el proteccionismo obligaron a cambiar los planes. En ese contexto, la vuelta a China, o la búsqueda de inversiones europeas, aparecen como las alternativas. Europa parece, por el momento, el gran objetivo de las alianzas macristas. En medio de la crisis política brasileña, Mauricio se puede mostrar como el interlocutor más importante de las grandes potencias, ya sea para desarmar los bonapartismos o para alinear a los estados de la región en las aventuras imperialistas. Pero para eso, deberá mostrar capacidad para restablecer una plena hegemonía aquí, en su propio país, lo que por el momento no parece sencillo.

Notas

1La Nación, 02/12/2016.

2Ambito.com, 30/01/2017.

3El Economista, 29/07/2016.

4La Nación, 06/07/2016.

5Clarín, 24/02/2017.

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