Del dolor a la lucha. Un intercambio con los fans de Callejeros a raíz de nuestra crítica a «Señales»

en El Aromo n° 30

En nuestro número anterior, publicamos una polémica reseña sobre el último disco de Callejeros, bajo el título de “Mala señal”, escrito por Gabriel Falzetti. Nuestra crítica se remitía al aspecto que más nos interesa: el artístico, como forma de manifestación de una concepción del mundo y una forma de intervenir en él. El artículo en cuestión generó un fuerte debate entre los lectores y los fans de Callejeros. A ellos les agradecemos el haber-nos enviado sus comentarios haciéndonos saber su posición. Reproducimos aquí dos de ellos y la respuesta de Falzetti. Queremos disculparnos por no poder publicar todas las opiniones, en este número. No obstante, serán publicadas en las entregas subsiguientes.

Gente de El Aromo:

Les escribo en referencia a “Mala señal” el artículo de Gabriel Falzetti publicado en el número 29 de El Aromo. En primer lugar, los quiero felicitar. No había leído hasta ahora una crítica tan seria y responsable de Señales. Sí leí mucha basura, en el Sí! de Clarín, en la Rolling Stone, etc. Estoy muy de acuerdo con todo lo sostenido en el artículo.

Sin embargo, como sobreviviente, les puedo dar un panorama un poco más completo de la situación. Sí, el disco está cruzado por la muerte, y aunque nosotros (sobrevivientes) mucho no lo queramos admitir (ni siquiera pensar) nos da la sensación de que es inevitable: cuando pue-dan, tocan y cierran este episodio, y si no se acobardan…se suicidan. En Creo Pato canta: “Y me pedís que no me rinda… sigo por vos…”. Por eso creo que siguen: por nosotros, por los que agotamos 14 mil entradas en una semana para ir al recital que no fue en Tucumán, por los que agotamos 20 mil copias de Señales en un día, por los que creemos en ellos. Y, principalmente, por los que necesitamos que toquen para rehacer nuestras vidas y seguir adelante.

A lo que voy: no los condenen por llamar, inconscientemente, al individualismo, al dolor y la resignación. Yo, que no perdí a nadie el 30 de diciembre (pero que sí le vi la cara a la muerte), todavía no puedo deshacerme totalmente de la resignación que me aquejó este año y medio. No me quiero imaginar lo que sentirán los pibes de la banda, que perdieron en total a 40 allegados, y a su público. Es muy difícil que este episodio movilice más que por justicia a los que estuvimos ahí adentro. Por otro lado, me parece que son los que no están inmovilizados por la falta de fe en la especie humana, los que tienen que luchar por los que vivimos, y porque las muertes no hayan sido en vano.

Por mi parte, no puedo evitar pensar qué hubiera sido de mí, si no hubiera pasado por lo que pasé. Hoy con 18 años, en sexto año del Carlos Pellegrini, con un nivel de estudios y teoría altísimos, con una conciencia política importante, soy un marxista no revolucionario. Suena contradictorio, pero sí: en la teoría, el materialismo histórico, la dialéctica, el marxismo, son mi bandera. En la práctica, no me puedo mover más que por lo inmediato: una lucha estudiantil (un boleto, la asamblea universitaria), una lucha por ver a Callejeros una última vez. Hacemos banderazos, periódicamente ignorados por los medios, a menos que la polémica esté al rojo vivo, como el banderazo a los dos días de la suspensión del recital de Tucumán. Hoy sería un revolucionario, hoy estaría en un partido, hoy creería que cambiando este sistema de mierda podríamos vivir como se debe, y no creería que el hombre es una mierda, que no tiene arreglo.

Vuelvo a decirlo: no le pidan a Callejeros que en Señales llamen a la lucha colectiva, a ser revolucionarios, a tomar conciencia de clase. Eso les toca a ustedes. Tal vez la banda pueda llegar a eso, más adelante, y si tenemos la suerte que esas frases medio suicidas no se lleven a la práctica.

Iván

Estimados compañeros de El Aromo:

Leí el artículo “Mala señal”, de Gabriel Falzetti. No dispongo del tiempo como para responder a cada análisis, pero quien escuchó todas las letras del disco, no puede dejar de notar que sólo se apunta a una crítica un tanto pesimista (no quiero decir mal intencionada). No sé ni me interesa conocer el fin. Pero, en algunos aspectos, es muy evidente que la crítica no tuvo en cuenta las letras de los anteriores trabajos. Por ahí dice “sostienen notas largas”, ¿no es acaso una característica de la banda desde sus inicios?, “El problema del disco es la imposibilidad de salir de la angustia”, ¿es un problema del disco o es la realidad de muchos sobrevivientes (y es uno el que la compuso)? Se dice: “Del disco no se desprende verdad alguna” ¿es un chiste no?, “Sólo dudas. Dudas, muerte y un inmenso dolor”, ¿acaso debería ocultar lo que siente y hacer prevalecer la hipocresía? También se afirma: “Esta canción dice que se puede seguir cantando, pero el disco siempre está al borde de dejar de hacerlo”. Entonces, primero lo critica de individualista, pero luego genera la sensación de rondar con la apología del suicidio como única “salida”. Y así, podríamos reanalizar el análisis y jamás ponernos de acuerdo. Sobre todo, si uno pretende ver todo desde una óptica positiva y, otro, bastante alejado de ello.

Yo prefiero ver y escribir que el título El Aromo refleja que es el árbol que te permite cubrirte del calor bajo su sombra y, en primavera, con sus flores amarillas hace brillar tus pupilas cual rayos de sol y no sólo decir que El Aromo se eligió porque el amarillo de sus flores es el color del odio y su follaje llora durante toda su existencia (todas las características del árbol son reales, solo es cuestión de ver el vaso medio lleno o medio vacío).

Saludos

Gabriel Lopéz

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