Premici profundiza el discurso de la grieta: de un lado macristas explotadores, del otro kirchneristas justicieros. Oculta la verdadera grieta entre burgueses y obreros. La misma que muestra que Cristina y Mauricio son iguales.
Ezequiel Flores
TES – CEICS
Inocencia interrumpida
Desde el prólogo, escrito por Alfredo Zaiat, al epílogo, donde Premici expone las conclusiones de su labor de investigación periodística sobre el trabajo rural volcada en el libro, vemos una apología del peronismo y, consecuente, del kirchnerismo. Veamos.
Perón habría sido el responsable político de otorgar derechos a los trabajadores rurales gracias a la sanción del estatuto del peón rural en 1944 contra los intereses de, fundamentalmente, la Sociedad Rural Argentina. Sin embargo, en 1980 la dictadura cívico militar rompería con estos derechos que sólo serían retomados por el gobierno de Cristina Fernandez de Kirchner en 2011 con la sanción de la ley 26.727 -“nuevo” estatuto del peón- y la creación del RENATEA en remplazo del RENATRE. En otra oportunidad, hemos examinado que dicho estatuto conserva el sentido de garantizar las ganancias de las patronales agrarias y no representa un avance cualitativo para los obreros rurales.1 Premici destaca el accionar del RENATEA que habría rescatado a mil trabajadores rurales en condiciones de “servidumbre” o “explotación laboral”. Así, vientos de justicia soplarían hasta que la asunción de Macri les puso fin. Con el gobierno del PRO viviríamos un “revival” liberal caracterizado por el gobierno de los Ceos, sin intermediarios. La ceocracia, pondría fin a la ley 26.727 y le devolvería el RENATRE a Gerónimo “Momo” Venegas –Sec. Gral. De UATRE- inaugurando nuevos tiempos de ruptura que negarían sus derechos a los obreros rurales.
Para fundamentar esta hipótesis general, Premici recurre al análisis de dos casos de “explotación laboral” constatados por inspecciones del RENATEA –en Misiones y Entre Ríos- en los que están involucrados directamente empresarios aliados del macrismo: Ramón, Puerta -Ex gobernador de Misiones, actual embajador por Argentina en España- y Luis Miguel Etchevehere –presidente de la SRA y flamante ministro de agroindustria -. Por último, incorpora un caso de persecución sindical dentro de la UATRE que lo lleva a destapar los chanchullos del gremio, el fraudulento funcionamiento del RENATRE y la complicidad del “Momo” Venegas con la SRA y, otra vez, el macrismo.
De esclavos y burócratas
El primer caso que analiza es la denuncia por trata y explotación laboral realizada en 2015 por la Procuraduría de Trata y la Explotación de Personas (PROTEX), que tiene como principal acusado a Yerbatera Misiones SRL. de la familia Puerta2. Según la inspección del RENATEA se rescataron a 61 tareferos victimas de “explotación laboral” (Pág. 51). El autor realizó un viaje a Misiones y pudo constatar de primera mano que dichas condiciones se repiten en más de un yerbal e incluso en un obraje forestal: empleo por contratistas, carpas de nilón, comida y agua en mal estado, niños trabajando, jornadas de 10 – 12 horas, etc. Premici debiera incorporar datos más generales para entender que lo que ve es la norma: en Misiones el 80% de los tareferos se encuentran sin registrar. Y no se trata de una novedad de la era Macrista, sino de una realidad que persiste hace décadas. El sistema de contratación, las condiciones de trabajo y vida de estos obreros son las mismas en la estancia de Puerta o en la de la mayoría de los burgueses yerbateros. De hecho, el propio gobierno provincial y los funcionarios municipales –varios abiertamente K durante los gobiernos de Néstor y Cristina- han dejado pasar más de un crimen contra tareferos3. A pesar de reconocer que la realidad ha sido siempre igual para los cosecheros de la yerba mate (pág. 53), el autor no levanta la mirada para explorar más allá de lo que sucede en el campo de Puerta. Además, en una cita al pie, retoma una propuesta del kirchnerismo bastante retrógrada: en lugar de eliminar la intermediación del contratista y pasar al contrato directo -y en blanco- entre el burgués agrario y el obrero rural, habría que organizar a los contratistas (pág. 44). Finalmente, individualizando el problema, el autor considera que Puerta representa un “peronismo explotador” (pág.61) como si el peronismo en sí mismo no lo fuera.
El segundo caso que pone sobre la mesa, es el de los hermanos Cornejo, quienes vivieron y trabajaron 38 años para la familia Etchevehere en la estancia La Hoyita, Entre Ríos. En la misma, denunciada por evasión impositiva y lavado de activos, el RENATEA realizó una inspección en 2014 y se encontró con Sergio y Antonio Cornejo. Ambos en condiciones infrahumanas desde hacía 38 años y cuyo vínculo con la familia Etchevehere resultaba innegables, a pesar de que sistemáticamente la familia del presidente de la SRA buscó negarlo. Luego de pasar casi cuatro décadas olvidados por distintos gobiernos –Dictadura, radicalismo, menemismo, kirchnerismo-, a pesar de todo, y por herencia paterna, los Cornejos siguen votando al peronismo. El autor presume que esto se debe a que los hermanos perciben que la situación puede mejorar porque alguna vez las cosas fueron mejores (Pág. 72). Al menos eso dice la leyenda.
Por último, aborda el caso de la pareja Liliana Giménez – trabajadora, responsable de la boca de expendio de la obra social OSPRERA en el pueblo Bernardo Larroudé, La Pampa- y Carlos Isequilla –titular de la delegación UATRE La Pampa 2002 – 2008-. Según expone Premici, producto de las denuncias por las irregularidades en el funcionamiento de OSPRERA y de obreros intoxicados por fumigaciones, la pareja fue víctima de una persecución encabezada por el propio “Momo” Venegas, que incluye un accidente automovilístico – que casi se lleva la vida de Carlos- y el despido de ambos. A partir de este caso, el autor avanza en demostrar que el RENATRE funcionó como una caja que Venegas usufructuaba para desarrollar otras estructuras políticas, como su propio partido (Fe) y enriquecerse. Lo que muestra el autor es que el RENATRE contabilizó más libretas de peones rurales de los que realmente fueron registrados en el Ministerio de Trabajo (Pág. 112). El autor reconoce la connivencia entre el difunto Secretario Gral. de la UATRE y la Sociedad Rural Argentina, no obstante, no deja de ver al Momo como un gremialista cuando en realidad estamos frente a un burgués hecho y derecho. Su caso se enmarca dentro de la tendencia general que transformó a buena parte de la burocracia histórica peronista -incluyendo a predilectos de Cristina como Caló o Pedraza- en verdaderos burgueses sindicales4. Nuevamente, el árbol no deja ver el bosque.
El discurso de la grieta
Los casos que Premici aborda son, como él mismo lo reconoce, historias urgentes (Pág. 20) y ha realizado eficientemente su labor de investigación periodística (prueba de ello es el anexo documental al final del libro). No obstante, el problema es el significado que le da a los datos que expone. El autor, basándose principalmente en lo establecido por la Ley 26.727, se empeña en denunciar cierta forma de explotación como si fuera esclavitud (Pág. 20.). Entonces, el contenido de sus denuncias presupone que cuando se cumplen las relaciones regladas por ley no existe explotación. Por tanto, basta con aguantar un poco hasta que una nueva grieta se abra para acceder a esa explotación que sería más benevolente por reconocer ciertos derechos para la clase obrera. Esa que los peronistas llaman justicia social (Pág. 135)5.
El mensaje del libro es claro, el discurso de la grieta se impone. De un lado, kirchneristas bien intencionados que legislaron y accionaron –a través del RENATEA- para acabar con la “explotación laboral”, “servidumbre” o “esclavitud laboral” a la que son sometidos los obreros rurales por parte de liberales y sindicalistas del PRO con complicidad de la justicia. Poco importa si el kirchnerismo ya era gobierno nacional desde el 2003 y los casos se detectaron recién en 2014, si su base económica fue la plusvalía de obreros rurales contenida en ese yuyo (la soja) o si Entre Ríos y Misiones contaron con gobiernos abiertamente kirchneristas durante las gestiones de Néstor y Cristina.
Premici apela a la simplificación como estrategia ideológica que permite ocultar la verdadera grieta entre burgueses y obreros (a secas): la contradicción de clase. Retomar el análisis de clase nos permite ver que tanto Cristina como Macri, defendieron y defienden los intereses de la burguesía y, por tanto, son garantes de la explotación de la clase obrera. Entre una y otro no hay tal grieta, son lo mismo.
NOTAS
1https://goo.gl/iwcjzQ
2https://goo.gl/aS9f9P
3https://goo.gl/uSZQVS
4https://goo.gl/Gh5AJU
5La explotación es un hecho social y, en el capitalismo, gracias a ella una clase minoritaria -la burguesía- vive a costa de extraer trabajo gratuito –plusvalía- a otra mayoritaria -la clase obrera-. Véase: https://goo.gl/GxN339