Lo que era la burocracia sindical, hoy ya no solo es una correa de trasmisión de los intereses patronales en el seno la clase obrera. Muchos de ellos se han convertido en patrones y constituyen una verdadera burguesía sindical.
Juan Perrotat
Laboratorio de Análisis Político-CEICS
La tradición clásica atribuye a la dirigencia sindical el término “burocracia”. La palabra tiene toda una historia y constituya una verdadera tradición en la izquierda argentina y mundial. En los textos clásicos, como Lenin, se habla incluso de una “aristocracia obrera”. Las discusiones sobre el contenido del término son enormes, desde quienes le atribuyen características progresivas hasta quienes le endilgan ser el único límite al pasaje de la clase obrera a una estrategia revolucionaria.
En realidad, se trata de una dirección burguesa de las organizaciones corporativas obreras y, en su mayoría, expresan una conciencia reformista (lo que no quiere decir que no puedan integrarse al ajuste o a la contrarrevolución, dado el caso). Lo cierto es que lo que pocos han negado es su carácter más o menos obrero. Es decir, se concibe a la burocracia como un desprendimiento de la propia clase. El modelo típico suele ser Vandor: un burócrata que consigue algunas (pocas) mejoras, se queda con algún vuelto de los patrones, se liga al juego sucio, tiene un grupo de matones y no mucho más.
Sin embargo, esa característica estructural, en Argentina, ha cambiado. En la actualidad, los principales dirigentes sindicales poseen medios de producción propios. Es decir, se han convertido en burgueses. En este artículo analizaremos este fenómeno haciendo un repaso de las propiedades en manos de los principales dirigentes sindicales. Dado que, por razones obvias, (casi) ningún burócrata anda ostentando sus posesiones, el asunto nos lleva a una trama de testaferros, empresas fantasmas y corruptelas. Por esa misma razón, la lista que aquí presentamos es apenas un mínimo: que no hayan salido a la luz las propiedades de otros burócratas no significa que no las tengan.
Los propietarios
Algunos, desvergonzadamente, no ocultan las propiedades en su haber. Es el caso de Armando Cavalieri, Secretario General del Sindicato de Empleados de Comercio (SEC) desde hace 30 años. Don Armando es propietario de una red empresarial que abarca varios rubros. El conglomerado posee al menos nueve empresas, todas con domicilio legal en Francisco Beiró 4385. Entre sus empleados y directivos figuran Sebastián Cavalieri, el hijo del dirigente gremial, y Roberto Gómez, asesor del SEC. Dos testaferros. Allí tienen oficinas una concesionaria de autos, un garaje, una empresa de repuestos automotrices, una productora cerealera y un tambo, que informes periodísticos adjudicaron a Cavalieri. A esto se suman hoteles en Miami en sociedad con Triaca (padre) y “La Estrella”, la aseguradora de retiros que creó con la Banca Nazionale del Lavoro, el Trust Bank y el Grupo Juncal. A su vez, entre sus propiedades se encuentran una estancia en Roque Pérez de 5.000 hectáreas valuada en 80 millones de pesos, donde explota a 60 empleados. Además, posee un “club de campo” en Lobos, de 92 hectáreas cotizado en 19 millones de pesos.
Roberto Fernández, Secretario General de la Unión Tranviaria del Automotor (UTA) y su predecesor, Juan Manuel Palacios, aparecen vinculados a la empresa Calema S.A. Hasta el 2003, Fernández era el presidente de la empresa y, luego de varios movimientos en el directorio, desde 2016 la preside su esposa, Silvia Antonia Bevk. Mediante esa sociedad, llevaron a cabo la compra de múltiples y millonarias propiedades rurales para su explotación. Por ejemplo, la estancia San Ignacio, de 380 hectáreas, dedicada a la cría de ganado y al cultivo de cereales. Se encuentra ubicada en Hipólito Yrigoyen, provincia de Buenos Aires, y por ella se habrían pagado más de 1.100.000 dólares.
Omar Maturano, Secretario General de La Fraternidad desde 1992, también parece tener debilidad por las propiedades rurales. Además de poseer un lujoso departamento ubicado en Santa Fe y 9 de Julio, y una flota de autos de alta gama valuada (en 2015) en casi dos millones de pesos, es propietario de varios campos. Entre ellos, una estancia de varias hectáreas en Zárate y una quinta en San Isidro. Gerónimo “Momo” Venegas, Secretario General de Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) desde 1991 hasta su fallecimiento este año, también supo invertir en el agro. Poseía al menos cinco terrenos en Necochea, varias casas (algunas a nombre de sus hijas) y galerías comerciales. También era propietario de dos estancias, una en Necochea y otra en Tandil (valuada en cinco millones de dólares), dedicadas al turismo rural. Su nombre saltó en el escándalo de los Panamá Papers, ya que figuraba como presidente de una empresa radicada en Florida, EE.UU.
Pero los burócratas no solo invierten en campos. Otra modalidad común es fundar empresas que prestan servicios al gremio o a empresas ligadas a él. En el caso de Venegas, se ha denunciado un entramado de empresas que brindaba servicios informáticos, de cobranza y capacitación al gremio, que estaban en manos de amigos de Venegas y funcionarios de UATRE. Similar es el caso de Sergio Sasia, Secretario General de la Unión Ferroviaria desde 2013, que era dueño de la empresa All-RightClean SRL, una empresa que tercearizaba servicios de limpieza para el Belgrano Cargas, donde Sasia regenteaba el departamento de Recursos Humanos.[1]
De testaferros y otras yerbas
No todos los burócratas tienen la desvergüenza de ostentar sus propiedades. Siendo dirigente sindical, no es muy apropiado aparecer como un dueño de empresas. Por eso, la mayoría de los “burgueses sindicales” busca ocultarlas, recurriendo a testaferros, familiares o vericuetos legales del derecho societario. A continuación veremos algunos de estos casos.
A Hugo Moyano, Secretario General del Sindicato de Camioneros desde 1987, se le adjudica la propiedad de un holding compuesto por varias empresas entre las cuales se destaca la constructora Aconra S.A., la textil Dixey S.A., la prestadora médica contratada por su propio gremio (Iarai S.A.) y la ART que utilizan los afiliados camioneros (Caminos Protegidos S.A.).[2] Las empresas se encuentran a nombre de familiares (sus hijos y su ex esposa) y hombres de confianza (como su abogado, Daniel Llermanos). Con esos ingresos seguramente costeó la mansión que habita en Parque Leloir, que cuenta con caballerizas y pileta olímpica, valuada en más de un millón de dólares. A eso hay que sumar una decena de propiedades más que se le adjudican, en Ciudad de Buenos Aires, Banfield y Mar del Plata. De Omar Viviani, Secretario General del Sindicato de Peones de Taxis desde hace 34 años, se dice que es propietario de una flota de más de 200 taxis, y además, cobra “peajes” por las paradas de taxis más importantes de la ciudad. A su cartera de inversiones hay que sumar tres pizzerías de su propiedad… en Roma.[3]
Antonio Caló, Secretario General de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) desde 2004, ha sido vinculado al Grupo Olmos. Raúl Olmos, uno de los titulares del grupo, además de ser un hombre de confianza de Caló, amasó fortuna a la sombra de la UOM. Su empresa ha sido la proveedora histórica de servicios de salud para el sindicato metalúrgico. La empresa Donington (del Grupo Olmos) se encarga de administrar los fondos del gremio, y Forjar Salud, del mismo grupo, se transformó en la gerenciadora de la obra social en la mayoría de las seccionales. Que Olmos es en realidad un testaferro de Caló es más que un rumor. De hecho, cuando el Grupo Olmos adquirió el Diario Crónica, se rumoreaba que Caló había desviado fondos de la UOM para concretar la operación.[4]
José Rodríguez, Secretario General del SMATA, entre 1973 y 2009, además de un piso sobre Avenida Libertador valuado en más de un millón de dólares y cuentas en el exterior, también había incursionado en la actividad empresaria de la mano de los contratos con su gremio. Tras la quiebra de la obra social del SMATA, en 2001, salieron a la luz los negociados que vinculaban a Rodríguez con las sociedades que subcontrataba OSMATA. Las empresa Sancayet, que proveía a los sanatorios de OSMATA de medicamentos especiales, Strudel (servicios auxiliares a los sanatorios), Home Life (atención domiciliaria) y la consultora Roma Consulting, pertenecían a Alejandra y Andrea Rodríguez, hijas del dirigente de los mecánicos.[5]
Luis Barrionuevo, titular de la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos (UTHGRA) desde 1979, también incursionó en el negocio médico. Su vinculación con el PAMI durante los años ’90, cuando fue designado por Menem como Interventor del Instituto Nacional de Obras Sociales, le proveyó oportunidades de negocio que al parecer no desperdició. En el 2000, la interventora del PAMI Graciela Rosso, denunció públicamente que Barrionuevo y el “Coti” Nosiglia eran dueños de la mayoría de las prestadoras de salud y servicios fúnebres contratados por la obra social. Claro que recurriendo a testaferros y empresas fantasmas. Lo mismo sostenían otros dirigentes ocasionalmente enfrentados a Barrionuevo por aquellos días, como Hugo Moyano, Alicia Castro y Juan José Mussi.[6] La diputada Graciela Caamaño, su esposa, obligada a hacer pública su declaración jurada, admitió en 2007 poseer un capital superior a los 550.000 dólares, que incluía la empresa Bellota S.A., en la que Barrionuevo figuraba como director, y seis propiedades (su mansión de Villa Ballester, una casa quinta en Mar del Plata, y propiedades y campos en Pilar, Catamarca y Capital). Y esto es solo lo que declararon. O sea, lo que tienen en blanco…
Conclusión
Como hemos visto a lo largo de este artículo, casi la totalidad de los grandes batallones industriales de la clase obrera ya no se encuentra representada por dirigentes provenientes de su propia clase. Buena parte de los burócratas sindicales son, desde hace tiempo, burgueses hechos y derechos. Nuestros problemas con la burocracia sindical nunca se limitaron a la ausencia de democracia en los gremios, a la corruptela o a la “traición” de las luchas, sino que se trataba del combate contra la conciencia burguesa en las masas. Esa batalla sigue vigente, pero con un aditamento: ahora, en los grandes gremios, no enfrentamos a una capa obrera más o menos acomodada, sino que estamos ante miembros de la clase enemiga con intereses propios de la burguesía. Eso no parece correr para personajes como Micheli o Yasky, que se acercan más a la definición “clásica” de burócrata, como Vandor o Ubaldini. Entre ellos y Cavallieri media una gran cantidad de situaciones intermedias, agregando más diferencias entre los dirigentes.
Lo que era la burocracia sindical, hoy ya no solo es una correa de trasmisión de los intereses patronales en el seno la clase obrera. Muchos de ellos se han convertido en patrones y constituyen una verdadera burguesía sindical. Esa es la razón más profunda por la cual son capaces no ya de soportar, sino de llevar adelante planes de ajustes sin verse perjudicados. A su vez, esa falta de una base común de recaudación entre ellos y sus diferencias con los burócratas “clásicos” contribuye, junto con la desaparición de una estructura política que los discipline (léase PJ), una explicación a la interminable fractura en la dirección sindical, a pesar de que todos se reclamen peronistas.
Notas
[1]https://goo.gl/6p1xV; https://goo.gl/mpM6ee, https://goo.gl/QFbZD2 y https://goo.gl/jf5u24.
[2]https://goo.gl/Vu5nmR, https://goo.gl/h8MqZp y https://goo.gl/QR9BM5.
[3]https://goo.gl/pc46Uj y https://goo.gl/xHbmKU.
[4]https://goo.gl/eb6vmD y https://goo.gl/yWG1we.
[5]https://goo.gl/nSNwrW
[6]https://goo.gl/FsPT5g
Cros, como entraría en esta caracterización los llamados a huelgas o paros generales? En estos años hemos confluido en unidad de acción cuando llamaron a acciones. No perduraría una situación «intermedia» aun?
slds,
¿cavalieri no es dueño de galeno y su testaferro es su yerno el Dr. Fraumeni?
Es justo al revés. El dueño es Fraumeni y en su momento Cavalieri fue pantalla.
El sindicato de los soderos de Avellaneda conducido por Perez desde hace mas de 11 años y el cual pasa a retirar los sobres de las empresas es un ejemplo de la burguesia sindical empresarial atornillada al sillon y defensora de sus intereses. Dejando de lado a los obreros.