Cortes de luz en Quilmes. Nuestra vida en peligro

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No es ninguna novedad que todas las empresas prestadoras de servicios brindan un servicio pésimo en toda la extensión del conurbano bonaerense. Sin embargo, en el caso de Edesur se llegó a límites insospechados. De más está aclarar que durante la vigencia de su concesión, de 28 años ya, el servicio nunca pasó de mediocre. Pero en los últimos meses, y en especial en el partido de Quilmes, se transformó en una verdadera calamidad para los usuarios. En estas últimas semanas, asistimos a continuos cortes de energía que afectaron amplias zonas del partido: las zonas céntricas de Bernal, Quilmes, Ezpeleta, Quilmes Oeste, S.F. Solano y buena parte de los barrios de Bernal Oeste, El Triángulo, La Colonia, Itatí, La Matera, La Paz, La Ribera, La Florida, La Resistencia y Kolinos.

En todos estos barrios y localidades, los vecinos vienen sufriendo picos de tensión, cortes, e inclusive, numerosas explosiones de transformadores que dejan sin electricidad a zonas cada vez más extensas del distrito durante varios días. Luego, lo de siempre. Reclamos de los usuarios bajo la forma de llamados, mensajes o mails que jamás reciben respuestas. La empresa no cumple con su papel y se borra por completo.

Como es sabido, estamos viviendo un momento muy particular, signado por el ascenso de la pandemia del Covid-19 y la cada vez más flexible cuarentena. En este contexto, la interrupción del servicio eléctrico se vuelve más peligrosa. Para las familias de trabajadores, esto significa la imposibilidad de organizar sus compras en forma semanal, salir lo menos posible para cumplir con la cuarentena y así evitar contagios. Es evidente que si no contamos con un servicio de luz estable, nos arriesgamos a perder lo poco que tenemos en la heladera que, para nosotros, es todo lo que tenemos. Como no podemos hacerlo, las compras se hacen al día, lo que nos obliga a salir cotidianamente y, por lo tanto, nos exponemos al contagio. No hay solución posible que no implique un riesgo para los vecinos: o es un perjuicio directo sobre la salud por el contagio o lo es para su economía hogareña perdiendo todo.

Como si esto fuera poco, en medio de la cuarentena la empresa envía facturas con incrementos astronómicos, que anuncian alegremente como “un simple reajuste” de facturas ya emitidas, o “calculando a ojo” las mediciones que no se pueden realizar presencialmente.

Los funcionarios provinciales y municipales no han hecho absolutamente nada. Kicillof afirmó que “le preocupa el funcionamiento deficiente de Edesur” y Mayra Mendoza envió una carta a la empresa solicitando la normalización del servicio, bajo amenaza de “expropiación”. Eso fue todo: palabras. La empresa redobló la apuesta y dio a entender que esa amenaza es en realidad una forma de ocultar el supuesto verdadero problema de fondo: que los municipios le deben más de 3.000 millones de pesos desde 2011. La gerencia de Edesur dijo que esa falta de dinero es la que le impidió invertir. Caraduras, de un lado y del otro.

Los que se pelean pateándose la pelota, en realidad son los responsables. En el medio, quedamos nosotros, trabajadores y usuarios. Los gobiernos nacionales, provinciales y municipales se cansaron de transferirles subsidios millonarios a estas empresas. Dinero que sale del Estado, es decir, que sale del bolsillo de los trabajadores, únicos productores de la riqueza. El resultado, está a la vista: un servicio lamentable, con cortes frecuentes y que expone nuestra vida. En ambos lados de la pelea, hay parásitos que nos condenan a la miseria. La plata y la vida la ponemos siempre nosotros.

Es momento de que digamos basta. Es momento de que nos organicemos. Las empresas de servicios públicos deben pasar al Estado, sin indemnización alguna, y tienen que ser controladas por los trabajadores. Es la población obrera en su conjunto la que tiene que trazar un plan de obras públicas para aumentar la capacidad de generación de electricidad, gas y distribución de agua para todos. Según nuestras necesidades y no según la ganancia.

Por la estatización de las empresas de servicios bajo control de los trabajadores

Razón y Revolución Zona Sur

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