Contra la nacionalización por parte de CONADUH de la nefasta política de la AGD-UBA

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En el día de ayer la CONADUH informó la conformación de una Comisión Nacional de la Emergencia que se reunirá hoy por primera vez. Esta comisión, plantean, es una respuesta a la demanda de la CONADUH a la conformación del comité de Crisis.

El problema es la propuesta que la CONADUH llevará a esa comisión. Al igual que hiciera antes la AGD a nivel de la UBA, la CONADUH se apresta ahora a llevar a la patronal una propuesta que ningún docente universitario ha aprobado. Esta propuesta tiene puntos sumamente problemáticos como el que plantea que: “Que la virtualidad debe ser considerada como una modalidad transitoria de acompañamiento de los estudiantes, no como reemplazo de la presencialidad”.

Es decir, se solicita que se desconozca todo el trabajo que docentes y estudiantes vienen desarrollando en diversas universidades. En vez de ser reconocida una cursada a distancia que permita a los estudiantes regularizar la cursada, ser evaluados y aprobar las materias: se solicita que todo este trabajo sea considerado un mero “acompañamiento”. La CONADUH adopta de este modo a nivel nacional la posición que ha defendido todo este tiempo la AGD. La AGD ha intentado bloquear el desarrollo de clases a distancia. Allí donde tiene mayor inserción, en la Facultad de Sociales, logró la instalación de un comité de crisis que sancionó su propuesta de limitar las clases hasta el 1° de junio a un simple acompañamiento virtual optativo que pudiera asumir cualquier forma deseada por el docente (si es que el docente decidiera realizar ese acompañamiento).

¿Qué hay detrás de la defensa del “acompañamiento” virtual?

La idea de un acompañamiento virtual de modalidades difusas y no obligatorio para ningún docente no es más que un eufemismo para la defensa del supuesto derecho del docente universitario a cobrar sin trabajar. ¿Con qué derecho podríamos reclamar tal cosa? En un momento que otros compañeros de clase arriesgan su vida para cumplir con sus trabajos, nosotros, que tenemos la ventaja de poder trabajar desde nuestros hogares, ¿cómo podríamos solicitar el no hacerlo en absoluto? Esa es una política lumpen que no solo rompe toda alianza posible con nuestros estudiantes, sino que nos aliena también del resto de nuestros compañeros de clase.

Detrás de esta política en un primer momento estaba la falsa ilusión de un rápido retorno a la normalidad y las clases presenciales. Ilusión fogoneada por la aversión de los partidos troskistas a la cuarentena, bajo temores de naturaleza más foucoulteana que marxista. Por eso, donde la AGD tenía capacidad de incidir en las políticas universitarias, como en la Facultad de Sociales, mediante el comité de crisis, desestimó las clases a distancia y promovió una reprogramación del cuatrimestre con fecha de inicio similar a la que luego decretó el rectorado (1 de junio). A medida que este retorno se mostró imposible, por lo bajo, en conversaciones privadas representantes de la AGD terminaron reconociendo que se perdería el cuatrimestre o bien que se regularizaría a todos los estudiantes (aunque no hubieran tenido ningún tipo de clases) dándoles la posibilidad de rendir final.

Esa postura, fue de hecho expresada públicamente por la AGD Sociales en su programa ante el comité de crisis:

“Que no haya exámenes que definan calificaciones y acreditaciones, mientras dure la cuarentena, porque no están dadas las condiciones mínimas para una calificación del proceso de aprendizaje. La posible calificación, en las actuales condiciones materiales, supondría una mayor sobrecarga para lxs docentes y terminaría por consagrar la deserción y el fracaso de aquellxs estudiantes que no pudieron conectarse o lo han podido hacer muy limitadamente.” “…Que se regularice la condición de lxs estudiantes inscriptxs, atendiendo a la situación de excepcionalidad y a las limitaciones de gran parte de lxs estudiantes (por falta de equipamiento, conectividad, condiciones ambientales y familiares).” (Programa de AGD Sociales ante el comité de crisis, 1/5/20).

Como notaron la impopularidad de la propuesta de que se perdiera el cuatrimestre, propusieron que todos los estudiantes regularicen las materias en las que se inscribieron. Eso sí, sin ser evaluados y sin tener más clases que el “acompañamiento virtual” (si el docente que les ha tocado en suerte decide voluntariamente hacer algún tipo de acompañamiento). Esto es una trampa. En verdad no se les ofrece a los estudiantes otra opción que la que la que ya disponían previamente de rendir libre. Regularizar una materia sin efectivamente cursarla para después rendir final es, en la práctica, rendir libre.

En un primer momento la AGD enarbolaba contra las clases a distancia el argumento de la calidad educativa. Pero, desde el punto de vista de la calidad educativa, ¿son preferibles los exámenes libres a una cursada a distancia? Con esto queda claro que lo único que defendían era el inexistente derecho del docente universitario a cobrar sin trabajar. Creen que, si lo acompañan con la demagógica medida de que todos regularicen sin cursar, solucionan la cuestión por el lado de los estudiantes. Pero, para ningún estudiante es lo mismo ir a rendir un final con o sin clases previas, habiendo o no habiendo conocido a sus docentes. Peor aún, muchas materias son promocionales y la propuesta de la AGD, en línea con lo que plantean algunas carreras y Facultades quita el derecho de estudiantes a la promoción directa en las materias que tienen ese régimen de cursada.

Nuestra propuesta

No se puede desconocer el trabajo de estudiantes y docentes venimos desarrollado en distintas facultades. No sin dificultades, pero se ha cursado, leído, debatido, hasta rendido exámenes y corregido. Demasiado trabajo para que ahora la CONADUH venga a decir que nada de esto remplaza las clases presenciales, que fue solo un “acompañamiento” y que, por ende, o va todo de vuelta cuando se reanuden las clases presenciales, o, como plantea la AGD Sociales, se regulariza a todos los estudiantes, aunque no hayan ni conocido a sus docentes y que cada uno se arregle como pueda en finales que son en realidad exámenes libres.

Por el contrario, creemos que debe reconocerse la cursada realizada a distancia y las modalidades de evaluación que en ella se desarrollen. Debe reconocerse la promoción directa de las materias con ese régimen.  A fin de garantizar la cursada a distancia y el ejercicio de derechos docentes, debe reconocerse el derecho a todas las licencias correspondientes y deben realizarse las nuevas designaciones de personal docente necesario para cubrirse las vacancias que estas generen.  De cara a los estudiantes deben flexibilizarse las condiciones de regularidad de modo que los problemas de conectividad no atenten contra ella y deben garantizarse instancias para recuperar evaluaciones que por distintos motivos no puedan realizarse en la fecha o modalidad inicialmente prevista. La función de los organismos gremiales en esta emergencia no debe ser la de bloquear y desconocer el trabajo que la mayoría de docentes y estudiantes universitarios venimos realizando en todo el país, sino la de defender nuestros derechos laborales y luchar para que nuestro trabajo pueda realizarse en las mejores condiciones posibles, tal como lo hacen ahora los docentes de la UNLU que han iniciado huelga por 48 hs, contra sobrecarga laboral, por el reconocimiento de los gastos que implica el teletrabajo, el otorgamiento de licencias correspondientes y la designación de suplentes, entre otras demandas. En ese sentido, respecto a los comunicados de AGD- UBA y CONADUH, son correctas las reclamaciones referentes a las diferentes licencias a las que los docentes pueden tener derecho al igual que la demanda de la provisión de recursos materiales necesarios para las clases a distancia, lo que de ningún modo corresponde es el comportamiento lumpen por el cual se pretende de manera generalizada que la docencia universitaria, teniendo la posibilidad de trabajar a distancia, cobre sin trabajar abandonando nuestros estudiantes a su suerte.

Razón y Revolución – Ciencia y Técnica

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