Agustina Desalvo
TES-CEICS
Suele afirmarse que la clase obrera rural no lucha. Este tipo de prejuicios se originan, en gran medida, en una incorrecta caracterización del sujeto que se moviliza. Más de una vez el obrero rural queda invisibilizado tras categorías como “campesino”, “pequeño productor” o “minifundista”. En este artículo analizamos las acciones realizadas por una fracción de la clase obrera rural santiagueña, aquella que se organiza en torno al MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero), entre el 2000 y el 2011.
Ver a la clase obrera en estos casos se hace algo más difícil, debido a que estamos hablando de trabajadores rurales que poseen tierras. Ahora bien, más allá de esa tenencia, su reproducción se basa en la venta de fuerza de trabajo. Por eso mismo, son obreros. Sin embargo, también obtienen, de la parcela en que viven, un ingreso complementario. Esta particularidad ha llevado a muchos investigadores a suponer la existencia de “campesinos” (aún en una sociedad plenamente capitalista como la nuestra) y a distintas organizaciones políticas a crear una falsa “identidad campesina”. Sin embargo, en Santiago del Estero la población rural “campesina” vive principalmente de ingresos obreros y es, por lo tanto, obrera. Según datos de elaboración propia, más de la mitad (el 64%) de las 2.027 “familias campesinas” de Santiago del Estero que completaron un formulario para solicitar un subsidio a la producción agraria del PROINDER, vivían fundamentalmente de ingresos obreros. Aun computando en forma monetaria, los ingresos producto del autoconsumo, para el 64% de estas familias los ingresos obreros (salarios, jubilaciones, subsidios) representaban más del 50% de los ingresos totales. A la vez, para un 40% de las familias, los ingresos obreros representan entre el 71% y el 100% de sus ingresos totales1.
El MOCASE se constituye formalmente en agosto de 1990. Hacia 1999, lo integraban 13 organizaciones que representaban, aproximadamente, a 5.000 familias3. En noviembre del 2001 el MOCASE se divide. Por un lado, se constituye el MOCASE-Vía Campesina, que integra la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo. Por otro lado, el MOCASE-MPT4, mayormente vinculado a organismos gubernamentales como el Programa Social Agropecuario (PSA), la Subsecretaría de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar e integra, además, la Mesa Provincial de Tierras y el Frente Nacional Campesino. Entre enero del 2000 y diciembre del 2011 registramos 149 acciones en las que intervienen uno u otro movimiento. La mayor cantidad se produce en el 2011 (19%), en el 2003 (17%) y en el 2004 (14%). En el 2001 se da el porcentaje más bajo de acciones (3%), valor que se repite en el 2002 y en el 2007.
Según las fuentes utilizadas, las acciones directas (concentración, corte de ruta, movilización, acampe, acto, escrache, toma) son mayores que las “institucionales” (reuniones, asambleas, conferencia de prensa, denuncias): 69% y 31% respectivamente. El tipo de acción que predomina es la movilización (31%) y, en segundo lugar, las denuncias (19%). Por otro lado, las concentraciones se dan en el 9% de los casos, los acampes en el 7% y los cortes de ruta o caminos en el 6%. El 20 de noviembre de 2002, por ejemplo, en el marco del tercer día de varias jornadas de protesta organizadas por la CCC y la CTA, el MOCASE participó de un piquete realizado en la ruta 11 de Santiago. La consigna fue “contra el latifundio, la extranjerización de las tierras y por la soberanía nacional.” Asimismo, el 17 de noviembre de 2010 se cumple un mes del corte que familias rurales santiagueñas llevan en la Ruta 34, en Santiago del Estero, a la altura de la localidad de Vilmer, en el departamento de Robles. La decisión de cortar la ruta fue tomada por un grupo de integrantes de la organización del UPPSAN (Unión de Pequeños Productores Salado Norte) integrante del MOCASE, a raíz de un conflicto de tierras en la localidad de Pozo del Castaño. También participa INCUPO. Exigían una ley que frene los desalojos y pedían detener la represión. El corte duró 3 meses. En relación a este método, en diciembre del 2004, Marisol Ruiz, secretaria del MOCASE, decía: “En Figueroa se cortan rutas y se enfrenta al juarismo y sus matones con los métodos piqueteros […] El ataque a los piqueteros es un ataque hacia nosotros, pues somos parte de una lucha que implica hacernos escuchar en nuestros justos reclamos con los métodos más claros. En Figueroa cortamos rutas cuando los empresarios injustamente nos querían desalojar de nuestras tierras. […] También los campesinos somos piqueteros.”
El MOCASE Vía Campesina (VC) interviene en el 33% de los casos y MPT en el 27%. Solo participan conjuntamente en el 2,7% de las acciones. Por otro lado, de 57 acciones, el 27% confluye en los Tribunales de la provincia y el 17% en la Casa de Gobierno de Santiago del Estero. Las acciones se realizan también en establecimientos eclesiásticos (con su apoyo), en viviendas o fincas de empresarios/empresas y en Plaza de Mayo.
Son convocadas contra los desalojos el 21% de las acciones. El 19% son en defensa de la tierra y el 12% por la liberación de detenidos. Además, un 9% se produjo en referencia al asesinato del militante del MOCASE-VC, Cristian Ferreyra. Entre los objetivos del MOCASE están la “reforma agraria” y la “soberanía alimentaria”. Las acciones son convocadas en el 21% de los casos por el MOCASE-VC y un 7% por MOCASE-MPT. Un 13% de las acciones son convocadas por el MOCASE, pero las fuentes utilizadas no distinguen de cuál se trata. Asimismo, la Mesa Provincial de Tierras organiza el 11% de las acciones. Por otro lado, aunque los porcentajes no son significativos, y se trata de hechos esporádicos, cabe mencionar que algunas acciones son convocadas conjuntamente con organizaciones de obreros desocupados, como MTD-Aníbal Verón, Frente Popular Darío Santillán, MTR Teresa Rodríguez, con partidos de izquierda (como PO, PCR, MST) y con organizaciones de obreros ocupados como ATA-CTA.
El programa
Es innegable que el MOCASE, sobre todo el Vía Campesina, es una de las pocas organizaciones que hace algo específico por los obreros rurales santiagueños. Lleva adelante una valiosa lucha por un medio de subsistencia concreto: la tierra. Aunque de ella no proviene el sustento fundamental de las familias, complementa su reproducción y es además la sede de su vivienda. Ahora bien, más allá de lo que estas organizaciones digan, el sujeto al que organizan, no es un campesino, sino un obrero rural con tierras. El MOCASE (uno y otro) niega esta situación. Por ello, abandona al trabajador allí donde se juega verdaderamente su reproducción: no lo defiende en su condición de obrero rural temporario ni tampoco lo organiza como obrero desocupado.
Por ello, cuando en el 2011 salió a la luz la situación de miles de obreros rurales santiagueños que trabajaban en condiciones de hiper-explotación para distintas empresas productoras de semillas híbridas, el MOCASE brilló por su ausencia y, literalmente, les dio la espalda. Ángel Strappazón, del MOCASE-VC, sostuvo que “las personas explotadas en los predios encontrados no son campesinos”5. Sin embargo, sabemos que para una muestra de 2.027 casos de “familias campesinas”, el 53% de ellas cuenta con al menos un miembro que realiza, como mínimo, una actividad rural temporaria, en muchos casos el desflore de maíz. El porcentaje aumenta si se considera sólo los departamentos “campesinos”, como Atamisqui y Loreto. Si Strapazzón no ve el peso de esta actividad entre aquellos que él llama “campesinos” es porque no quiere hacerlo.
La defensa que el MOCASE hace de la tierra con que cuentan los obreros santiagueños es reivindicable. No obstante, el programa con el cual esta organización lleva adelante su lucha es equivocado y limitado. Limitado, porque sólo se defiende un aspecto secundario en la reproducción de la vida del proletariado santiagueño. Equivocado, porque pretende transformar al obrero rural en un pequeño productor autosustentable, es decir, en un pequeño burgués. Esto se constituye en un obstáculo para lograr la unidad de acción de la clase obrera argentina, lo cual se manifiesta en el hecho de que en momentos cruciales de la lucha de clases, como el Argentinazo, el proletariado rural santiagueño tuvo un rol poco significativo y desarrolló escasas acciones durante 2001 y 2002. Para superar esta escisión, la correcta defensa de la tierra que ocupan estos trabajadores debe incorporarse dentro de un programa obrero, que aborde también su organización sindical y política partidaria. La izquierda revolucionaria no puede hacer seguidismo de organizaciones campesinistas- autonomistas, sino que debe desarrollar una lucha para que este sector de la clase obrera se reconozca como tal y tome no solo sus métodos, sino también su programa.
NOTAS
2 Fuentes: Página 12, El Liberal, Prensa Obrera, HOY, MOCASE VC: Memoria de los orígenes de la central campesina de Pinto, Buenos Aires, 2010; http://mocase-vc.blogspot.com.
3 Michi, Norma: Movimientos campesinos y educación, El Colectivo, Buenos Aires, 2010.
4 Lo llamamos de este modo ya que integra la Mesa Provincial de Tierras. Asimismo, nos referimos a “MOCASE”, a secas, cuando las fuentes utilizadas no permiten distinguir entre el VC y el MPT.
5 http://elpolvorin.over-blog.es/article-argentina-jornaleros-para-las-multinacionales-el-destino-que-nos-espera-si-no-seguimos-la-lucha-a-muerte-65148922.html