¡Campaña nacional de pelea contra la presencialidad criminal! Semana epidemiológica del 13/06 al 19/06

en Conti-Santoro/Novedades

Como venimos sosteniendo desde el comienzo de la vacunación, el gobierno necesita conseguir 90 millones de dosis para poder vacunar con el esquema completo y masivamente a la población. A la fecha de hoy, al país llegaron 24.928.991 vacunas, lo que equivale al 27,6% del monto total. De esas vacunas, fueron aplicadas 20.823.408 vacunas. Sin embargo, y también a la fecha de hoy, el 28% de la población recibió solo una dosis, mientras que el 9% de la población recibió el esquema completo. 

La segunda dosis se vuelve fundamental ante el contexto que se viene. Efectivamente, la inminente llegada de la variante Delta, que el propio gobierno reconoce que solo puede retrasar pero no evitar, requiere de la vacunación completa para tener un nivel de protección apto. La vacuna Astra Zeneca tiene un 60% de protección frente a la variante Delta, pero solo un 33% con la primera dosis, y solo recién a partir de la tercera semana. El gobierno ruso, sin haber presentado estudios por ahora, asegura que la Sputnik V tiene una eficacia del 92%, pero recién con la segunda dosis, mientras que se desconocen los datos referidos a la eficacia con una sola dosis. Ni hablar de otras vacunas, como la Sinopharm, que presenta peores niveles de protección con una dosis incluso para las otras variantes que circulan en el país.

A pesar de que desde diferentes medios de comunicación oficialistas intenten minimizar la situación, el gobierno sabe de la importancia de garantizar las segundas dosis. De allí la posibilidad de anunciar la combinación de dosis entre vacunas, buscando aplicar el esquema completo a algún porcentaje de la población. No es para menos. Solo basta con ver lo que sucede en otras partes del mundo, en países que vacunaron entre tres y cuatro veces más que la Argentina, como Reino Unido o Israel, o países que manejaron mejor la pandemia durante este tiempo, como Australia o Nueva Zelanda. En Reino Unido, por ejemplo, los casos subieron un 70% con el ingreso de la cepa Delta, mientras que en Australia volvieron a una cuarentena estricta y dan por sentado que tendrán restricciones aéreas hasta fin de año, por lo menos. O sea, que la llegada de una tercera ola puede ser contenida con más del 30% de la población vacunada con una sola dosis, es algo que ni siquiera el propio gobierno se cree.

Ante este contexto, la semana que va del 13 al 19 de junio significó la cuarta consecutiva de caída de casos, acumulando un total de 51% entre la población total y 35% entre la población escolar. El comienzo de esta caída, coincide con la suspensión de clases presenciales que empezó a darse en diferentes provincias desde la semana del 16 al 22 de mayo y que tuvo una duración diversa según la jurisdicción. El propio de DNU del gobierno nacional que prorroga las medidas de restricciones bajo el criterio del “semáforo epidemiológico” que divide al país según las fases de alertas, reconoce que la baja de casos se debe, no al aumento de la vacunación, sino a las restricciones implementadas.

Con todo lo dicho, la conclusión lógica de cualquier gobierno que ponga la salud y la educación por delante de la ganancia, debería ser que era necesario sostener la virtualidad educativa, junto a otras restricciones, hasta avanzar en la vacunación con dos dosis del conjunto de la población. No fue esto lo que sucedió. Desde el 31 de mayo, los diferentes gobiernos comenzaron a avanzar en mayores niveles de presencialidad. Así, en CABA, el gobierno de Larreta viene buscando avanzar en una presencialidad completa, pero que se encontró con la resistencia de las familias. Según un estudio realizado por la Multisectorial por la Educación Pública, para principios de junio solo el 18% de los estudiantes estaban yendo a la presencialidad, tendencia que no parecería haberse revertido en las últimas semanas. Algo similar sucedió en Mendoza, donde la suspensión fue de solo de una semana, pero la asistencia bajó debido a las bajas temperaturas. Otras provincias, como Neuquén o Entre Ríos, los casos disminuyeron entre un 30 y un 66%, por la suspensión de la presencialidad de manera oficial, primero, y luego por las medidas de sostenimiento de la presencialidad impulsada por los gremios ATEN y AGMER que tuvieron fuerte acatamiento al comienzo. En el caso de Tierra del Fuego, los casos bajaron a partir de la suspensión de la presencialidad, pero con el retorno de la misma desde el 31/5, se produjo un amesetamiento de los casos en niñas y niños y un nuevo crecimiento en los casos entre la población total. Similar es lo que sucedió en la provincia de San Juan, que el retorno de la presencialidad desde el 5/6 trajo aparejada una nueva suba de los casos. En Santa Fe, con 4 semanas de suspensión de clases presenciales, los contagios totales cayeron un 85% y un 45% entre la población escolar. Aun así, el gobierno decidió  retornar a la presencialidad. Lo mismo sucedió en la provincia de Buenos Aires, donde la presencialidad fue suspendida desde el 19 de abril, aunque se mantuvieron las guardias para reconexión y entrega de viandas. Se registró una caída del 45% de los casos, aunque se mantiene un 50% más alto que el pico de octubre y triplica la cantidad de casos previos al inicio de la presencialidad con burbujas en marzo. Si bien el gobierno sostiene que más del 80% de los estudiantes concurren a la presencialidad, muchas escuelas debieron suspender las clases debido a las bajas temperaturas. 

Podríamos seguir mencionando ejemplos de diferentes provincias, y en todas veríamos lo mismo. Allí donde se mantuvo la presencialidad, como en Jujuy, los casos no pararon de subir. Allí donde se suspendió la presencialidad, los casos comenzaron a bajar. Estando aún valores altos, superiores a los casos registrados en el pico de octubre del 2020, los gobiernos volvieron a la presencialidad semana a semana, y los que no, como en el caso de La Rioja, ya tienen pensado retornar en pleno julio cuando finalice el receso invernal. Así, mientras para la semana del 6 al 12 de junio registrábamos una caída promedio de 23% entre la población total y de 19,6% entre la población escolar, para la semana del 13 al 19 de junio registramos una caída promedio del 18% entre la población total y 13% entre la población escolar. Muy probablemente, para la próxima semana epidemiológica los casos vuelvan a mostrar una curva ascendente. El objetivo del gobierno nunca fue proteger la salud, la vida y la educación de la población, sino mantener la curva en torno a los 25 o 30 mil casos diarios y el 80% de camas UTI ocupadas. La necesidad de aparentar normalidad de cara a las elecciones la pagamos nosotros con nuestras vidas.

¿Qué podemos hacer frente a este panorama? Necesitamos organizarnos para rechazar la presencialidad hasta la vacunación masiva de la población con las dos dosis. Ya vimos que la presencialidad sin vacunación trae aparejado el crecimiento de los casos, y lo hará más cuando llegue al país la cepa Delta. Más de 90 mil muertos, la ausencia de más de 75 millones de vacunas aún hoy, y el déficit de 4.5 millones de equipos, son la prueba de que si hay algo que a los gobiernos no les importa es la salud y la educación.

Por eso, como Corriente Nacional Docente Conti Santoro, convocamos a todos los gremios combativos, a todas las corrientes sindicales y políticas docentes, a todos los docentes independiente que se levantaron contra la presencialidad, a iniciar una campaña nacional por la suspensión de clases en todo el país hasta la vacunación masiva con dos dosis de la población, y exigir que mientras tanto se garanticen equipos, conectividad, dispensas, personal, ingresos para las familias, y todo lo necesario para el sostenimiento de una educación virtual de calidad.

Corriente Nacional Docente Conti Santoro

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