Bailando en los tejados. Hacia un año bisagra

en El Aromo n° 34

Por Juan Kornblihtt – El optimismo reina en los pasillos del Ministerio de Economía y también en las gerencias de las grandes empresas. Los pronósticos para el 2007, según todos los analistas, prevén que el crecimiento del PBI se mantendrá en el mismo nivel que en los últimos años, el empleo crecerá unos dígitos y la inflación no superaría la del 2006. Este panorama tranquiliza las aguas entre los empresarios, como vemos en la nota de este mismo dossier: históricas tribunas de enfrentamiento con todo tipo de gobierno, incluso con Menem, como el coloquio de IDEA1, se convirtió en un encuentro con fuerte tono oficialista. Más allá de alguna queja por el control de precios o por las retenciones agrarias, los capitales que acumulan en la Argentina han aumentado en los últimos años sus ganancias. También los acreedores extranjeros están contentos. El 2006 fue el año de mayor pago de deuda externa con 11 mil millones de dólares, duplicando lo pagado en el 2005.

La fuente de toda esa riqueza no es el pretendido impulso industrial de las políticas gubernamentales, como quiere hacer creer Kirchner. Por el contrario, la masa de esa plusvalía se sostiene por una doble vía. Por un lado, como muestra la nota sobre la “sojadependencia”2, es la masa de renta agraria apropiada gracias al boom de exportaciones a China. Por el otro, a un creciente aumento de la explotación del trabajo. Con cada vez menos retórica populista y con aliados más hacia la derecha, las cifras terminan de mostrar a quién favorece la política K: un estudio sobre la evolución salarial prevista para 2007, muestra que la Argentina será el segundo país del mundo en el ranking de caídas salariales.3

Dólar, inflación y soja

Kirchner muestra su verdadera pertenencia de clase cuando ataca las condiciones de vida de los trabajadores y cuando responde abiertamente a los intereses del capital local y extranjero. Sus defensores señalan que la distribución del ingreso es la cuenta pendiente que el gobierno tiene por delante para el 2007. Tratándose de un año electoral, es probable que se otorgue algún beneficio. Sin embargo, la baja de salarios es la base del crecimiento de la economía y el sostén del gobierno. Pensar que por un lado va la acumulación y por el otro la distribución de las ganancias no es más que una utopía. La forma en que se obtiene esa riqueza determina la forma en la que se distribuye.

Ahora bien, ¿cuáles son las perspectivas que la administración K tiene a mediano plazo? A lo largo de estos años señalamos, en diferentes notas, las bases sobre las que se sostenía la economía post Argentinazo.4 Allí, mostramos que el crecimiento atado a la expansión agraria es sumamente frágil y no puede resolver la falta de competitividad, a escala internacional, de la industria local. El panorama para el 2007 no cambia estas bases estructurales del crecimiento. Por el contrario, muestra que se profundizan las tendencias hacia la debilidad del desarrollo. Por lo tanto, el mayor crecimiento implica una mayor debilidad para los tiempos en que las bases empiecen a resquebrajarse.

Como señalamos en un artículo anterior5, la base del crecimiento de Kirchner es la de una paridad de 3 a 1 con el dólar, hoy devenido en 3,1 a 1. Esta subvaluación de la moneda le permite alcanzar una mayor competitividad en el comercio internacional y, a la vez, proteger de las importaciones a los capitales locales. El problema es que este 3,1 a 1 no se corresponde con al productividad real del trabajo. Por lo tanto, el gobierno debe intervenir a través del Banco Central y comprar dólares. De esta forma, genera escasez de divisas en el mercado y sostiene el precio del dólar alto. La tendencia es que cada vez se necesitan más divisas para sostener este tipo de cambio. En el 2003 el BCRA compró 16.870 millones de dólares, en el 2004, US$ 23.169 millones, en el 2005 US$ 28.227 y el 2006 hasta octubre (con lo cual hacia fin de año va a aumentar) ya se llevan comprados US$ 26.461. Esta creciente compra de dólares se traduce en un aumento de la cantidad de pesos en el mercado lo cual impulsa hacia arriba la inflación.

El mecanismo encontrado para contenerla es el acuerdo de precios con diferentes sectores claves, como por ejemplo el alcanzado el último mes con las automotrices. Sin embargo, estos acuerdos se muestran frágiles. Cualquier desbalance en algún sector produciría una escalada de búsqueda de adecuarse a los nuevos costos internos. Para evitar esto, el principal convenio es la contención por parte del gobierno de toda suba salarial. De hecho, como señalamos, se prevé que aunque en el 2007 haya una suba nominal, en términos reales los salarios bajen. El otro problema que compromete los acuerdos de precios, es la inminente crisis energética. La creciente escasez de petróleo y gasoil, y el hecho de que la capacidad termoeléctrica esté cerca de su techo, llevarían a la necesidad de importar energía. Lo cual, por supuesto, encarecería los costos. En definitiva, lo que observamos es que el gobierno con los acuerdos de precio canjea bajos salarios por baja inflación. Sin embargo, como la inflación refleja un proceso de tipo estructural, se trata de una medida que sólo patea la pelota para adelante.

Lo que sostiene, en términos reales, todo este andamiaje es la expansión de las exportaciones sojeras. El resto de las ramas industriales, salvo contadas excepciones, pese a haber aumentado sus ganancias, no alcanzan la productividad media para competir en el mercado mundial. Las exportaciones industriales no han crecido, y la industria automotriz tiene un peso insignificante en el escenario mundial. El otro sector que impulsa el crecimiento es la construcción, que aunque genera mano de obra, no tiene capacidad de generar divisas por su carácter mercado- internista. Esta situación, marca los límites de la expansión K.

Cada paso que la acumulación da sobre estas bases, la acerca más a sus límites. Si el conjunto de la economía crece, en términos relativos, la masa de renta pierde capacidad para impulsarla. Para sostener la protección de las industrias poco competitivas a escala internacional, se debe recurrir al 3 a 1. Pero, al expandirse la concentración de los capitales y aumentar su productividad, tienden a crecer las contradicciones con este tipo de cambio y las presiones inflacionarias aumentan. Al estar contenida en forma artificial, la inflación podría comenzar una escalada que haría a su vez menos competitiva la economía nacional. Lo que permitiría la vuelta de las importaciones y, por lo tanto, destruiría a los capitales poco productivos. Algo que de hecho sigue ocurriendo como se observa en las ventas de capitales nacionales a manos extranjeras.

En definitiva, la expansión K genera recaudación fiscal récord, ganancias extraordinarias y permite pagarle al FMI. Sin embargo, es la propia expansión la que generará la crisis. El 2007 podrá ser un buen año para K. Seguramente, logrará la reelección, apoyado en cifras récord de crecimiento. Sin embargo, algo macabro lo acecha a la vuelta de la esquina.


Notas

1Instituto para Desarrollo Empresarial Argentino, organiza un coloquio anual que nuclea a los principales empresarios y a funcionarios de turno del ministerio de economía.
2Véase Dachevsky, Fernando: “Sojadependencia”, en este mismo número.
3Elaborado por la consultora Mercer (www.imercer. com) el estudio cruza los pronósticos de inflación y aumento salarial del FMI y la OCDE para todo el mundo . En la Argentina, el resultado es que los salarios caerán un 3,2%, sólo Puerto Rico con una caída del 4,5% está peor. Esto teniendo en cuenta que el pronóstico se realiza con los salarios en blanco que suben más que los en negro.
4Ver notas sobre la evolución de la economía argentina y mundial publicadas en El Aromo en http:// www.razonyrevolucion.org.ar/HTML/aromosecc/ economia.html
5Véase de nuestra autoría: “Seguimos perdiendo”, en El Aromo, nº 28, agosto de 2006.

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