Babeuf, el primero de todos nosotros

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Para fines del siglo XVIII, Francia vivía un clima convulsionado. La Revolución Francesa había trastornado todo el viejo sistema social (el feudalismo), para comenzar a poner en pie una sociedad capitalista. Eso supuso un cambio para todo el mundo. En ese contexto, el lema de “Igualdad, Libertad y Fraternidad” concentraba un programa de transformaciones burguesas. Ahora, los individuos –se suponía- eran “libres” e “iguales” ante la ley.

Pero –como muchas veces pasa- la realidad no le hizo mucho caso a la ley. El capitalismo generó desigualdades y la “igualdad” fue solo una formalidad. Cuando eso se puso en cuestión, la revolución comenzó a agotarse y a concentrar sus conquistas: la sociedad capitalista, donde unos pocos explotan a la mayoría.

Francois Noel Babeuf –luego rebautizado Graco Babeuf- fue uno de los principales revolucionarios que puso en el centro de la escena que con el capitalismo, no se solucionaban todos los problemas. Se trata del primer comunista. Eso sí, provino del seno de la revolución burguesa. Era un comisionado de tierras de la región de Picardía, que en el marco de la revolución, activó políticamente en su distrito, Roche, escribiendo peticiones a la Asamblea y redactando proclamas del concejo municipal. Como buen revolucionario, Babeuf editó un periódico llamado Le Correspondant Picard. Su actividad política fue perseguida con represión y la cárcel. Otra vez, como a todo buen revolucionario.

La salida de los jacobinos del poder marcó un cambio de rumbo para la Revolución. Hasta entonces, se había impuesto la alianza más radicalizada de la revolución, aquella que unía burgueses del mundo de la producción, con los Sans Cullotes, el mundo de la pequeño burguesía y el artesanado. La Revolución comenzó a menguar: un nuevo gobierno, llamado Directorio, llegó a congelar la Revolución. ¿Quién lo ocupó? Seguro le suena. Napoleón Bonaparte. Es una etapa conservadora desde las transformaciones pero expansiva a nivel continental. Para ese entonces, Babeuf se trasladó a París y editó un periódico El tribuno del Pueblo, inspirado en una figura política de la República Romana. Nuevamente en la cárcel, redactó una proclama y reclutó adeptos.

El nuevo gobierno sancionó una Constitución conservadora que reemplazó a la de 1793. Se encontraba hecha a medida de la burguesía más poderosa (quitó el sufragio universal, organizó cámaras legislativas en manos de los mismos personajes del gobierno, etc.). Se desataron entonces un par de rebeliones fallidas. Es en ese mismo clima donde se destacó Babeuf, intentando conspirar contra el Directorio, desde su grupo la Sociedad del Panteón. El Tribuno del Pueblo fue el periódico de esta Sociedad.

La represión desarmó todos sus intentos y Babeuf terminó concluyendo que era fundamental crear un grupo secreto sólido que aliente la insurrección del pueblo de Paris y alrededores. Así armó un Comité General de Seguridad, un organismo secreto. Desde allí, intentó alentar una nueva Conspiración, que pasaría a la historia como la “Conspiración de los Iguales”. Sin embargo, nuevamente el Directorio reprimió a los revolucionarios y descabezó la organización. Luego de un juicio en que fue declarado culpable, Babeuf murió en la cárcel. Con uno de sus compañeros, se apuñalaron mutuamente.

Pero la pregunta es: ¿qué pensaba Babeuf? Planteó la defensa de la igualdad económica, como base de la igualdad política. Por eso, todo llevaba al cuestionamiento de la propiedad privada. No desde un punto de vista utópico (o sea, reaccionario), sino comprendiendo el avance de la modernidad y su maquinaria. También estuvo cerca de comprender la explotación del trabajo asalariado. Pero además, Babeuf inventó el germen del partido revolucionario, incluso antes que Lenin. Es decir, este núcleo de cuadros revolucionarios experimentados que agita secretamente a la población a levantarse es una forma de partido. La historia no lo acompañó, sencillamente porque el capitalismo estaba en su etapa de ascenso. Pero, con otra realidad frente a nuestras narices, nos ofrece un legado sumamente importante para los revolucionarios del mundo.

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