El 6 de noviembre de este año se produjo una muerte nada lamentable ni sorprendente. A los 74 años, José Rodríguez falleció tras una enfermedad que había minado su salud y que fue la excusa que le permitió dejar la conducción del gremio en medio de escándalos sobre el manejo fraudulento de la obra social. El Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor lo lloró como un mártir. Sin embargo, la vida de José Rodríguez nos muestra hasta qué punto la hipocresía no tiene límites: mientras se levantan las banderas de los derechos humanos y se festeja el juicio de algún que otro ex militar, los responsables sindicales de la muerte de miles de compañeros son quienes hoy “representan” a los trabajadores.
Al servicio de los compañeros… burgueses
José Rodríguez nació en 1935, en Caseros. Inició su carrera gremial en 1954, en la Unión Ferroviaria como delegado. En 1962 fue despedido tras un paro de 46 días. En 1964 ingresa como operario a la fábrica de tractores Deutz, donde también fue delegado. Dos años después fue electo vocal del consejo directivo del SMATA por la lista verde. En 1968, integra la lista encabezada por Dirck Henry Kloosterman que gana las elecciones. En 1970, ocupa el cargo de secretario de Previsión Social de la CGT, de la mano de José Rucci. En 1973, el SMATA ingresa en la Federación Internacional de Trabajadores de la Industria Metalmecánica (FITIM), donde Kloosterman es designado Vicepresidente para América Latina y el Caribe. Pero ese año las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) asesinan al secretario general del gremio y desde entonces el cargo será ocupado por Rodríguez.
Por esos años la hegemonía sindical peronista estuvo en juego y los burócratas no tardaron en mostrar la hilacha. Las comisiones internas de varias fábricas automotrices habían sido ganadas por tendencias clasistas que cuestionaban los manejos de la central. Uno de los primeros problemas con los que se enfrentó la conducción del SMATA fue la elección de la lista marrón en 1972, encabezada por René Salamanca del PCR, en IKA-Renault. En 1974, Rodríguez se valió de la Ley de Asociaciones Profesionales para intervenir la regional cordobesa y deshacerse de las tendencias de izquierda. La noche del 24 de marzo de 1976, Salamanca será detenido por la dictadura.
El problema también llegó a las plantas de Buenos Aires. Al igual que hoy en día, el gremio estaba acostumbrado a firmar convenios con la patronal de los cuales los trabajadores se enteraban una vez consumado el acuerdo. No obstante, esta práctica comenzó a ser cuestionada. En 1975, los obreros de Ford formaron un Comité de Reclamos con vistas a presionar a la Comisión Interna de cara a la convocatoria a paritarias. En junio de ese año realizan una movilización, seguida de un paro, que será el puntapié de la coordinadora interfabril de zona norte. Los trabajadores de la planta se negaron a convalidar el aumento salarial firmado, el cual no alcanzaba a compensar el alza inflacionaria desatado por el Rodrigazo. Desconocieron la autoridad de los delegados del SMATA e iniciaron una huelga. Rodríguez, junto al presidente de Ford y el subsecretario de Seguridad, Héctor García Rey, miembro de la triple A, deciden declarar ilegal la huelga y despedir a 300 trabajadores, entre los que se encontraban activistas gremiales opositores.1
Otro caso en el que Rodríguez actúa en concordancia con la patronal es el de Mercedes Benz. En 1974, tras la constitución de un cuerpo de delegados, el sindicato interviene la comisión interna. En 1975, en octubre, frente a las negociaciones paritarias llevadas adelante por el sindicato, los obreros eligen sus propios representantes paritarios que constituyen la Comisión de los nueve. Ante este hecho, el sindicato no sólo desconoce la elección sino que solicita el despido de 115 trabajadores, entre los cuales se encontraban los 14 que desaparecerán con la dictadura. La intención de acabar con la subversión en la fábrica del SMATA ha sido probada por documentos de la Mercedes Benz descubiertos por Gabriela Weber, así como el hecho que Rodríguez recibía dinero de la empresa. En especial, el SMATA había firmado con el conjunto de las automotrices un convenio por el que recibía el 1% de la producción, monto que no estaría sujeto a auditoría alguna.2
Durante la dictadura, si bien el sindicato fue intervenido, la estructura de delegados del SMATA se mantuvo y Rodríguez no sufrió ningún tipo de privaciones. Aunque el dirigente mecánico declaró en los Juicios por la Verdad haberse enterado de las desapariciones luego de la vuelta de la democracia, el testimonio de Pedro Troiani, ex delegado de Ford, desmiente esa supuesta ingenuidad. También en el marco del juicio, Troiani cuenta que 20 días antes del golpe Rodríguez les advierte a algunos miembros de la comisión interna que se venía el golpe y que se llevarían a los cuadros medios, es decir, al grupo al que Troiani pertenecía.3
Tras el asesinato de miles de compañeros, la dictadura comienza su debacle. La misma burguesía busca el recambio del personal político y de la forma de gobierno que asegure su hegemonía. Es recién entonces, en 1980, cuando los gordos se disponen a volver a la escena. Así crean la CGT Brasil al mando de Ubaldini. A la vuelta de la democracia, Rodríguez expresará sin tapujos: “Nuestros trabajadores han vivido horas aciagas, fruto del salvaje desempeño de la dictadura militar. En tantos años, hemos observado el sufrimiento de nuestros hermanos y hasta los vimos caer por las balas asesinas.”4 Las canalladas han pasado al olvido. Los juicios de Alfonsín, en lo que duraron, sólo apuntaron a los militares. Con la subversión aniquilada, José puede pintarse la cara de democrático.
Bendita democracia
A la salida de la dictadura, Rodríguez fue diputado nacional dos veces. Entre 1985 y 1989, la primera, y entre 1991 y 1995, la segunda. Se estará imaginando el lector con quién se encontró alineado en este segundo período. El apoyo que el dirigente le otorgó al menemismo fue total. En 1996, en medio de la batalla por la flexibilización laboral, Rodríguez no sólo no participó en las medidas de lucha, sino que colaboró con el gobierno. Por un lado, prestó servicios a Menem al quitarle afiliados a la UOM de Lorenzo Miguel, quien en aquel momento se opuso a los planes flexibilizadores. Por el otro, antes de la sanción de estas leyes, firmó convenios por empresa que sirvieron de antecedentes de aquellas.5
Un ejemplo, fue el acuerdo firmado con Fiat. El SMATA había logrado arrancarle la representación de los obreros de esta fábrica a la UOM, lo cual había intentado desde que la empresa italiana se instaló en el país. El hecho de que la Fiat accediera, muestra que las condiciones que el gremio estaba dispuesto a negociar habían cambiado. Esto quedó plasmado en el acuerdo, donde se otorgaba a la empresa libertad para fijar los horarios, los francos y el puesto de trabajo. Asimismo, reanudaba la variación salarial por productividad, lo cual había sido logrado desterrar de varios convenios en los ’70. Los trabajadores de la fábrica llevaron adelante un proceso de lucha que incluyó la conformación de un sindicato propio, paros y movilizaciones. Pero, una vez más, la oposición obrera al convenio fue aplastada con persecuciones y despidos.6
Durante lo que queda de los ‘90, el sindicato continuó ayudando a la patronal a implementar sus planes fabriles para afrontar la crisis que incluían despidos, suspensiones y reducciones salariales. La misma política llevará a cabo el SMATA en la crisis que comenzó a fines del año pasado. Por supuesto, los mecanismos de “representación” se mantienen intactos respecto a los ‘70. Las asambleas no se convocan para consultar sobre las negociaciones con la patronal, sino para informar los acuerdos ya pactados.
En abril de este año, Rodríguez tuvo que dejar su cargo debido a su estado de salud. Pero una serie de hechos ayudaron a tomar la decisión. En los últimos años, la carrera del “gordo” había empezado a decaer. En 2002, la FITIM lo expulsa cuando, mediante los Juicios por la verdad, sale a la luz su colaboración con las desaparición de delegados de de Mercedes Benz. Cabe aclarar que el gobierno kirchnerista, a pesar de pretender erigirse como principal defensor de los derechos humanos, jamás ha cuestionado la presencia del Rodríguez en el sindicato. En 2007 fue involucrado en maniobras fraudulentas en la obra social de los mecánicos (irónicamente llamada “OSMATA”) e investigado por su situación patrimonial, que incluía cuentas bancarias en Suiza y Alemania, un departamento en avenida del Libertador, autos, propiedades a nombre de familiares directos y participación directa o indirectamente en media docena de empresas.7
La conducción del gremio recuerda a José Rodriguez como un gran luchador y hace profesión de votos comprometiéndose a continuar su accionar. No cabe duda que, de seguir en manos de la burocracia peronista, los mecánicos argentinos deberán cargar con el peso de la crisis. Pero la historia de luchas del sector y aquellas que están emprendiendo compañeros de otros gremios marcan el camino a seguir. Por eso hoy está en manos de los obreros impedir que la burocracia cumpla tan nefasta promesa.
Notas
1 Löbbe, Héctor: “Las desmemorias de José Rodríguez”, en El Aromo, nº 17, 2004.
2 Weber, Gabriel: Documental “Milagros no hay. Los desaparecidos de Mercedes Benz”.
3 Véase el relato de Troiani en “El Ovalo de la muerte”, en Razón y Revolución, nº 9.
4 Ver www.smata.com.ar/historia.asp
5 La Nación, 6/10/1996.
6 Lucero Sosa, Pablo: “Historia de una traición. El convenio FIAT-SMATA (1996)”, en El Aromo, nº 26, 2005.
7 Clarín, 27/4/2009