Amas de casa desesperadas. Síntomas de la crisis en los EEUU
Juan Kornblihtt
Grupo de investigación de la Historia Económica Argentina – CEICS
La imagen de los hogares estadounidenses esconde más de lo que muestra. A simple vista, podemos encontrar garajes con dos autos, la última tecnología en electrodomésticos y computadoras. En resumen, aunque el dinero no haga la felicidad, en EE.UU. existe una capacidad de consumo que cualquier habitante del planeta no dudaría en envidiar. Es cierto que la rebelión hispana ha puesto en duda los beneficios reales de este consumo desenfrenado (ver artículo de Marina Kabat en este número de El Aromo). Sin embargo, no se puede negar que en los últimos años la economía norteamericana parece haber dejado atrás una posible tormenta y que su PBI se ha recuperado y crecido a ritmo sostenido. Esto llevó a algunos funcionarios estatales (como el ex titular de la Reserva Federal Alan Greenspan) y a algunos marxistas locales (como Rolando Astarita) a asegurar que la economía de los EE.UU. vive su edad de oro y está lejos de atravesar una crisis. Sin embargo, otros investigadores, -entre ellos, los nucleados en el Levy Institute1– realizaron un exhaustivo análisis acerca de qué es lo que sustenta ese crecimiento y concluyeron que, lejos de mostrar una economía sana, el aumento del consumo expresa una crisis cuya resolución está en proceso.
Boom de deudas e hipotecas
Si el aumento del PBI y del consumo de los hogares caracterizan a los momentos de auge del capital, ¿cómo se explica que puedan ser considerados como síntomas de la crisis? La clave está no en guiarse por las apariencias, sino en preguntarse qué estimula ese consumo y ese crecimiento. El Levy Institute desarrolló un modelo que evalúa la influencia de cuatro variables fundamentales en el crecimiento económico: el gasto estatal, la inversión, la balanza comercial externa y el consumo hogareño. Sus conclusiones fueron contundentes: la inversión no aumentó en los últimos años, las exportaciones de los EE.UU. están en unos de sus peores momentos históricos y el Estado adoptó una política de reducción del gasto público.
En este sentido, lo que puede explicar el crecimiento del PBI es el aumento del consumo de los hogares, única de las 4 variables estudiadas que mostró una tendencia al alza en los últimos años. La pregunta que surge entonces es cómo sube el consumo sin inversión, sin aumento del gasto público y con una balanza comercial deficitaria. La respuesta podemos encontrarla en el gráfico 1: en la década de 1990 el endeudamiento se duplicó pasando de 3.592 miles de millones de dólares a 6.960,6 miles de millones y ese feroz endeudamiento no fue acompañado por una capacidad de pago que lo sustente. Por el contrario, el endeudamiento de los hogares creció más que los ingresos disponibles para pagar los préstamos pedidos. Si durante la crisis de los ’70 el endeudamiento hogareño rondaba el 60% del ingreso real, en los ‘80 subió, pero no alcanzó más del 70%. Fue recién en el boom de los ’90 -que tanto entusiasmó a los apologistas del capital- que el endeudamiento alcanzó proporciones importantes, llegando a representar un 90%. Pero, desde el 2000, la situación se agudizó y encontramos que, en el 2005, el endeudamiento hogareño representa un 127% del ingreso disponible para pagarlo. Es decir, que supera un 27% la capacidad de pago real.
Esto significa que el grueso del consumo de los hogares se sostiene en base a préstamos incobrables. Por más que quienes gasten esos créditos sientan que su consumo es ilimitado y nos muestren una imagen de abundancia, lo que el gráfico en cuestión remarca es que esos préstamos no podrán ser pagados, lo que no impedirá que alguien reclame por ellos. Este gráfico es conocido por los prestamistas que, sin embargo, continúan prestando. ¿Acaso son concientes de que están rifando su dinero? La respuesta, por supuesto, es no. Por un lado confían en el aumento del PBI, pronosticado por el gobierno de Bush en su presupuesto anual, lo que los lleva a refinanciar cada vencimiento de deuda. Pero además, el grueso de los préstamos está garantizado por las propiedades de los endeudados, ya que en su mayor parte son hipotecas. No obstante, las investigaciones del Levy Institute concluyen que el valor de las propiedades, que sostiene esas hipotecas, está inflado.2
En los últimos años, se evidenció una fuerte suba del valor de la propiedad que no se condice ni con un aumento en la demanda ni con un aumento en los costos de la construcción. Entonces, este boom hipotecario, señalan, tenderá a revertirse.
Al caer los precios de la casas, la consecuencia más inmediata será que las empresas prestamistas verán esfumarse las garantías de sus préstamos. Por lo tanto, dejarán de refinanciar los créditos y exigirán que se les pague lo adeudado. Pero, cuando hagan esto, se encontrarán con que los ingresos de los hogares no permiten afrontar ese pago. En definitiva, la realidad de la falta de inversión capitalista mostrará que el aumento del consumo fue la expresión de una burbuja financiera y el dinero prestado, de alguna forma u otra, se esfumará. Desaparecerá, consecuentemente, el crédito que impulsaba el consumo y, como vimos, al conjunto de la economía de los EE.UU. Con todo, esto no será lo único: los bancos prestadores no querrán hacerse cargo y buscarán expropiar a sus acreedores. Las formas del desenlace de esta crisis y los tiempos de su desarrollo no pueden predecirse aún. Pero no tener en cuenta estos datos, que muestran que en la locomotora de la economía mundial se engendra una crisis, es querer obviar la realidad. Así como en la serie Desperate Housewives (de gran éxito en los EE.UU.), detrás de una fachada lujosa y plena de confort se esconden vidas angustiadas, capaces de las peores miserias humanas, detrás de un PBI y un consumo pujante, se esconde una crisis en el centro de la economía mundial.
Notas
1El Levy Economic Institute es un centro de investigaciones dependiente del Bard College y tiene un programa de seguimiento de la evolución de la economía de los EE UU. Entre sus integrantes, se destaca el economista marxista Anwar Shaikh.
2Papadimitriou, D.; Chilcote, E. y Zezza, G.: “Are housing prices, household debt, and growth sustainable?” en The Levy Strategic Analysis, enero de 2006, en www.levy.org
3Fuente: Construido en base a: Board of Governors of the Federal Reserve, Flows and Accounts of the United States Historical Series and Annual Flows and Outstandings, Fourth Quarter 2005 (March 9, 2006) obtenido de http://www.federalreserve.gov/releases/Z1/Current/