Los motivos de la quita de subsidios al gas y al agua
El Gobierno anunció una quita en los subsidios de gas y agua, aduciendo que se trata de una medida redistributiva. El modelo, dicen, permitió mejorar el poder adquisitivo general y ya no serían necesarias las transferencias para sostener los servicios. Si quiere saber por qué estos argumentos no explican el problema de fondo, lea esta nota.
Por Damián Bil (OME-CEICS)
Uno de los caballitos discursivos del kirchnerismo fue la batería de subsidios que repartió a sectores de la economía, que casi duplica los planes sociales. Eso permitió sostener durante diez años el congelamiento de tarifas. Sostienen que con esa política tuvo el objetivo de proteger el bolsillo de los argentinos luego de la debacle de 2001-02. Aunque en parte explica un mejor poder adquisitivo de los trabajadores que logró contener las movilizaciones sociales, lo hace a costa de ahorrarle pagar esos gastos a los capitalistas. Es decir, se trata de un subsidio al capital.
Este esquema hace rato que es insostenible. Después de evitar asumir el costo de su baja, a fines de marzo, se anunció un recorte al gas natural y al agua, lo que implicará un ajuste escalonado por segmentos. Para defenderlo, se argumenta que la recuperación económica y de los salarios daría lugar a la posibilidad de retirar parte de esas transferencias. Esta decisión implicaría una reasignación para distribuir a los más necesitados. Desde Lousteau a Cavallo, la oposición burguesa aplaudió la medida, aunque criticando la demora en efectivizarla.1
Estas declaraciones optimistas ocultan una realidad preocupante. Los subsidios responden a problemas más profundos, vinculados a la ineficiencia de la industria local y a la necesidad de conseguir recursos extraordinarios que repongan su agotado respirador artificial. La quita es, en el fondo, un saludo a los organismos internacionales de crédito, por la necesidad creciente de conseguir financiamiento para maquillar los límites de la acumulación de capital. Es decir, aunque duro, el ajuste anunciado es sólo una pequeña parte del ataque a la clase obrera que está en marcha.
El creciente peso de las transferencias
Desde 2003, los subsidios crecen progresivamente. Pero es a partir de 2007-08 cuando se incrementan de manera exponencial. Por ejemplo, a precios del año 2013, el sector de energía pasó de recibir 45.000 millones de pesos, en 2008, a 81.405 millones en 2013. En ese lapso, los entes que recibieron mayores asignaciones fueron CAMMESA y ENARSA, encargados de la administración de los mercados eléctrico y de gas. La primera incrementó lo recibido en un 43,8%, mientras que las transferencias a ENARSA aumentaron en un 305%. Otra empresa como AySA recibió 7.166 millones de pesos durante 2013. Por su parte, los recursos para el transporte crecieron 45%. Los subsidios económicos son una de las prioridades en el presupuesto y en la asignación de los ingresos públicos: durante 2013 casi duplicaron el gasto en subsidios sociales, lo que evidencia hacia donde se dirigen los recursos.
Para tener una idea de la magnitud que implican estos montos en las finanzas públicas, debemos compararlo con otros indicadores generales de la economía. Entre 2007 y 2013, los subsidios a sectores económicos pasaron de representar como porcentaje:
*Del PBI: de 1,5% a 5,1%.
*De los gastos de la administración pública nacional: de 8,8% a 18,3%.
*De la recaudación tributaria: del 5% a 16%.
*De lo recaudado en concepto de derechos de exportación: de un 60% a 2,4 veces ese ingreso.
*De lo recaudado en concepto de impuesto a las ganancias / IVA: del 30% al 73%, y del 20% al 53%.2
Estas cifras dan cuenta de su peso creciente para sostener la acumulación de capital, y la presión que ejercen los subsidios sobre las cuentas públicas, que desde hace unos años están en déficit a pesar del incremento de la carga tributaria. En términos constantes (de 2013) mientras las transferencias crecieron a un promedio del 22% en el período, la recaudación lo hizo solo en 1,2% promedio. Esto permite entender el lugar que ocupan los flujos a sectores económicos y que se haya recurrido a fuentes extraordinarias para cubrirlo: recursos provenientes de la renta de la tierra, y fondos de la ANSES. Pero como las transferencias siguieron en ascenso, debió recurrirse a medios como la emisión monetaria, que entre otros factores incentivó la inflación.
La naturaleza de los subsidios
El objeto de los subsidios no es, como sostiene el Gobierno, el cuidado del bolsillo. En realidad, su existencia responde a los límites de la industria argentina. Durante toda su historia, y en casi todos sus sectores, la industria fue ineficiente en términos internacionales debido a sus mayores costos por una menor escala y productividad. Por ese motivo, precisó de transferencias que le permitieran sostenerse. Esas transferencias no podían surgir de impuestos a esos capitales, puesto que no se sustentaban por sí mismos. Debían originarse en una fuente “externa” al sector. O bien del recorte de algún gasto social, o bien de otros recursos como la renta diferencial de la tierra agraria o el endeudamiento. A lo largo del siglo XX, la industria argentina se reprodujo por esos flujos que se materializaron en forma de créditos, protección arancelaria, tipo de cambio, subsidios directos. Esto permitía el crecimiento de la estructura industrial durante cierta cantidad de años, hasta que se agotaba o se volvía insuficiente para sostener ese peso, lo que derivaba en crisis periódicas y cada vez más agudas, que dejaban tras de sí el tendal de quiebras y la caída del poder adquisitivo de los trabajadores.
Luego de una de esas grandes crisis, la del 2001, la industria se recuperó en parte mediante a estas transferencias, sustentadas por el incremento en las retenciones por la combinación del aumento de la alícuota de impuesto y el ascenso de los precios internacionales. Eso permitió mantener congeladas las tarifas de energía y transporte, insumo esencial para el sector. No obstante, la industria argentina no logró derribar sus límites. A pesar de la inmensa batería de transferencias, no solucionó el problema de fondo. La Argentina se vuelve cada vez más marginal, y sus capitales, cada vez más pequeños en la competencia. Esto obliga a incrementar el volumen del respirador artificial que la sostiene en su conjunto. En la situación actual, la posibilidad de mantener el nivel de transferencias para soportar la estructura industrial se ve acotada por varias razones. Como observamos, los subsidios comen cada vez una porción mayor de la recaudación. A eso se agrega la insuficiencia de los ingresos por exportaciones agrarias, en el contexto de la desaceleración de China, uno de los principales compradores de bienes rurales de Argentina. El recurrir a la emisión, como se viene sosteniendo en parte el déficit fiscal, profundiza las tendencias inflacionarias y anula los efectos de la devaluación de principios de año, lo que plantea la perspectiva de una nueva devaluación y una corrida hacia el dólar.3 Pero el Gobierno tampoco puede retirar los subsidios de forma drástica, puesto que fundiría a gran parte de la industria local. De hecho, la quita anunciada no contempla el retiro del subsidio a la industria. La única alternativa que le queda es endeudarse, como en los ‘90. Los capitales que acumulan en el mercado interno presionan en este sentido puesto que de eso depende su supervivencia, y con ello la del mismo gobierno.
Los motivos de Fondo
La quita parcial responde a esta necesidad. La crisis reclama, tarde o temprano, un ajuste. El gobierno intenta patear la pelota y postergar el ajuste que reclama el arco patronal y que sería su certificado político de defunción, en la búsqueda de que la próxima administración se haga cargo del “muerto”. Toda la cuestión es ver hasta dónde se puede tensar a soga. En ese sentido la reducción de subsidios, en la evaluación más optimista del ministerio, representaría apenas un 9,6% de lo que se transfirió a sectores económicos durante 2013.4 En términos del déficit de 2013 y sin contabilizar que según el gobierno estos montos de quita serían redirigidos a subsidios sociales y otros fines, la quita se ubicaría entre un 20% y un 53% del défecit fiscal primario y entre un 7% y 18% del déficit financiero. Es decir, solo un breve respiro al fisco.
Tampoco se desató un tarifazo en la magnitud que se precisa para disminuir el salario local al nivel que espera el capital, ni para subsanar las cuentas públicas. ¿Cuál es entonces el objetivo de fondo de esta quita? Ganar tiempo con medidas de prueba. Lo que busca es mostrar una voluntad de ajuste frente a los organismos de crédito sin realizarlo abiertamente. En el mismo sentido que la indemnización a Repsol, el debut del nuevo IPC, las gestiones de funcionarios en Europa y Estados Unidos incluida la presencia de Kicillof en la reunión conjunta del FMI y del BM. La quita parcial intenta mostrar a la Argentina como un país confiable, con capacidad de pago, para recibir deuda. A la vista de los nulos resultados, el gobierno no pretende mucho más que un préstamo que le permita llegar a 2015, para que el trabajo sucio lo terminen otros. La quita de subsidios, lejos de mostrar la fortaleza de una industria que ya puede sostenerse por sí misma, es más bien el síntoma de una crisis profunda. El Gobierno y la oposición sólo pueden encararla mediante más deuda y bajas salariales, porque no están dispuestos a enfrentar a los capitalistas ineficientes a quienes representan.
Notas
1 La Nación, 28/03/2014, en http://goo. gl/2tIzQf; y 30/03/2014, en http://goo.gl/ mjGGqG. Vale recordar que en 2011 hubo un intento por reducir el monto de subsidios a partir de la renuncia voluntaria, aunque no tuvo demasiado éxito.
2 En base a Informe de Ejecución Presupuestaria de la Administración Pública Nacional, ASAP, diciembre de 2013; Rangugni, Guido: Subsidios energéticos y su impacto fiscal, ASAP, octubre de 2013; y datos fiscales de la AFIP.
3 Ver Kornblihtt, Juan: “Esto recién empieza. La clase obrera frente a la devaluación del peso”, El Aromo n° 76, 2014.
4 En base a declaraciones de Kicillof, Clarín 28/03/2014. http://goo.gl/SVKYRX