¿Se puede organizar la industria de la comida rápida y las grandes empresas minoristas? Sí, pero no de la forma en que se está intentando organizar ahora en EE.UU. Una estrategia centrada en locales individuales que produce poco más que huelgas simbólicas, no tendrá éxito.
Charlie Post* (CUNY- Colaborador)
La crisis del sindicalismo burocrático empresarial en los Estados Unidos
Hasta el observador más circunstancial del movimiento obrero de los EE.UU. puede ver que se encuentra en una profunda crisis. Durante tres décadas, después de la Segunda Guerra Mundial, la dirección oficial de los sindicatos de los EE.UU. practicó un sindicalismo burocrático empresarial. El sindicalismo empresarial se sostenía sobre tres pilares. En primer lugar, los sindicatos dependían de la National Labor Relations Board [Junta Nacional de Relaciones Laborales], la agencia federal que regulaba la organización de los sindicatos y las negociaciones. En segundo lugar, los sindicatos participaban de negociaciones colectivas por rama industrial para fijar sueldos y beneficios y dependían de un procedimiento formal conciliatorio para “hacer cumplir los contratos”. Por último, una alianza con el Partido Demócrata proporcionaría un “ambiente político” favorable.
Cuando la clase capitalista se volvió más agresiva a mediados de los años ‘70, esta estructura colapsó. La dirección sindical fue incapaz de resistir las demandas patronales en las negociaciones colectivas, de organizar la nueva industria en el sur de los EE.UU. y de detener la destrucción de los sindicatos existentes en el sector privado. La negociación de concesiones hacia la patronal volvió a introducir la competencia por sueldos y condiciones laborales dentro de una misma industria y el deseo de los sindicatos de “cooperar” con la gerencia los llevó a abandonar las medidas para hacer cumplir los contratos a través de los procedimientos conciliatorios de rutina. Hoy en día, solo alrededor del 7% de todos los trabajadores del sector privado está representado por un sindicato; es decir, menos de un tercio del 24% en 1973.
El sector público siguió siendo el último baluarte del sindicalismo en los EE.UU., con una participación de más del 35% de los trabajadores públicos en sindicatos en 2013. Sin embargo, el sindicalismo aquí también está en jaque. Dirigidos por Scott Walker, de Wisconsin, los gobernadores y legisladores estaduales republicanos de todo EE.UU. están intentando desindicalizar esencialmente el sector público con legislación que pone fin a la afiliación obligatoria a los sindicatos, prohíbe huelgas y limita el alcance de las negociaciones colectivas. Los demócratas, que dependen de los sindicatos del sector público como una fuente de su financiamiento y para obtener la mayoría de sus cuadros de trabajadores electorales1, no han atacado la base institucional del sindicalismo en el sector público. Han sido tan agresivos como los republicanos en exigir concesiones por parte de los sindicatos de empleados públicos.
Posibilidades y límites de la organización en la industria de la comida rápida
En medio de este escenario desmoralizador, parece haber una nueva fuente de esperanza. Inspirados por Occupy Wall Street, en el otoño de 2011, los trabajadores de restaurantes de comida rápida en todo EE.UU. han empezado a organizarse. Durante los últimos dos años, trabajadores de McDonalds, Kentucky Fried Chicken, Wendy’s, Burger King y otras cadenas nacionales han movilizado a militantes de otros sindicatos y organizaciones progresistas y han participado en acciones laborales de un día y desobediencia civil en distritos empresariales y turísticos. El sector más pobre y precario de la clase trabajadora de los EE.UU., con una composición desproporcionada de mujeres y personas de color (entre ellas, una cantidad significativa de trabajadores inmigrantes) ha hecho de la “Lucha por US$15” – un sueldo mínimo de US$15 la hora – la bandera para la recuperación del movimiento obrero en los EE.UU.
Lamentablemente, dos factores juegan en contra del potencial de la lucha de los trabajadores de la industria de la comida rápida. El primero es la estrategia del principal sindicato que promueve esta organización, la Service Employees International Union [Unión Internacional de Empleados de Servicios (SEIU)]. Uno de los pocos sindicatos con una cantidad total creciente de afiliados durante el siglo XXI, el SEIU es visto por muchos en la izquierda de los EE.UU. como un baluarte de la organización efectiva de los trabajadores. A principios de los años ‘90, la SEIU capturó la atención del movimiento obrero a través de su campaña sumamente exitosa de “Justicia para el personal de limpieza” [Justice for Janitors] en Los Ángeles (LA). A través de la combinación de una fuerte organización en los lugares de trabajo, marchas perturbadoras del orden en el distrito empresarial del centro y la movilización de amplias capas de trabajadores, la SEIU organizó exitosamente a los empleados de empresas de limpieza subcontratistas de las torres de oficinas relucientes de grandes empresas financieras y de seguros.
Cuando John Sweeny, el dirigente de SEIU, fue elegido presidente de la principal confederación sindical de los EE.UU. (American Federation of Labor-Congress of Industrial Organizations/ [Federación Estadounidense del Trabajo – Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO)], muchos tenían la esperanza de que el éxito de “Justicia para el personal de limpieza” revitalizaría el movimiento obrero. Decepcionado por la incapacidad de Sweeny de contener la disminución de trabajadores sindicalizados, el nuevo presidente de la SEIU, Andy Stern, dirigió una escisión de varios sindicatos para formar la confederación Change to Win [Cambiar para ganar (CTW)] en 2005. Llamando a la “organización de los no organizados”, la CTW fue aclamado por muchos de la izquierda como el “nuevo CIO” (la federación militante que había organizado a los trabajadores de las industrias de producción en masa en los años 1930).
Lamentablemente, las esperanzas que muchos habían depositado en la SEIU y en su estrategia no se han materializado. Para los observadores atentos, pronto se hizo evidente, luego de la victoria de la campaña del personal de limpieza de Los Ángeles, que la SEIU se oponía a los sindicatosdirigidos por sus afiliados. Cuando los trabajadores mayormente inmigrantes que habían dirigido la lucha exitosa en Los Ángeles se organizaron para elegir a sus propios dirigentes, la dirigencia de la SEIU apartó a estos directivos e intervino la seccional. La estrategia Stern-CTW era “organizar a los empleadores”, convencer al capital de que los sindicatos “agregarían valor” a sus operaciones. En la práctica, esto significó “organizar concesiones”. Es decir, ofrecer a los empleadores contratos con sueldos inferiores a los habituales, beneficios y reglas laborales a cambio del derecho de cobrar cuotas sindicales a los trabajadores.
En el sector creciente de servicios privados de salud en los EE.UU., la SEIU buscó la colaboración con las empresas contra sindicatos más militantes y democráticos, tales como la National Nurses Union [Unión Nacional de Enfermeros] y la National Union of Health Care Workers [Unión Nacional de Trabajadores de la Salud] que había estado afiliada a la SEIU de la Costa Occidental. Recurriendo frecuentemente a tácticas mafiosas; entre ellas, ataques físicos contra otros sindicatos, la SEIU esperaba que la cooperación con empleadores y sus vínculos con políticos tanto demócratas como republicanos le permitiera crecer.
Lamentablemente para la SEIU, ahora bajo la dirección de Mary Kay Henry, su hostilidad abierta hacia la democracia sindical (la mayoría de las seccionales de la SEIU ya no cuentan con delegados sindicales e incluyen trabajadores dispersos en varios estados) y su voluntad de asistir a empleadores y políticos no ha llevado a un aumento de la proporción de trabajadores sindicalizados. Frustrada por su falta de progreso en la organización de trabajadores de la salud y de mantenimiento de edificios, la SEIU se ha vuelto hacia la industria de la comida rápida en un intento de influir en “el discurso político” y de hacer uso de un pequeño aumento del sueldo mínimo nacional. Como consecuencia, la SEIU actúa más como una ONG que promueve teatro callejero que como un sindicato que construye poder en los lugares de trabajo. Según Jane McAlevey, una antigua organizadora de alto rango de la SEIU, las “supuestas huelgas” en la industria de la comida rápida son:
“…eventos y oportunidades de prensa para que los liberales puedan expiar sus culpas por los niveles repugnantes de desigualdad en este país. Un cambio optimista en el discurso realmente es bueno, dicho sea de paso, pero es absolutamente insuficiente para establecer un nuevo equilibrio de riqueza y poder en los Estados Unidos. Una huelga, para refrescar nuestra memoria, significa que una mayoría de los trabajadores ha abandonado sus puestos de trabajo en una acción colectiva y desafiante y paralizado la producción”.2
Las realidades de las campañas Fast Food Forward [Comida rápida, hacia adelante] y de Fight for $15 [Lucha por US$ 15] dirigidas por la SEIU ponen en evidencia un segundo factor que limita el impacto de estas luchas: estos trabajadores carecen del poder social para ganar y cambiar la relación de fuerzas solos. El trabajo en restaurantes de comida rápida es uno de los trabajos menos calificados del mundo. En un lugar de trabajo en el que la tarea más compleja requiere un máximo de cuarenta y cinco minutos de capacitación, la capacidad de los trabajadores de un solo local – o aun de varios locales – de tener un impacto en la producción y en la rentabilidad es mínima. Combinada con la estructura de propiedad dentro del sector – los locales individuales son franquicias, cuya propiedad está ostensiblemente en manos de individuos– la falta de poder social de los trabajadores de restaurantes de comida rápida hace que este sector sea casi imposible de organizar por locales individuales.
Organizando desde la cadena de suministros
¿Se puede organizar la industria de la comida rápida y las grandes empresas minoristas como Wal-Mart? Sí, pero no de la forma en que SEIU está intentando organizar a los trabajadores de la comida rápida ni en que el United Food and Commercial Workers [Trabajadores de la Alimentación y el Comercio Unidos (UFCW)], otro sindicato de la CTW, intenta organizar a los trabajadores de Wal-Mart. Una estrategia centrada en locales individuales que produce poco más que “huelgas” simbólicas no tendrá éxito cuando los trabajadores en estos lugares tienen tan poco poder social. La clave, en cambio, es la organización de las cadenas de suministro para locales de comida rápida y los nuevos locales minoristas.
Tal como la mayor parte de la economía capitalista actual, tanto la industria de la comida rápida como las grandes empresas minoristas dependen de sistemas de inventario just-in-time [justo a tiempo] por los cuales los suministros se transportan a los locales casi a diario. Los trabajadores de depósitos y centros de distribución clave, aunque menos numerosos que los empleados de los locales, tienen el poder para paralizar efectivamente cientos de locales y obligar a estas empresas transnacionales a reconocer a los sindicatos. Mientras que a la SEIU y al UFCW parece no interesarles el trabajo difícil y a largo plazo de organizar desde abajo la cadena de suministros de la industria de la comida rápida y de las empresas minoristas, sindicatos independientes, tales como el United Electrical Workers [Trabajadores Electricistas Unidos (UE)] están construyendo poder en depósitos y centros de distribución en Wal-Mart. En última instancia, la organización exitosa dentro de los depósitos y centros de distribución será clave para organizar a los trabajadores de estas industrias, y, quizás, para impulsar la organización de trabajadores en el sur de los EE.UU., donde se encuentra la mayor parte de la industria pesada.
Para seguir leyendo:
Sobre la SEIU:
Early, Steve: The Civil Wars in U.S. Labor: The Birth of a New World or the Death Throes of the Old?, Haymarket Books, 2011.
McAlevey, Jane: Raising Expectations (and Raising Hell): My Decade Fighting for the Labor Movement, Verso, 2012.
Para obtener noticias actualizadas sobre las luchas de los trabajadores de la industria de la comida rápida: Labor Notes [http://www.labornotes.org/]
Notas
* Sociólogo, Borough of Manhattan Community College y el Graduate Center-City University of New York. Es coautor, con Kim Moody de “The Politics of US Labor: Paralysis and Possibilities”, en L. Panitch and G. Albo (eds.): Socialist Register 2015: Transforming Classes, Monthly Review Press, 2014. Traducción de Marisela Trevin.
1 Nota del traductor: Se refiere a los cuadros sindicales del partido que se encargan de llevar a votar a los trabajadores. Recordemos que en Estados Unidos la votación no es obligatoria.
2 “Unions Need to Build Power,” Truthout (9 May 2014) [http://truth-out.org/opinion/item/23583-unions-need-to-build-power]