De cómo el PO y el PTS reivindican a Macri y a Cristina
¿Para qué sirven las consignas? ¿Vamos a atacar la forma o la naturaleza del problema? ¿Qué tipo de intervención necesitamos? Son algunas de las preguntas que debemos hacernos en el 3º Congreso Nacional de Educación.
Por Romina De Luca (Grupo de Investigación de Educación Argentina-CEICS)
El próximo 22 y 23 de noviembre, los sectores combativos de la docencia se reunirán a debatir en el 3º Congreso Nacional de Educación. Dicho espacio resulta una oportunidad para resolver allí una serie de tareas e intervenciones de conjunto. Las consignas que allí se voten ordenarán el sentido de la lucha en los próximos meses. Razón y Revolución participará de la Comisión “La reforma en media, técnica y adultos”. Allí se propone discutir sobre los “sentidos y nuestras propuestas para el nivel”. No es nuevo para el lector de El Aromo nuestra posición: la reforma en marcha en adultos y las variantes de secundario establecidas por el Plan Fines 2 vienen a degradar al conjunto de la educación. Entendiendo eso, iniciamos una campaña bajo la consigna “No al Plan Fines 2”. Como hemos dicho hasta el hartazgo, colocar en el centro de la intervención esa consigna no implica negar la necesidad de medidas transicionales para los trabajadores del Plan. Nosotros batallamos por la derogación completa del Plan y no por su mejora. Combatimos la naturaleza del Plan porque entendemos que el Fines 2 no tiene arreglo de ningún tipo. No hay lugar a la conciliación.
Sin embargo, los dos principales partidos que componen el FIT (PO y PTS) consideran que el eje de la intervención debe ubicarse en la denuncia y el combate de las “formas de precarización”. La precarización del trabajo, las formas de trabajo en negro, el atraso en el cobro del “salario” y la necesidad de organizar y sindicalizar a los docentes del Plan Fines 2 se ubicó en el centro de la campaña de dichos partidos. Por ello la consigna de unos y otros ha sido “no a la precarización laboral”. Accesoriamente, señalaron aspectos vinculados a la “deseducación” o degradación que vehiculiza el plan, aunque no se ubica allí el eje de sus preocupaciones y, a esta altura, parece hasta un cliché.
¿Qué implica una campaña centrada en la precarización? Precario es algo de poca estabilidad o duración, que carece de los medios o recursos suficientes o bien es una forma de trabajo o de contratación laboral provisoria. Y, en efecto, el Plan Fines 2 lo es: se presenta como un programa supuestamente a término (con fecha de vencimiento), la contratación de los docentes resulta mediada por un contrato también a término, el programa promueve la contratación de docentes que no poseen los recursos suficientes (estudiantes), la alta rotación y el cobro de salarios licuados por la inflación (en provincias como Jujuy transcurren siete meses con suerte para el cobro), etc. Todo ello es cierto. Pero el problema principal de esa consigna es que remite a la forma del programa. Y, en tanto aspecto formal, bien puede subsanarse. Incluso la misma burguesía avanza en su modificación: basta ver la reforma de adultos en la provincia de Buenos Aires, que formaliza el Plan Fines 2. Así, la lucha contra la precarización permite dejar en pie el programa y mejorar sus aspectos más problemáticos. Consciente o inconscientemente, el PO y el PTS apoyan al Plan Fines 2. No combaten al plan ni a su naturaleza sino que cuestionan la precarización. Piden su reforma, algo que hasta la misma burguesía considera aceptable.
¿Por qué partidos que se dicen revolucionarios deciden apoyar el Plan Fines 2? Resulta triste ver cómo ambos se mueven en función de una política mezquina. Ya ni siquiera sindical, sino lisa y llanamente de secta. Una correcta política sindical (ya ni siquiera digamos “revolucionaria”) para el sector, que tiene que enfrentar una estructura “educativa” que busca objetivamente destruir los derechos del conjunto de los trabajadores de la rama, obligaría a rechazar de plano tal intento burgués. No hacerlo equivale a aceptar la pérdida de puestos de trabajo y de conquistas elementales de los docentes, plasmadas en sus estatutos. Es como si el PO y el PTS nos llamaran a aceptar los planes de racionalización patronal pero, eso sí, con indemnizaciones pagadas en tiempo y forma… Pensado en relación al conjunto de la clase, es todavía peor: hay aceptar los planes de ajuste, pero, eso sí, con despidos formales…
No contento con eso, el PTS inclusive, en forma más consecuente con su posición, baraja la posibilidad de abrir un Fines 2 en Madygraf. No le alcanza con dejar pasar la avanzada burguesa contra el trabajo, quiere participar de ella. El PTS viene a cumplir así el sueño de Mary Sanchez quien en abril nos decía a nosotros -sin comprender un ápice del sentido de la discusión- que “si el PO quiere un Fines que lo abra, cuál es el problema…” Para ella, ninguno, por supuesto. Al contrario, es lo que ella quiere que se haga. ¿Por qué el PTS hace esto? ¿Por qué se ha transformado en el partido de los carneros de la educación pública, como en su momento lo hizo Barrios de Pié con los “bachilleratos populares”? La respuesta es sencilla. El PTS, en el campo docente, corre de atrás al PO. Pretende alcanzarlo organizando a los docentes del Fines. Por su parte, el PO teme que el Fines 2 venga para quedarse y con ello perder peso en docentes. Movidos por un diminuto electoralismo reaccionario, unos y otros pierden de rumbo lo esencial: el costo en derechos ganados en la lucha por el gremio y el destino de su propia clase, que se juega detrás de la permanencia del programa.
Insistimos una vez más. El plan Fines 2 enfrenta a dos fracciones de trabajadores de la educación: una sin derechos y otra con derechos. Aún si brindáramos los mismos derechos laborales al conjunto, el asunto no se resolvería, todo lo contrario, quedaría legalizado, porque la semi-presencialidad promete dejar en la calle al 60% de los docentes. Al mismo tiempo destruye la cultura y el conocimiento que va a recibir la clase obrera. Y nos aleja del sujeto con el que queremos intervenir, a quien aísla más en tanto lo priva de instancias de socialización. Hoy día, el Plan apunta al 10% de la población. Y de seguir así, promete extenderse al 25% que constituye la matrícula educativa. Lo quieran o no, el PO y el PTS se entrampan en las filas del enemigo y le oponen una tibia política reformista, a esta altura, inútil, porque hasta Scioli promete formalizar a los trabajadores del Fines 2. Es más, hasta Macri avanzó tanto en ese sentido que ya designa a los docentes-Fines en acto público. Una conquista para la clase…
Parece mentira tener que explicarles a los compañeros la importancia de las consignas: condensan el sentido de las batallas y ordenan la lucha. Así, para los compañeros el clamar “todo el poder a los soviets” o “libertad, igualdad, fraternidad” fue un detalle caprichoso de la historia. Debemos preguntarnos si vamos a atacar la forma o la naturaleza del problema. Por eso, exhortamos al 3º Congreso Nacional de Educación a abroquelarse detrás de la consigna “No al plan Fines 2”. Tal como establece el diccionario de la Real Academia Española proponer significa “determinar o hacer propósito de ejecutar o no algo” o “hacer una propuesta”. Propongámonos como revolucionarios atacar la naturaleza del problema y no sus síntomas. Animémonos a decir: “No al plan fines 2”, “No a la degradación de la educación” y “No a la fragmentación y descentralización educativa”. Por un sistema educativo centralizado, público, homogéneo, de calidad bajo control obrero y al servicio de la clase obrera.