Impunidad y macartismo K. La condena a los trabajadores de Las Heras.

en El Aromo nº 76

 

 

Darío Martini

Colaborador

 

En febrero de 2006, viajé a Las Heras, mandatado por los compañeros del Partido de los Trabajadores Socialista (PTS), junto a una delegación de obreros ceramistas de Zanon Bajo Control Obrero y con el abogado clasista Mariano Pedrero, el día después de la pueblada donde murió el policía santacruceño Sayago.

Cuando llegamos al pueblo, nos retuvo un retén de más de cien gendarmes apostados frente a los trabajadores ubicados al costado de la ruta. Inmediatamente se me vino a la cabeza la militarización de los pueblos del interior colombiano, que tenía lugar por ese entonces bajo la presidencia del amigo de Bush, Álvaro Uribe, y del proceso de lucha de los docentes de Oaxaca en México, con sus bandas de «para» -paramilitares- aterrorizando a la población (en Las Heras, durante las noches inmediatamente posteriores a la pueblada, grupos de individuos que los pobladores señalaban como «policías de civil que utilizaban camionetas de las petroleras» se detenían para amenazar a cualquiera que anduviera dando vuelta diciéndole que si los veían en el piquete de los trabajadores de la UOCRA, que pedían el fin de la tercerización y la igualación de sus salarios con el de los petroleros, iban a ser «boleta»). ¡Qué cuadro y que realidad tan «sudamericana» (por su impronta bonapartista) para una Patagonia de otro planeta!

Por ese entonces las noticias inmediatas que teníamos de Las Heras era que ese pueblo era la «capital» del suicidio adolescente. Sus familias petroleras, que componen más del ochenta por ciento de su menos de diez mil habitantes, están fracturadas desde su formación, ya que el padre y sostén de las mismas trabaja en horarios y turnos insostenibles biológicamente, a un ritmo militar de extracción minera absurda (desde el punto de vista del reparto de la renta que genera pero también de la explotación del pobre proletario, que tiene, según el gobierno «popular» el «privilegio» de cobrar sueldos a los que es menester robarles una parte en condición de «impuesto a las ganancias»). Esos salarios se licuan proporcionalmente a sus montos, y nunca estuvo tan bien puesto el verbo, ya que el salario del petrolero y del trabajador de servicios del Gas y del Petróleo de la estepa inclemente se escurre como arena fina entre las manos.

En Las Heras nos encontramos con un enorme y novísimo gimnasio VIP de YPF Repsol, solo apto para el personal jerárquico de la empresa. El pueblo a la sazón no tenía ambulancia en el hospital. Cada cuadra tiene un promedio de dos garitos de juego y dos salas de prostitución, otra de las «zonas francas» de lo que en ese entonces llamábamos de manera ignorante «trata de blancas», que no era otra cosa que trafico humano.

Cuando ocurrió la pueblada, que se dio por el hastío de la población y por el odio que generaba la tercerización de los trabajadores enrolados en el sindicato adicto a Néstor Kirchner, la UOCRA (dirigida a nivel nacional por un ex agente de inteligencia, Gerardo Martínez), y luego de la confusa muerte del policía Sayago, la gendarmería copó el pueblo y se enviaron más de trescientos cincuenta efectivos. Días después empezaron los arrestos, que fueron de carácter arbitrario y con modalidad de redadas brutales. Ahí nomás y por la labor de los familiares, activistas (y abogados del Ce.pro.DH que viajaban desde Neuquén, entre los que se encontraba el joven abogado Leopoldo «Polo» Denaday, trágicamente fallecido a comienzos de 2011 en un accidente de transito), nos enteramos que a los detenidos los trasladaban de un lugar a otro, lo que imposibilitaba las visitas y las entrevistas efectivas con los mismos. Sobre la base de la tradición represiva de la policía, pero copiando en parte métodos que por ese entonces sistematizaba Estados Unidos en su guerra contra el «terror», los detenidos eran torturados en el transcurso de esos traslados y de esas torturas salieron las «pruebas» incriminatorias que se utilizaron para aleccionar y juzgar a los petroleros en lucha. Estos trabajadores pasaron a estar recluidos en régimen de aislamiento prolongado en precarias unidades penitenciaras donde soportaban crueles condiciones de reclusión.

Obvia decir que de todo esto poca gente se enteró, la única forma de saber algo de lo que pasaba en Las Heras era viajando al pueblo, llamando por teléfono a los familiares de los detenidos, o leyendo la prensa de la izquierda (y más específicamente la izquierda trotskista; la del PTS, la del PO, que tiene presencia en la provincia, y la mencionada ayuda de los obreros de Zanon, todas estas casi las únicas fuerzas políticas que efectivamente colaboraron a pulmón con los detenidos y sus familiares). Ni los medios opositores (recuerdo a la notera de TN demonizando a los petroleros), ni la prensa oficialista (que ni siquiera envió periodistas a cubrir el conflicto) hablaron de los sucesos posteriores a la pueblada y a la muerte de Sayago.

Pasaba el tiempo y cada tanto Santa Cruz, el feudo de Néstor y de Cristina, nos hacía llegar noticias que nos daban una clara muestra de la idea que tiene los K de lo que es un gobierno idílico para ellos: Varizat atropellando docentes, docente golpeados salvajemente por patotas dirigidas por sindicalistas adictos, y servicios de inteligencia operando en el terreno para generar disrupciones internas en el movimiento aterrorizando a la población (la verdadera «escuelita» del actual Secretario de Seguridad Sergio Berni). El video viral de Varizat pasando por arriba a los docentes en su camioneta demuestra el nivel de impunidad que tienen los «caballeros de la mesa redonda k», que como Rudy Ulloa, Lázaro Baez y demás lúmpenes semianalfabetos, son todos (ahora) millonarios. Daniel Varizat atropelló a cuarenta docentes que se manifestaban en plena huelga, a los pocos meses del asesinato a manos de la policía sobichista del maestro Fuentealba en Neuquén. Al funcionario santacruceño, la justicia amiga de su provincia le dio una condena de tres años en suspenso (en los hechos Varizat siguió viviendo en Buenos Aires, mantuvo su carnet de conductor y solo debía asistir al psicólogo si el Patronato de Liberados y Excarcelados de Santa Cruz lo convocaba).

Cuando uno estudia y se forma en Historia, como es mi caso, no puede evitar pensar en términos de analogías (como la citada analogía geográfica que iguala el interior colombiano con un pueblo lejano del sur impune kirchnerista -al que Insfran desde Formosa envidia y copia). Es que mientras se encarcela a las fracciones disidentes del movimiento obrero, se le arman causas a cuanto luchador sindical y social ande dando vueltas (ahora hay una ley anti terrorista calcada de la legislación bushista estadounidense específicamente diseñada para dichos fines), y se persigue a los que investigan el encubrimiento de la corrupción K, como es el caso por estos mismos días del fiscal Campagnoli, no se puede dejar de pensar, salvando las enormes distancias, en el proceso del macartismo, cuando la disidencia política en Estados Unidos durante los años cincuenta era puesta en la cárcel y aislada socialmente.

Es que sobre la base de un crecimiento económico de «tasas chinas», se logro un colchón conformista adobado con «buenas noticias» del aparato de propaganda oficial, que logró en parte aislar a los luchadores populares y hasta ponerlos en el lugar de «díscolos inconformistas» y de «insatisfechos» que le hacen el «juego a la derecha». El engaño no tan invisible pero si efectivo, dio lugar a que los rasgos macarthistas se acentuaran bajo el régimen bonapartista de los Kirchner y a que la impunidad de Santa Cruz se nacionalice (como así también la transformación en fuerza represiva interna de la gendarmería).

Los medios masivos de comunicación volvieron a tomar el tema de la precarización laboral luego de la muerte de Mariano Ferreira a manos de otra patota amiga del gobierno, la de Pedraza (al que no le dieron perpetua, porque la vida de un policía parece que vale más que la de un militante). Cuando la impunidad está instalada, entonces es fácil que sea reproducida por toda una gama de instruidos clasemedieros que detestarían ver su recientemente adquirido nivel de consumo desparramado por el piso. Aunque de hecho comienzan a sufrir las consecuencias de la crisis, la inflación y las medidas de apriete económico por parte del gobierno, los años de «adoctrinamiento» ideológico K y su histórico desprecio de la izquierda, hacen que se auto impongan un velo negacionista de estos hechos mientras levantan inocuos argumentos de lo «perfectible» que sería este gobierno. Yo me pregunto y les pregunto… ¿Cómo pueden mejorar la “ley antiterrorista”?

Pero por suerte no todo el mundo le da lugar a los prejuicios macarthistas instalados por la maquinaria estatal. La labor de la izquierda, que nunca dejó solos a los trabajadores de Las Heras durante todos estos años, comienza a ser tenida en cuenta por amplios sectores de trabajadores, que respaldaron y reconocieron la labor cotidiana de la misma contra la impunidad y su defensa de los derechos de los trabajadores, en las últimas elecciones, cuando el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) logró alrededor de 1.200.000 votos. Es que la solidaridad desplegada por la izquierda alrededor de los petroleros de Las Heras fue una clara muestra de que hay izquierda de verdad en Argentina, no la falsa izquierda de los «Derechos y Humanos» que bailó con Moria Casán (verdadera portavoz del relato militar sobre los setentas y la última dictadura), festejando los treinta años de una democracia para ricos. La delegación de comisiones internas combativas y candidatos electos del FIT que viajaron a Santa Cruz para solidarizarse con los trabajadores injustamente enjuiciados, es una clara muestra de que hay un sector que se va a hacer sentir y que no va a cejar en sus esfuerzos por liberar a estos luchadores. Acudir a las convocatorias de la izquierda para liberar a los trabajadores de Las Heras y difundir su lucha es una tarea prioritaria que nos tiene que encontrar más unidos que nunca.

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