(Re)apropiar a Lenin – Javier Zuñiga Tapia

en El Aromo nº 86

lenin.fwUna mirada desde la conflictividad social en Chile

Contrario a toda lectura dogmática, hagiográfica y ahistórica de Lenin, se proponen cinco elementos centrales que permiten responder sobre el significado actual de Lenin.

Por Javier Zuñiga Tapia (Colaborador-Miembro del Colectivo La Savia)

¿Por qué leer nuevamente a Lenin? Porque hoy el movimiento social debe profundizar sus reflexiones en torno a sus roles en la conflictividad social y su relación con la posibilidad de transformaciones profundas en Chile. Al respecto, una mirada a la obra del revolucionario ruso, crítica tanto de las mistificaciones que realizan sus adversarios tanto como de la codificación “marxista-leninista” promovida por algunos sectores de izquierda, es pertinente, cuando lo que se necesita para una acción político-social efectiva y eficiente son respuestas o, al menos, caminos para llegar a ellas. Proponemos una entrada: el Lenin de finales del siglo XIX, marcado por adversidades y discusiones propias de un movimiento obrero, campesino y social en el que convivían diversas tendencias y apuestas políticas.

¿Por qué la necesidad de redactar y sintetizar un programa político?

Sobre el entendido de que sugerimos una lectura crítica del Lenin de finales del siglo XIX, usaremos como base el texto “Proyecto de programa de nuestro partido”, redactado en 1899 y que contiene, a nuestro juicio, elementos suficientes para desarrollar una serie de argumentaciones que pueden resultar de utilidad hoy.

El programa es una medida de síntesis y de propuesta hacia las clases y sectores subalternos: “Hoy día, cuando la actividad socialdemócrata ha puesto en conmoción un círculo bastante vasto de intelectuales socialistas y de obreros concientes, adquiere un carácter imperioso la necesidad de fortalecer con un programa la unión entre ellos y de darles así a todos una sólida base que les permita desplegar una actividad más amplia”.

El programa es una medida de unidad. “Los socialdemócratas rusos han dejado ya atrás el período de máximo encarnizamiento en la polémica con los socialistas de otras tendencias y con los no socialistas reacios a comprender a la socialdemocracia rusa, también han dejado atrás las fases iniciales del movimiento, cuando el trabajo lo llevaban a cabo, en forma dispersa, pequeñas organizaciones locales. La propia vida nos impone la necesidad de agrupar nuestras fuerzas literarias, de formar una literatura política común, de publicar periódicos obreros rusos. La fundación, en la primavera de 1898, del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia que ha declarado su intención de proceder, en un futuro inmediato, a la confección de un programa del partido, ha venido a demostrar de modo manifiesto que la necesidad de un programa dimana precisamente de las exigencias del propio movimiento.”

El programa como aclaración de aspectos fundamentales, objetivos y tareas del momento. Lenin escribe este texto en desacuerdo con aquellos sectores del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia que estaban por priorizar tareas de organización, envío de materiales, agitación, desarrollo y fortalecimiento de agrupaciones locales, en una palabra, aquellos que estaban por construir la base orgánica y material previamente a la elaboración programática. En cambio, Lenin señala: “en la actualidad, el problema más urgente de nuestro movimiento ya no es el desarrollo del antiguo y disperso trabajo ‘al modo artesano’, sino la unión, la organización. Para dar ese paso se precisa un programa, que debe expresar nuestros conceptos fundamentales, fijar con exactitud nuestras tareas políticas inmediatas, señalar las reivindicaciones más cercanas, que son las que deben determinar el contenido de nuestra labor de agitación, darle unidad, hacerla más amplia y más profunda y convertirla, de agitación parcial y fragmentaria en favor de pequeñas reivindicaciones, desligadas unas de otras, en una agitación por el conjunto de todas las reivindicaciones socialdemócratas.”

En definitiva, para Lenin, la perspectiva de unidad de los\as socialistas, las tareas del partido y la síntesis en su interior, necesaria para actuar, requerían de fijar en primera instancia lo programático, y no al revés. Respecto a las diferencias entre los\as revolucionarios, sostiene que “la polémica sólo puede ser útil en el caso de que aclare el verdadero contenido de las divergencias, de que muestre su profundidad, de que revele si se trata de divergencias que afectan a problemas de principio o a cuestiones de detalle, de que ponga en claro si esas divergencias son o no un obstáculo para trabajar juntos en el seno de un mismo partido. La respuesta que con tanto apremio exigen todas esas cuestiones sólo podremos obtenerla en el caso de que el problema del programa figure en la polémica, en el caso de que las dos partes polemizantes expongan concretamente sus opiniones programáticas. Como es natural, la confección de un programa general del partido no debe poner fin, ni mucho menos, a toda polémica, pero sí habrá de dejar bien sentadas las ideas fundamentales acerca del carácter, los objetivos y las tareas de nuestro movimiento, ideas que deberán servir de bandera al partido en la lucha, unido y cohesionado pese a las divergencias particulares que se produzcan entre sus miembros en torno a cuestiones de detalle.”

Otro aspecto relevante, es que el programa debe considerar las necesidades, tareas y objetivos de la fuerza motriz del proceso revolucionario. Al momento de la redacción del texto en cuestión, Lenin, como después también sostuvo, planteó que aquella fuerza social era el proletariado industrial. Es evidente que para determinarlo se debió realizar un diagnóstico del estado de desarrollo económico de Rusia y de las consecuencias del capitalismo en dicho país.

La pregunta para nosotros\as es, en ese sentido, doble: ¿estamos en condiciones de indicar el carácter, sentido y perspectivas de la(s) fuerza(s) motriz(ces) del proceso de transformación social y política socialista? ¿Podemos identificar, transitando del momento abstracto ‘clases y sectores subalternos’ hacia el momento concreto, es decir, qué sectores de la sociedad son aquellos que obrarán como fuerza motriz? Porque si ponemos atención, la audacia de Lenin estriba en que, a pesar de ser una franja minoritaria en una población eminentemente campesina, reconoce al proletariado industrial urbano como fuerza motriz y desde allí propone.

Por otra parte, se desprende de este análisis la distinción que Lenin realiza entre los componentes de una clase y los sectores llamados a dotar de perspectiva revolucionaria a la misma. Por lo mismo, las tareas de la organización revolucionaria debieran tener en cuenta que no toda actividad en el interior del movimiento social es la misma. Por ejemplo, las tareas de avanzada revolucionaria eran asignadas al sector obrero industrial, pero sin descuidar el trabajo con campesinos, pese a no ser la fuerza motriz ni representar un sector, en esencia, revolucionario. En los días actuales, esta distinción es crucial.

Sobre el contenido de un programa político

Contrario a lo que algunos sectores de izquierda sostienen, el programa no es una mera enumeración de “demandas sentidas por la población”. Es más que eso y se puede resumir, referente a su contenido, en tres grandes ejes. Cuestión democrática, protección a las y los trabajadores y la cuestión de las clases y sectores subalternos.

Cuestión democrática: Para Lenin la ‘cuestión democrática’ era la lucha por libertades democráticas y derrocar el régimen político zarista. No es casual que hoy en Chile, dada la centralidad de este asunto, distintos referentes políticos y sociales se estén planteando propuestas de apertura democrática, ya que ellas derivan de una lectura de la imposibilidad de ciertos sectores de las clases dominantes de dar respuesta al problema democrático. La discusión hoy en ciernes sobre el “Proceso Constituyente” y la democracia es esclarecedor sobre este punto. ¿Cuáles son los principales planteamientos al respecto? ¿Qué se propone en términos de diseño estratégico sobre esta cuestión? Es justo indicar que, pese a la centralidad de esta preocupación programática, muchas veces algunos sectores fetichizan el problema centrándose únicamente en las elecciones.

Protección a las y los trabajadores: es sencillo, el programa debe saber discriminar cuáles son las reivindicaciones centrales de la clase trabajadora respecto aquello que es circunstancial o secundario. La Reforma Laboral que impulsa la Nueva Mayoría, las discusiones que desde las principales organizaciones empresariales y la posición de las principales organizaciones sindicales, da cuenta de lo relevante de este eje programático y además demuestra la necesidad de superar discursos netamente panfletarios y profundizar en propuestas -concretas y científicamente fundadas- hacia las clases trabajadoras explotadas.

Cuestión de las clases y sectores subalternos o la ‘Cuestión campesina’: en el texto en cuestión Lenin asigna al campesinado un rol crucial dentro de la lucha de clases, en la medida que conformaban la mayoría de la población y el mayor índice de conflictividad social de aquel entonces. Además, ubicaba al campesino en el marco de una alianza estratégica que buscaba aislar a la poderosa clase terrateniente rusa.

En realidad, para nosotros\as, la ‘cuestión campesina’ significa atender a otros sectores o clases sociales cuyo carácter de conflictividad social sea factible de orientarse en perspectiva revolucionaria, sin ser necesariamente la fuerza motriz del proceso revolucionario.

Cuando haya claridad respecto a estos elementos, la tarea de los instrumentos organizativos revolucionarios es combatir la tendencia a suavizar la lucha de clases en estos sectores de la sociedad, enfatizando los aspectos revolucionarios de sus luchas.

Así, Lenin sostuvo que apoyar a los campesinos no era desperdiciar energía que podría eventualmente destinarse a alimentar la fuerza motriz. En cambio, la profundización de sus aspectos y perspectivas revolucionarias y clasistas y la clarificación de sus intereses comunes era una labor prioritaria del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia.

De esta manera, si Lenin llama ‘Programa Agrario’ a la síntesis de necesidades y propuestas para el campesinado ¿cuál sería el programa de estas fuerzas aliadas de la fuerza motriz de la revolución? Lo cierto, es que debe ser un programa común, nunca dispersar esfuerzos. ¿Cuál es el rol que, en este caso, juegan los movimientos socioambientales, sindicales, estudiantiles, feministas y de pueblos originarios, entre otros?

Finalmente, en el texto que estamos analizando, se ofrece una estructura lógica, argumentativa y expositiva de un programa político que puede ser de utilidad hoy y que demuestra el hecho de que no significa la mera enumeración dispersa de demandas y consignas, como algunos sectores han intentado instalar. En consecuencia ¿cuáles serían las partes integrantes de un programa, según Lenin?:

a) “referencia al carácter fundamental del desarrollo económico de Rusia”;

b) “referencia a las consecuencias inevitables del capitalismo: el crecimiento de la miseria y de la indignación de los obreros”;

c) “referencia a la lucha de clases del proletariado como base de nuestro movimiento”;

d) “referencia a los objetivos finales del movimiento obrero socialdemócrata, a su aspiración a conquistar el poder político para alcanzar esos objetivos y al carácter internacional del movimiento”;

e) “referencia al carácter necesariamente político de la lucha de clases”;

f) “referencia a que el absolutismo ruso, que determina la falta de derechos y la opresión del pueblo y protege a los explotadores, es el principal estorbo para el movimiento obrero, por cuya razón, la conquista de la libertad política, también necesaria para todo el desarrollo social, constituye la tarea política inmediata del partido”;

g) “referencia a que el partido habrá de apoyar a todos los partidos y capas de la población que luchen contra el absolutismo y combatirá las maniobras demagógicas de nuestro gobierno”;

h) “enumeración de las reivindicaciones democráticas fundamentales, y a continuación”;

i) “reivindicaciones a favor de la clase obrera” y

j) “reivindicaciones a favor de los campesinos, explicando el carácter general de las mismas” [nota: recordar qué debemos comprender nosotros/as por el ‘actor campesino’o las clases y sectores subalternos, qué es lo que veía Lenin en esa clase social que pudiera aportar al proceso revolucionario.]

Sobre el carácter de los instrumentos organizativos revolucionarios

Organización y efectividad: independiente de cuáles sean las formas orgánicas que asuman las fuerzas sociales, lo que deben garantizar es la efectividad -capacidad de respuesta oportuna y ventajosa ante escenarios sociales y políticos de diversa índole- y eficiencia -capacidad de sostener en el tiempo su actividad- y deliberación -posibilidad de discutir abierta y extendidamente al interior de la organización. En no pocas veces, sin embargo, se ha intentado codificar un “modelo de organización leninista o bolchevique”, en el cual se han confundido planteamientos de otros políticos, como Zinoviev, Trotsky o Stalin[1].

Por el contrario, parece más útil rescatar estas tres características –efectividad, eficiencia y deliberación- a la hora de contribuir a los esfuerzos organizativos de las clases y sectores subalternos.

Lenin tenía claridad de la necesidad y justificaciones para la existencia de corrientes en el interior del propio Partido Socialdemócrata de Rusia. De hecho, el grueso de su obra se debe a polémicas con militantes del mismo partido. No se debe confundir diversidad con dispersión. Era esto último lo que siempre fue instalado como un problema para Lenin.

Por último, la labor de organización no se centraba únicamente en cuestiones internas del partido, sino que se refería en todo momento a apoyar las luchas económicas y políticas de la clase obrera rusa, el campesinado y otros sectores sociales explotados u oprimidos. Es por ello que la flexibilidad y la vocación del partido estaban dirigidas hacia la lucha de clases y no únicamente a procesos internos.

Por otra parte, se suele pensar la Agitación y la Propaganda no diferenciadamente. Como “AGP”. Lenin las diferenciaba y delimitaba características y funciones distintas a cada una[2].

Propaganda y argumentación: frente a la necesidad de sostener críticas y propuestas, es necesario tomar en cuenta la relevancia de constatar la vigencia de la lucha de clases pero desde un punto de vista argumentativo y no meramente enunciativo o panfletario.

¿En qué consiste, pues, la propaganda? “La labor socialista de los socialdemócratas rusos consiste en hacer propaganda de las doctrinas del socialismo científico, difundir entre los obreros un concepto justo sobre el actual régimen económico-social, sobre sus fundamentos y su desarrollo, sobre las diferentes clases de la sociedad rusa, sobre sus relaciones mutuas, sobre la lucha de estas clases entre sí, sobre el papel de la clase obrera en esta lucha, su actitud ante las clases que están en declinación y ante las que están en desarrollo, su actitud ante el pasado y el futuro del capitalismo, sobre la tarea histórica de la socialdemocracia internacional y de la clase obrera rusa.” Sintetizamos este planteamiento diciendo que la labor de propaganda consiste en dar cuenta científicamente de las principales dinámicas del capitalismo.

Agitación y credibilidad: se asiste a un escenario de desmovilización y desafección por la actividad política en general, por lo que el problema de la credibilidad debe ser considerado. ¿Qué decimos? ¿Cómo lo decimos? ¿Cuándo lo decimos? ¿A quién se lo decimos? ¿Hace sentido lo que decimos?, etc., son preguntas ligadas directamente al asunto.

Así ¿en qué consiste la agitación? “la agitación entre los obreros consiste en que los socialdemócratas participan en todas las manifestaciones espontáneas de la lucha de la clase obrera, en todos los conflictos entre los obreros y los capitalistas motivados por la jornada de trabajo, el salario, las condiciones de trabajo, etc., etc.” Sintetizamos este planteamiento diciendo que la labor de agitación consiste en comunicar a las clases subalternas el contenido cotidiano en que se expresa la lucha de clases. Por ello se releva la importancia de la pertinencia del contenido, canal de comunicación, flexibilidad en las formas del mensaje dependiendo a quiénes nos dirijamos y de la legitimidad del comunicador.

Ideas para ordenar un acercamiento a Lenin

Son cinco los aspectos fundamentales a considerar para este primer acercamiento que sugerimos. Cada uno de ellos tiene profundas consecuencias tácticas, estratégicas y programáticas que sería imposible detallar en este texto.

1. Explicación del carácter y sentidos del desarrollo del capitalismo en determinado país. En 1899 Lenin publicaba El desarrollo del capitalismo en Rusia. En él daba cuenta de las particularidades existentes en aquel país y los elementos que se diferenciaban de otros países, distanciándose de las tentativas eurocéntricas de brindar explicaciones universales. Sin embargo, en términos metodológicos, el texto permite captar la lógica interna propia del capitalismo (independiente del país en que se desarrolle), al mismo tiempo que las especificidades y de la fisonomía social de cada país o región. Esto resulta fundamental para el caso de Chile.

2. El vínculo entre ciencia y revolución. Ligado a lo que se mencionó respecto a la necesidad argumentativa, el papel de la racionalidad científica, los fundamentos epistemológicos y metodológicos, la explicación histórica, el conocimiento del avance tecnológico, entre otros aspectos, se encuentran íntimamente ligados a la elaboración de una teoría o hipótesis revolucionaria. Ellas no son tales cuando surgen sólo desde preceptos morales o imperativos éticos. No son tampoco ideas que movilizan. La posibilidad y necesidad histórica de superación del capitalismo emana desde sus propias contradicciones, las cuales deben constatarse bajo argumentaciones científicas.

3. Dialéctica entre teoría y movimiento de la realidad. El papel de la teoría consiste en realizar contribuciones para reflexionar y sistematizar la práctica. Ahora bien, esto no se trata, como han sostenido algunas corrientes “anti-intelectuales” o ciertas interpretaciones hiper-pragmáticas de la 11 tesis sobre Feuerbach de Marx, de que la teoría forma un segmento apartado de la realidad. Más bien la distinción entre teoría y movimiento de la realidad tiene un valor primordialmente metodológico, en tanto que ambas forman parte de una totalidad social articulada.

4. La cuestión del poder. Si se tuviera que plantar una línea directriz del pensamiento de Lenin, sería el tema del poder. Ya sea como lucha político-democrática, económica o por el socialismo, la cuestión del poder era transversal y articuladora. El poder siempre debe entenderse como relación y proceso. Lenin así mismo lo formula.

5. El pensar-hacer desde un horizonte radical de transformación social. Para Lenin la lucha siempre estuvo signada por un horizonte socialista. Es vital hoy la promoción de proyectos, constitución de alternativas que motoricen las luchas sociales. La movilización social de negación, las “anti”, deben ser empujadas por fuerzas de afirmación, las propositivas. Es decir, es otra tarea primordial el promover que junto a las fuerzas de negación del capitalismo se fortalezcan aquellas que pugnan por su superación histórica.

A modo de conclusión ¿qué significa Lenin hoy?

Contrario a toda lectura dogmática, hagiográfica y ahistórica de Lenin, se proponen cinco elementos centrales que permiten responder sobre el significado actual de Lenin: primero, la lucha por la hegemonía social y política y la realización histórica del comunismo; segundo, la constitución de una alternativa y proyectos plausibles para las clases y sectores subalternos; tercero, la promoción de propuestas hacia y desde las clases y sectores subalternos de los grupos políticos organizados; cuarto, la confección, desarrollo y comunicación efectiva de un programa político de transformación social; quinto, la fijación de tareas políticas distinguidas para cada periodo, situación o coyuntura política, pero empujadas por los elementos anteriormente mencionados.

Si abrimos este ensayo preguntándonos por qué leer nuevamente a Lenin, es por la necesidad de preguntas y respuestas adecuadas. Pero también por la certeza de apertura de un ciclo histórico de la lucha de clases en Chile que requiere de discusión, abierta y profunda, sobre otros procesos históricos, sus principales actores y sobre las lecciones factibles de extraerse para las dinámicas de organización y lucha de los movimientos sociales.

Notas

[1]Al respecto ver Post, Charlie: “¿Leninismo?”, en El Aromo, nº 83, marzo/abril de 2015. http://goo.gl/Xmsm72

[2]Lenin, V. I.: “Las tareas de los socialdemócratas rusos” (1897).

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