¿Se acuerda de la publicidad de la científica repatriada?¿Usted cree que este gobierno apoya el conocimiento científico? ¿Se deslumbró con Tecnópolis? Bueno, lea este artículo y va a ver lo que hay detrás de los anuncios y por qué lo que predomina es la precarización de la ciencia y la persecución a los investigadores.
Romina De Luca
GES- CEICS
Mucho ruido
Néstor Kirchner eligió, a partir de su ascenso a la presidencia en 2003, dos caballitos de batalla para edificar las bases de su sustento político: los derechos humanos y el desarme del entramado “neoliberal”. Para esto último era necesaria la construcción de un nuevo “contrato social” que rescatara a la educación y a la sociedad del conocimiento, colocándolas al servicio de una sociedad industrial e inclusiva.
Al mismo tiempo que se destinaban mayores recursos al sistema educativo, se puso en marcha la elaboración de un análisis del sector Ciencia y Técnica (CyT). Así, entre 2004 y 2005, se iniciaron una serie de estudios que confluyeron, en 2006, en el Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación “Bicentenario” 2006-2010.2 Se determinó que la inversión en CyT mejoraría la competitividad y las exportaciones, disminuiría la vulnerabilidad de la producción nacional, sentaría las bases para un desarrollo sustentable, crearía un ambiente propicio para las inversiones y permitiría reformular las economías regionales. De conjunto, se mejoraría la calidad de vida de todos. El informe alertaba sobre la escasa cantidad de recursos humanos, en el país, con formación de postgrado. Mientras en Argentina se graduaban menos de 500 doctores por año, en países como España y Brasil la cifra ascendía a 6.500. No obstante, como la infraestructura no era capaz de absorber y permitir el desarrollo de investigadores full time, el plan proponía garantizar, de mínima, la incorporación de 1.500 becarios por año y 500 investigadores al sistema, en particular, a través del CONICET.
Si se iba a gastar plata y tiempo en la formación humana y en la promoción de la CyT, había que definir qué investigar. Así, se fijaron los temas prioritarios en la agenda de investigación, lo que se denominó “áreas-problema-oportunidad”. “Marginalidad”, “discriminación”, “derechos humanos”, “competitividad de la industria y del agro”, “uso de recursos renovables”, “infraestructura”, “atención de la salud”, “políticas y gestión del Estado” y “políticas educativas” conformarían el núcleo privilegiado para el desarrollo científico. Las grandes áreas podían colocar su énfasis en aspectos sociales y ambientales o bien en los productivo-tecnológicos.
Todo ese impulso fue de la mano del financiamiento de numerosos proyectos de investigación, de eventos de difusión y de la promoción para la incorporación de tecnología en ámbitos productivos y científicos. A tales efectos, los K estimularon el uso de una Ley sancionada bajo el menemismo (Ley 23.877) de beneficio fiscal para quienes incorporasen tecnología. También en el plano legal, la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (Mincyt) en diciembre de 2007 (la Ley 26.338) buscó generar impacto sobre el predominio de CyT, remarcando su autonomía.
Algunas nueces
La avanzada oficial no se realizó en el vacío y fue acompañada por cuantiosas sumas de dinero. En efecto, el gasto destinado a las actividades científicas y tecnológicas (AC&T) entre 2003 y 2010 se ha duplicado en términos reales, al pasar de 2.607.855 a 5.296.450 miles de pesos constantes. Las arcas del CONICET (principal organismo de Ciencia y Técnica) siguieron una evolución similar. No obstante, el presupuesto total comienza a contraerse a partir de 2009-2010 al girarse al sector 300 millones de pesos menos. Por su parte, el presupuesto del CONICET se estanca al disminuir el crecimiento de las partidas de un año al otro. Esa situación pone sobre el tapete el interrogante sobre la expansión futura del área en un contexto de ajuste inaugurado con la quita de subsidios y el reacomodo tarifario.
Un indicador para ver la primacía de un sector en la estrategia general del gobierno es su evolución en función del PBI. Si observamos el porcentaje destinado del PBI a las AC&T entre 2003 y 2007 se pasó de un 0,46% a 0,61%.3 Para el 2011, según los datos oficiales, la cifra estimada es de 0,52%, valor que puede variar ligeramente al finalizar la ejecución del presupuesto para el año en curso. Cabe destacar que hacia fines de la década menemista y previo a la crisis del 2001, el porcentaje del PBI para Ciencia y Técnica se ubicaba en los mismos niveles.4 Incluso, si observamos la evolución del rubro dentro del presupuesto nacional, nos encontramos con una situación análoga: entre 2003 y 2009 el porcentaje del presupuesto destinado a Ciencia pasó de 1,38% a 1,91%. Pero aquí tampoco los topes se alejan mucho de los últimos años menemistas cuando se destinaba el 1,80% del presupuesto.
La evolución del área en el PBI y en el interior de la asignación presupuestaria no permite afirmar que el kirchnerismo seleccionara como principal trinchera de combate a la ciencia. La duplicación del presupuesto para el sector se debe más que a una acción fuera del canon a la masa ingente de recursos ingresados por la soja. En efecto, durante varios años, el “yuyo” no paró de batir sus propios records en el mercado mundial, lo que le permitió al Estado disponer de una abundancia que supo redistribuir en sectores socialmente “sensibles”. Generosidad que, dicho sea de paso, se repartió privilegiando a los amigos y aleccionando a díscolos. En esa ecuación, no sorprende que provincias como Córdoba, Santa Fe y Mendoza hayan disminuido, entre 2003 y 2008, su participación en la distribución de recursos. El compromiso poco efusivo de Scioli al proyecto K también le valió una caída en la participación de esa provincia.5
Frente a un atolladero
Cabe preguntarse en qué se fue el gasto. A pesar del pomposo plan fijado en el marco del Bicentenario, la mayor parte de los recursos para Ciencia y Técnica se destinó al pago de salarios y/o estipendios. Si tomamos el gasto del CONICET como ejemplo, según lo que declara el organismo para el año 2010, el 87% del presupuesto se utilizó para el pago de salarios tanto del personal de planta como de sus trabajadores precarizados, esto es, los becarios. Menos del 5% de la partida se destinó para adquirir equipamiento o insumos para la investigación.
En efecto, si tomamos como parámetro el crecimiento de la planta de personal de CONICET observamos que, entre 2003 y 2010, pasó de 9.077 investigadores a 17.542. Claro está, ese crecimiento no se distribuyó en forma homogénea en todas las categorías. Mientras la planta de investigadores creció un 63% (al pasar de 3.804 a 6.350) la de becarios lo hizo un 341% al ascender de 2.378 a 8.122.6 En lo que refiere a la distribución de ese aumento por gran disciplina, humanidades ganó lugares en detrimento de ciencias exactas y, en menor medida, de las biológicas. Si analizamos la evolución por categoría, vemos que en humanidades la proporción de ingresos a carrera se mantuvo (en relación con las otras disciplinas) en torno al 20%, mientras que el plantel de becarios se multiplicó 6,8 veces.7 Si en términos generales la desproporción entre el trabajo precario y su pase a planta anticipa un cuello de botella para todas las disciplinas, ésta se sentirá con mayor fuerza en el área de las humanidades debido al gran crecimiento experimentado por las becas. No extraña, entonces, que el organismo está apelando a medidas macartistas para la selección de su personal, descartando de cuajo a los investigadores marxistas. El cinismo adopta ribetes insólitos cuando hablan de promover el pluralismo y llaman al orden y a la autocensura de sus investigadores.8
Al igual que en otros sectores de la economía, el crecimiento en Ciencia y Técnica se montó sobre la forma de trabajo precaria, flexibilizada y de los contratos basura. Los becarios no son más que trabajadores que no perciben salario y por ende no gozan de los beneficios de aportes patronales, obra social, un convenio colectivo de trabajo que los ampare, vacaciones y agremiación, entre otros. Fáciles de incorporar en momentos de alza y de sufrir los ajustes en tiempos de declive. El mismo kirchnerismo ha reconocido como un rotundo fracaso la escasa participación del ámbito productivo en el sector. Su única estrategia pareciera apuntar a proponer formas “creativas” para la inserción laboral de esos recursos humanos de alta calificación en el aparato productivo. Callejón sin salida que pronto lo llevará a la estrategia opuesta: la clausura de la ciencia y técnica. Ya llegará el momento en que citará a Domingo Cavallo cuando instó a los científicos a tomar agua y detergente…
Notas
2 SECyT: Bases para un plan estratégico de mediano plazo en Ciencia, Tecnología e Innovación, 2005.
3 Las cifras corresponden a datos oficiales extraídos del Mincyt. Para 2011: www.argentina.ar/_es/ciencia-y-educacion/C6212-ciencia-y-tecnologia-una-inversion-fundamental.php
4 Según datos del Mincyt en 1997, 1998 y 2000 se destinaba cada año 0,50% del PBI para AC&T. El ascenso de la Alianza, en 1999, le imprimió un impulso mayor al nivel destinando 0,52% del PBI. Desde la crisis del 2001 y hasta 2003 las cifras caen a 0,44% y 0,46%.
5 Entre 2003 y 2008, la participación regional de Córdoba pasó de 3,1% a 2,4%; Mendoza y Santa Fe de 2,7% a 1,5%; Buenos Aires de 22,5% a 20,8%.
6 Según el Informe de Gestión 2010 del Mincyt, en la Agencia, entre 2001 y 2010 la cantidad de becas pasó de 420 a 1.663.
7 Los becarios de humanidades en el año 2000 eran 370. Para 2010 la planta había crecido a 2.539.
8 Clarín, 8/12/2011.