La psicología científica ha establecido, como su tesis básica, el hecho de que el moderno tipo psicológico humano es el producto de dos líneas evolutivas. Por una parte, este tipo moderno de ser humano se desarrolló en un largo proceso de evolución biológica de la cual surgió la especie biológica Homo sapiens, con todas sus características inherentes desde el punto de vista de la estructura corporal, las funciones de varios órganos y algunos tipos de reflejos y de actividad instintiva, que se fijaron hereditariamente y se transmiten de generación en generación.
Simultáneamente al comienzo de la vida humana social e histórica, y los cambios fundamentales en las condiciones a las que tuvo que adaptarse, el carácter mismo del curso subsiguiente de la evolución humana, también cambió muy radicalmente. Hasta donde se puede ser capaz de juzgar sobre la base del material fáctico disponible, que fue obtenido principalmente comparando tipos biológicos de pueblos primitivos en los estadios más elementales de su desarrollo cultural con representantes de las razas más avanzadas culturalmente -teniendo en cuenta el límite de hasta dónde este problema puede ser resuelto por la teoría psicológica contemporánea-, existen fuertes razones para suponer que el tipo biológico humano cambió fundamentalmente muy poco en el transcurso del desarrollo histórico del hombre. No se trata, por supuesto, de que la evolución biológica se haya detenido y que la especie “hombre” sea estática, inmodificable, cuantitativamente constante, sino más bien que las leyes básicas y los factores esenciales que guían el proceso de la evolución biológica ya no están en un primer plano: han desaparecido o se han convertido en una parte reducida o subdominante de las leyes nuevas y más complejas que rigen el desarrollo social humano.
Efectivamente, la lucha por la existencia y la selección natural, las dos fuerzas que dirigen la evolución biológica en el mundo animal, pierden su importancia decisiva en el reino del desarrollo histórico del hombre. Ahora, estas nuevas leyes toman su lugar: aquéllas que regulan el curso de la historia humana y que abarcan la totalidad del proceso del desarrollo material y mental de la sociedad humana.
En tanto el individuo sólo existe como ser social, como miembro de algún grupo social, dentro de cuyo contexto sigue el camino del desarrollo histórico, la composición de su personalidad y la estructura de su comportamiento dependen de la evolución social y sus principales aspectos están determinados por esta última. Ya en las sociedades primitivas – aquéllas que están dando sus primeros pasos en el camino del desarrollo histórico-, puede verse que la construcción psicológica completa de los individuos depende directamente del desarrollo de la tecnología – el grado de desarrollo de las fuerzas productivas -, y de la estructura del grupo social al que el individuo pertenece. La investigación en el campo de la psicología étnica nos ha dado la prueba incontrovertible de que dichos factores, cuya interdependencia intrínseca ha sido establecida por la teoría del materialismo histórico, son los factores decisivos de toda la psicología del hombre primitivo. (…)
De la misma manera que una sociedad viviente no representa una totalidad uniforme y sencilla, y que la sociedad está dividida en clases sociales; así, durante un período histórico dado, no puede decirse que la composición de las personalidades humanas representan algo homogéneo y uniforme. La psicología debe tener en cuenta el factor básico de la tesis general que recién hemos formulado y sólo puede tener una conclusión directa: confirmar el carácter de clase [social], la naturaleza de clase y las distinciones de clase, que son las responsables de la formación de los tipos humanos. Las variadas contradicciones internas que se encuentran en los diferentes sistemas sociales encuentran su expresión tanto en el tipo de personalidad como en la estructura de la psicología humana de ese período histórico dado.
En sus clásicas descripciones del primer período del capitalismo, Marx aborda con frecuencia el tema de la corrupción de la personalidad humana, que tiene su origen en el crecimiento de la sociedad industrial capitalista. En un extremo de la sociedad, encontramos la división entre el trabajo manual y el intelectual, la separación entre la ciudad y el campo, la brutal explotación del trabajo de mujeres y niños, la miseria y la imposibilidad de un desarrollo libre y completo del pleno potencial humano; y, en el otro extremo, los holgazanes y la lujuria. No solamente todo esto da como resultado la diferenciación y fragmentación del tipo humano único en varios tipos de clase social separados –enfrentados unos a otros en agudo contraste-, sino también la corrupción y la distorsión de la personalidad humana y su sujeción a un desarrollo unilateral dentro de todas estas diferentes variantes del tipo humano.
No importa cuál de los rasgos individuales que caracterizan el tipo humano psicológico seleccionemos, tanto en el período temprano como al final del desarrollo del capitalismo, por todas partes encontraremos un doble carácter y un doble significado para cada rasgo crítico. La fuente de la degradación de la personalidad en el modo capitalista de producción contiene también en sí misma, un crecimiento potencialmente infinito de la personalidad. (…)
En uno de sus trabajos de juventud, Marx afirma que si la psicología quiere convertirse en una ciencia verdaderamente significativa deberá aprender a leer el libro de la historia de la industria material que contiene “las fuerzas humanas esenciales”, y que es la encarnación concreta de la psicología humana. (…)
Pero la esencia de todo este asunto consiste en que esta doble influencia de los factores inherentes a la industrialización en gran escala sobre el desarrollo personal humano, esta contradicción interna del sistema capitalista, no puede resolverse sin la destrucción del sistema capitalista de organización industrial. En este sentido, la contradicción parcial que mencionamos, entre el creciente poder del hombre y paralelamente su creciente degradación; entre su creciente dominio sobre la naturaleza y su libertad, por un lado, y su esclavitud y la creciente dependencia hacia las cosas que él mismo ha producido, por el otro; esta contradicción –quiero reiterarlo- representa sólo una parte de una contradicción mucho más general y total que subyace a todo el sistema capitalista. Esta contradicción general entre el desarrollo de las fuerzas productivas y el orden social –que estaba en correspondencia con el nivel de desarrollo de esas fuerzas productivas [pero que ya no se encuentra más en correspondencia con él]- se está resolviendo mediante la revolución socialista y la transición a un nuevo orden social y a una nueva forma de organización de las relaciones sociales.
A lo largo de este proceso, inevitablemente debe tener lugar un cambio en la personalidad humana y una modificación del hombre mismo. Esta modificación tiene tres raíces básicas. La primera consiste en la destrucción de las formas de organización y producción capitalista y las formas de vida espiritual y social humanas que se edifican sobre sus cimientos. Conjuntamente con la destrucción de este orden, todas las fuerzas que oprimen al hombre y lo esclavizan a las máquinas y que interfieren con su libre desarrollo también se derrumbarán; serán destruidas y desaparecerán. Con la liberación de los muchos millones de seres humanos vendrá la liberación de la personalidad humana de las cadenas que frenan su desarrollo. El primer origen, la primera fuente de la modificación del hombre es, entonces, su liberación.
El segundo origen de la modificación del hombre reside en el hecho de que, al mismo tiempo que desaparecen las viejas cadenas, el enorme potencial positivo que existe en la industria en gran escala, el siempre creciente poder de los humanos sobre la naturaleza, será liberado y devendrá operativo. Todos los rasgos que hasta acá habíamos mencionado, cuyo ejemplo más destacado es la completamente nueva forma de crear un futuro basado en la combinación del trabajo físico e intelectual, perderán su doble carácter y cambiará el curso de su influencia de un modo fundamental. Mientras que antes sus acciones estaban dirigidas contra la gente, ahora empiezan a trabajar para su beneficio. En vez de obstáculos ahora son poderosas fuerzas motrices del desarrollo de la personalidad humana.
Finalmente, el tercer origen de la modificación del hombre es el cambio en las relaciones sociales entre las personas. Si éstas cambian también cambiarán las ideas, las pautas de comportamiento, los requerimientos y las apetencias. Como es sabido por la investigación psicológica, la personalidad humana se forma básicamente bajo la influencia de las relaciones sociales, es decir el sistema del que forma parte desde su más temprana niñez. “Mi relación con mi ambiente es mi conciencia”, dijo Marx. Un cambio fundamental de todo el sistema de estas relaciones de las que el hombre es parte, inevitablemente llevará también a un cambio en la conciencia, un cambio en la totalidad del comportamiento del hombre.
La educación debería jugar el papel central en la transformación del hombre –este camino de formación conciente de nuevas generaciones; la forma básica para cambiar el tipo humano histórico. Las nuevas generaciones y sus nuevas formas de educación son la principal ruta que seguirá la historia, y que creará el nuevo tipo de hombre. En este sentido, el papel de la educación social y politécnica es extraordinariamente importante. Las ideas básicas de la educación politécnica son un intento de superar la división entre trabajo físico e intelectual y de reunir el trabajo y el pensamiento, que fueron hechos añicos durante el proceso del desarrollo del capitalismo. (…)
El colectivismo, la unificación del trabajo físico e intelectual, un cambio de las relaciones entre los sexos, la abolición del abismo entre el desarrollo físico y el intelectual, son los aspectos esenciales de esa modificación del hombre que es el tema de nuestra exposición. Y el resultado de adquirir esto, la gloria que corona este total proceso de transformación de la naturaleza humana, debería tener la aparición de esa elevada forma de libertad humana que Marx así describe: “sólo en comunidad [con otros] tiene cada individuo los medios para cultivar sus dones en todos los sentidos; sólo en comunidad, por consiguiente, es posible la libertad personal”. Como toda sociedad humana, la personalidad individual debe dar este salto adelante, del reino de la necesidad al de la libertad, como lo expresara Engels.
Siempre que se discute la modificación del hombre y la creación de una personalidad y conducta humanas nuevas y superiores, es inevitable que sean mencionadas las ideas sobre un tipo nuevo de hombre, en relación a la teoría del superhombre de Nietzche. A partir del hecho verdadero de que la evolución no se ha detenido con el hombre y que el tipo actual del ser humano no representa sino un puente, una transición hacia un tipo superior; de que la evolución no claudicó sus posibilidades cuando creó al hombre y que el moderno tipo de personalidad no es el logro supremo y la última palabra en el proceso del desarrollo, Nietzche saca la conclusión de que una nueva criatura puede surgir en el transcurso del proceso de la evolución, un superhombre que tendrá la misma relación con el hombre contemporáneo, que la que el hombre contemporáneo tiene con el mono.
Sin embargo, Nietzche imaginó que el desarrollo de este tipo superior de hombre estaba regido por la misma ley de la evolución biológica que prevalece en el mundo animal, la lucha por la vida y la selección basada en la sobrevivencia de los más aptos. Es por esta razón que el ideal de poder, la autoafirmación de la personalidad humana en toda la completud de su poder y ambición instintivos, el duro individualismo, y los hombres y mujeres sobresalientes, trazaron, según Nietzche, la senda para la creación de un superhombre.
Esta teoría es errónea porque ignora el hecho de que las leyes de la evolución histórica del hombre difieren fundamentalmente de las leyes de la evolución biológica, y que la diferencia básica entre estos dos procesos consiste en el hecho de que el ser humano evoluciona y se desarrolla como un ser histórico, social. Solamente la elevación de toda la humanidad a un nivel superior en la vida social, la liberación de toda la humanidad, puede conducir a la formación de un nuevo tipo de hombre.
Sin embargo, este cambio en el comportamiento humano, en la personalidad humana, debe inevitablemente conducir a la evolución posterior del hombre y a la modificación del tipo biológico de hombre. Habiendo dominado los procesos que determinan su propia naturaleza, el hombre que está luchando contra la vejez y las enfermedades, indudablemente se elevará hacia un nivel superior y transformará la organización biológica misma de los seres humanos. Pero esta es la fuente de la más grande paradoja histórica del desarrollo humano: que esta transformación biológica del tipo humano se alcanza principalmente mediante la ciencia, la educación social y la explicación racional del modo de vida en su totalidad, no es un requisito, sino, por lo contrario, el resultado de la liberación social del hombre.