Un análisis de la burguesía iraní
En su momento, la alianza con Khamenei-Rafsanjani permitió la creación de una burocracia al frente de las empresas estatales. La privatización transformó a esta burocracia en capitalistas privados y recreó una burguesía nacional, que logró acumular al amparo del Estado. A pesar de las divergencias que parecen haber entre la línea “dura” y la “reformista” vemos que existe una continuidad en el programa de ambos espacios, que deriva en la necesidad del acuerdo con EE.UU.
Nadia Bustos
LAP-CEICS
En el número pasado de El Aromo observamos que el acuerdo del G5+1 con Irán respondía, en gran parte, a la necesidad de una estabilidad política en la región.1 Las conversaciones con el régimen yanqui despertaron distintas posiciones dentro de la República Islámica, pero parece haber cierta coincidencia en la necesidad de un acuerdo. Más allá de lo que puede verse en las reyertas del personal político, ¿cuál es la situación de la burguesía iraní? ¿Existe realmente un capitalismo persa? Veamos.
Irán posee una de las economías más grandes de Medio Oriente. El PBI alcanza los 1.284 mil millones de dólares y es el tercero más importante, luego de Turquía y Arabia Saudita. Cuenta, además, con la segunda reserva más importante de gas a nivel mundial con 34 billones de metros cúbicos2. Su fuerza militar no es menor. El cuerpo del ejército tiene unos 475 mil hombres disponibles, mientras que las fuerzas de seguridad poseen un aproximado de 60 mil más. Existe además una milicia conocida como Basij, perteneciente a la Guardia Revolucionaria, con casi 1 millón de efectivos3 (véase cuadro). Es claramente, el Estado más importante de la región y no resulta extraño que EE.UU. necesite apoyarse en él.
A pesar de este panorama, la economía de las últimas décadas se encuentra afectada por las sanciones. La imposibilidad de recibir inversiones sumerge al país en un importante problema. El establecimiento de una cuota a la venta de crudo resiente el ingreso de divisas, por lo que los diversos gobiernos debieron enfrentar problemas inflacionarios, déficit presupuestario y aumento del desempleo. La capacidad de refinación de petróleo solo logra cubrir el 60% del consumo de combustibles, por lo que es necesaria su importación desde Kuwait e India4. En el caso de las reservas de gas, las instalaciones apenas logran satisfacer la demanda interna. Es decir, el país posee abundantes reservas petroleras y gasíferas pero no la capacidad industrial de procesarlas. La idea de un “autoabastecimiento”, por lo tanto, es falsa.
Los inicios de la República
La Revolución Iraní de 1979 puso fin al régimen monárquico del Sha Mohammad Reza Pahlavi, aliado a la burguesía estadounidense. Pahlavi profundizó el desarrollo del capital, la entrada de capitales occidentales y la separación de la religión del Estado. Para ello, incorporó leyes cercanas al derecho occidental y promovió la educación laica. Fomentó, además, la inversión externa, otorgando varias concesiones a empresas petroleras, tecnológicas y de transporte, en especial las provenientes de Estados Unidos. La financiación del régimen descansaba en los recursos obtenidos del petróleo. La mayoría provenían de la Compañía Nacional de Petróleo Iraní. En el sector privado de la rama, se encontraba un holding conocido como Iranian Oil Participants LTC, compuesto por Gulf Oil, Compagnie Française des Pétroles, Aramco, y la British Petroleum. Las compañías privadas repartían parte de sus ganancias con el régimen. Pahlavi había llegado un acuerdo con Estados Unidos para repartir la renta petrolera en partes iguales entre las compañías extranjeras y el Estado.
El Sha también tenía en su haber una gran cantidad de empresas. Un documento presentado al Ministerio de Justicia por grupos opositores al régimen, en enero de 19795, sostenía que el patrimonio del monarca se componía de 17 bancos, 25 empresas metalúrgicas, 8 mineras, 10 empresas de materiales de construcción, 43 de alimentos, 26 dedicadas al comercio y participación en cadenas de hoteles de Teherán. Muchos de estos negocios se organizaban a través de organizaciones de caridad, que recibían dinero de la Compañía Nacional de Petróleo Iraní.
La estatización
En 1979, luego de un proceso revolucionario, el partido islámico se hace con el poder, reprimiendo a las organizaciones de izquierda. El bonapartismo de Khomeini, junto con las organizaciones obreras, disolvió el proyecto del Sha, lo que afectó a las ambiciones norteamericanas, que no tardaron en reaccionar. En 1980, Saddam Hussein invadió Irán con el apoyo de las fuerzas estadounidenses. La guerra duró ocho años y afectó profundamente a la economía del país. A pesar de ello, los hechos sirvieron a Khomeini para consolidar su poder político bajo una retórica antiimperialista.
Khomeini murió en 1989. En ese entonces, el comandante en jefe de las fuerzas armadas era Hashemí Rafsanjani, quien logró convencer a los miembros de la Asamblea de Expertos para que elijan a Khamenei como presidente de Irán. Sin embargo, Khamenei no contaba con el apoyo total del clero iraní. Es así que se gestó una alianza con la Guardia Revolucionaria (Pasdaran). La Guardia era parte ejército paraestatal creado por Khomeini para perseguir a los partidarios del Sha. Una vez en el poder, Khamenei instituyó jerarquías, salarios y privilegios a los líderes de la Guardia, lo que permitió consolidar a la burocracia en el poder.
En 1989, Khamenei respaldó a Rafsanjani como candidato a presidente de Irán. Una vez en el cargo, Rafsanjani promovió el crecimiento de las actividades de la Guardia, en acuerdo con Khamenei. La Guardia expandió su poder sobre las empresas estatales y, obviamente, creció su influencia política. El Estado comenzó a hacerse cargo de los sectores estratégicos de la economía. Se nacionalizaron las empresas de petróleo, gas, transporte, energía y telecomunicaciones. La Guardia Revolucionaria tomó el control de varias fábricas confiscadas y se establecieron la oficina de Autosuficiencia y la de Reconstrucción. Estos dos organismos se ocuparon de la administración varias empresas de agricultura, industria, minería, transporte, construcción y de importación-exportación. Tiempo después, se crea la empresa Khatam al-Anbia, dedicada a la construcción de refugios durante la guerra de Iraq-Irán.
La Guardia se convirtió en una de las instituciones de seguridad con más fuerza del país. Controlaba y coordinaba las operaciones de la fuerza Quds, Hezbollah y la Fuerza de Resistencia Basij, tanto en el ámbito nacional como en el extranjero. Ostentaba una red muy importante de actividades culturales, institutos, campos de verano para jóvenes y sus propios think thanks.
Paralelamente, comenzó a desarrollarse el sector privado. La legislación iraní permite la existencia de “fundaciones” conocidas como Bonyalds, que pueden desempeñares en cualquier área de la economía. Representan entre el 33% y el 40% del PBI de Irán. Formalmente, estas organizaciones no forman parte del gobierno, lo que les permite operar con más libertad que las empresas estatales. Incluso algunas de ellas brindan asistencia social en paralelo a las instituciones gubernamentales. Este es el caso del Comité de Ayuda del Imán Khomeini. Los Bonyalds no son controlados por el Ministerio de Bienestar, por lo que pueden decidir a discreción el otorgamiento de los beneficios. Cada organización ofrece diferentes programas de ayuda, desde subsidios en alimentos, combustibles, medicina, hasta centros de formación para las jefas de hogares, servicios de salud y educación y becas de estudio. Además muchas de estas fundaciones gozan de beneficios fiscales y aduaneros, acceso preferencial a crédito y divisas.
La importancia de estas organizaciones aumentó a partir del establecimiento de las sanciones. La existencia de estas fundaciones, permitió al Estado desligarse de ciertas industrias que representaban un aumento del gasto público y además obtener ingresos extras por la privatización. Entre ellas, la más importante es la Fundación de los Oprimidos y los Discapacitados o Mostazafán. La operación de la fundación es supervisada directamente por el líder supremo. La empresa fue creada en 1979 y la dirige Mohammad Forouzandeh, ex miembro de la Guardia Revolucionaria y actual miembro del Consejo Nacional de Seguridad Nacional. La fundación se apropió de muchos activos pertenecientes al régimen Pahlavi y su personal cercano, incluyendo 51 familias vinculadas a la producción industrial, varias granjas y fábricas de todo el país. Se estima que en la actualidad, el capital de la fundación alcanza los 12 mil millones de dólares. Posee más de 400 fábricas en diversas ramas y más de 200 mil empleados. Se encuentra presente en la rama alimenticia, bebidas, industrias químicas, envíos, metales, petroquímicas, materiales de construcción, represas, turismo, transporte, hoteles, servicios financieros y comerciales. Es considerada la segunda entidad económica más importante después del gobierno. Además, asiste a más de 120 mil veteranos de la guerra con Irak. Esta empresa fue acusada por Estados Unidos de utilizar sus ganancias para la adquisición de armas de destrucción masiva.
Otra fundación importante es la de los Mártires y Veteranos, la cual mantiene una estrecha relación con la Guardia Revolucionaria, ya que su director, Hossein Dehghan es comandante de la fuerza aérea de ese cuerpo. Dehghan fue consejero del ex presidente Ahmadinejad. La organización recibe dinero directamente del gobierno a través del presupuesto nacional. Su función principal es la entrega préstamos a Basijis y familias de las personas asesinadas o mutilados durante la guerra con Irak.
Exististe además una Fundación del Santuario del Imán Reza, que utiliza las donaciones de 8 millones de peregrinos para comprar tierras cultivables en Mashhad, ciudad del noreste de Irán perteneciente a la provincia de Khorasan. Es el empleador más importante de la provincia, con 56 compañías, entre ellas la fábrica de Coca-Cola, dos universidades y empresas automotrices. Está encabezada por Abbas Váez-Tabasi, perteneciente al Consejo de Conveniencia dirigido por Rafsanjani.
También se encuentra presente la Fundación Noor, dedicada a la importación de azúcar, productos farmacéuticos, equipos de construcción y con una participación activa del mercado inmobiliario. Se encuentra dirigida por Mohsen Rafiq Dust, miembro de la Guardia Revolucionaria y ex jefe de la Fundación de los Oprimidos. Actualmente es miembro del Consejo de Conveniencia.
Además de las fundaciones, existen empresas privadas vinculadas también a la Guardia Revolucionaria, que desarrollan varias actividades en la economía iraní. Entre ellas se encuentra el holding llamado Ehya Sepahan , ubicado en la ciudad de Isfahan, es dirigido por Mostafa Safavi, el hermano de Rahim Safavi, ex comandante de la Guardia Revolucionaria. La Guardia Revolucionaria pose además el 45% de Bahman Group, empresa que opera una línea de ensamblaje de autos Mazda.
Uno de los representantes más importantes de la burguesía iraní es Hashemí Rafsanjani. Dirige la Cooperativa de Cultivadores de Pistacho, que representa más de 70 mil cultivadores. El pistacho se encuentra entre las principales exportaciones no petroleras de Irán, país que domina el mercado de este producto, junto con Estados Unidos 6. Su familia maneja la mina de cobre Sarcheshmeh. También realizan construcciones de ingeniería civil (entre ellas el metro de Teherán) y poseen complejos turísticos en las playas de Dubai, Tahilandia y Goa. Se estima que tienen el control de una de las empresas de ingeniería de petróleo más grandes de Irán, una planta de montaje de automóviles Daewoo y una línea aérea privada. Además sus familiares tienen cargos importantes en la cadena de televisión estatal. El Ministro de Petróleo, su cuñado, se convirtió en gobernador de la provincia de Kerman y controla grandes franjas de costa en las zonas de libre comercio iraní en el Golfo Pérsico.
Por lo que vemos, la producción capitalista en Irán ha crecido alrededor de la Guardia Revolucionaria, ya sea a través de los Bonyalds o las empresas directamente privadas. La Guardia se comporta como la conjunción de la burguesía con el Estado sin mediaciones. El mismo personal es quien ejerce funciones técnicas del capital y funciones políticas. Se trata de una burguesía que se desarrolló a partir de la acción política y en conjunción con el propio Estado. Una especie de lumpen-burguesía que surge de la expropiación de capitales extranjeros, pero que no logra diversificar sus funciones ni puede sobrevivir sin grandes dosis de intervención política.
La privatización
Suele pensarse en una gran división en la política iraní entre “duros” y “moderados”. Veamos sus diferencias y semejanzas. Rafsanjani finalizó su mandato en 1997. Sin embargo, siguió ocupando cargos importantes en el Gobierno. La presidencia del Consejo de Discernimiento de Irán, órgano de consulta del Líder Supremo, le permitió en 2004 reinterpretar el Artículo 44 de la Constitución. Este artículo estipulaba que sectores claves de la economía debían permanecer en manos públicas. La modificación busca reducir el tamaño del gobierno, por lo que estipula una reducción anual del 20% de la participación estatal en el sector público. Esta reinterpretación contó con el apoyo de Khamenei, quien pidió la privatización de las empresas estatales.
La presidencia de Ahmadinejad representó la llegada al poder de la línea opositora a Rafsanjani. La coalición conservadora fue creada en el año 2002 para hacer frente al reformismo de Rafsanjani y Khatami. El espacio político del reformismo intentaba una apertura de la sociedad iraní que implicara el fin de la censura y la persecución política. Esta línea sostiene que la autoridad proviene del pueblo en lugar del Líder Supremo, por lo que busca poner un límite a su poder político.
Khamenei comenzó a distanciarse de Ahmadinejad meses después de la polémica reelección de 2009, donde el líder conservador fue acusado de fraude. Durante seis meses los iraníes se movilizaron reclamando la libertad electoral, incluso llegaron a cuestionar la autoridad del Líder Supremo. El movimiento fue brutalmente reprimido y sus dirigentes encarcelados. Ahmadinejad consiguió un apoyo en las capas más pobres de la población a través del otorgamiento de subsidios. Mientras tanto, la oposición moderada logró capitalizar parte del descontento y propuso a Rouhani como alternativa política en las elecciones de 2013. Rouhani formó parte de la dirección del Consejo Superior de Seguridad Nacional y miembro de la Asamblea de expertos. Contó con el apoyo de los líderes moderados más importantes, Rafsanjani y Khatami, como también del partido de los comerciantes del Bazaar conocido como Motalefeh, que anteriormente habían apoyado a Ahmadinejad. Rouhani accedió a la presidencia iraní en junio de luego de ganar frente a los representantes de la línea dura de Ahmadinejad con el 51% de los votos 7.
En enero de este año, el presidente intentó llamar a un referéndum respecto a la apertura de la sociedad iraní. Este pareció ser uno de los conflictos más importantes entre el Líder y Rouhani. Khamenei respondió que el presidente debía obedecer su política y a supeditarse a las órdenes de los Guardianes de la Revolución. Funcionarios conservadores respondieron “recordándole” a Rouhani la experiencia del primer presidente post-revolución, Abolhassan Bani-Sadr, en 1981, eliminado de su cargo por proponer un referéndum. La propuesta de Rouhani quedó en el olvido. Esta discusión marca, para muchos intelectuales, una diferencia entre la línea “dura” y otra “moderada”, partidaria de la limitación del poder del Líder y de la apertura de la sociedad iraní. Sin embargo al observar la política económica llevada adelante por la línea moderada, vemos que no ofreció nada distinto a lo impulsado por Khamenei.
La modificación del artículo 44 de la constitución permitió a Ahmadinejad iniciar una profunda privatización de la economía iraní. El programa alcanzó sectores estratégicos como las telecomunicaciones, el transporte, la electricidad, el combustible, el acero y la banca. Khamenei apoyó la iniciativa, y emitió una orden ejecutiva para privatizar el 80% de las acciones de algunas empresas de propiedad estatal. Muchas de las empresas fueron compradas por la Guardia Revolucionaria. Este es el caso de la empresa de la Compañía de Telecomunicaciones de Irán. El 51% de la empresa fue comprada por el bonyaldTaavon Sepah, fundación perteneciente a la Guardia Revolucionaria, sancionada en 2010 por participar en actividades que promueven la proliferación nuclear. Sepah es una de las empresas de la Fundación Cooperativa Basij. Esta Fundación también posee el Instituto Financiero y de Crédito Ansar que se encarga de la compra de acciones en la Bolsa de Teherán y del otorgamiento de créditos a los soldados de los Guardianes y las milicias Basij. La Fundación cuanta también con la Institución Mehr de Crédito y Finanzas, organismo que otorga créditos a los militantes Basij para la construcción de sus casas. El Mehr tiene más de 700 sucursales en todo Irán y es el banco privado más importante de la república islámica. El banco tiene además a la Compañía de Inversiones de Irán, que adquirió en 2009 la mina de zinc Angouran en la provincia de Zanjan 8.
En este momento se entregaron contratos importantes a Khatam al-Anbia, holding perteneciente a la Guardia Revolucionaria. La empresa estuvo dirigida durante algún tiempo por el comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria, Alí Jafari y su cuerpo de ingenieros. Actualmente realizan actividades de ingeniería civil, como construcción e instalación de tubos para el traslado de agua, gas o combustible en el país. También está involucrada en agricultura, telecomunicaciones y minería. En 2010 obtuvo la licitación para realizar dos fases del campo South Pars. Al igual que Sepah, ingresó en 2010 en la lista de empresas que promueven la proliferación de armas nucleares de la Naciones Unidas. Las sanciones implicaron la congelación de los activos en el exterior y la prohibición de comercio con los Estados Unidos.
La caída del régimen del Sha significó la estabilización de las industrias estratégicas de Irán. Para Estados Unidos fue una pérdida del control del flujo de inversiones petroleras y gasíferas en el país. A través de las sanciones, buscaron impedir la incorporación de Irán como exportador de petróleo y gas al mercado mundial. El gobierno iraní preparó el terreno para el levantamiento de sanciones, elaborando un contrato piloto para la atracción de inversionistas. Sostuvo además reuniones secretas con varias empresas extranjeras y envió delegaciones de negocios a China y Estados Unidos. Entre las empresas que públicamente manifestaron su interés en la región se encuentran Shell, Total, BP, Eni Spa, Compañía Nacional de Petróleo Chino y Sinopec 9.
En su momento, la alianza con Rafsanjani permitió la creación de una burocracia al frente de las empresas estatales. La privatización generó una burguesía que acumula en el espacio nacional sostenida por el apoyo estatal. A pesar de las divergencias que parecen haber entre la línea “dura” y la “reformista” vemos que existe una continuidad en el programa que ambos espacios políticos llevan adelante.
Sin energía
Anteriormente mencionábamos que, a pesar de las reservas, Irán no logra cubrir la demanda interna de energía. Frente a esta situación, el sector nuclear parece ser una de las salidas posibles. La institución que lo dirige pertenece al Estado y se conoce como Organización de Energía Atómica de Irán. Desde el régimen Pahlavi se experimentó la aplicación civil de la energía nuclear, con el objetivo de liberar el petróleo y el gas para la exportación. En ese momento, el programa contaba con el apoyo de Estados Unidos, Francia y Alemania. El programa fue retomado en 1985 con el apoyo de China, en la importación de materiales, Rusia y Korea del Norte. En 1992, el país firmó un acuerdo bilateral con Rusia para la reconstrucción de la central nuclear Bushehr, destruida luego de la guerra con Irak. En 2014 ambos países firmaron una segunda parte de ese acuerdo, el cual busca la expansión de la planta Bushehr. La empresa rusa Rosatom se encargaría de proveer combustible nuclear, como también de la formación de especialistas para las nuevas plantas. El desarrollo de la central de Bushehr es importante porque fue construida con un propósito comercial y está parcialmente lista para la producción de energía.10 El establecimiento de las sanciones llevó a la proliferación de empresas privadas que buscaron adquirir equipos para el programa nuclear. Muchas de ellas fueron sancionadas por la ONU y la Unión Europa.11
En esta perspectiva, el acuerdo se vuelve imprescindible. Por un lado, permite el levantamiento de sanciones que bloquean capitales, inversiones y acceso a la tecnología para la industria iraní. Por otro, permite al país hacer negocios con las burguesías extranjeras. Este es el caso, de los proyectos de desarrollo de oleoductos y gasoductos a diversas regiones. Entre los principales interesados se encuentran los países europeos, que buscan una menor dependencia del gas ruso. Otro país que estuvo haciendo inversiones a pesar de las sanciones fue China, interesado en desarrollar un gasoducto que le permita evitar los estrechos de Ormuz y Malaca.12
La economía iraní se vio afectada con la guerra de Irak y las sanciones no ayudaron a su recuperación. De ahí que la mayoría de los sectores políticos se encuentren a favor de la realización de un acuerdo nuclear con el G5+1. La mayor parte de este personal político requiere del levantamiento de las sanciones para que sus intereses no se vean afectados en el largo plazo. El déficit presupuestario está llevando al gobierno de Rouhani a un recorte de los subsidios, entre ellos a los combustibles. En este marco, la generación de energía a través del sistema nuclear reduciría la demanda interna y le daría margen al régimen para exportar crudo. Es por ello que Khamenei y la Guardia Revolucionaria están a favor del levantamiento de sanciones, con la condición de no permitir la inspección de las instalaciones militares o entrevistar a sus científicos nucleares. Este es el punto de mayor conflictividad, ya que Francia se niega a firmar el acuerdo sin controlar este sector. Estados Unidos es el principal interesado en el acuerdo. Necesita un aliado que colabore con la estabilización de la región y garantice el desarrollo normal de las relaciones capitalistas. Lograría además el reingreso de varias empresas petroleras a Irán, que competirían con las inversiones Chinas.
En definitiva, la política basada en las “sanciones” fue el medio en el cual se desarrolló la burguesía “revolucionaria”, bajo el Estado y luego bajo las privatizaciones. La negociación con EE.UU. no es solo una necesidad política de esta potencia, sino que es expresión de los límites de la alianza con China y Rusia. El acuerdo va a intensificar la competencia. Por lo tanto, lejos de pacificar la región, aumentará la necesidad de defender militarmente los lazos creados. Se pretende que Irán sea el nuevo Israel, pero puede terminar siendo un nuevo Irak.
Notas
1 http://goo.gl/s3wc0f
2 http://goo.gl/GcCeIT
3 http://goo.gl/6G48Qg
4 http://goo.gl/5o0vSU
5 https://goo.gl/hkjQq0
6 http://goo.gl/9TgQSZ
7 http://goo.gl/cKwMgL
8 https://goo.gl/iGgEK9
9 http://goo.gl/K2DFyb
10 http://goo.gl/zz3fUF
11 El detalle de empresas puede verse en http://goo.gl/R1a9oE
12 http://goo.gl/UfKIFP