El domingo alrededor de las 7 de la mañana, fue asesinado el colectivero Sergio Gerez, de 29 años, en la calle Cañada de Gómez al 3440, a la altura de Virrey del Pino. Gerez era chófer de la línea 106, y volvía de la casa de un amigo quien le había prestado su auto. En el camino, es interceptado por tres individuos que le disparan, ocasionándole la muerte casi al instante. Los vecinos de la zona llamaron a la ambulancia, pero la misma tardó más de 40 minutos en llegar. Todo esto sucedió a solo 8 cuadras de la comisaría.
Cerca de la zona, hace poco más de 20 días, fue asesinado Pablo Flores, de 28 años, colectivero también pero de la línea 218, mientras realizaba su recorrido también por la zona. En ese entonces sus compañeros, realizaron un paro y varios cortes, a los que se sumaron las líneas 378, la 620; la 180; la 86; la 338; la 406; la 63; la 96; la 88 y todas las que pertenecen a la empresa La Perlita. La burocracia de la UTA, por su parte, volvió a brillar por su ausencia. En este caso, los compañeros de Gerez, otra vez sin la presencia de la UTA, también realizaron un corte el domingo por la tarde, que fue levantado luego de una reunión entre la madre del joven asesinado y el comisario del lugar.
La problemática de la inseguridad se extiende a lo largo de todo el municipio de La Matanza. Solo en los primeros 6 meses del año, se registró un promedio de 166 delitos por día. Esto se produce por una creciente descomposición social que embrutece y degrada las relaciones sociales. Así se va generando una desvalorización de la vida, donde la violencia, el crimen, y los homicidios, crecen.
Esta situación se ve agravada también por el “Estado negro” donde participan políticos, sectores policiales, bandas delictivas, barras bravas, narcotraficantes, que se benefician del delito. Así es como nos encontramos con zonas liberadas, y connivencias entre la policías, políticos, y las bandas delictivas. La inseguridad, no es un fenómeno que afecte solo a la “clase media” y el reclamo de seguridad no es un pedido de la “derecha”. La gran víctima de esta situación es la clase obrera, más aun los trabajadores que viven en las zonas más precarizadas, que sufren en carne propia la situación.
Una parte del personal político burgués, busca aprovechar la situación para instalar el discurso de la mano dura, la represión, la militarización de los barrios, y la defensa del llamado gatillo fácil. Allí tenemos a Berni y a Bullrich. Otra parte del personal político, busca disfrazarse de progresista, y enarbola un discurso que solo consolida la situación actual. Allí tenemos a parte del kirchnerismo, que por su complicidad con el “Estado negro” adopta esta posición, pero también a sectores de la izquierda, que no toman el problema como parte de su programa.
Mientras exista el capitalismo, va a existir la descomposición social e incluso se va a incrementar. Las drogas, los delitos, las muertes. La única forma de solucionar el problema de la inseguridad que sufrimos como clase obrera, es tomándolo en nuestras manos. Esto por un lado incluye solucionar los problemas materiales de nuestra clase, como la vivienda, la pobreza, el desempleo, o la educación, que empujan a millones a la marginalidad. Hay que liquidar este sistema, pero mientras tanto no podemos hacernos los tontos con el problema. Es necesaria una verdadera política de seguridad, con efectivos en cantidad suficiente, formados y bien remunerados. Para que la policía no salga disparando ante cada situación, necesitamos agentes formados y profesionales, que sepan enfrentar esas situaciones y sepan cuándo y cómo es necesario usar un arma de fuego. Necesitamos policías que se encuentren lúcidos al momento de enfrentar esas situaciones, y que no estén demolidos porque como el sueldo no alcanza se pasan los descansos haciendo adicionales aquí y allá. En definitiva, mejores condiciones de trabajo.
Solo si el conjunto del Estado es reorientado para solucionar los problemas reales de la clase obrera, en lugar se ser usado para satisfacer los negocios de la burguesía y sus lúmpenes aliados, podemos tener respuesta a nuestras demandas. Por todo esto, es fundamental construir, no solo la independencia sindical de los trabajadores, sino también, y por sobre todo, la autonomía política.
Razón y Revolución