Por Catherine Sameh (1991)
[Tomado de Against the Current, nro. 34]
Todos hablan de Thelma y Louise. Y está bien. Es uno de los films más interesantes que se verán en mucho tiempo. Pero su feminismo frontal fue una píldora un tanto amarga como para que la tragara la «gran» prensa, motivo por el cual escupió sus biliosas críticas durante todo el verano.
Atragantado, Ralph Novak, de la revista People explica: «Cualquier película que fuera tan lejos en el sentido de basurear a las mujeres, como esta porquería de film chauvinista femenino hace para basurear hombres, sería universal y justificadamente condenado.» Desearía que tuviera razón, pero, desafortunadamente, basurear mujeres en películas es muy común y aún nos resta ver tal «condena universal» -o al menos una en menor escala.
Lo que Novak y sus contemporáneos varones realmente se pierden, es lo que tantos críticos de cine blancos se perdieron en Haz lo correcto. Como la revuelta que se produce justo al final del film de Spike Lee, las respuestas de Thelma y Louise al sexismo y a la violación y no nos dejaron, ni a nosotros ni a ellas, con soluciones para agradables ni finales felices.
En cambio, ambos films detallan el ambiente de explotación por el que sus personajes deambulan, invitan a la audiencia a regocijarse con los medios, grandes o pequeños, con los que las víctimas emergen victoriosas. Más aún, ambos, Callie Khouri/Ridley Scott y Spike Lee, esculpen maravillosamente personajes humanos que quizás no siempre hacen las cosas correctas pero que -como todas las personas oprimidas que enfrentan situaciones increíbles- luchan para resistir, usando las herramientas que están a su alcance.
Esa es la razón por las cual las mujeres se van, luego de ver Thelma y Louise, sintiéndose realmente inspiradas y profundamente inquietas a la vez. Es un film tanto sobre las nuevas barreras, internas y externas, a la autoemancipación de las mujeres como sobre nuestras capacidades individuales y combinadas de liberarnos a nosotros mismos.
Mientras Novak condena la «auto-suficiencia» de Thelma y Louise, John Leo, de N. S. News and World Report nos advierte sobre «la explícita temática fascista» del film. Auto-suficiencia es lo mejor que le puede pasar a Thelma después de pasar años con un marido estúpido, casi violada y siendo constantemente objetivada por los hombres que conoce. En cuanto a Louise, su vida fue una serie de compromisos y duro trabajo; defenderla como Thelma lo hizo no es tarea fácil.
Pero supongo que es verdad: se empieza con dos mujeres comunes defendiendo -y luego corriendo por- sus vidas y lo próximo que uno ve es una guerrilla de mujeres de la clase obrera que se ha adueñado de una gran porción de los Estados Unidos con órdenes explícitas de comenzar a ejecutar hombres. Si alguien pudiera hacer esa película!
Peleadoras, no corderos
No puedo dejar de comparar Thelma y Louise con El silencio de los inocentes, una película que la «gran» prensa se apuró a catalogar como rabiosamente feminista. Uno de los films más violentos que he visto en mucho tiempo, El silencio de los inocentes es más confortable para los críticos varones porque localiza la violencia misógina dentro de un individuo «enajenado» (el hecho de que fuera travesti ha traído controversia también).
Deberíamos sentirnos aliviados cuando la aspirante del FBI, Clarice, finalmente mata al asesino serial. Nuestra heroína no es cuestionada por defenderse, porque lo hace a través de una institución estatal patriarcal que, como todos sabemos, perpetúa la misoginia más que cualquier sicópata podría hacerlo.
Mientras Clarice tiene que luchar contra el sexismo en el FBI, su «valentía» (no auto-suficiencia) es finalmente convalidada por sus mentores varones -uno, un asesino en prisión y otro en el FBI.
Pero Thelma y Louise se la agarran con todos los hombres en la película, exponiendo cómo el sexismo trabaja tanto en sus formas vulgares, comunes, como en las sofisticadas. A diferencia de Clarice, que necesita de los hombres para ganar su batalla, Thelma y Louise confían en, dependen de y finalmente se apoyan en ellas mismas, en su heroico, a veces desesperado, viaje por la larga carretera, hacia la libertad.
Ellas se niegan a capitular al deseo de los hombres a todo nivel, confiando, en cambio, en ellas mismas y en cada una. En eso, son triunfadoras.