Seguramente si tiene algún amigo K le habrá escuchado decir que Macri gobierna gracias a la izquierda que, en el balotaje llamó a votar en blanco en lugar de apoyar al candidato de Cristina, el manco Scioli. Si su amigo está envalentonado le habrá dicho que el kirchnerismo es lo mejor que le pasó a la Argentina y en particular a los trabajadores. Si por el contario su amigo acusó recibo de la paliza electoral que recibieron sus candidatos en 2014, más tímidamente le habrá dicho que Scioli no era el paraíso, pero era lo más potable. Lo que diríamos “el mal menor”.
Un compañero italiano, un importante revolucionario marxista de apellido Gramsci, lo explicó claramente alguna vez. Recuperemos sus palabras:
“El concepto de mal menor es uno de los más relativos. Enfrentados a un peligro mayor que el que antes era mayor, hay siempre un mal que es todavía menor aunque sea mayor que el que antes era menor. Todo mal mayor se hace menor en relación con otro que es aún mayor, y así hasta el infinito. No se trata, pues, de otra cosa que de la forma que asume el proceso de adaptación a un movimiento regresivo”
Clarísimo. La teoría del “mal menor” presupone que siempre hay que elegir entre dos opciones que “no son lo mismo”. Scioli o Macri, Braden o Perón, la Alianza o Menem. Si piensa en estos pares, seguramente se habrá dado cuenta que esta idea es propia del progresismo. En general, todo “progre” acaba por reconocer que ningún candidato ofrece una transformación social seria, pero lo invita a ser “realista” y elegir a quien le podría dar una migaja más. Lo cierto es que mayor o menor, son siempre males los que están sobre la mesa. El resultado de no intentar buscar algo más allá de ellos, es que nos acostumbramos a la miseria ambiente y así la vida se nos degrada cada día más.
Veamos casos concretos. Macri ganó las elecciones en 2015 y ejecutó el ajuste. Sí, tan cierto como que el ajuste ya había arrancado con Cristina (la “sintonía fina”). Macri pide deuda al FMI para salvar capitales. Sí, tan cierto como que Kicillof tocó todas las puertas de los organismos financieros y hasta contrajo deuda a tasas elevadísimas. Macri reprime a los trabajadores. Sí, tan cierto como que Berni llenaba la Panamericana de gendarmes. Y podemos seguir. Y aun así, hay gente que todavía cree que la política de la izquierda debe ser apoyar a uno contra el otro. Incluso, hay quienes se dejan convencer –la izquierda- y ya recula.
Por ejemplo, hace rato que la izquierda que se dice revolucionaria viene uniéndose a los K en contra de Macri. Una suerte de “disculpas” por haber votado en blanco. Un caso. El Partido Obrero se alió con La Cámpora para que la FUBA “esté al servicio de la lucha contra Macri”. No importa que el mismo kirchnerismo ajuste en sus facultades y haya entregado la huelga de la docencia universitaria, total siempre “el otro es peor”. Eso es lo que le dice la izquierda en los hechos a los estudiantes que luchan.
No hace falta ser muy inteligente que detrás de frentes de este tipo está el principal interés del kirchnerismo para mostrarse como candidatos potables para el 2019. Que ellos hagan su juego, vaya y pase. Ahora, que se lo creamos… Justamente, de eso se trata la política del “mal menor”. Entregar la independencia de clase y renunciar a un plan de lucha propio. La izquierda no tiene por función “elegir” entre sus ajustadores sino explicar a los obreros y estudiantes donde comienza y donde terminan los límites entre las clases. De acá para allá, los obreros. De allá para acá, los burgueses.
No importa si eso significa quedarse afuera de una lista “ganadora” (en casos insignificantes como la FUBA) o no pelearse con el “progresismo” (en casos verdaderamente importantes, como las elecciones nacionales). Lo que importa es el grado de comprensión y conciencia que tienen los compañeros sobre quiénes son los enemigos de clase. ¿Avanzó esta conciencia con este tipo de decisiones o retrocedió? Se imagina la respuesta.
Por el camino del “mal menor”, la clase obrera no puede construir su propia alternativa. Sencillamente porque no tendrá las herramientas para comprender que puede haber un camino sin peronistas, macristas y kirchneristas. El “mal menor” lo condena a ser la masa de maniobra de candidatos patronales que proyectan lo mismo: ajustar, reprimir y apuntalar la ganancia capitalista. Queda claro que la política del “mal menor” es una idea ajena a la izquierda. Quien la predica, abandonó toda pretensión de transformar el mundo.
Para transformar el mundo debe haber proyecto, lamentablemente la «izquierda» no ofrece tampoco alternativas, el cambio seria con imposición para poder desestructutar la inercia social en q vivimos, antes de eso habría q educar pero para ello no podemos perder el tiempo peleando con el mal menor y ser funcionales al mal mayor, asi perdimos campo de batalla, si, el periodo de los K no fue lo mejor, pero se abrio el juego a una militancia q se propagó haciendo mas criticos a los jovenes y recuperando el interes en la politica, esa q ya la habian dejado en la vision del «yo no creo en la politica» cuando el verdadero problema son los politicos atados al capital, creo q al menos podriamos volver un poquito «pa tras» para tomar impulso y aprovechar las contadas cosas q favorecieron al pueblo trabajador, como la ley de agricultura familiar, x ej, el problema no es peronismo, radicalismo o partidos de izquierda, todos tenian bases socialistas q sus dirigentes destruyeron