Que Dios nos ilumine
Emiliano Mussi*
«Hay que elegir” fue uno de los ejes de campaña electoral del kirchnerismo en las PASO. Fiel a eso, el progresismo K elije. Elije volver a endeudarse, y por eso vuelve a reabrir el canje de deuda. El gobierno necesita pagar todo lo que debe para demostrar capacidad de pago, y volver a un ciclo de endeudamiento externo. Quiere endeudarse como lo hace Bolivia, Uruguay o Paraguay, que le prestan a tasas inferiores al 6%. Lo viene buscando desde que asumió Cristina su primer mandato en el 2007, de ahí todas las tratativas con el Club de París, que no puede solucionar y siguen pendientes. De ahí, también, el lío que armó el fallo del Juez Griesa a favor de los fondos buitres.Estos no representan más que el 0,45 del total, pero si la Corte Suprema de Estados Unidos obliga a reconocer es el 100% de lo que se le debe, pone en riesgo todo el canje de deuda que ensayó el gobierno en 2005 y 2010. Por esta razón, como confesó CFK,le reza a Dios para que ilumine a la Corte de EEUU y falle en favor de Argentina. En realidad el problema no es la deuda. En el fondo, lo que está en crisis no es el esquema de “desendeudamiento”, sino el propio capital que acumula en Argentina. La baja competitividad del capital en Argentina lleva a que necesite fuentes extraordinarias para sobrevivir. Históricamente la encontró en la renta diferencial de la tierra, a través de la exportación de mercancías agrarias. A partir de la década del ’70 esta riqueza se mostró insuficiente y debió aumentar la tasa de explotación, y comenzar a valorizarse también con deuda externa. En 2001, esta última fuente entra en crisis y el gobierno, para ganar confianza y que le vuelvan a prestar, debió hacer un n “alto” y empezar a “pagar”. En realidad no lo hizo de manera genuina: transfirió los saldos de deuda externa a deuda interna.
Pero no alcanzó. Por eso todavía quedan saldos de deuda externa que pagar.La cuestión de fondo es que el capital en la Argentina está sin el respirador artificial: no puede sobrevivir sin esa deuda. De ahí los malabares para pagar, y poder volver al mercado de crédito mundial. La “oposición” no habría hecho nada distinto, porque, más allá de las apariencias, unos y otros representan los intereses de la misma clase. Si no nos animamos a ver más allá de las relaciones capitalistas, seguiremos prendiendo una vela al igual que Cristina para no entrar en default.
*Sociólogo, doctorando en Historia, becario doctoral del Conicet e integrante del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales (CEICS)