Todos los caminos, ningún camino. Sobre el surgimiento de Venceremos-Partido de Trabajadorxs

en El Aromo n° 100

 

Por Ana Costilla

Grupo de investigación de la izquierda argentina

Venceremos se constituye sin exponer sus respuestas a las preguntas centrales que deberían fundar a toda construcción política revolucionaria: ¿Cuáles son las tareas revolucionarias en Argentina? En este sentido, reproduce una debilidad que no la distingue del resto de la izquierda


A fines de 2017, la izquierda argentina vio sumarse una nomenclatura nueva a lo que ya es una larga lista de partidos y organizaciones. Se trata de Venceremos-Partido de Trabajadorxs, una fusión entre Izquierda Revolucionaria y la Organización Política Hombre Nuevo, que previamente habían pasado por una instancia de frente único y que forman parte, junto a Marcha Guevarista y La Caldera, de “Poder Popular”, un frente con el cual integraron las listas del FIT. El acto de lanzamiento fue el 18 de noviembre, y contó con la participación de militantes del Gran Buenos Aires, CABA, Mar del Plata, Rosario, Córdoba, Mendoza y Neuquén. Entre sus referentes se encuentran María del Carmen Verdú, de la CORREPI; Hernán “Vasco” Izurieta, delegado de ATE; Oscar Orzaocoa, abogado de DD.HH, y ex militante del PRT-ERP; y Leonardo Lopresti, miembro del SUTE recuperado en Mendoza.

Cuando se presentó Venceremos, y en sintonía con su nombre, señalaron que hacía décadas no existía un partido que se plantease la construcción de una organización con vocación de poder. Es cierto que la izquierda argentina ha perdido terreno en esa perspectiva, pero plantearse con seriedad la posibilidad de gobernar no resuelve todo el problema. Hay que clarificar cómo queremos tomar el poder y para qué. Por eso, en esta nota nos preguntamos por la propuesta programática de Venceremos, revisando sus principales publicaciones.

 

Camino de indefiniciones

 

Una de las primeras acciones de Venceremos fue el lanzamiento de la campaña “Caminos de revolución”, celebrando una serie de efemérides: 150 años de la publicación de El Capital, a 100 de la Revolución Rusa y 50 del asesinato del Che. A raíz de eso, el partido se propuso un ejercicio de balance y “reflexión sobre el proyecto socialista y su vigencia”, tal como reza el subtítulo del libro que presentaron a modo de cierre de la campaña.1 De este modo, el objetivodel libro sería“el rearme político y teórico” de las nuevas generaciones de revolucionarios. Dado que participaron otros autores ajenos a Venceremos, aquí nos centraremos en los escritos producidos por militantes y referentes del partido.

En la presentación del libro se delinean algunas afirmaciones generales. Se establece que enfrentar el ajuste en marcha no es suficiente, sino que hay que trascender los marcos del capitalismo, siendo el socialismo la única alternativa real para las masas. A grandes rasgos Venceremos se pronuncia por la lucha contra la explotación capitalista, el patriarcado y toda forma de opresión. En este sentido, se inscribe dentro del marxismo, rescatando el aporte teórico mayor de Marx al desnudar la relación entre la acumulación de capital y la explotación de fuerza de trabajo. También abrevan en el leninismo, retomando principalmente la organización política y práctica de la lucha revolucionaria, la formulación de una “estrategia de poder”.

El artículo del “Vasco”Orzaocoa comienza afirmando la actualidad de la revolución socialista, así como de la vigencia del pensamiento y la acción del Che. Sin embargo, no encontramos ningún análisis de ello. Lo que hace el autor es rastrear hitos de la vida de Guevara antes de convertirse en el Che. Así, rescata que sus primeros viajes hayan sido por la “atrasada e indígena” Latinoamérica y repasa las lecciones políticas que habría extraído de observar la explotación en las minas chilenas, las limitaciones del gobierno del MNR en Bolivia, del APRA en Perú y de Arbenz en Guatemala, así como los reveses del proceso mexicano. La conclusión es que dichas experiencias le habrían hecho conocer los límites del nacionalismo burgués, que siempre sucumbe al gran capital. De ahí que el Che comprendiera la necesidad de una revolución más profunda, de cambios estructurales y duraderos. Esta caracterización de nacionalismo burgués en palabras de Orzaocoa, supone la posibilidad de un “nacionalismo revolucionario” que se le opondría (de lo contrario, la adjetivación no sería necesaria) y, a su vez, destila cierto “latinoamericanismo” al destacar que viajó por América Latina antes que por Europa (como hacía el grueso de la clase media).

Más reveladora es la única crítica que Orzaocoa le hace a Guevara: su antiperonismo que se expresaría en pintadas que realizó de joven contra el General. Para redimirlo de sus culpas, aclara que el Che no compartió la caracterización del PC y lamentó cuando el General cayó en el ’55, por la “avanzada derechista”. Por qué el antiperonismo sería un aspecto negativo, no lo sabemos, porque el autor tampoco se ocupa de explicarnos qué habría de rescatable para los revolucionarios socialistas dentro de un movimiento que no se cansó de asesinar y reprimir trabajadores y defender a explotadores.

Finalmente, el artículo no resuelve el elemento más importante: ¿Qué es lo que está vigente y que Venceremos retoma del “pensamiento y la acción” del Che? No queda claro. La estrategia de construcción de una guerrilla rural, no parece, salvo que el partido de Orzaocoa lo tenga bien guardado en secreto. Pareciera destacarse un elemento moral, la capacidad de acción y la sensibilidad, y cierto latinoamericanismo. Lo primero no es nada particular del Che, sobran ejemplos de revolucionarios de ese fuste. Lo segundo es una reivindicación peligrosa porque retoma el idealismo guevarista según el cual su experiencia en Cuba es ley para toda América Latina.2

En ese mismo libro, Valeria Ianni escribe un artículo que expone la trayectoria político-ideológica que derivó en el surgimiento de Venceremos. Parte de ubicar un nacimiento generacional de la organización, vinculado al “genocidio” de los ’70. Así, la lucha por la memoria, la verdad y la justicia estaría en la base de su construcción subjetiva como militantes. Luego, vino lección del “neoliberalismo” de los ’90, evidenciando que con recuperar la historia no era suficiente, había que hacer presentes los “proyectos” de los ’70. Como puede apreciarse, un discurso que un kirchnerista firmaría sin problema. Los “proyectos” de los ’70 es una proposición vaga dado que hubo una disputa entre distintos programas en el interior de la fuerza social revolucionaria: desde el socialismo sin tareas intermedias de la OCPO, pasando por la revolución permanente del trotskismo, la alianza con la burguesía nacional del maoísmo, hasta el programa reformista de liberación nacional de Montoneros. ¿Cuál de todos estos hay que reivindicar? En otros escritos Venceremos se identifica con el PRT-ERP, pero no se ofrece una delimitación clara de variantes reformistas como Montoneros, por lo que siempre acaba por moverse en el terreno de las definiciones poco precisas.

A la tradición “setentista” se le sumarían las lecciones de la “rebelión del 2001”. Básicamente, serían dos. Por un lado, una organizativa: construir un partido leninista, de clase y de cuadros, que actúe como elemento consciente del movimiento de masas. Por otro, “el imperativo de la unidad para la revolución.” La reivindicación del partido, frente al autonomismo horizontalista que cobró fuerza en el Argentinazo, es saludable. Pero en abstracción de un programa claro, la organización por la organización misma no dice mucho. Tal como señalaba Lenin, un partido es un programa. Nos tenemos que organizar, claro, pero el punto central es para qué. El mismo problema aparece en la cuestión de la unidad, ¿con quién? Volveremos sobre esto luego.

Finalmente, Ianni señala la importancia de no convertir en dogma ningún aspecto de la lucha revolucionaria. Dicho así, puede ser un elemento positivo entre tanta izquierda talmúdica que busca encontrar la respuesta a todos los problemas en las “sagradas escrituras” marxistas. Pero la crítica de Venceremos le cabe a sí mismo, porque en ningún momento explica cuál es el programa para la revolución argentina. De hecho reivindica una serie de experiencias y programas bien diversos sin crítica ni balance alguno: los programas nacionalistas de La Falda y Huerta Grande; experiencias clasistas como la de Sitrac-Sitram pero también la CGT de los Argentinos; e incluso luchas de fracciones de la burguesía, que por débiles no dejaban de ser en su mayoría explotadoras como las Ligas Agrarias, y a sectores de la Iglesia como los sacerdotes tercermundistas.Por el camino, hasta reivindican la supuesta “lucha por la igualdad de nuestros patriotas” del siglo XIX. Que hayan liquidado relaciones sociales previas es una cosa, pero suponer que lucharon por la igualdad real es cuanto menos ingenuo.

 

¿Quiénes venceremos y para qué?

 

Indagando aún más en los escritos de Venceremos, incluyendo los primeros números de su prensa –A vencer-, pueden rastrearse algunas definiciones que permiten comprender hacia dónde se dirige el partido, en particular, en cuanto a las alianzas que busca tejer.

Uno de ellos es el artículo de Natalia Lerena contenido en el libro, en que se propone recuperar aportes conceptuales de David Harvey que permitan pensar el “capitalismo global” en la actualidad. De este modo, a través de la valoración de los conceptos de “desarrollo geográfico desigual”, “ajuste espacio-temporal” y “acumulación por desposesión”, podemos aproximarnos a la caracterización que realiza Venceremos del sistema capitalista. En suma, las tres nociones recuperadas de Harvey configuran la idea de que existen modelos de acumulación capitalista diferentes. Sostiene que el capital crea desarrollos geográficos desiguales al satisfacer sus necesidades de desplazarse por el globo hacia territorios dependientes, para realizarse allí y descomprimir la crisis de sobreproducción. Por su parte, el concepto de acumulación por desposesión implica que el capital requiere del imperialismo para despojar de recursos (pero también de medios de vida, servicios y hasta cultura) a amplias capas de población. En efecto, la recuperación de Harvey por Venceremos trae consigo una serie de nociones arraigadas en la izquierda argentina, que el partido se suma a reproducir: dependencia, subdesarrollo, críticas a la división internacional del trabajo, perduración de “formaciones sociales mixtas”, modelos extractivistas (fracking, sojización), desindustrialización, enclaves económicos, endeudamientos financieros y privatización. Y, por supuesto, el modelo económico que le da lugar en Argentina a todos estos fenómenos: el “neoliberalismo”.

En estas páginas ya hemos combatido toda esa serie de ideas que ya forman parte del sentido común de la izquierda. Aquí lo importante es señalar que todas ellas contribuyen, lo quieran o no, a ensalzar supuestas variantes de capitalismo más progresivas que otras: frente a la “financiarización”, el capital industrial “serio”; frente a los modelos extractivistas, el “desarrollo sustentable”; frente a la “dependencia” y el “subdesarrollo”, el desarrollo nacional independiente; y así podríamos seguir. La consecuencia de esto es, además, que se abre un terreno común con las fracciones de la burguesía que se supone pueden encarar alguna de esas variantes, en general del universo “nacional”.

Por otra parte, en notas de su prensa, encontramos una fuerte defensa de lo “nuestroamericano”. Si bien Venceremos también se declara internacionalista, y parte de plantear razones tácticas por las que cada clase obrera “debe ajustar cuentas primero y principalmente con sus clases dominantes”, el énfasis constante en la identidad latinoamericana abre, otra vez, un terreno común con las burguesías del continente que son justamente las que crearon esas naciones que se reivindican. Que se encubre detrás del “nuestroamericanismo” no lo sabemos con exactitud, pero es interesante advertir que quienes más lo propagandizaron, Marea Popular (hoy Patria Grande), acabaron reivindicando a gobiernos burgueses como el de Evo Morales y Hugo Chávez, que justamente hacían gala de latinoamericanismo.

Los socialistas no somos ni nacionalistas ni latinoamericanistas, ni mucho menos “nuestroamericanistas”, porque ni la Argentina ni América Latina son nuestros. Por el contrario, son de nuestros enemigos que los inventaron para construir cotos de caza donde nosotros somos la presa. Los socialistas revolucionarios somos internacionalistas, aspiramos a la liberación universal de la clase obrera y, por lo tanto, rechazamos todo particularismo. Nuestros hermanos de clase son tanto los obreros de Brasil como los de China, los de Venezuela como los de Estados Unidos. Lo que nos une en particular con nuestros compañeros del continente no es una “identidad común” ni una “cultura latinoamericana”, es una necesidad estratégica: una Argentina socialista es inviable en sí misma, la única posibilidad para la revolución será la constitución de los Estados Socialistas de América Latina, única forma de poner en pie una estructura viable y como antesala de la revolución mundial.

En términos políticos nacionales, para Venceremos el enemigo es “la derecha conservadora y neoliberal”, encarnada en el gobierno de Macri. Nuevamente, el discurso kirchnerista. En efecto, es para destacar que no suele hacerse mención a la burguesía en su conjunto, sino que el enemigo que hay que enfrentar es una fracción, que se supone peor que el resto, la “derecha”, tal como vimos en el artículo de Lerena. Por otra parte, existe una constante apelación a la más amplia unidad con “diversos sectores populares y políticos”, lo que también podemos encontrar formulado como una estrategia frentista que se opondría al “sectarismo” de la izquierda.3

En síntesis: la propuesta de Venceremos le abre la puerta al kirchnerismo. Esto queda claro cuando advertimos una caracterización que le atribuye rasgos progresivos: “La predisposición genuina de amplios sectores populares a dar respaldo a un proceso político que enfrente al neoliberalismo se chocó con los límites insalvables de un ‘proyecto nacional’ que, aún con sus logros, nunca se planteó ir a fondo.”4 De esta afirmación se entiende que el kirchnerismo, en lugar de haber sido un gobierno burgués que avanzó todo lo que pudo en consolidar la explotación de la clase obrera, estaría en la senda del reformismo. Una reedición de una lectura común en la izquierda según la cual el peronismo es progresivo pero se queda corto y, por lo tanto, hay que empujarlo un poco más o presentarse como el “heredero consecuente”.Así, por ejemplo, en una nota de coyuntura política se diferencia al kirchnerismo del PJ, que sería más rancio, y sostienen que sus simpatizantes deben “ir más allá”, como si se tratase de radicalizar lo que sería un correcto punto de partida. Por eso está claro que cuando Venceremos llama a “la más amplia unidad en la resistencia contra la avanzada neoliberal”, refiere a una alianza con el kirchnerismo, estando en la base de su crítica (genérica, como siempre) al “sectarismo” de la izquierda.

De modo que la unidad que busca Venceremos es por derecha, es decir, con ese espectro que está entre el enemigo (“la derecha”) y la izquierda.Y ello diluye la crítica que le hacen al gobierno de Cristina. De qué sirven años de denuncia de represión estatal y gatillo fácil, si la unidad de acción en las calles va a implicar, por ejemplo, que se exija justicia por Santiago Maldonado junto a quienes ayer asesinaban obreros y compañeros de lucha. Entonces, ¿cuáles son los límites del frentismo para Venceremos? No parecen ser límites de clase…

 

Venceremos, la izquierda y el partido revolucionario en Argentina

 

Cuando un nuevo partido se conforma dentro del campo revolucionario, debe dar a conocer su razón de ser. Aquellos elementos que le impiden a su militancia incorporarse a una construcción política previa, ya en desarrollo. Lo que justifica su existencia. Eso es el programa. Es ya sentido común la idea según la cual la izquierda está siempre dividida. Sin embargo, la unidad no siempre es progresiva y muchas veces el llamado a alcanzar olvida diferencias programáticas. Pero el caso inverso es igual de nocivo: si hay partidos que tienen el mismo programa, no hay necesidad de fragmentar aún más a la clase obrera ofreciendo una nomenclatura nueva para una opción que ya existe. La fragmentación de la izquierda argentina pocas veces responde a diferencias programáticas irreconciliables. De hecho, el grueso de la izquierda argentina se inscribe (con sus bemoles) en la corriente trotskista.

Venceremos se funda reconociendo la importancia de combatir la dispersión y promover la unidad. Pero no se presenta mediante un programa preciso. Hay un claro y reiterado pronunciamiento por el socialismo (“un socialismo donde quepan todos los mundos”), pero genérico. A la burguesía no se la menciona. La abolición de la propiedad privada de los medios de producción es la gran ausente de toda formulaciónteórica, incluso en los materiales que pretenden ir más a fondo en análisis específicos. Por el contrario, lo que vemos es una reivindicación de todo aquello que aparente un grado de confrontación con la clase dominante (lo “rebelde”, lo “de abajo”). Todo es recuperado sin la menor crítica, ni preocupación por saldar las contradicciones que existen entre varias de esas experiencias, procesos y programas. Finalmente, lo que se reivindica son formulaciones que se llevan bien con el sentido común progresista: el Che, América Latina, el nacionalismo, las guerras de liberación nacional y todas las revoluciones habidas y por haber, etc. La propia bandera de Venceremos condensa el grueso de sus líneas programáticas: la estrella de cinco puntas (guevarismo), el color celeste de la bandera argentina (nacionalismo), los colores rojo y negro simbolizando a todas las revoluciones sociales. Que no solo son reivindicadas por la izquierda actual, sino que,más grave aún, ya demostraron su fracaso como recetas aplicables a la Argentina.

Ahora bien, si se trata de delimitarse del resto de los partidos, las críticas de Venceremos también son genéricas, vacías de contenido: sectarismo, reformismo, electoralismo. Pero además, mientras cuestionan la existencia de proyectos reformistas dentro de la izquierda, sus materiales no demuestran diferencias sustantivas en lo que proponen concretamente: trabajo pleno y digno, salario mínimo igual a la canasta, defensa de los convenios colectivos y las condiciones de trabajo, planes de vivienda y mayor presupuesto para salud y educación públicas de calidad, entre otros puntos. Cuestionan, acertadamente, un pronunciado electoralismo de la izquierda argentina, su fragmentación y sus dificultades para confluir en una intervención unitaria,5 pero ese es un límite claro del FIT, del cual participaron sin poner objeciones a su campaña. Finalmente, si bien es saludable reconocer y plantear la necesidad de unificar las fuerzas revolucionarias hacia una intervención política más sólida, no menos cierto es que eso no se conseguirá sin discusión y sobre la base de cualquier o ningún programa. Por lo pronto, Venceremos se constituye sin exponer sus respuestas a las preguntas centrales que deberían fundar a toda construcción política revolucionaria: ¿Cuáles son las tareas revolucionarias en Argentina? En este sentido, reproduce una debilidad que no la distingue del resto de la izquierda. Y en la medida en que eso no la diferencia, está contribuyendo a la fragmentación de la clase obrera.

 

NOTAS

1AA.VV: Caminos de revolución. Reflexiones sobre el proyecto socialista y si vigencia, La Caldera, CABA, 2017.

2Para profundizar este aspecto remitimos a Grenat, Stella: Una espada sin cabeza, Ediciones ryr, Buenos Aires, 2011, pp. 56-68.

3De esta voluntad “frentista” surge la reivindicación de la Organización Comunista Poder Obrero, a partir de una incorrecta lectura de la estrategia de ese partido. Explicamos esto en: https://goo.gl/ttmU5b

4https://goo.gl/JqfdGh

5https://goo.gl/FrfyLv

3 Comentarios

  1. Perfecto, al fin leo un análisis profundo sobre la izquierda en la Argentina, no solo eso, también una propuesta concreta y viable, coyuntural para una Argentina Socialista

  2. Malísima crítica, abundantes simplismos, reduccionismos pueriles, ausencia total de sentido crítico en la interpretación de texto y discurso, y pura pedantería típica de estudiantes pequeñoburgueses cuyas unicas marchas son aquellas pacíficas, ajenos a las jornadas de lucha de confrontación directa. Ni vale la pena responderles punto por punto. Aflojen con la soberbia y bájense del pony.

    ¡Viva la revolución socialista!
    ¡Viva el Che!
    ¡Por los senderos de Santucho hacia la liberación nacional y social, latinoamericana y mundial!

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