Todo sobre mi madre.

en El Aromo n° 20

Acerca de La profesión de la Sra. Warren, de G. B. Shaw.

Por Julieta Pacheco.

Grupo de Investigación de la Literatura Popular – CEICS.

En el Teatro Regio se está presentando La profesión de la Sra. Warren, de George Bernard Shaw, dirigida por Sergio Renán. Estrenada por primera vez en el año 1902, en Londres, cuenta la historia de la relación entre una madre y su hija. Vivie, la muchacha, ha vivido siempre del dinero que una madre distante enviaba a otros para que se ocuparan de su educación. Cansada de esta situación, la chica quiere valerse por sí misma, ser independiente. Decide ser una profesional y para lograrlo va a estudiar leyes y a compartir el estudio de abogacía con una amiga suya ya instalada. Mientras tanto, la imagen que ella tiene de su madre es la de una burguesa que sólo se preocupa por los viajes, las compras, en suma, la buena vida, aunque en verdad desconoce por completo el origen de sus recursos y sus actividades.
La obra está dividida en dos actos. En su transcurso se ve como cambia la relación entre Vivie Warren y su madre, la señora Warren. En el primer acto, la relación entre ellas pasa de ser distante, a una relación madrehija. En el segundo, las cosas cambian porque Vivie se entera de la verdadera profesión de su madre y vuelve a separarse, esta vez pareciera que definitivamente.
La señora Warren llega de visita a la casa de su hija, que no la esperaba, y se encuentra con que Vivie no es una señorita inglesa en busca de matrimonio y familia como ella esperaba. Por el contrario, se encuentra con una chica independiente que piensa no enamorarse nunca y vivir de su profesión. Luego de una fuerte discusión, la señora. Warren confiesa su pasado y su profesión: nació en una familia pobre con tres hermanas. Dos muy laboriosas, una de las cuales terminó muerta, intoxicada en una mina, y la otra, obrera de fábrica, alcohólica. La tercera se escapó se su casa, dedicándose a la prostitución. La madre de Vivie debió sobrevivir trabajando de lavacopas por unas monedas. Un día llega una mujer muy bien vestida a comprar una botella de licor y ella la reconoce, era su hermana, la que habia escapado. La invita a no perder el tiempo y la salud y trabaje con ella en un burdel. De última, se trataba de una “profesión” en la que no tenía que compartir sus ingresos con nadie. La señora Warren se siente orgullosa de haber tomado esa decisión y a cualquier chica pobre le aconsejaría lo mismo. Esto conmueve a Vivie, que perdona a su madre por no haber estado con ella en todos esos años y le pide disculpas por haber pensado mal. Acá termina el primer acto. Madre e hija se reconcilian. Queda reivindicado que, por necesidad, una persona puede recurrir a cualquier “profesión”.
En el segundo acto, la hija se entera de que su madre seguía en el negocio de la prostitución, ya no como prostituta sino como “madama” y regenteaba toda una red de prostíbulos. A partir de ese momento, Vivie se siente defraudada por su madre porque sigue en el negocio no por necesidad sino por que le gusta la vida burguesa y eso requiere mucha plata. En ese momento, Vivie parte a Londres a realizar su proyecto profesional. La obra termina cuando la madre va a ver a su hija, buscando una reconciliación que resulta imposible.
¿Cuáles son los valores que se desprenden de ésta obra? Se desprenden los valores del pequeño burgués no explotador, el que trabaja por cuenta propia, el profesional liberal. Se condena a la burguesía. Por eso, en la primera parte, se acepta que la señora Warren no haya dejado que la exploten y pusiera su “pequeña empresa”. Esa independencia es identificada con la “dignidad”. Es por eso que se subraya todo el tiempo que Vivie quiere ganarse su propia plata como profesional independiente y no depender ni de su madre ni los pretendientes que, a lo largo de toda la obra, buscan sujetarla al matrimonio. Por eso también, en la segunda parte de la obra, cuando se descubre que la señora Warren es una capitalista que explota en sus prostíbulos a chicas que alguna vez fueron como ella, se la condena.
Esta obra muestra claramente la ideología de la Sociedad Fabiana, a la que Shaw pertenecía. Los fabianos eran un grupo reformista inglés, ligado a la Segunda Internacional que desarrolló una versión peculiar de socialismo. En su perspectiva, alienta los valores de la autosuperación individual. El socialismo no puede ser el resultado de una clase sometida a relaciones de dependencia, como la clase obrera, ni tampoco de la acción de la propia burguesía, presa del egoísmo y la avaricia. Sólo puede ser motorizado por la “clase media”, el conjunto de propietarios de su trabajo, que no son explotados ni explotadores. Era un socialismo de “profesionales” e intelectuales: abogados, médicos, arquitectos, artistas. Lógicamente, su relación con el proletariado sólo podía ser de tipo paternalista y, con la burguesía, de crítica de costumbres. La función de los socialistas era educar en otros valores y convencer de la necesidad de otra sociedad. La crítica a la prostitución, en realidad, en la obra de Shaw, resulta en una crítica al capitalismo, basado en relaciones de subordinación que impiden la realización de los individuos, de su “dignidad”: el proletariado está prostituido en general y la burguesía es su proxeneta. Queda la duda sobre la conciencia de Shaw de esta consecuencia general, ya que el mismo enfatizaba una interpretación restrictiva, es decir, sólo la crítica a la prostitución particular de las mujeres.1
En la Argentina del 2005, la Argentina de Kirchner, la obra encaja bastante bien en el clima pequeño burgués que la domina y viene a jugar un papel en la lucha burguesa en el campo cultural. Todos los valores que se desarrollan en la obra, los que se juzgan y los que se consagran, son los que el actual gobierno defiende (al menos de palabra y para atraerse al electorado progresista): la Argentina podrá superar su crisis si apuesta a la pequeña empresa, al pequeño capital, a la autosuperación y a la buena voluntad del individuo. Una ilusión peligrosa que pretende que el obrero no es pequeño burgués porque no quiere y no porque no puede. Y que la propia pequeña burguesía puede sobrevivir y desarrollarse en el marco de esta sociedad. Esta ideología voluntarista según la cual “querer es poder”, resulta en la frustración y la auto-flagelación: el individuo atribuye su fracaso a sí mismo, en lugar de pensar que son las relaciones sociales vigentes las verdaderas culpables de su situación. La obra consagra, en suma, el ideal del gobierno fabiano: un buen gobernante, alejado de los intereses dominantes, preocupado por la dignidad de las personas y trabajando para construir un mundo de independencia y auto-realización. Ideal que es el de Kirchner, en público. Tras bambalinas, la señora Warren dicta la verdadera política.
Notas:

1Véase el prólogo a la obra, en Bernard Shaw, Comedias desagradables, Sudamericana, Buenos Aires, 1949

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