¿Por qué cosa se bate el LEF? – Por Vladimir Mayakovski

en El Aromo nº 80

¿Por qué cosa se bate el LEF?*

Por Vladimir Mayakovski (1893-1930)

  1. Después, la reacción. La reacción está garantizada por la autocracia y por el doble yugo del mercader y del industrial.

La reacción ha creado un arte y un hábito de vida según su propia imagen, su gusto. El arte de los simbolistas (Biely, Balmont), de los místicos (Chiulkov, Hippius) y de los psicópatas sexuales (Rozanov) corresponde a la vida de los filisteos pequeñoburgueses.

Los partidos revolucionarios chocaron contra la vida, el arte se sublevó para batirse contra el gusto.

La primera llamarada impresionista la tuvimos en 1909 (El criadero de los jueces).

La llamarada ha sido reanimada durante tres años. La han reanimado en el futurismo.

Primer libro de la unión de los futuristas: Bofetada al gusto del público, 1914: D. Burliuk, Kamenski, Kruchionich, Mayakovski, Jlebnikov.

El viejo régimen valoró exactamente la actividad de laboratorio de los futuros dinamiteros.

Se contestó a los futuristas con cortes de censura, con la prohibición de hablar, con el ladrido y el aullido de toda la prensa.

Por supuesto, el capitalista nunca ha sostenido nuestras líneas‐latigazos, nuestras líneas‐esquirlas.

El cerco impuesto por la vida diocesana obligó a los futuristas al escarnio de los blusones amarillos y la cara pintada.

Estos métodos poco “académicos” de lucha y el presentimiento del impulso futuro rechazaron de golpe a aquellos estetizantes que se habían adherido al movimiento (Kandinsky, los seguidores de la “Sota de Diamante”, etc.).

En cambio, quien no tenía nada que perder se ha aliado al futurismo o bien se ha aprovechado de su nombre (Scerscenevic, Igor Severianin, el “Rabo de Asno”, etc.)

El movimiento futurista, conducido por artistas poco expertos en política, a veces se ha teñido de los colores del anarquismo.

Al lado de los hombres del porvenir estaban los rejuvenecidos que ocultaban la podredumbre estética bajo la bandera de la izquierda.

La guerra de 1914 fue la primera prueba social.

Los futuristas rusos rompieron definitivamente con el imperialismo de Marinetti, a quien ya habían abucheado durante su estancia en Moscú (1913).

Los futuristas fueron los primeros y los únicos que, en el arte ruso, ahogando las voces de los celebradores de la guerra (Gorodecki, Gumilev y otros), la maldijeron batiéndose contra ella con todas las armas del arte (La guerra y El universo de Mayakovski).

La guerra marcó el inicio de la depuración futurista (Severianin se ha ido a Berlín).

La guerra ha ordenado que se mirara hacia la revolución del mañana (La nube en pantalones).

La revolución de febrero ha agudizado la depuración, escindiendo el futurismo en “derecha” e “izquierda”.

Los derechistas se han transformado en un eco de las seducciones democráticas (sus apellidos se encuentran en Todo Moscú). Los izquierdistas que esperaban a octubre han sido bautizados con el nombre de “bolcheviques del arte” (Mayakovski, Kamensky, Burliuk, Kruchionich).

A este grupo futurista se habían unido los primeros “productores” futuristas (Brik, Arvatov) y los constructivistas (Rodchenko, Lavinski).

Los futuristas, ya desde los primeros pasos, ya desde la época del palacio Kscesinskaia, habían tratado de ponerse de acuerdo con los grupos de los escritores obreros (ex‐Proletkult); pero estos escritores creían (a juzgar por sus obras) que el espíritu revolucionario se agotaba en un contenido propagandístico y han seguido siendo, en el campo de la forma, unos reaccionarios puros, incapaces de cohesión.

Octubre ha despertado, reordenado, reorganizado. El futurismo se ha transformado en el Frente de Izquierda de las Artes (LEF), o sea “nosotros”.

Octubre nos ha enseñado a trabajar.

Ya desde el 25 de octubre nos hemos puesto a trabajar.

Claro está, ante las huidas de los intelectuales, no se nos ha interrogado mucho sobre nuestras creencias estéticas.

Nosotros hemos fundado las secciones figurativas, teatral y musical, que eran entonces revolucionarias y hemos guiado a los estudiantes al asalto de las academias.

Además de desarrollar un trabajo de organización, hemos realizado las primeras obras de arte de octubre (el monumento de Tatlin a la Tercera Internacional; Misterio y bufonada, dirigido por Meyerhold; Stenka Razin de Kamenski).

No hemos adoptado poses de estetas; no hemos producido por amor a nosotros mismos. Hemos aplicado nuestros métodos de trabajo a la actividad artística‐propagandística que la revolución solicitaba (los manifiestos de ROSTA, los folletines, etc.).

Con el fin de hacer propaganda a nuestras ideas, hemos organizado un periódico, Iskusstvo Kommuny (El arte de la comuna), así como discusiones y lectura de versos en las fábricas y talleres.

Nuestras ideas han conquistado al público obrero. El barrio de Viborg ha organizado un grupo de “comunistas futuristas”.

El movimiento de nuestro arte ha revelado nuestra fuerza mediante la creación de ciudadelas del Frente de Izquierda en toda la URSS.

Al propio tiempo, se ha desarrollado el trabajo de los camaradas del Lejano Oriente (revista Tvorshestvo) quienes han afirmado teóricamente la ineluctabilidad social de nuestra corriente, nuestra fusión completa con octubre (Ciugiak, Aseiev, Palmov). Tvorshestvo, sometida a toda clase de atropellos, asumió la tarea de luchar por una nueva cultura de la República del Lejano Oriente y en Siberia.

Una vez comprobado con desilusión progresiva que el poder soviético seguía existiendo, los académicos, en solitario o en grupitos, empezaron a tocar a las puertas de los comisarios del pueblo.

Sin exponerse al riesgo de ocuparlos en un trabajo de responsabilidad, el poder soviético les ha ofrecido, o mejor dicho ha ofrecido a sus nombres europeos, la posibilidad de trabajar en instituciones educativas y culturales.

De allí ha partido la campaña de calumnias contra el arte de izquierda que ha concluido brillantemente en la supresión de Iskusstvo Kommuny.

El gobierno enfrascado en los frentes y en la crisis, se ha interesado muy poco por las discusiones estéticas; solamente ha cuidado de que las retaguardias no hicieran demasiado alboroto y nos ha invitado a respetar los nombres “más ilustres”.

Hoy existe una tregua en la guerra y en la carestía. El LEF tiene que presentar el panorama del arte en la URSS, indicar la perspectiva y ocupar el puesto que le compete.

El arte de la URSS, el 1 de febrero de 1923:

1] El arte proletario. Una parte de los escritores proletarios se ha oficializado y oprime con un lenguaje burocrático y, además, con la repetición del ABC político. Otros han caído bajo el influjo del academicismo y recuerdan octubre únicamente con la etiqueta de las organizaciones. Una tercera parte de ellos, la mejor, se reeduca, después de los Biely rosados, estudiando nuestras obras y, creemos, marchará con nosotros.

2] La literatura oficial. En la teoría del arte cada uno profesa su opinión personal; en la práctica, en las revistas abundan todos los nombres con gancho.

3] La literatura “nueva” (los hermanos Serapión), una vez que nuestros métodos han sido asimilados y vivificados, los condimenta con los métodos simbolistas y, con gran presunción, los adapta al público “NEP”.

4] El gran viraje. Desde el occidente llega una invasión de maestros célebres. Alexei Tolstoi ya cepilla el caballo blanco de las obras completas para entrar triunfalmente en Moscú.

5] En fin, violando toda perspectiva decorosa, en varios puntos intervienen, solitarios, los de la izquierda: hombres y organismos (el Instituto de Cultura Artística, los estudios técnicoartísticos, el Instituto de Arte Teatral, la Sociedad para el estudio de la lengua poética, etc.).

Algunos se esfuerzan heroicamente por roturar en la soledad un terreno muy duro; otros ya liman con sus versos las cadenas de la antigualla.

El LEF debe reunir las fuerzas de la izquierda. El LEF debe pasar revista a sus batallones, repudiando el pasado. El LEF debe unificar el frente para minar todo lo viejo, para conquistar una cultura nueva.

No resolvemos las cuestiones del arte con la mayoría de los votos de un frente de izquierda, mítico, todavía inexistente; lo haremos con la acción, con la energía de nuestro grupo de iniciativa, que dirige año tras año el trabajo de los artistas de izquierda y los orienta ideológicamente.

La revolución nos ha enseñado muchas cosas.

El LEF sabe muy bien que para consolidar las conquistas de la revolución de octubre reforzando el arte de izquierda, introducirá en el arte las ideas de la Comuna y le abrirá el camino del porvenir.

El LEF agitará con nuestro arte a las masas, extrayendo de ellas su propia fuerza organizadora.

El LEF confirmará nuestras teorías con la creación artística efectiva, elevando su calificación.

El LEF combatirá por un arte que sea construcción de la vida.

No pretendemos tener el monopolio del espíritu revolucionario en el arte. Nos revelaremos en la emulación.

Creemos en la justicia de nuestra propaganda y demostraremos, con la fuerza de las obras cumplidas, que estamos en el justo camino del porvenir.

*Manifiesto del Frente de Izquierda de las Artes (LEF), escrito en 1923.

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