Nota, con entrevista a Nicolás Villanova, sobre cartoneros. En OndaBaires (05/05/2014)

en Prensa-escrita

Latinoamerica de cartón

El fenómeno de la recuperación de materiales reciclables se masificó en varios países de América Latina durante las últimas décadas. ¿Cómo fue su evolución en Argentina, Brasil y México?

Agustín Gulman – @Agulman

El fenómeno de los cartoneros en la Argentina como se lo conoce hoy en día nació en la década de 1980, se profundizó durante los noventa y tuvo su mayor explosión a partir de 2001, a raíz del estallido social, político y económico que se vivía por entonces en el país. Pero, ¿qué ocurrió en otras ciudades de Latinoamérica mientras que en nuestro país avanzaba esta forma de trabajo? Esa es la pregunta que se plantea el sociólogo de la Universidad de Buenos Aires,  e investigador del Centro de Estudios e Investigaciones en Ciencias Sociales (Ceics), Nicolás Villanova, quien realizó un estudio que busca analizar cuáles son las tareas de los cartoneros, pero también las condiciones en que viven y trabajan, así como también conocer cuál es la rama económica a la cual los recolectores le garantizan un insumo: la industria papelera. “Este fenómeno se masificó en los últimos años”, describe el especialista.

Argentina. En nuestro país, un 80 por ciento del material que recogen día a día los cartoneros son derivados del papel, principalmente cartones. Sirven, en su gran mayoría, como materia prima para producir más papel. “Por eso la industria del papel se beneficia mucho del trabajo de los recolectores”, sostiene Villanova, quien explica que el reciclado de papeles es un complemento de la celulosa. “Indagando los precios de importación de celulosa y comparándolos con los costos de la venta del cartón, resulta más barato comprarle a un cartonero”, asegura.

“Las organizaciones de cartoneros, como el Movimiento de Trabajadores Excluidos, indican que a nivel nacional hay entre 100 y 120 mil cartoneros”, dice el sociólogo. Solo en la Ciudad de Buenos Aires hay alrededor de 16.000, según las cifras del Gobierno porteño, que en 2003 realizó un registro no obligatorio. “Son cifras relativas, no todos se anotaron. Las organizaciones calculan que hay unos 21.000 cartoneros en la Capital Federal”, afirma Villanova. El fenómeno se replica en ciudades como Córdoba, Rosario y Mendoza. “En los principales centros urbanos”, define el investigador.

Un cartonero que empuja un carro con entre 120 y 140 kilos de material por día gana entre 1.500 y 2.000 pesos, por un trabajo de entre ocho y diez horas. La mayoría está por debajo de la línea de indigencia. Por kilo de cartón les pagan entre 60 y 75 centavos, mientras que por el papel blanco reciben alrededor de $ 1.20. “Los intermediarios, es decir, los que les compran a los cartoneros para vender a las empresas, les permiten guardar los carros en sus galpones a cambio de que les sigan vendiendo a ellos”, comenta Villanova. Esta situación, dice el investigador, se da sobre todo luego del cierre de los ramales para cartoneros de las líneas ferroviarias más importantes, como el Sarmiento.

En este rubro, además, hay una gran cantidad de trabajo infantil. En 2004 Unicef llevó a cabo un estudio donde indicó que en la Capital 4.223 chicos trabajaban como cartoneros, en su mayoría de entre 12 y 15 años. Según la Organización Internacional del Trabajo, en 2004 había alrededor de 57 mil menores de edad de entre 5 y 17 años trabajaban en la recolección y el reciclado de residuos en las calles de la Argentina.

En el ámbito de la Capital Federal hay una serie de cooperativas que reciben un subsidio por parte del Gobierno porteño para realizar su actividad. La ciudad les asigna barrios o cuadras para trabajar. “El Estado se beneficia de los cartoneros. La basura es un problema, tanto en capital como en Buenos Aires. La recolección de ellos no va a parar al relleno sanitario del CEAMSE, con lo cual el Estado ahorra presupuesto”, asegura Villanova.

“Para los cartoneros no fue una década ganada. Proporcionalmente ganan lo mismo o menos que en 2001 o 2002. Además su situación es paupérrima y tienden a crecer y ser cada vez más”, lamenta Villanova, quien analiza que en los próximos años “los cartoneros debieran apostar a un gran sindicato donde puedan pelear con más fuerza por sus derechos desde otro lugar”.

México. Lo que en nuestro país se conoce como ‘cartonero’, en México se llama ‘pepenador’. Allí la recolección se realiza de manera masiva en los basurales a cielo abierto, como ocurrió en la Argentina durante las décadas de 1950 y 1960. Según Villanova, “el fenómeno en México tuvo una explosión a partir de los años setenta y ochenta, una época en la que enormes masas de la población se volcaba a esta actividad. Para el sociólogo del Ceics, excepto algunas diferencias en la modalidad, esta actividad guarda similitudes en todos los países de Latinoamérica.

Según un estudio realizado por Villanova en 2009, en los tres países con mayor actividad de cartoneros, el salario representado en dólares es muy parecido: en México por hora de trabajo percibían en ese año 0,42 centavos de dólar. En la Argentina 0,48; y en Brasil 0.57 centavos de dólar.

Villanova analiza que las condiciones de vida en México son paupérrimas. En los asentamientos donde viven “no tienen servicios básicos, como agua potable, desagües y luz”. Además, el investigador critica que no existan datos específicos o censos, que permitirían que el Estado trabaje en proyectos para mejorar la situación de estos trabajadores. “En 2004 había entre 25 mil y 30 mil pepenadores en los basurales de las zonas metropolitanas de la ciudad de México”, indica el sociólogo.

«En México – dice Villanova – se constituyen como el primer eslabón en la cadena del circuito del reciclado, porque no solo la recolectan, sino que además la clasifican según el tipo de material y luego la venden”. Según Villanova, muchos de los trabajadores de barrido y limpieza del sector oficial, además trabajan en la recuperación y recolección de materiales, debido a la precariedad de sus condiciones laborales. “El cobro de salarios bajos los obliga a clasificar y vender los productos reciclables para complementar sus ingresos”.

Durante 2010 obtenían un ingreso mensual aproximado de 88 dólares. Los recuperadores de las plantas de selección realizan jornadas de ocho horas diarias y su salario era de 254 dólares, según una estimación de Villanova. En ambos casos no existe una relación contractual ni indemnizaciones por accidentes de trabajo.

Brasil. En este país se los conoce como ‘catadores’. En 2008 una organización ambientalista realizó un informe que estimaba la presencia de entre 500 mil y 800 mil en todo el país. Por su parte, el Movimiento Nacional de Catadores de Materiales Reciclables tenía registrado en 2005 un total de 35.637 recuperadores, de los cuales el 72 por ciento se encontraba fuera de cooperativas. A su vez, un estudio realizado por el Unicef señala que en 1998, 46.742 menores de edad trabajaban en la recolección.

Según Villanova, la actividad en Brasil es similar a la Argentina. Sin embargo, cita un estudio realizado en la localidad de Goaiana en 2006, en el que se señala que muchos recolectores duermen en los depósitos de acopio, ya que los dueños los alojan a cambio de que les vendan a ellos los productos recolectados, aunque a un precio menor que en otros galpones.

En Brasil, según el estudio realizado en 2009 por Villanova, el salario mensual de un cartonero es tan solo el 24 por ciento de lo que obtiene un trabajador registrado. “En todos los países – analiza el investigador – los recolectores son una mano de obra barata. Las empresas utilizan los productos recolectados como materia prima para la producción de otros bienes y no pagan ningún tipo de cobertura social o médica, ni aguinaldo o vacaciones”.

“Hay un problema generalizado y es la falta de cifras oficiales”, critica Villanova, quien agrega que solo en Colombia se realizaron censos de cartoneros. El último fue en 2011 y arrojó unos 21.700 personas que vivían de esa actividad”. Otro de los problemas, asegura el sociólogo, es que en los censos de población se podría definir la actividad de una persona, pero en muchos casos a los cartoneros se los clasifica como trabajadores independientes cuentapropistas sin calificación. Es decir, se los cuantifica con otras ocupaciones.

-¿Qué ocurre con las mediciones estadísticas del Estado  en otros países?

Están retocadas, como en la Argentina. En países como Brasil o México los cartoneros sufren el mismo nivel de pobreza que en nuestro país. La Organización Internacional del Trabajo dijo que en Argentina creció mucho la clase media porque los indicadores están muy bajos. Son las trampas del Indec. El resultado, según eso, es que un cartonero puede ser de clase media, cuando si se analiza cómo vive y cuál es su trabajo, se llega a la conclusión de que es una persona pobre, de clase baja.

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