A propósito del Censo de Ocupantes de Tierras Privadas y la llamada población “campesina” en Misiones
Desde la década del ‘90, en el nordeste misionero se viene desarrollando un fenómeno de ocupación de tierras privadas, debido al agotamiento de la frontera agrícola. Algunos intelectuales se ilusionaron con que este proceso creó un campesinado en la provincia. Aquí, le contamos qué sucede realmente.
Por Sebastián Ramírez (TES-CEICS)
Según el censo de población del año 2001, la provincia de Misiones concentra en las zonas rurales el 29,4% de la población total (283.849 personas), en tanto que las urbanas alcanzaban el 70,6% (681.673 habitantes). A su vez junto con el resto de la región NEA- comparte los peores índices de pobreza, nivel de escolaridad, atención sanitaria y precariedad laboral a nivel nacional.
En este contexto y frente al agotamiento de terrenos fiscales disponibles, en las últimas décadas se viene desarrollando un proceso de ocupación de tierras privadas en la región nordeste de la provincia. El mismo no presenta un carácter planificado y tendría como protagonistas a los llamados “pequeños productores sin capital”1 que se instalan en terrenos que habían sido dedicadas al obraje maderero, particularmente en los departamentos de Guaraní, San Pedro y General Belgrano. Esta nueva forma de poblamiento, si bien tiene su origen en la década de 1970, se profundiza durante los años ‘90.
La actividad desarrollada mayormente por los ocupantes en esta zona es la producción tabacalera, sobre la que se han realizado múltiples estudios que hacen hincapié en construcciones subjetivas acerca de la identidad de un sujeto social agrario vinculado a una economía de subsistencia. Desde esa perspectiva, construyen nociones como “ocupante”, “colono”, “plantador” o “campesino”, todas categorías que desconocen las relaciones de producción en las que están insertos estos sujetos.
Los estudios estadísticos
Si bien es cierto que hay un predominio de investigaciones cualitativas, también se realizaron estudios cuantitativos. En ese sentido, una fuente importante es el Censo de Ocupantes de Tierras Privadas del año 2004.Según esta fuente, en el nordeste de la provincia existen 104.000 hectáreas que se dividen en diez lotes privados. Casi la mitad de estas tierras, unas 59.500 hectáreas, fueron ocupadas por 1.648 familias que establecieron 1.837 lotes. 3
A partir de estos datos, el sociólogo Denis Baranger asegura que entre los ocupantes existen sujetos agrarios diversos. Un sector minoritario con características farmers, uno mucho mayor que podría ser considerado “campesino escasamente integrado” al sistema económico, y junto con ellos, los que combinan el trabajo asalariado con una mínima agricultura de subsistencia. Para llegar a dicha conclusión, un conjunto de investigadores construyeron una tipología de “ocupantes”, fijando como criterio clasificador el potencial de acumulación de cada uno. Tomaron como unidad de análisis las unidades domésticas (UD), ya que una UD puede poseer más de un lote, por lo que la totalidad de UD sería de 1.535.
De esta manera, se distinguieron cuatro tipos de ocupantes: “no agricultores”, “agricultores con nulo potencial de acumulación”, “agricultores con bajo potencial de acumulación” y “agricultores con medio potencial de acumulación”. Los primeros ocupan 118 UD, un 7,6% del total. Entre ellos, el 78% (67 UD) posee solo 1 ha y un 66% no se dedica a la chacra, produciendo solo para consumo propio. No poseen medios de producción y no contratan fuerza de trabajo. Por lo general, se emplean en “changas”, en aserraderos de la zona y/o cobran un plan social.
La mayor cantidad de UD de las tierras ocupadas se ubica en la segunda categoría, que constituiría el 49% del total. Se trataría de 758 UD, de las cuales el 44% (334 UD) poseen superficies de 1 a 10 ha, el 36% (272 UD) tiene de 10 a 25ha, un 14% (107 UD) de 25 a 50 ha, el 3% (23 UD) poseen de 50 a 100 ha, mientras que el 4% posee entre 100 y 500 ha. A su vez, en un 44% de las UD (356), los ocupantes combinan las actividades en la chacra con empleos de peonaje, mantienen una actividad de subsistencia y no disponen de medios de producción.
Los ocupantes reunidos en la tercera categoría son el segundo grupo más numeroso de la zona y se dedican exclusivamente al trabajo en sus chacras. Sobre 559 UD censadas, el 86% (480 UD) posee de 10 a 100 ha y solamente un tercio de ellos no se dedica exclusivamente a la chacra, mientras el 5% posee entre 100 y 500 ha. Estas unidades cuentan con medios de producción, como bueyes, motosierras, eventualmente un tractor y camionetas, y el 39% de ellos contrata fuerza de trabajo temporal. El 58% del total cultiva tabaco. El 16% posee más de 55 mil plantas y un 35% entre 19 y 54 mil plantas. El 90% de su producción es destinada a la venta. Los propietarios de las UD que no explotan fuerza de trabajo se emplean en trabajos domésticos fuera de la chacra o están vinculados al plan PRO-HUERTA, que consiste en la capacitación y asistencia técnica de familias, así como la provisión de insumos tales como semillas, frutales, animales de granja y herramientas.
Por último, 108 UD representan a la cuarta categoría. Sobre ese total, el 73% (79 UD) contrata fuerza de trabajo y tiene medios de producción con un nivel de tecnificación más importante que el caso anterior. El 18% (20 UD) poseen de 10 a 25 ha, 4 UD tienen de 5 ha a 10 ha, mientras que el 28% de las UD, entre 100 y 500 ha y solo el 1%, más de 1000 ha. No todos se dedican a actividades en la chacra ni residen en ella. El 17% son tabacaleros con más de 72 mil plantas y el 93% de su producción está destinada al mercado.
Ni campesinos, ni farmers
A partir de este análisis, Baranger asegura que sumando el 49% de las UD de los llamados “agricultores con nulo potencial de acumulación” y el 18% correspondiente a la mitad de aquellos “con bajo nivel de acumulación”, estaríamos en presencia de un 67% de UD que presentarían características “campesinas”, lo que lo lleva a decir que los procesos de ocupación de tierra han consolidado a esta clase.
Sin embargo, si tomamos los datos del Censo y del análisis del propio autor, podemos observar que detrás de esta categoría se estaría escondiendo a capas de clase obrera rural y de pequeña burguesía. Para el primer caso, tanto los llamados “no agricultores” y “agricultores con nulo potencial” son obreros con tierras. Ninguno de ellos explota fuerza de trabajo ni posee medios de producción y ambos tienen que recurrir a empleos extraprediales para garantizar su reproducción. De la misma manera, aquellos denominados “agricultores con bajo nivel de acumulación” que son beneficiarios del plan PRO-HUERTA, son obreros desocupados. Los que aquí se denominan “campesinos”, son obreros rurales que han sido expropiados de sus medios de producción y, por lo tanto, se ven obligados a ocupar tierras en las que cultivan para su propia subsistencia, al tiempo que se emplean en distintos trabajos permanentes o temporales o reciben subsidios del Estado (Plan Pro-Huerta) que les permiten producir maíz, poroto, mandioca entre otros, tanto para el autoconsumo, como para comercializarlos en pequeñas ferias. De estas actividades obtienen el grueso de sus ingresos.
Teniendo en cuenta esto, podemos hacer un cálculo aproximado: sumando las 118 UD de los “no agricultores” con las 758 UD de los “agricultores con nulo potencial” y las 59 UD – que representan el 10% que no explota fuerza de trabajo- de los denominados “con nulo potencial” y obtenemos un porcentaje estimado del 60% de UD que definiríamos como clase obrera rural. Estas capas de clase obrera actúan como infantería ligera del capital, en tanto son empleadas en forma estacional, fundamentalmente en épocas de cosecha por los que Baranger llama “farmers”.
Ahora bien, tampoco es cierto que una parte de los denominados agricultores “con bajo potencial de acumulación” y los de “medio potencial” presenten características farmers, es decir que combinen fuerza de trabajo familiar con un porcentaje de asalariados temporales, que le permita acumular capital. Estos explotan fuerza de trabajo, son propietarios de medios de producción, y de grandes extensiones de tierra donde plantan tabaco para venderlo a las tabacaleras. Por lo tanto, son capas de pequeña burguesía o bien de la burguesía chica.
En suma, lo que nuestro análisis del Censo de Ocupantes está mostrando es que en el nordeste de Misiones existen situaciones propias de relaciones capitalistas plenamente desarrolladas. Como el lector puede apreciar, la idea de que el proceso de ocupación de tierras trajo consigo un renacer del “campesinado” es, como dice el Diego, un tocuén.
Notas
1Ver Schiavoni, Gabriela: “Nuevas organizaciones agrarias. Plantadores y Campesinos en el nordeste de Misiones”, en Schiavoni, Gabriela (comp.): Campesinos y Agricultores familiares. La cuestión agraria en Misiones a fines del siglo XX, Ediciones Ciccus, Buenos Aires, 2008.
2 Baranger, Denis y Schiavoni, Gabriela: Censo de ocupantes de tierras privadas en Misiones (Informe final), FHyCS – UNAM, Buenos Aires, 2003.
3 Ver Baranger, Denis; Niño, Fernanda y Simonetti, Eduardo: Construcción de una tipología de los ocupantes de tierras privadas en Misiones, Ed. CICCUS, Buenos Aires, 2008.