PRO-kirchnerista – Nicolás Villanova

en El Aromo nº 93

1flyer-oes-color1PRO-kirchnerista. La evolución del empleo público bajo el macrismo

Cambiemos asumió su mandato con un discurso según el cual las inversiones en el sector privado crearían empleo genuino. Pero la realidad le marcó otro rumbo. Frente a ello, Macri continúa con la estrategia kirchnerista de mantener el empleo público para evitar el desempleo masivo.

Nicolás Villanova

OES-CEICS


 

“Hace 5 años que no se genera trabajo de calidad, porque ocultaron el desempleo con trabajo público inútil” (La Nación, 01/05/2016). Estas declaraciones a la prensa fueron vociferadas por el actual presidente, Macri, y expresan el trasfondo económico del asunto: la crisis en el empleo. En efecto, el gobierno de Cambiemos asumió su mandato con un discurso según el cual las inversiones en el sector privado crearían empleo genuino. Como consecuencia, el Estado se podría modernizar y reformular, despidiendo solo a los “ñoquis” de La Cámpora. Pero la cruda realidad se impuso. En lugar de creación de empleo privado hubo expulsión. Por ello, el ingeniero mantuvo, después de los despidos de estatales de principios de año, la misma estrategia que llevó a cabo el gobierno anterior y que, desde una perspectiva más general, se viene impulsando desde hace décadas: la estatización del desempleo.

La historia se repite

En septiembre de este año el Ministerio de Trabajo publicó un informe sobre la evolución del empleo público.1 Las cifras muestran que a pesar de la oleada de despidos entre diciembre de 2015 y los primeros meses de 2016, la ocupación en el Estado se reactivó y retornó a los niveles previos, por lo menos hasta junio de este año, último mes que refleja el informe. Contra todos los pronósticos, el empleo público bajo el gobierno Cambiemos mantiene sus niveles al ritmo de la gestión anterior, debido al estancamiento y destrucción de empleo en el sector privado registrado.

En efecto, el empleo privado registrado decrece. El supuesto incremento del “empleo genuino” que vendría de la mano de las inversiones privadas no se hizo notar hasta ahora. Luego de un ascenso, interrumpido solo por la crisis de 2008-9 -cuando el sector privado registrado perdió más de 125 mil empleos, y que se prolongó al menos hasta el 2012-, la demanda se estancó primero y empezó a caer después. Por el contrario, de allí hasta el año 2015, el empleo estatal no paró de aumentar año a año, evitando así mayores niveles de desempleo total.

A su vez, al comparar la evolución de los asalariados registrados de los sectores público y privado desde julio de 2015 al mismo mes de este año, el resultado general muestra una tendencia a la expulsión, primero, y reabsorción, luego, del empleo público y una evolución decreciente del empleo privado. Sólo entre noviembre de 2015 y julio de este año el empleo privado registrado expulsó a 134 mil obreros (ver gráfico).

Cabe destacar que estos datos remiten al conjunto de los asalariados en relación de dependencia, sin incluir a monotributistas y autónomos, es decir, no se incluye a quienes se encuadran como contratados bajo servicio de locación u otro tipo de relación contractual, que son quienes sufrieron mayormente los despidos en el Estado. Este sector había comenzado a sufrir la desocupación antes de la llegada del macrismo y vivió una recuperación relativa con la nueva gestión: la evolución del registro de autónomos y monotributistas muestra una caída desde septiembre de 2015 y una recuperación a partir de febrero de 2016, llegando a julio de este año al nivel en que se hallaba un año atrás (e incluso superándolo). El saldo entonces redunda en una destrucción de empleo neto en el conjunto del sector registrado de 95 mil trabajadores, situación que se explica por la incidencia de la abrumadora expulsión de asalariados en el sector privado, pero no como una consecuencia del “desmantelamiento” del Estado.

¿Y dónde crece?

El informe del Ministerio de Trabajo muestra la evolución del empleo público según las administraciones, provincias y municipios. Vale la pena aclarar que la fuente proviene de la AFIP y la información presentada no incluye a todos los empleados del Estado (no incorpora a las fuerzas policiales, por ejemplo) y tampoco suministra cifras de algunos municipios de diversas jurisdicciones ni de la provincia de Santa Cruz, sencillamente porque estos últimos niegan el envío de esa información. Por lo tanto, estas cifras estarían sub-representando a la cantidad real de empleo público. Otra limitación de la fuente es la ausencia de datos desagregados por gremio o sector dentro del empleo público entre docentes, administrativos, legisladores, médicos, bancarios y otros tantos.

Básicamente, del informe se desprenden tres aspectos. Por un lado, no hubo ningún “desmantelamiento” del Estado. Allí se señala que a junio de este año la cantidad de empleados públicos era de 3.458.448. Al comparar con el mismo mes del año 2015, la evolución muestra un incremento del 2,4%. En cambio, si se compara el mes de junio de este año con diciembre de 2015, la variación porcentual es nula. Dicho de otra manera, la gestión anterior incorporó empleados estatales, mientras la actual no la expulsó.

Es más, la dinámica del empleo estatal parece mantenerse igual sin importar el signo político de la gestión. En efecto, el documento muestra similitudes en la disminución del empleo entre los meses de enero y marzo, tanto para los años 2015 como 2016. O sea, se trata de un período en el cual, por lo menos en los últimos dos años, hubo una caída en el empleo público que luego fue revertida. Probablemente, esto se deba al vencimiento de contratos que luego se reanudan a partir del mes de marzo, situación que revela la precariedad en el empleo tanto bajo el kirchnerismo como en el macrismo.

Por último, el informe señala que el empleo público crece en las provincias donde aumenta históricamente, o sea, en las más empobrecidas, donde la economía privada tiene serias limitaciones para la creación de puestos de trabajo. Por ejemplo, en el seno de la administración provincial, y de junio de 2015 a junio de 2016, el empleo público creció en Corrientes (3,6%), Jujuy (3,3%), La Rioja (3,3%), Tucumán (3,4%), Chaco (6,6%), Chubut (7,4%), Formosa (4,4%) y Neuquén (5,6%), entre otras. Algo parecido ocurre a nivel municipal en provincias como en Jujuy (26,2%), San Juan (19,7%), Chaco (14,5%), Misiones (13,1%) o Río Negro (42,2%). Como vemos, lejos de un desmantelamiento, el empleo estatal mantiene su tendencia sin correrse del curso general de los últimos años.

El péndulo

Probablemente, Macri haya llegado al poder nacional creyendo que podía impulsar una reducción sustantiva de personal del Estado a los efectos de achicar el déficit fiscal, en un contexto de creación de empleo privado en base a inversiones. Pero, hasta el momento, esto último no sucedió. Incluso, ciertos sectores de la izquierda creyeron que se venía el aluvión del “neoliberalismo” y asumieron posiciones detrás de las filas del kirchnerismo. Sin embargo, el macrismo continúa la estrategia del gobierno anterior en pos de contener mayores niveles de desempleo en un contexto de crisis del mercado de trabajo. Por ello sostiene el empleo público a los mismos niveles que el período previo, manteniendo la precariedad y los bajos salarios que rigen desde hace años. Si han habido cambios, han sido formales (pasajes de contratados a planta transitoria), aunque han acarreado, en muchos casos, reducción salarial por pérdida de categoría. Lo cierto es que, desde su asunción en la administración nacional, y a nivel general, el gobierno Cambiemos no cambió la dinámica del empleo estatal. No solo para evitar mayores niveles de desempleo, sino para acomodar a los propios, conseguir alianzas con las provincias que dependen del empleo estatal y estructurar bases de apoyo propio.

¿Qué pasará después de diciembre de este año? En principio, Cambiemos anticipó que se vendría otra oleada de despidos. Situación que es perfectamente probable, sobre todo en la administración nacional, en tanto y en cuanto ciertas variables económicas comiencen a mostrar síntomas de mejoras. En ese caso habrá que impulsar una lucha por la defensa de los puestos de trabajo, con independencia del régimen político y todas sus expresiones, es decir, sin dejarse arrastrar por el kirchnerismo: la precarización laboral y la degradación de los salarios y las condiciones de trabajo iniciadas por Menem, lejos de desaparecer, se consolidaron en la década “ganada” (por los patrones). Macri se valdrá de ello para una nueva vuelta de tuerca. Pero, sobre todas las cosas, habrá que disponerse a una batalla ideológica profunda, para evitar que los obreros del sector privado acepten la mentira según la cual el empleo estatal es “inútil”. Lo será en relación a las necesidades del capitalismo, pero no a las de la sociedad en su conjunto.

Notas

1MTEySS: “Seguimiento del empleo público nacional, provincial y municipal. Datos a junio de 2016”. Disponible en: goo.gl/A6MQZw.

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